29- La extraña muerte de Kinanjui.
"...el jefe Kinanjui se había otorgado a sí mismo todos los placeres del matrimonio. La aldea estaba llena de sus mujeres, desde viejas tarascas, flacas y sin dientes, que se apoyaban en muletas, hasta esbeltas muchachas de rostros como lunas y ojos de gacela, con sus brazos y sus largas piernas enrolladas con resplandecientes aros de cobre. Sus hijos estaban por todas partes, en racimos, como las moscas".
Un jefe kikuyu, Isak Dinesen [*].
La catástrofe se avecinaba. Al menos eso pensaba la propietaria de la plantación The Karen Cofee Company, Karen Blixen-Finecke, después de los últimos acontecimientos.
Quizá su nombre no os diga nada. Pero si yo os comento cuál era su seudónimo como escritora, Isak Dinesen, enseguida sabréis de quien hablo.
Has acertado, la misma baronesa Blixen cuya vida fue llevada al cine. Seguro que has visto Memorias de África alguna vez. Una película basada en sus cuentos, protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford. ¿Te has emocionado cuando se cayó el avión que pilotaba Dennys Finch Hatton y éste murió? Como todos, al fin y al cabo eres humano, ¿verdad?... ¿O no?
No es una pregunta baladí puesto que tus respuestas pueden ser variadas. Si no me crees, espera a leer esta historia. Isak jamás permitió que llegara a los oídos de nadie en Dinamarca. La mantuvo en secreto y murió sin publicar nada acerca de ella. Sin embargo, dado que ocurrió en su plantación africana, no pudo evitar que los aborígenes la siguieran transmitiendo de generación en generación.
Los hechos ocurrieron la tarde en la que Karen llegó de Mombasa y en su hogar la esperaba el jefe Kinanjui, de los kikuyus. Como siempre, se sentaron en un par de butacas al aire libre y empezaron a ponerse al día con las noticias. A la sombra, pues el sol cuarteaba la tierra y Kinanjui, a pesar de vestir únicamente su túnica de piel de mono, sudaba sin parar, como si tuviese grifos conectados al cuerpo.
Cuando el nativo cayó fulminado sobre la hierba, Karen lo achacó a la piel con la que se cubría, demasiado abrigada para tanto calor.
ᅳ¡Farah, ayúdame! ᅳgritó ella y él vino al momento; entre los dos llevaron al jefe a una de las habitaciones de invitados.
Pronto se congregaron alrededor de la cama los guerreros kikuyus que acompañaban a Kinanjui, sus hijos y los aborígenes de la plantación. La habitación se encontraba repleta de gente, tanto que no entraba ni un alfiler.
ᅳ¿Qué habrá pasado? ᅳse escuchaba en distintas lenguas y dialectos, todos extrañados por el cambio que se operaba en el hombre.
No respiraba, era innegable que estaba muerto. Empero, su piel azabache iba cambiando de tono, pasando por el café con leche hasta llegar al blanco más puro.
Claro que esto no sucedió de improviso. La transformación requirió de tres jornadas. Como se trataba de un caso extraordinario, fueron sacando fotos durante el proceso. Las tengo entre las manos. Aunque son en blanco y negro, se nota a simple vista la metamorfosis.
En el instante de decidir qué debían hacer con el cuerpo, surgió la primera discusión. El médico ya había certificado el deceso y era obvio para cualquiera que no respiraba. Había dos bandos. El primero era el de los brujos, que sostenían que Kinanjui no había fallecido y que pronto se levantaría. El contrario el de sus esposas y de algunos de sus hijos, sospecho que porque estaban hartos de la tendencia del anciano de casarse y procrear hasta el infinito.
Al final, por mayoría, decidieron hacerles caso a los brujos, más que nada por temor. Y fue una sabia decisión ya que, en la madrugada del cuarto día, Kinanjui abrió los ojos, de color rojo brillante. No desentonaban con su nuevo rostro blanco, de rasgos duros.
ᅳAhora ᅳmanifestó en perfecto inglés y sin tartamudear, como hacía antes al hablarloᅳ voy a defender nuestras aldeas de los invasores.
Y abriendo al máximo la boca, de la que asomaban colmillos parecidos a los de las hienas, salió aleteando por la ventana.
Os pido un favor: no comentéis con nadie esta historia. Fuera del continente africano, por supuesto, que es desde donde yo os la traigo.
[*] Memorias de África, RBA Coleccionables, Barcelona, 2003, página 147.
Y a partir de ahí extrañas muertes de animales y de hombres blancos horrorizaron a los habitantes de la zona.
https://youtu.be/0-DvcPUza2A
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