25- Elemental, mi querido Watson.
"Hasta entonces Holmes no se había mostrado nunca tan elogioso y debo reconocer que sus palabras me produjeron una satisfacción muy intensa, porque la indiferencia con que recibía mi admiración y mis intentos de dar publicidad a sus métodos me había herido en muchas ocasiones".
El sabueso de los Baskerville, Sir Arthur Conan Doyle.
Es el fin. A veces me molesta que Holmes pida mi opinión, para luego rebatir uno a uno mis argumentos. Sin embargo, hoy mi temor trasciende lo que he sentido en todas las ocasiones anteriores. En este instante es cuestión de vida o muerte y helo aquí, esgrimiendo su lógica e inteligencia sin límites, sin advertir desde dónde viene el peligro.
ᅳObserve, Watson, cuánto hemos progresado desde que el Doctor Mortimer fue a Londres a pedirme ayuda. He conseguido aclarar la muerte de Sir Charles Baskerville siguiendo las pistas.
A mi mente viene la imagen del sendero, alejado de la mano de Dios, en el que encontraron el cadáver. Pocos sitios en Devonshire horrorizan tanto como ese páramo gris, rodeado siempre de una niebla espesa imposible de penetrar.
ᅳY lo más importante de todo: he descubierto al asesino y la vida de Sir Henry, el heredero, ya no se encuentra en peligro. Jack Stapleton, sobrino de Charles y cuya existencia todos desconocían, pretendió heredar la fortuna a costa de aquellos que se le pusieran por delante. Sólo había que prestarle atención al retrato del ancestro, Hugo Baskerville, y notar el parecido. Como yo supe hacer, por supuesto. Elemental, mi querido Watson.
Y Sherlock Holmes prosigue con su cháchara egocéntrica. Sin reparar, siquiera, de que estoy pendiente de hasta el más ligero crujido de una puerta o de las maderas de la escalera de la mansión de los Baskerville, sitio en el que pasaremos la noche. Desearía hallarme a mil millas de aquí.
No ha sido posible: igual que de ordinario Holmes desea lucirse frente a mí, su más fiel admirador. ¿Por qué no le digo que en este preciso instante arriesgamos nuestras vidas? Obviamente porque no me creería. Es incapaz de utilizar una hipótesis de trabajo que esté más allá de la lógica y de la ciencia.
El chillido de un metal al rozar contra otra superficie, detiene mis pensamientos: el verdadero asesino se acerca.
ᅳDebíamos seguir las pruebas y analizarlas, mi estimado colega. La verdad siempre ha estado debajo de nuestra nariz y sin necesidad de recurrir a la superstición. ¡Un perro del infierno! ¿Cómo pueden los habitantes de Dartmoor creer en tanta superchería?
Sus palabras únicamente confirman que he hecho bien al no confiarle mis sospechas las que, al escuchar los ruidos, se han convertido en certezas. ¿Cómo podría Holmes considerar, siquiera, que Hugo Baskerville le vendió su alma al Diablo a cambio de la inmortalidad?
Tampoco ha dado crédito a los rumores de que ese individuo había dado muerte a su esposa, que apareció descuartizada después de haber solicitado la protección de la Justicia. Según Holmes, hechos producidos en el siglo diecisiete y que han llegado hasta nuestros días de boca en boca, no resultan fiables para la investigación sin pruebas tangentes, como ser documentos de la época.
¿Suponer, como susurraban los vecinos de Devon, inclusive, que la noche de su entierro habían visto a Hugo Baskerville acompañado de su sabueso, aullando ambos a la luz de la luna? Decían que, cada vez que alguien se topaba con ese perro descomunal, enseguida moría. Hoy lo hemos escuchado: Sherlock Holmes y yo disfrutamos de nuestros últimos alientos. Los sonidos cada vez son más cercanos y, a ellos, ahora se le suma un olor fétido, a sangre mezclada con tierra.
ᅳAsí que ésta es nuestra última noche en la mansión Baskerville, Watson. Mañana temprano nos pondremos en camino hacia Londres.
ᅳMe temo que no, Mr. Holmes ᅳexpresa una voz gélida que hace que se me erice la piel de todo el cuerpo.
Los ojos de Sherlock se abren de par en par: normal, puesto que contempla al hombre del retrato. Ése que supuestamente está enterrado en el cementerio cercano.
ᅳ¡¿Hugo Baskerville?! ᅳpregunta, atónito, mientras el vampiro se tira sobre él y le clava los colmillos en la yugular, despedazándolo al mismo tiempo.
Aprovecho esa distracción y que siempre parezco insignificante, para clavarle en el pecho la estaca de madera que traigo preparada. Es curioso contemplar cómo muere un vampiro. Más tarde tomaré notas sobre este acontecimiento inusual.
ᅳElemental, mi querido Holmes ᅳexpreso, agachándome al lado de su cadáverᅳ. Siempre le he dicho que no hay que despreciar las fuerzas ocultas que se amparan en las sombras. Debió hacerme caso.
Un momento delicado para Sherlock...
https://youtu.be/vVe9OO_nVvE
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