PRÓLOGO

Mientras me columpiaba solitariamente en el patio de juegos veía a los niños de mi edad correr y jugar. De pronto una de mis compañeras se acercó a hablarme.

—¿Tu mamá y tu papá no han venido hoy? —preguntó la niña.

—No —respondí en voz baja.

—¿Por qué tu mamá y tu papá no son como los míos? —indagó y, aunque su pregunta no era muy clara, sabía a qué se refería—. Ellos son muy mayores. Tu papá ya tiene pelos blancos —explicó esclarecedoramente.

—Ellos no son mis verdaderos papás. Son mis abuelos —contesté.

—¿Y por qué no te cuidan tus verdaderos papás? —cuestionó, ceñuda y confusa.

—Ellos no están... —murmuré, mirando el suelo.

Yo también solía hacerme esa pregunta...

—¿Se murieron? —soltó de pronto.

—Alice —nos interrumpió nuestra maestra—, no molestes a Sky.

—Solo le preguntaba por sus papás, maestra —se justificó la niña.

—Ven conmigo, Sky —emitió la mujer, ofreciéndome su mano para alejarme de la curiosa pequeña, pero las interrogantes de esa niña eran las mismas que yo tenía.

—Maestra —alcé la voz mientras caminábamos juntas—, ¿dónde está mi mamá?

—La señora Lara llamó para avisar que pronto vendrá a buscarte —me informó.

No... Ella no es mi mamá. Hablo de mi mamá de verdad —aclaré, ceñuda.

Ante mis palabras la mujer se quedó en silencio y luego se agachó para quedar a mi altura.

—Sky, tu mamá está en un lugar mejor... No deberías pensar en esas cosas... Tus abuelos están contigo, ellos te quieren mucho y eso es lo importante —dijo, colocando sus manos en mis pequeños hombros mientras yo pensaba en su respuesta.

—¿Eso significa que mi mamá de verdad se fue porque no me quería? —indagué, triste.

—¡No! ¡Claro que no! Por supuesto que tu mamá te quería —se apresuró a decir.

—¿Entonces por qué se fue? —murmuré con la mirada baja.

—Skyler... —escuché una voz femenina llamarme.

—¿Mamá? —emití, emocionada, y luego me decepcioné al ver que solo era mi abuela.

—Tu mamá soy yo —habló con voz autoritaria.

—Tu no eres mi mamá... —repliqué en voz baja.

—Bueno, tienes razón... —cedió por primera vez, ya que siempre me contradecía diciendo que ella sí era mi madre—. Tu mamá es...

Al abrir los ojos de repente, observé el techo de mi habitación, llevándome una gran decepción al descubrir que solo un sueño...

Desde que tenía memoria siempre soñaba con mi madre biológica. Sabía que era la hija de mis "padres", pero ni siquiera conocía su rostro. Mis abuelos no hablaban de ella. Supongo que la muerte de su hija debe haber sido traumática para ellos, pero ninguno de los dos pensaba en mi incertidumbre y dolor al no conocer ni siquiera el rostro de mis padres biológicos. En esta casa ese tema era un tabú.

—Buenos días —saludé al bajar a desayunar, recogiendo mi cabello castaño claro en una coleta.

—Feliz cumpleaños, Sky —emitió mi padre mientras tomaba su café.

—Gracias, papá —respondí con una pequeña sonrisa.

—¡Felicidades, Hope! —exclamó mi madre, dándome un fuerte abrazo.

Ella siempre me llamaba por mi segundo nombre, Hope, ya que no le gustaba el que mi madre biológica había seleccionado, aunque honestamente yo prefería Skyler.

—Gracias, mamá.

—Ya mi niñita tiene 19 años —canturreó, entusiasmada, mientras yo tomaba asiento en la mesa junto a mi padre, sirviéndome un vaso de jugo de naranja.

—Razón por la cual deberías dejar de llamarme "niñita" —refuté, dándole un sorbo a mi jugo mientras la enfocaba con mis ojos azules.

—Siempre serás una niña para mí —rebatió suavemente.

—Ya tengo 19 años y ustedes me prometieron que me harían un regalo—cambié el tema.

—Así es —dijo mi padre—. ¿Qué quieres? ¿Un auto nuevo? ¿Ropa? Pide lo que quieras.

—Quiero un viaje —contesté.

—Qué emocionante —opinó mi madre, sonriente—. ¿A dónde quieres ir?

—A Morfem —respondí y la sonrisa se le borró del rostro.

—No, a cualquier lugar menos ahí... —replicó ella, nerviosa—. Ahí no...

—Cariño, cálmate —dijo mi padre, poniéndose en pie para tranquilizar a mi madre frotando su hombro.

—Ese lugar es... —gruñó ella con los ojos vidriosos de la rabia y el dolor—. No puedes ir ahí. Te lo prohíbo —dictaminó.

—¡Ustedes me lo prometieron! —me quejé, poniéndome en pie.

—¡No vas y punto! —ordenó como una fiera.

—Si no voy con tu permiso, iré sin él —la amenacé.

—No te atrevas, niña... —gruñó.

—¿Quieres ponerme a prueba? —repliqué, arqueando una ceja con aire retador.

—Eres igual de insolente que ella... —masculló, iracunda.

—¿Ella quién? —indagué, sabiendo perfectamente a quién se refería—. ¿Mi madre biológica?

—¡Tu madre soy yo! —dictaminó en un rugido.

—No lo eres y por mucho que te esfuerces nunca lograrás que lo piense —contraataqué.

—¡Bueno, basta las dos! —terció mi padre—. ¿Quieres ir a Morfem, Skyler? —se dirigió a mí y yo asentí—. Entonces irás en las vacaciones de verano —cedió y sonreí, victoriosa.

—Pero, cariño... —intentó protestar mi madre.

—Pero iremos contigo —agregó él y mi sonrisa se esfumó.

—¿Qué? —murmuré. No quería que fueran conmigo, puesto que estaba convencida de que estarían vigilándome. Siempre han sido demasiado sobreprotectores, en especial Lara.

—Lo que escuchaste —emitió—. Iremos a ver a mis padres. Hace mucho tiempo que no los visito.

Mis bisabuelos...

Nunca los he visto en persona, solo a través de videollamadas.

—De acuerdo —cedí—. Iremos juntos.

Mi padre odiaba viajar y además estaba obsesionado con su trabajo, pero el hecho de que estuviera dispuesto a renunciar a eso por acompañarme a este viaje era muy sospechoso.

Había algo en ese pueblo que insistían en ocultarme, algo que probablemente involucraba a mi madre biológica y mi nacimiento.

Y yo, sin importar lo que costara, iba a descubrir cuáles eran los oscuros secretos que ocultaba Morfem... 

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