s e i s
14 de octubre 2015
—Una última —y el flash salió a relucir mientras que el cuerpo de aquel chico estaba tumbado en la tierra húmeda—, ¡es perfecta! —amo las cámaras instantáneas—. Siempre sales perfecto, cariño.
Sin respuesta, no necesito respuesta.
Todo fue tan rápido.
En cuanto le dije mi nombre, no dudo ni un momento en querer forzar la puerta, pero coloque los seguros para que él no pudiese escaparse, le indique que se quedase quieto, pero el muy desgraciado grito fuerte cuando pasamos cerca de una casa que todavía tenía las luces encendidas, me lamente haberle golpeado para que se quedase en silencio, ahora tenía que tomar fotografías de lado, aunque la marca de mi puño cerca de sus sienes había dado un toque mucho más personal y único.
Lo deje inconsciente, y en quince minutos ya estábamos lo suficientemente lejos de todo, pare el vehículo cerca de una zona llena de árboles y arbustos silvestres, tuve que tomar mucho esfuerzo y sacar su cuerpo inconsciente que comenzó a patalear en cuanto sintió mi tacto, no tuve más remedio, en cuanto nos adentramos al bosque él comenzó a gritar, pero lamentablemente para él no había rastro de vida alguna que pudiese escuchar sus gritos de auxilio.
—¡Ayuda!
—¡Cierra la maldita boca! —lo tire en la tierra, la humedad del lugar y el frio no ayudaban mucho a sentirme tranquilo, deseaba que el detestable olor a hojas secas y mojadas, se fuese de inmediato.
—¿Qué quieres de mí? Déjame ir, yo... —me abalance contra él, pero no le golpee en la cara, no quería que sus rasgos faciales estuvieran destruidos por mis puños.
Lo golpee en el torso, en los costados, lo patee, y entonces cuando le escuche sollozar, fue cuando me enfurecí, odio el ruido, esté chico es demasiado escandaloso, odio que haya demasiado ruido, me coloque a horcajadas encima de él, y mis manos como si no fueran mandadas por mí, enrollaron su cuello.
Sus ojos se abrieron en demasía, y forcejeo, pero no tenía mucha fuerza, sus delgados dedos iban a los míos que aplicaban fuerza a su cuello para que dejase de respirar, mientras que él me miraba, y entonces fue cuando lo vi, vi mi reflejo, la poca luz que nos brindaba la luna me permitió verlo, y sonreí, sonreí a más no poder, mientras sus ojos asustadizos me apreciaban, apreciaban mi sonrisa, mis facciones, todo mi rostro, me miraba con miedo, mientras que yo reía, estaba feliz, eufórico, totalmente histérico ante su hermosa mirada.
Ni siquiera me percate cuando su cuerpo dejo de moverse, relamí mis labios y no dejaba de apretar su fino y delgado cuello de cisne, apreciando sus ojos todavía abiertos y con ese mismo brillo que vi en los de mi padre cuando le mate, esos ojos vidriosos estaban allí, presentes y me admiraban, me admiraban a más no poder, no me contuve y deje de apretar su cuello para acercar mi rostro al suyo y tomar esos labios que tanto me habían dejado sin habla, lo bese, explore su cavidad bucal hasta la profundidad y cuando me sentí saciado, le deje.
Me aparte de él y lleve mi mano a sus cabellos brindándole caricias a esas suaves hebras, su cuerpo tibio lograba colocarme de una manera inexplicable, me incorpore y fui en busca de mi cámara quería captar su cuerpo en posiciones que yo quería que él se pusiera para mí, tomarle retratos más íntimos y cercanos, mantenerlo en una imagen, porque las fotografías duran incluso mucho más que una sola mirada, y eso es lo que contaba para mí.
Toda la noche y en parte del día me mantuve aquí, con él.
—Yoongi —solté su nombre en un suspiro—. ¿En qué me convertiste? —seguía sentado esperando para una nueva noche, para irme—. Ahora que me he saciado de ti, creo que... estoy mejor, cariño.
Deje de tocar sus cabellos, ahora era frio, totalmente frio, ni siquiera el más mínimo rayo de luz solar, lograría calentar su hermosa piel.
—Será mejor que te mantengamos bajo tierra, cariño —le sonreí—. No queremos que sea fácil que te encuentren, ¿verdad, cariño?
Le di un último beso en los labios, antes de cavar y llenar de tierra su hermoso cuerpo.
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