Han pasado exactamente dos días, sin saber alguna noticia sobre ti. Y no sé porque sinceramente te sigo escribiendo, si ya estás muerto. Y no hay manera por la que intente volver al pasado ya que llegué hasta acá porque alguien lo quiso así, y así quedará. He intentado no abrirle la puerta a nadie, pero el cineasta me dejó una nota en la puerta de mi o de su apartamento. Diciendo que saldría por unos días por una conferencia. Ya estaba dicho que realmente perdí una gran oportunidad, que podía haberte detenido y tan sólo decirte algunas palabras. Haberte reconfortado, sin morir de esa manera tan dolorosa. Verte tirado en el suelo, y respirando agitado, mientras mantenías tus ojos cerrados, sólo lograbas romperme en mil pedazos un triste corazón, que sólo palpitaba por ti.

Me estoy adentrando a un raro sentimiento en el que creo que perderé la conciencia, y sólo escribo. Para luego recordar y no olvidar. Mi cabeza se desmenuza rápidamente y mis ojos piden verte, pero sólo leo tus escritos y algunas fotografías que quedaron en mis memorias. En las más profundas, y quizás mis huesos y energías no den para más, pero aún sigo acostada, escribiéndote, creyendo que aún no pierdo las esperanzas en que alguna vez en la vida te vuelva a ver de distinto.