Salía de la habitación en la que me encontraba a varios pensamientos intentando pensar algo coherente que no sea lo mismo de todos los días, pero se me hacía inevitable. No salías de mis recuerdos, ya que todos eran en ti.

Intenté pensar claro y averigüe lo suficiente para saber en dónde se encontraba el cineasta. Y cómo suponía, estaban en España. Debía ser más lógica. Se me ocurrían ideas muy vagas, debía relajarme. Ver mi dinero. Viaje. Y eso era lo que necesitaba un viaje, era mi única oportunidad. Debía contarte la verdad antes de que fuera muy tarde, después de todo. Según los reporteros, decían que habías terminado con tu novia. Me sentí muy apenada en un momento, y sólo quería abrazarte. Sin soltarte, y darte mi amor para que estuvieras aunque sea un poco mejor después de todo lo que pasaste.

Pensándolo bien, creo que debería ir hacía allá. Dónde te encuentres, seguramente sólo estarías bebiendo junto a mi único amigo. En lo que pronto vi el dinero que necesitaba para poder irme de aquí y a arriesgarme a intentar verte en persona, simplemente a tomar tu mano.

Mi dinero no era lo suficiente para poder ir a verte hoy, tengo que hacer un esfuerzo, y tener que trabajar en alguna parte, en dónde se me haga fácil poder lograr algunas monedas en poco tiempo. Tan sólo quería ya verte de tan sólo poder tocar esas mejillas, y lograr ver con cercanía esos ojos de los cuáles logré enamorarme aún más de lo que estaba.

Quizás sean sólo comienzos por los cuáles uno recién se da cuenta de lo que uno debe hacer, ideas inimaginables significando un signo, etapas del destino por lo que un ser humano piensa claro, pero no lo haces por el miedo a derrumbarte, ya que cada vez que te lo mencionabas una parte central de tu importancia de vida se hacía trizas. Los días ruedan en 24 horas, y cada segundo no me deja en paz. Cada pensamiento en comer, o lavar, o a dormir, tenía relación a ti. Absolutamente a todo, que ahuyentaban mis pensamientos básicos, comenzaba a deshacerme de a poco. Intento pensar en claro, y lo intento con todas mis fuerzas que puedo dar gracias a mi voluntad, la mayoría de veces cierro mis ojos, juntando con dolor mis pestañas. Derramo lágrimas gracias al dolor que sostengo a cada minuto, pero sigo de pie aunque me sienta que sea una misera persona que no valga la pena con el corazón destrozado.

Será poco tiempo, me confié en milésimos instantes, intentando olvidar el momento en qué me mezclé lo suficiente para perder la conciencia, olvidé mis aseos, todo. Pero el simple amor que le contuve a él en años fue imparable. Me sentía orgullosa, y resistente. Todo a causa de una persona, consecuencias que creía que pronto me arrasarían la vida. En pocas palabras, en las que sólo deseaba que el estuviera a mi lado, alimentándome de su aroma, sin llorar.