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Intenté olvidar todo lo ocurrido, sabía que tarde o temprano iba a volverme loca. Y tan sólo preferí alejarme de todo. Absolutamente de todo, quería aspirar aire renovado, algo con el cuál sentirme con el alma pura.
El cineasta me decía que me fuera a vivir a las cercanías de dónde se encontrara él, pero yo aún no quería, tenía miedo de poder verte, y que tan sólo desviaras tu mirada en otra dirección, mientras te ibas. Por lo que preferí irme a otro paisaje, dentro de Alemania, aunque nunca supe cómo se llamaba en realidad, sólo junté dinero, tomé ropa vieja. Todo lo necesario y me marché de ahí. Deje las llaves a la vecina, y una copia mía.
El lugar era bastante lindo, había mucha zona verde, con un gran árbol. Que lograba darme inspiración, ya que las hojas de éste ser. Eran los mismos tuyos. Un color verdoso increíble, que me daba seguridad y estabilidad.
Al entrar a casa. Sentías un olor a pan tostado. Había ya lo necesario. Sillones, cojines, almohadas, velas, y un sentimiento de soledad. Parecía cabaña para una luna de miel. A lo que subí al segundo piso y claro, había una cama blanca cómo la nieve. Una gran ventana, para sacar unas fotos increíbles. Luego de haber hecho una revisión por la casa, sólo me dediqué a escribir, y a recordar. Dejaré textos de los cuáles me harán recordar lo suficiente, siento que cada vez estoy perdiendo la conciencia, y que debo tachar alguna parte para memorizar.
Lo único que necesitaba era ese sentimiento que hacía que despertara en las mañanas con alegría pura, sonreía cuándo mis vellos de cada milímetro de mi piel se estiraban. Me sentía increíble, mis venas corrían alteradas por medio de mis tubos sanguinarios, dándome vitalidad. Necesitaba mi medicina, un formulario lleno de textos, ya que me enamoré de tu pensar, y de la forma en que recitabas tu pesadez, combinando tu alegría, pronto ya no me quedarían palabras para poder decirte lo mucho que te amo, y que no podré conocer al amor de mi vida.
Dios me dio un castigo infernal, me hizo enamorarme profundamente de una persona de la cuál tiene ya un amor, y una mujer que la quiere. El ser que supuesta-mente nos guía y nos mantiene a salvo de todo mal, me dio el mayor sufrimiento y no fue físicamente. Fue dentro de mí, en mi corazón. Maldita sea quién habrá elegido que fuera tan sensible, que simplemente no pudiera controlar mis sentimientos y sólo respirara, los sintiera de una manera distinta. Por medio del sufrimiento, es cansador esto. Demasiado.
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