Capítulo 8: ¿Qué hacen aquí?

Maratón 2/2

Caminé con rapidez por las calles mientras iba con los cafés en mi mano derecha y un maletín en mi mano izquierda.

Desde que entré a trabajar con Aneth no me deja vida, a primera hora de la mañana tenia que estar en su oficina con dos cafés y su maletín que me dejó a su cuidado (según para que fuera más rápida en llegar ya que en ese maletín llevaba todas las cosas importantes que usaba en el trabajo)

Y eso que solo llevo dos semanas con ella.

No he podido ni ver a los vengadores porque Anneth siempre lo impide, o surge una reunión importante o necesita que haga un trabajo por ella.

¡Literalmente es explotación laboral!

Pero bueno, nomás esperaré a que me de mi primer pago y renunciare a la chingada.

Continué caminando por las calles, tratando de no dejar que el cansancio me venciera. Entre el maletín, los cafés y las interminables demandas de Aneth, mi paciencia estaba al límite. Apenas habían pasado dos semanas desde que comencé este trabajo, y ya sentía que había envejecido diez años.

Llegué al gran edificio, gotas de sudor bajaban por mi frente por el esfuerzo que había estado haciendo de llevar y caminar con tantas cosas a la vez.

Desearía tanto tener telequinesis en estos momentos.

Me dirigí hacia las oficinas de mi jefa y entre sin tocar, importandome poco, es de mala educación lo sé, pero ya estaba harta.

Por fin llegas, hermosa —dijo Aneth con ese tono condescendiente que me hervía la sangre. Se acercó a mí, tomó los cafés y el maletín como si hubiera estado cargando un gran peso y yo fuera un simple accesorio.

Me quedé inmóvil por unos segundos, sin saber si debía responder o quedarme callada para evitar un sermón.

Ahora ve a mi despacho y organiza todo para la reunión de las diez —ordenó mientras caminaba hacia la sala de juntas.

Respiré hondo para calmar el enojo que crecía dentro de mí. "Solo aguanta un poco más", me repetí en la cabeza, "un mes, un pago, y te largas."

Apenas me giré para dirigirme a su oficina, mi celular comenzó a vibrar. Era la cuarta vez en menos de diez minutos. Sacarlo fue un error. El nombre de Tony Stark parpadeaba en la pantalla junto con otros mensajes acumulados.

"No te hagas la ocupada, sabemos que puedes contestar."
"¿Cuánto más vas a ignorarnos?"
"Estamos preocupados. Responde ahora."

Antes de que pudiera bloquear la pantalla, una llamada entrante apareció. Era Wanda. Dudé, pero contesté rápidamente mientras miraba a mi alrededor para asegurarme de que nadie más estuviera cerca.

— ¿Qué pasa, Wanda? Estoy en el trabajo —susurré, tratando de sonar tranquila.

Lo sabemos —su tono era bajo, pero había algo en su voz que me puso la piel de gallina—. Y también sabemos que no has comido bien, que estás agotada y que esa mujer te está explotando.

No es tan grave... —intenté justificarme, pero ella no me dejó terminar.

No mientas. No puedes seguir así.

Antes de que pudiera responder, escuché un ruido detrás de mí. Al girar, mi corazón dio un vuelco. Ahí estaban ellos, entrando al edificio como si fuera suyo: Steve, Natasha y Bucky encabezando el grupo.

¡¿Qué demonios están haciendo aquí?! —murmuré, horrorizada.

Lo que debimos hacer desde el principio —respondió Steve, con esa mirada seria que nunca daba espacio para discusión.

— ¿No crees que esto es un poco extremo? —intenté razonar mientras caminaban hacia mí, pero Natasha negó con la cabeza.

Lo extremo es lo que estás haciendo tú —dijo—. Ignorándonos, descuidándote, dejando que alguien como esa mujer te controle.

Aneth salió de su oficina en ese momento, con el ceño fruncido al ver al grupo que ahora ocupaba el pasillo.

— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó, claramente irritada.

Bucky dio un paso adelante, su presencia tan intimidante que incluso Aneth pareció retroceder un poco.

Estamos llevándola con nosotros —dijo simplemente.

Ella trabaja para mí. No puede irse sin mi autorización —protestó Aneth.

Ella no es tu propiedad —replicó Steve, su tono firme pero contenido.

Antes de que las cosas pudieran escalar más, Visión apareció detrás de ellos, como siempre impecable y tranquilo.

— Creo que lo mejor será resolver esto con calma —sugirió—, pero no nos iremos sin ella.

Me quedé paralizada, atrapada entre el enojo de Aneth y la implacable determinación de los Vengadores. Quería gritarles que no lo hicieran peor, pero las palabras no salían.

— No puedes simplemente irrumpir aquí —insistió Aneth, aunque ahora parecía menos segura de sí misma.

Thor, que se había quedado al final del grupo, finalmente habló:

No tienes poder sobre ella. Si continúas intentando retenerla, tendremos un problema.

Y en ese momento supe que no había escapatoria. Por más que quisiera mantener las cosas bajo control, con ellos siempre sería así. Siempre serían ellos contra el mundo... y yo, atrapada en medio.

Yei, dama en apuros, que genial.

Que se note el sarcasmo



¿Les gustaría un capitulo narrado desde la perspectiva de ellos?

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