Capítulo 8. ¡Buscadla u os acordareis de mí!
La imagen de ___ correr y llorar, no paraba de repetirse en la cabeza de Piccolo. Aún no entendía ese comportamiento tan repentino, aunque debería importarle poco. Esa mujer les dejó tranquilos, pero llegará el momento en que esa paz se acabará muy pronto. Su exalumno le pidió que cuidase a Pan porque no había manera de encontrar a una canguro. El Namekiano no tenía ningún problema en cuidar de la joven que estaba relativamente dormida en la cuna. Dio un pequeño suspiro con todas las cosas que había pasado.
Ahora cayó en la cuenta que había pasado una semana desde lo sucedido. ___ no apareció en la casa de Bulma para buscar a los otros e incluso a él. ¿Por qué debería preocuparse? Mejor para ellos. Pero recordó las palabras de la peli-azul amenazándoles de por vida. Una gota iba resbalando por su sien no creyendo que esa mujer sea más peligrosa que cualquier Dios. Sus brazos estaban cruzados y se dispuso a meditar, aprovechando que la bebé estaba tranquila y dormida. Todos sus sentidos estaban apagados, menos sus oídos bien agudos.
Un buen rato estuvo así. Un día muy tranquilo para el hombrecillo verde, no obstante, todo su cuerpo se tensó al sentir cuatro kis fuera de la casa de Gohan. Los reconoció perfectamente. ¿Qué hacían aquí? Solo esperaba que no estuviera esa loca con ellos. Caminó en dirección a la puerta y les abrió. Para su sorpresa no había indicios de ___. Goku traía una cara de confusión extrema y Saonel agarró de los brazos a Piccolo con un rostro preocupado.
—Dime que sabes algo de esa loca.
—¿Para eso vinieron? —preguntó. Sus ojos se agrandaron y otra gota resbaló por su sien.
—¡Yo no quiero morir a manos de esa mujer! —exclamó el otro Namekiano.
—¿De qué demonios habla?
—Yo te contaré lo sucedido —dijo Goku.
👽👽👽👽
En la casa de Bulma Briefs, Goku y Vegeta estaban siendo entrenados por Whis quien aprovecharon la ocasión de estar en la sala de gravedad. En cambio, Bills junto con los otros Dioses de la Destrucción aprovechaban para comer o para dormir, era en el caso de los dos gatos bípedos. Vados estaba siempre detrás de Champa para que comiera algo saludable, y su hermana Marcarita no paraba de reír por lo bajo. Hit y Jiren estaban en una esquina meditando un poco aprovechando esta gran oportunidad.
Saonel y Toppo estaban con la pequeña Bra quien agitaba los brazos con suma alegría porque ambos estaban poniendo caras raras para hacer reír a la bebé. Quien no estaba bien era Bulma. Sus brazos estaban apoyados en la barra de la terraza preguntándose que le habrá sucedido a ___. Intentó llamarla y no recibía ninguna respuesta. ¿Le habrá pasado algo? Esa era su pregunta del millón. Los únicos que sabían algo eran esos tres alienígenas junto con Piccolo porque eran los últimos que la vieron.
Aparecieron Goku y Vegeta con las ropas rasgadas, y cayeron al suelo muy agotados. Eso significaba que Whis les dio un entrenamiento muy duro. El ángel solo rio al verlos en ese estado y sus hermanos le imitaron. Hit, desde su posición, se asombró tanto que nunca creyó que esas criaturas amigables exigieran tanto, aunque una emoción creció en él en saber que Goku se estaba volviendo más fuerte. Y no era el único quien pensaba eso.
—Whis, por favor, dales una vestimenta nueva. Me da asco verlos sucios —comentó Bills.
—A eso iba, Bills-sama.
El ángel gracias a su bastón arregló el vestuario de los dos Saiyans que, poco a poco, intentaban levantarse. Ambos no paraban de jadear. ¿En serio fue un entrenamiento muy duro? De repente, Bra empezó a llorar porque no le gustó mucho lo que hizo Toppo. Los instintos paternos de Vegeta se activaron y voló en dirección a su pequeña para tomarla en brazos y acunarla.
—¡Ala, Vegeta! ¡Que rapidez te has recuperado! —exclamó Goku, muy impresionado.
—Los instintos paternos lo llamaron, ¿vale? —argumentó Mascarita.
Vegeta simplemente ladeó la cabeza ignorando ese comentario. No quería que le pasase nada porque era su princesita. La niña de sus ojos. De repente, escuchó una especie de bufido proveniente de Bulma que se apartó de la barra y se puso en el centro con el ceño fruncido. Eso indicaba que estaba muy molesta con algo.
—Parece que tienes más arrugas, Bulma —comentó Goku sin importar las consecuencias.
—Ten cuidado con lo que dices, Kakarotto.
—Ustedes tres. —Señaló con el dedo acusador a Saonel, a Hit y a Jiren—. ¿Qué pasó con ___?
El Namekiano se congeló repentinamente ante la pregunta. Los otros dos estaban tensos, pero ninguno parpadeó o reaccionó como lo hizo el rostro. Bulma mostraba signos de enfado y no era nada bueno para ninguno. Jiren se preguntaba porque había de temer en una mujer. Pocas veces tuvo buen trato con las féminas, pero esa mirada que le dedicaba la peli-azul era de puro terror.
—¿Me queréis responder?
—Todo fue de maravilla —mintió Saonel.
—Entonces, ¿dónde está ella? —preguntó—. Conociéndola, estaría aquí como boba enamorada a molestaros y no ha dado señales de vida.
—Seguramente estará haciendo algo importante.
—Ahora que lo dices Bulma, Piccolo lleva una semana en casa de Gohan y no se quejó —anunció Goku. La peli-azul ante esa noticia.
—¡¿Qué le habéis hecho, desgraciados?! —exclamó y los insultó.
—El Namekiano del universo 7 solo hizo lo que debía hacer —comentó Jiren, muy tranquilo en su sitio.
—¿Qué es lo que hizo?
—Decir la verdad —contestó Hit.
Saonel miró a ambos a que se callasen porque esto no le estaba gustando para nada. Al rato, todo su cuerpo sintió un escalofrío y giró para ver a una Bulma con un rostro furioso, como queriendo golpear a alguien en la cara. Jiren e Hit se tensaron también, incluso se separaron de la pared preparándose lo peor. Whis miró a Bills que se taponó los oídos con los dedos y los otros dioses lo imitaron porque sospechaban que algo malo iba a suceder. Y la peli-azul explotó.
—¡¿Cómo os atrevéis a herir sus sentimientos, malditos idiotas?!
—Vamos, Bulma. No tuvieron más opción que hacerlo.
—¡Cállate, Son-kun! ¡Que contigo no va el tema! Oh, espera, ¡claro que el tema va contigo!
—¿Eh? ¿Por qué? —Confusión se creó en el pobre Saiyan.
—¡Tú le prometiste a ___ de presentarle a unos alienígenas! ¡Tú eres el responsable de este desastre! —le gritó al oído y no dudó en cogerle de la oreja para jalarlo con mucha fuerza delante de todos y cada uno de ellos.
—¡Bulma! ¡Suéltame! ¡Me lastimas!
—¡Si no queréis lo mismo que le estoy haciendo a Son-kun, más os vale que busquéis a ___ y le pidáis perdón!
—¿Y por qué nosotros y no ella? —preguntó Saonel.
—¡Porque todos ustedes sois unos insensibles! ¡Encontrad a Piccolo y buscadla! ¡Ahora mismo!
👽👽👽👽
—Y eso fue lo que pasó —finalizó Goku, aun sobándose la oreja del agarrón.
—Sí que llevo una semana de tranquilidad y soy el menos indicado para decir donde está esa mujer —añadió Piccolo.
—¡No quiero que me jale de las orejas! —exclamó Saonel, ocultando esa parte sensible de los Namekianos.
—Nunca en mi vida había visto a una mujer tan furioso y que diese mucho miedo —dijo Jiren.
—Pues Chichi es peor.
Los cinco estaban dentro de la casa de Gohan para hablar un poco mejor sobre la situación. El grito que pegó Saonel despertó a la pequeña Pan que empezó a levitar para ver que ocurría. La bebé esbozó una gran sonrisa al ver a su abuelo que no dudó en volar hasta él para abrazarlo.
—Son Goku, ¿no puedes intuir donde puede estar? —preguntó Hit, mientras miraba a la pequeña jugar con los cachetes de su abuelo.
—El único sitio que se me puede ocurrir es en su casa.
—Espera, ¿piensas disculparte con ella? —preguntó Piccolo—. ¿Sabes las consecuencias que eso implicaría? Esa mujer nos volverá locos a todos.
—Si te soy sincero Piccolo, verla llorar me dejó bastante mal —comentó Saonel recordando ese momento.
—¡¿Qué la hicisteis llorar?! —gritó Goku con los ojos como platos. Ninguno de los cuatro dijo nada, simplemente se callaron—. Menos mal que no está Bulma delante porque, ya os puedo asegurar, que no escaparéis de ella tan fácilmente.
—No pensábamos que fuera a reaccionar de esa manera —confesó Jiren—. Creíamos que lo ignoraría, pero pareció ser que no.
—¡Ay, como odio estas cosas! —vociferó el Namekiano del universo 6.
Todos estaban en una situación bastante seria que no se podía remediar tan fácilmente. El problema era que el ki de ___ era bastante especial. Siempre la mantenía oculta. Los balbuceos de Pan eran el único sonido que se escuchaba en toda la casa. Goku se levantó con la pequeña en los brazos.
—¿A qué hora vienen Gohan y Videl?
—Normalmente suelen estar aquí sobre las cuatro de la tarde. ¿Por qué preguntas?
—Para no dejar a Pan aquí sola —dijo. El hombrecillo verde se sorprendió ante la decisión que tomó Goku. El abuelo responsable se activó—. ¿Te sabes el número de Gohan? Voy a llamarlo.
Aún no se sacaba el asombro de su cuerpo, pero supongo que la situación era bastante seria. Piccolo le dijo el número y Goku llamó a su hijo a través del teléfono de casa. No quería preocupar a su hijo si llega a casa y no encuentre a Pan. No sería una buena idea. Pan se soltó del agarre de su abuelo para estamparse en la cara de Saonel. El Namekiano se sorprendió ante ese ataque repentino, incluso la pequeña empezó a jalar de las antenas. Piccolo se dio prisa para cogerla antes de que fuese demasiado tarde.
—Bien, no hay problema en llevarnos a Pan.
—¿No será una carga? —preguntó Jiren.
—Por supuesto que no. Además, es una buena oportunidad de estar con mi nieta, ya que Chichi me echa la bronca por pasarme el resto del día en entrenar —añadió el Saiyan cogiendo nuevamente a la pequeña—. Iremos a la casa de ___.
—¿Volando?
—No hay otra manera, Piccolo.
¿Tan lejos habían llegado para llegar a esta situación? Los cuatro alienígenas se miraron mutuamente y asintieron con la cabeza no teniendo más opción que hacerlo. Piccolo y Goku revisaron que la puerta estuviese bien cerrada para que ningún ladrón entrase y todos se dispusieron a volar. El Saiyan colocó a la pequeña en sus hombros y ella balbuceaba palabras sin sentidos, incluso reía al intentar cazar las nubes. Él la tenía agarrada de sus pequeñas piernas para que no saliera volando.
Piccolo los vigilaba de vez en cuando para que no le sucediera nada a Pan. Su instinto le decía de protegerla. Los otros solo miraban con curiosidad. Ninguno tuvo ese sentimiento fraternal con un niño porque les gustaba vivir en soledad. Bueno, Saonel tenía experiencia con niños, pero de su especie. Los echaba de menos. Desconocía quien fue el responsable de decir que todos debían unirse a él y a su otro hermano. Sí, los sentía en su interior, pero no era lo mismo. Jiren no era muy bueno tratando con niños por todo el dolor que sufrió, pero intentaba lo posible de ser amigable con ellos salvándoles la vida u otro acontecimiento.
Y Hit era un lobo solitario. Había momentos en que su corazón se ablandaba cuando se trataba de niños. Criaturas inocentes que no tenían culpa de vivir en un mundo cruel y despiadado. Estuvieron un buen rato volando hasta llegar a la isla, donde vivía ___. Goku se paró justo encima de la casa e iba bajando, pero los otros lo hacían con mucho temor. No vaya ser que esa mujer a quien llamaban loca saliese y se abalanzase sobre uno de ellos. El Saiyan no notaba su ki por ninguna parte, incluso se asomó por el cristal a ver si veía algún indicio de movimiento. Solo vio que la casa estaba patas arriba, como si hubiera pasado un huracán.
—No está aquí —anunció Goku, viendo que los otros no habían bajado del todo.
—¿Estás seguro?
—Está todo patas arriba.
—¿Eh? —Saonel se aproximó para ver por el cristal—. ¡La peli-azul nos va a matar! —exclamó con puro terror.
—¿No hay otro sitio que pudiera estar ella? —preguntó Hit.
—Pues no lo sé —confesó Goku—. No se me viene nada en la cabeza.
Pan se soltó del agarre de su abuelo para volar a su antojo, pero ninguno de ellos le quitará ojo de encima. La bebé inspeccionaba todo el lugar buscando algo interesante para sus ojos negros. Y sus oídos se agudizaron al escuchar a alguien haciendo sonidos extraños, como si estuviera entrenando. Pan vio a alguien golpear con rabia el árbol y no pudo evitar aproximarse y meterse entre esa persona y el tronco. Menos mal que esa persona paró sus ataques porque no le gustaría por nada en el mundo en dañar a la pequeña.
La bebé se aferró mucho a esa persona, como si la conociese de toda la vida. Goku apareció junto con los otros alienígenas y casi le daba algo al perder de vista a la pequeña, pero se sorprendió ver a alguien ahí. ¿Quién será? ¿Un familiar de ___?
—¡Hola! —saludó con mucha educación—. Perdona a mi nieta Pan, pero es un poco hiperactiva.
—¿No te suena de algo esa vestimenta, Son? —preguntó Piccolo.
Goku no cayó en la cuenta que esa vestimenta era idéntica al suyo. ¿Será alumno de Muten Roshi? Si fuera así, el anciano se lo hubiera comunicado junto con Krillin.
—Oye, perdona, ¿por casualidad eres alumno de Muten Roshi?
Al realizar esa pregunta, el individuo iba girando lentamente su cuerpo para mostrar su rostro. La sonrisa nerviosa de Goku se desvaneció al reconocer la cara de esa persona. Los otros cuatro se quedaron asombrados porque no creían lo que sus ojos estaban viendo. Era la propia ___, ¡pero con el cabello cortado y vestida con un Gi de artes marciales idéntica a la de Goku! Así parecía un hombre en vez de una mujer. Recordaba un poco a Videl cuando fue el Torneo de las Artes Marciales, incluso a Gohan del futuro.
—¿___? —preguntó Goku—. ¿Eres tú de verdad?
Ella no dijo nada al respecto. Su expresión era de pocos amigos, como si quisiera reventar a alguien con un simple puñetazo. ___ caminó en dirección a Goku con Pan en brazos. Piccolo y Saonel estaban preparados para recibir un abrazo. Hit y Jiren también lo estaban, pero para volar. De repente, no se esperaron lo siguiente: ___ dio un puñetazo tremendo en el estómago de Goku y este cayó de rodillas apretándose esa zona con los brazos, y no paraba de quejarse de dolor.
—¿Cómo se te ocurre dejar sola a Pan, Goku? ¿Y te llamas abuelo? —le echó la bronca—. ¿Qué hubiera pasado si apareciese un secuestrador y la raptase? Tendrías toda la culpa del mundo.
—No volverá a pasar —se disculpó Goku.
—Más te vale porque la próxima vez no dudaré en golpearte todas las veces que haga falta.
El Saiyan rio muy nervioso ante ese carácter tan fuerte de ___. Le recordaba un poco a Bulma y a Chichi cuando se enfadaban. Los otros estaban aún sorprendidos ante el cambio repentino de la mujer. ¿Por qué se cortó su gran melena? ¿A cuento de qué? Y esa personalidad ruda y agresiva no era la misma que antes. Entonces ___ miró a los otros con el ceño fruncido y se pusieron tensos de nuevo. Saonel empujó a Piccolo porque fue el responsable de lo sucedido hace una semana.
El Namekiano gruñó por lo bajo, pero era cierto. Fue el causante de todo eso y no tenía más opción que disculparse. Soltó un gran suspiro y miró a ___ con mucha valentía.
—Hemos venido aquí para decir lo siguiente: sentimos lo sucedido. No volverá a ocurrir. Espero que nos perdones.
Ahora Piccolo esperaba que ___ lo abrazase y dijese todas las cursilerías posibles. Sin embargo, no se esperó el siguiente comentario:
—¿Y tú te haces cargo de cuidar a Pan? Debería darte vergüenza por dejarla sola.
El hombrecillo verde se quedó con la boca abierta y no fue el único. Ninguno de los presentes se imaginó que la chica se haya vuelto muy dura con esos comentarios. ¿Qué pasó con la ___ loca y cursi que conocían?
—Son Goku, ¿sabes que le pasa? —preguntó a modo de susurro Hit.
—Bueno, es ___, pero creo que volvió a ser esa chica dura y seria que conocíamos Krillin y yo.
—¿Es bipolar? —cuestionó Saonel, ya dudando muchísimo.
—No estoy seguro. Solo sé que tiene esos cambios repentinos de personalidad cuando se cortaba el cabello o se lo dejaba crecer.
—¡¿Qué estáis murmurando, idiotas?! —___ les gritó muy cerca de ellos—. Odio que murmuren cosas cuando estoy delante. Me las dicen a la cara y punto. ¡¿Está claro?!
—Vamos no seas así —habló Goku. De repente, ___ cogió de la oreja al Saiyan tirándolo con fuerza—. ¡Duele! ¡Duele!
—¡¿Está claro?! —volvió a repetir, pero muy cerca de su oído casi dejándolo sordo.
Esa personalidad tan diferente de ella hacía cuestionar que estaba realmente loca. Lo peor de todo es que no paraba de mirarlos con frialdad, como si los odiaba a muerte. Los alienígenas no sabían si tomárselo bien o a mal. Todo estaba siendo muy confuso para todos ellos.
—Bulma está preocupada por ti. ¿Por qué no vamos a su casa y así está tranquila? —le sugirió el Saiyan.
—Está bien, pero yo cargaré a Pan. Todos los hombres sois iguales. —Escupió a un lado importándole poco que opinaran.
Esperemos que Bulma no mate a los responsables de este suceso.
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