Capítulo 5. Noticia inesperada

—Me alegro que hayas venido a mi casa, ___.

—Tu casa es increíble, Bulma.

La muchacha había ido a la mansión de su amiga Bulma para conocerla un poco. Estaba impresionada ante el gran tamaño del hogar. Además, tenía robots a su servicio. Ya le gustaría tener uno de esos en su casa.

—Tenemos que quedar a algún día para ir de compras. Sería interesante que ropa poder comprarte.

—No tienes que comprarme ropa. Yo tengo dinero suficiente —comentó un poco avergonzada.

—Somos amigas —dijo a peli-azul apoyando las manos en los hombros de la mujer—. Yo haría cualquier cosa por ti.

___ esbozó una pequeña sonrisa por el comentario de ella a lo que aceptó sin ningún tipo de regañadientes. La muchacha decidió marcharse para ir directamente a su hogar. Estaba pensando en comprarse uno en la ciudad para estar cerca de sus amigos y no tener ningún problema. Además, ¡así será posible visitar a Piccolo! Llevaba días sin verlo y no sentía su Ki. Pensó que el Namekiano estaría ocupado, pero era una de las pocas posibilidades. Otra cosa importante era que no sabía si iba a volver a ver a esos otros alienígenas. Ojalá decirle a Goku que vinieran y pudieran hacer algo juntos.

Mientras ___ se alejaba, el Saiyan estaba volando directamente hacia la casa de Bulma porque se enteró que Whis iba a visitarla. A la lejanía observó que la mujer se estaba alejando. Genial, sería una oportunidad de avisar a Piccolo y estuviera tranquilo porque el pobre había estado todo el tiempo escondido. Ni siquiera pudo ir a la casa de Gohan para cuidar a la pequeña Pan. Y era una pena porque la bebé echaba de menos estar con él Namekiano. Dejando a un lado se dio cuenta que el ángel guardián del Dios de la Destrucción llegó al dulce hogar de Bulma. ¡Bien! Era su gran oportunidad de pedirle a que le entrene, pero seguro que Vegeta también se lo pedirá.

Sus pies tocaron levemente el suelo de la terraza y vio a Whis y a Bills sentados en una silla, debajo de una sombrilla y disfrutando de la gran comida que les trajo la peli-azul. Y la nombrada apareció, entrando con la pequeña Bra en sus brazos. No le sorprendió ver a Goku ahí plantado con una sonrisa de oreja a oreja.

—Son-kun, ¿no me digas que viniste aquí solo porque está Whis-san?

—Es que quería pedirle a que siguiera entrenándome —comentó, rascándose la nuca.

—Goku-san —lo llamó el ángel—, ¿aún estás empeñado en aprender?

—Es que quiero dominar a la perfección la "Doctrina Egoísta".

—Si los Dioses de la Destrucción les está dificultando dominarlo, tú menos —habló Bills con una salchicha en la boca.

—Pero Bills-sama le recuerdo que Goku-san activó ese estado tres veces en el Torneo de la Fuerza.

—Como si fueran quinientas mil.

Bulma se sentó en una butaca para apoyar la espalda en el respaldo y que la pequeña estuviese cómoda. Vegeta estaba entrenando, pero dentro de poco saldrá. El pequeño Trunks estaba haciendo los deberes que le mandó su nueva profesora. Estaba claro que hoy no iba a ser un día tranquilo. A la lejanía vio a alguien aproximarse. Era el mismísimo Piccolo quien había salido de su escondite, pero su rostro era de pocos amigos. Se aproximó con enfado hacia el Saiyan.

—¡Son! Acaba con esto de una vez.

—¿Eh? ¿De qué hablas?

—No puedo seguir escondiéndome de esa loca. —Ya con el mote que se le puso, Bulma cayó en la cuenta de que estaba hablando de ___—. Tienes que hacer algo al respecto.

—Vamos, Piccolo, no es para tanto.

—¡¿Una semana escondiéndome no es para tanto?! —le gritó ya perdiendo los nervios.

—¿Por qué no le dices que no estás interesada en ella, Piccolo? —preguntó Bulma metiéndose en la conversación.

—Le dije que era imposible que me atraiga una persona porque soy transexual. ¡Y ella lo soluciona de adoptar un niño!

—Oh, que bonito suena eso —comentó Whis.

Bueno, para Piccolo no lo era porque tendría que aguantar a esa mujer por el resto de su vida. ¿Por qué tocaba lo peor del mundo? Gruñó con pura insatisfacción por todo lo que estaba ocurriendo. Goku no entendía que tenía de malo. Era verdad que el comportamiento de ___ era extremadamente extraña y obsesiva, pero no era plan ponerse de esa manera. Digamos que el Saiyan no era muy bueno conversando con esos temas porque no sabía cómo se tomaría la mujer. La última vez pensó que iba a morir cuando la engañó.

De repente, un ruido extraño provino a un lado del balsón de la Capsule Corporation. Tanto Piccolo como Goku se tensaron al saber quiénes eran, incluso Bills escupió su piña colada no creyendo que ese idiota vino con el otro idiota. Champa hizo acto de aparición junto con Vermouth y sus ángeles. Oh, pero había una cosa que le sorprendió mucho a Goku. También estaban Hit, Saonel, Toppo y Jiren. Esto al gato morado no le sentó nada bien.

—¿Ya estás comiendo sin mí, hermano? —preguntó Champa—. Que maleducado eres.

—Yo soy más educado que tú —gruñó—. ¿Se puede saber que estáis haciendo aquí?

—Oh, es una buena pregunta —habló el Dios de la Destrucción con forma de payaso—. Le propuse a Champa de pasar unas vacaciones a tu universo y él estuvo encantado.

—Así que verás mi cara todos los días de tu vida.

—¡¿Qué?! —Bills cayó de la silla al escuchar esa noticia.

—¿Y ellos? —cuestionó Goku señalando a los otros.

—Bueno, en el caso de Vermouth no sé cómo los convenció para venir aquí, pero, en mi caso, yo los amenacé si no venían.

—Aunque Hit-san puede retirarse unos momentos para hacer alguna que otra misión —anunció Vados, mientras se acercaba a la mesa junto con Champa.

—¡¿Eso significa que podré pelear con Hit y con Jiren?!

—¡Alto ahí!

Bills se levantó de su sitio sacudiendo la cabeza de un lado para otro no muy satisfactorio a lo que estaba escuchando. La pequeña Bra empezó a llorar al asustarse por los gritos que formaban. Bulma tuvo que ausentarse un momento para entrar dentro y así estuviera calmada.

—No podéis aparecer así sin más y diciendo que pasaréis unas vacaciones aquí —gruñó el gato.

—Oh, vamos, solo será una pequeña temporada —comentó Vermouth.

—¿Cuánto es esa pequeña temporada?

—Un año, aproximadamente.

—¡¿Un año?! ¡De eso nada! ¡No pienso aguantar vuestras caras!

—Bills-sama piense un momento —habló Whis con un tono calmado—. Es una gran oportunidad de entablar una buena relación con los Dioses de la Destrucción de los universos 6 y 11.

—¡Hasta tu ángel de la guarda le gusta la idea! —exclamó Champa.

—Además, piense que también es una buena manera de que Goku-san entrene con los otros miembros.

Bills se fijó en el nombrado que se aproximó para saludar a los otros que se mantenían firme en su posición. La idea de Whis no era mala idea, así podía quitarse de en medio a ese pesado de Goku y que no molestase al ángel. Aunque estaba muy seguro que los otros no estarían muy convencidos. Él dio un pequeño suspiro aceptando la idea de Whis. Todavía le quedaba un poco de piña colada por lo que tomó el vaso para seguir bebiendo con mucha tranquilidad.

—Oiga, Bills-sama —lo llamó Goku—. Podría venir Monaka para que se enfrentase a Jiren y así ver quién de los dos es el más fuerte.

Pero escupió su jugo al escuchar la gran barbaridad que comentó Goku. El universo 11 se quedó asombrado. ¿Había alguien más fuerte que Goku? Hit se dio cuenta que aún el Saiyan pensaba que ese pequeño ser rosado de labios pronunciados era fuerte. Agachó un poco la cabeza y esbozó una sonrisa sabiendo que él no iba a cambiar.

—¡Olvídate! Monaka está en estado de hibernación fortaleciendo su mente.

—¡Ala! ¿Así también entrena? ¡Monaka es increíble!

—Bills-sama, creo que es hora de decirle la verdad a Goku-san —susurró bajito Whis, casi regañando al Dios.

—Jiren es más fuerte que ese tal Monaka, ¿vale? —comentó Marcarita.

—Ay, si tú supieras, hermanita.

La guardiana del universo 11 no entendió muy bien a que se refería, pero era mejor no preguntar. Jiren miraba con curiosidad ante el comentario que hizo Goku con respecto a ese tal Monaka. Desvió un poco la mirada hacia Hit y este negó con la cabeza para que no creyese lo que estaba diciendo. Ya lo sospechaba, pero no quería admitirlo. En cuanto a los otros Namekianos, no paraban de fijarse mutuamente. Saonel se preguntaba una y otra vez cómo era posible que Piccolo sea más fuerte que él.

Ni siquiera tenía en su cuerpo a miles de Namekianos, solo dos. Estaba muy impresionado que esbozó una gran sonrisa y Piccolo solo enarcó una ceja no entendiendo muy bien ese comportamiento del otro.

—¿Sabes? Me gustaría conocerte un poco. Ya sabes, a base de puñetazos para comprobar tu fuerza —le propuso Saonel.

—Te aconsejo que no seré muy amable contigo.

—¡Y yo espero que ninguno piense en dormir aquí!

Todos se sentaron al escuchar la voz de Bulma que entraba con un rostro de enfado hacia todos ellos. Sí, era señal que no le agradaba la idea de que estuvieran todos ahí.

—Iréis a dormir en otro lado. Esto no es un hotel.

—¿Cómo se atreve a alzarnos la voz esa mujer? —preguntó Champa a regañadientes.

—Te recuerdo que fui yo quien te invitó a esa fiesta —comentó Bulma con las manos apoyadas en su cintura.

—Bulma tu casa es enorme. Por lo menos tiene que haber habitaciones para los invitados.

—¡Nadie va a dormir en mi casa, Son-kun!

Cuando una mujer se enfadaba, era mejor no empeorar las cosas porque cualquier saldría herido. Supuestamente los Dioses de la Destrucción no deberían temerla, pero Bills era otro caso. Esa mujer era capaz de ponerle nervioso, incluso lo amenazaba en no darle cierto tipo de comida si no la ayudaba. Es una mujer con muchos recursos de por medio. De repente, apareció una señorita de traje negro y miraba con preocupación a Bulma. Era una sirvienta.

—Perdone que la interrumpa, Bulma-sama —habló la joven. La peli-azul tuvo que callarse para escucharla—. La señorita ___ volvió y parecía estar preocupada.

Con solo pronunciar ese nombre Piccolo, Saonel, Hit y Jiren se tensaron de inmediato. El Namekiano no podía creer que esa mujer loca lo haya descubierto. El Sicario temía que esa chica lo abrazase como la última vez. Y los otros dos ni se acordaban de ella. En cambio, Bulma mostró signos de interrogación no entendiendo a lo que se refería perfectamente. Era imprescindible saber que estaba ocurriendo.

—Qué raro, si hace un rato estaba bien —comentó—. Haz que entre.

—Sí, Bulma-sama.

—Piccolo, ¿a dónde vas? —preguntó Goku viendo de forma cómica como este huía hacia la baranda.

—No voy a quedarme aquí con esa loca de por medio.

—¡Alto ahí, Piccolo! —exclamó Bulma—. Seguramente que ni ella sabe que estás aquí. Espera a ver qué ocurre.

—Prefiero mil veces huir que...

—¡Sé un hombre y enfréntate a ella!

El hombrecillo verde chasqueó la lengua muy fastidiado. Y más aun haciendo caso a la esposa de Vegeta. Los otros tres no dijeron nada, simplemente se quedaron estáticos en su sitio. Aunque hubo más de uno que quería huir. Toppo animó a su compañero a que estuviese tranquilo, no pasará nada indebido. Era lo único que pedía en esos instantes el alienígena. No pasar vergüenza ajena con esa mujer, a quien llamaba Piccolo, loca. La última vez tuvo que soportarla. No negaba que la comida que le ofreció era bastante buena.

Pasos escuchaban aproximarse. Todos estaban muy atentos de recibir a ___. Algunos tranquilos y otros tensos. Esto era peor que enfrentarse a un enemigo fuerte. Bulma la iba a recibir con los brazos abiertos y con una sonrisa de oreja a oreja. Pero su cara poco a poco iba cambiando a una de asombro. Se quedó muda. No creía lo que estaba viendo. En su mente se decía así misma: «¿está más guapa o son cosas mías?». Los Dioses de la Destrucción, los ángeles y Toppo también lo estaban. Y, vaya por donde, ¡los otros cuatro se quedaron embelesados!

___ llevaba su típica Yukata de color verde pasto junto con unas getas no muy altas. Pero ¿qué pasaba? ¿Por qué todos se quedaron mudos? ___ solía llevar una horquilla para sujetar sus cabellos, pero esta vez no la llevaba puesto. Su largo cabello (c/c) casi tocaba el suelo. Su rostro mostraba preocupación y no estaba muy centrada en los alienígenas. Caminó en dirección a Bulma con mucha desesperación, casi llorando.

—Bulma, ¿has visto mi horquilla de flores de cerezo? —preguntó.

—¿Eh? ¿Tu horquilla? —repitió, ya reaccionando.

—Sí, es un regalo que me dio mi madre antes de fallecer. Es muy preciada para mí. A la hora de caminar mi cabello se soltó y lo único que se me ocurre que esté por aquí.

—¡Vale! Lo primero es que estés tranquila —le recomendó—. Te noto muy agitada.

—Es que no quiero perder lo único que me queda de mi madre —dijo con leves sollozos.

—Siéntate aquí, ¿sí? —Bulma la llevó hasta una de las hamacas para que estuviese tranquila—. Voy a ir a buscarla y tú te quedarás aquí tranquila, ¿vale?

___ asintió con la cabeza retirando las lágrimas que resbalaban por su rostro. Bulma se retiró, dejando a la mujer ahí junto con los otros, aunque la peli-azul tuvo mucho cuidado en no tropezarse porque la belleza de ___ era inigualable. El resto se quedó mudo. No decían ni una palabra. Goku no estaba entendiendo nada. Miró por un momento a Piccolo que estaba colorado hasta las orejas. Hizo lo mismo con los otros tres y estos estaban igual. El pobre Saiyan se tuvo que rascar la nuca, que incluso se acercó al Namekiano para averiguar qué pasaba.

—Oye, ¿no dijiste que ___ era una loca? Lo digo porque estás sonrojado —susurró el moreno.

—¡Tonterías! —gruñó Piccolo dándole la espalda.

Sin embargo, volvió a mirar de reojo a la mujer que mantenía un rostro entristecido. Un sentimiento extraño resurgía de sus entrañas. Siempre la veía con el cabello recogido y esta vez era diferente. Se veía hermosa. «¿Qué cosas digo?», pensó Piccolo intentando todo lo posible en mirarla. Saonel estaba con la boca abierta y parpadeando unas cuantas veces. Se preguntaba si era ___, la loca, o era otra mujer. Se dio cuenta que la mujer no estaba prestando atención hacia ellos, si no que estaba muy centrada en que Bulma encontrase la horquilla.

Por su parte, Hit no entendía que le estaba ocurriendo. Mira que conoció a muchas mujeres, pero ella sumamente diferente. Su belleza no se podía comparar con otra. Sus ojos rojos no podían apartar la mirada. ¿Cómo se sentirá a la hora de acariciar sus cabellos? Vaya, estaba diciendo tonterías. Y, por último, Jiren estaba igual. Miraba con curiosidad hacia la mujer. Su pelo (c/c) danzaba un poco con el viento y ella intentaba recogerlo con las manos para que ningún mechón escapase.

___ miró hacia los invitados sintiendo miradas en ella. Vaya, adiós a la tranquilidad. Los cuatro alienígenas se tensaron porque creían que se iba a lanzar, pero ella no se movía de su sitio. ___ buscaba con la mirada desesperadamente algo y encontró una toalla en el suelo. No dudó en ningún momento en esconder sus cabellos debajo de ella. Y el hechizo se rompió de golpe dejando a algunos miembros muy confusos.

—¿Qué pasó? —preguntó Bills sin entender nada.

—Creo que nos hemos quedado bobos con ___-san, Bills-sama.

—¿Qué vieron en ella que no pude ver yo? —preguntó Goku todavía sin comprender nada.

—¡¿Es que no te fijaste en su belleza?! —exclamó Champa a modo de pregunta.

—Yo la veo igual de siempre.

—¿Cómo puedes decir tal barbaridad, Son Goku? —Toppo estaba impresionado—. Es una belleza casi perfecta. Casi iguala a cualquier diosa que existe en nuestros universos.

—¡Dejad de hacer esos comentarios tan idiotas! —gritó ___—. ¡Solo decís eso porque habéis visto mi cabello sin horquilla! ¡Y yo odio que suceda esos momentos!

Piccolo no entendió ese comportamiento. Se suponía que la mujer era positiva y con una energía descomunal. La veía y ahora era diferente. Una chica insegura y que escondía su cabeza con una toalla, y no le gustaba mostrarlo sin una horquilla. ¿Por qué? Bulma apareció de inmediato con el objeto en sus manos.

—¡La encontré! —vociferó la peli-azul—. Se cayó mientras bajábamos por las escaleras.

—Oh, menos mal —suspiró aliviada. Se levantó de su sitio dejando que la toalla cayese y volvieran otra vez ese estado de enamorados perdidos—. Pensaba que lo había perdido para siempre. ¡Gracias, Bulma!

—D-De nada —tartamudeó.

___ tomó el objeto en sus manos comenzando a peinarse ahí mismo, gracias a las hebras que tenía. Verla peinar esa melena era pura satisfacción para la peli-azul. Ya estaba pensando en tener esos cabellos. Por su parte, los alienígenas que ___ estaba obsesionada no desviaron la mirada en ningún momento. ¿Qué era este tipo de brujería? Nunca obtendrán la respuesta. Al cabo de un rato, terminó haciéndose un bonito moño y con la horquilla colocada ahí mismo. De nuevo, la magia se rompió.

—¡Ay! Ahora me siento mucho mejor —comentó con mucha alegría—. Ahora que he vuelto a ser yo —comentaba, mientras buscaba la mirada a ciertas personas—, ¡es hora de abrazaros!

___ se lanzó como loca hacia los cuatro. Piccolo, Hit y Jiren reaccionaron a tiempo en correr hacia los lados, pero el pobre Saonel no escapó ante los brazos de la peli-(c/c). Corazones de puro amor salían de su cuerpo al tenerlo tan cerca, y este con una cara de pedir ayuda, que lo sacasen de ahí cuanto antes. Ninguno de los otros se atrevía a acercarse, preferían que el Namekiano la mantuviese ahí durante un buen rato.

—¡Te echaba mucho de menos, Saonel!

—¡Suéltame! ¡Qué me asfixias!

—Que chica más rara —habló Vermouth—. Antes estaba triste y ahora se lanza a abrazar a la gente.

—Creo que la señorita siente un amor profundo hacia ese Namekiano, incluso con Jiren —informó Toppo—. Recuerdo que ella no paraba de perseguirlo, o agarrando con firmeza al señor Piccolo y al señor Hit para que no escapasen.

—¿Cómo es posible que haya sucedido eso? —preguntó Champa—. Tú eres un sicario, Hit.

—No sabría responderle a eso. Esa mujer es una caja de sorpresas.

—¿Viniste aquí para verme? —cuestionó ___ con tono de enamorada perdida.

—No te hagas ilusiones —murmuró Saonel intentando todo lo posible en deshacer del abrazo.

—Ah, ella no lo sabe. Por lo visto se van a quedar aquí un año.

—¡Cállate, Son Goku! —gritaron al unísono Saonel, Hit y Jiren.

—¿De verdad? ¡Oh, Dios! —La emoción de escuchar esa noticia fue tanto que abrazó con más fuerza al Namekiano de verde pino. Sus ojos brillaban demasiado que daba miedo—. ¡Podré tener una cita con ellos cuatro sin ningún tipo de problema! ¡La distancia ya no será nuestra enemiga!

—Has cavado nuestra tumba, Son Goku —informó Jiren no muy conforme.

—Oh, se me olvidó una cosa. —___ soltó a Saonel y este pudo respirar por fin. Pensaba que iba a morir—. Piccolo, ¿dónde te habías metido en toda esta semana? Pensaba que estabas en la casa del hijo de Goku, y luego este me mintió diciéndome que estabas en una cueva.

En esos instantes, el Namekiano se sentía hostigado con tantas preguntas provenientes de la mujer. Bulma veía de forma cómica la escena que no evitó reírse por un buen rato. Los tres alienígenas tendrían que soportar un año entero con esa loca. ¿Lo conseguirán? ¿O llegará el punto en que no puedan más? 

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