Capítulo 3. La mala suerte de Piccolo
Otro nuevo día para nuestros Guerreros Z. Un día más en que la paz reinaba el planeta Tierra. No había enemigos que amenazaran en conquistar o destruir el planeta. Sin embargo, cada uno de ellos entrenaban porque uno no sabe cuándo llegará la siguiente amenaza. Aunque algunos no podían entrenar porque había cosas más importantes. Como eran los casos de Gohan y Krillin que tenían un trabajo. Y Piccolo también. Ser de niñero de Pan. El Namekiano no paraba de vigilar a la pequeña Saiyan porque era una revoltosa y volaba a sus anchas sin ningún tipo de impedimento.
El cariño que sentía por esa niña era tan grande que le era imposible describir. Y todo por hacerle un gran favor a su alumno más preciado. Pan no paraba de llamarlo "Piccoyo". Era un bebé todavía y aún no pronunciaba ciertas palabras. Pero al alienígena no le importaba en absoluto. Tenerla vigilada también era una forma de entrenar su mente. A veces ella volaba en dirección a él para abrazarle o hacía muecas graciosas para que jugara con ella. Eso último le daba un poco de vergüenza al Namekiano, pero no había nadie presente; así que, podía hacerlo sin ningún problema.
Además, esto le ayudaba a él a tener la mente distraída. Ayer lo pasó gravemente mal con esa loca amiga de Goku. Se pasó todo el día en el aire no queriendo escucharla o alejarse de ___. Para tener la misma edad que el Saiyan era una pesada. La joven no paraba de llamarlo cada dos por tres para que bajase y comiese algo. No le hacía falta. Podía aguantar sin comer por mucho tiempo. Eso sí, el agua era muy importante para su sistema. Gohan, muy preocupado, tuvo que volar hasta él para entregarle una botella de agua para hidratarse. Y menos mal que la pesadilla se acabó y rezó a Dende y a todos los dioses que no volviese a pasar.
Sus oídos se agudizaron al escuchar a Pan balbucear palabras sin sentido. Ella estaba en la puerta de entrada levitando y con los brazos extendidos hacia ella. ¿Había alguien? Oh, reconoció su ki perfectamente. Son Goku estaba delante de la casa de su hijo, pero ¿qué hacía aquí? Era muy extraño porque él no solía ir muy a menudo a esta casa para ver a la bebé. Se levantó del sofá para caminar hacia allí, mientras cogía a Pan en sus brazos. No paraba de decir «abuelo». Estaba claro que ella también tenía la habilidad de sentir los kis. Esta niña era una sorpresa para todos.
El Namekiano tomó el pomo de la puerta para abrirlo lentamente y encontrarse al Saiyan con una sonrisa de oreja. Se repitió así mismo que algo malo estaba pasando. Lo lógico sería que Goku estuviese entrenando con Kaiō-sama o con Whiss para seguir perfeccionando la "doctrina egoísta". Arrugó un poco el ceño intentando leer su mente, aunque no tuviese la capacidad. Pan voló en dirección a su abuelo para abrazarlo y él aceptó encantado.
—¡Buenos días, Piccolo!
—¿Qué te trae por aquí, Son? —preguntó sin rodeos.
—Quería ver a mi nieta Pan y saber si necesitabas ayuda.
¿Escuchó bien? ¿Dónde estaba el Goku que conocía? Su rostro no cambió para nada, simplemente miraba a abuelo y nieta riendo y jugando un poco. Algo no le estaba cuadrando a Piccolo.
—No es propio de ti venir aquí. Siempre estás en algún lado para entrenar.
—Quiero hacer una excepción esta vez.
—Bueno, al menos has hecho bien en venir aquí y pasar el tiempo con tu nieta. ¿Tu esposa sabe que estás aquí?
—Sí, y se llevó una alegría inmensa. No lo entendí muy bien. —Se rascó la nuca un tanto confuso. Pero se despreocupó porque se acordó de una cosa—. Ah, y no vine solo.
¿Qué no vino solo? No notaba otro ki que no fuera de él. Una figura, que estaba escondida detrás del Saiyan, hizo acto de aparición. La cara de Piccolo cambió a una de miedo absoluto. No podía ser. ¡Era ___! Los ojos (c/o) brillaron con tanta intensidad que no se resistió a abalanzarse sobre el Namekiano y este no le dio tiempo de esquivarla. Ambos cayeron al suelo de forma cómica provocando que la bebé no parase de reír. Y Goku, bueno, con una gota resbalar por su sien.
—¡Te eché muchísimo de menos, Piccolo! —agregó con mucha alegría ___.
—¡Son! ¡¿Se puede saber que significa esto?! —gruñó Piccolo muy molesto.
—Perdona, Piccolo —se disculpó el Saiyan—. Apareció así sin más en mi casa. Me supongo que Chichi le dio la ubicación de mi casa. Tocó esta mañana suplicándome de llevarla hacia dónde estás tú. Y aquí estamos.
—Es que estaba muy emocionada en volver a verte —comentó, mientras se levantaba para dejar que el Namekiano hiciera lo mismo—. Me dio mucha pena no haberme despedido bien de ti ayer. Así que —seguía comentando y, de un momento a otro, le plantó un beso en la mejilla de Piccolo—, ¡adiós Piccolo! —exaltó con emoción—. ¡Ala! Me quité un peso de encima.
Piccolo estaba muy morado por lo ocurrido de hace un rato. Toda su cara lo mostraba. Ladeó la cabeza, muy avergonzado por esa estupidez que hizo. Sin embargo, la miró de reojo observando en la ropa que llevaba puesto. No era un kimono. Pantalones de pitillo de color blanco, una camiseta azul con un dibujo de un corazón y unas botas marrones. Y su cabello recogido por esa horquilla que llevó ayer. Y un rostro natural sin maquillaje de por medio. No aparentaba tener más de cuarenta años.
—¿Eso significa que te marcharás ahora? —preguntó muy esperanzado.
—No, quiero estar más tiempo contigo.
«¿Por qué me tiene que tocar lo raro y antinatural?», se dijo así mismo con una gota resbalar por su sien. Sus ojos miraban a Goku por ser el responsable de todo esto. Él solo reía muy nervioso por todo lo que estaba ocurriendo. ___ observó con detenimiento la casa. Bonita, agradable y acogedora para una bebé tan joven. Los balbuceos de Pan la alertaron y esbozó una pequeña sonrisa al verla jugar con el dedo de su abuelo. Y luego se lo metió a la boca. Eso era una señal de que estaba hambrienta.
—Pan no es un chupete.
—Está hambrienta —dijeron al unísono el Namekiano y la chica.
—¡Oh, que bonito! Eso significaba que estamos hechos para estar juntos —comentó con tanta emoción que se puso roja.
«Ni hablar», gruñó por lo bajo Piccolo.
—Videl preparó un puré para la pequeña. Enseguida lo caliento —anunció el hombrecillo verde.
—¡Oh, además se comporta como un verdadero padre!
—¡Deja de decir estupideces!
Tenerla cerca y escuchar su voz lo ponía nervioso. Mira que se había enfrentado a muchos enemigos, pero esta era la peor de todas. Sí, ya la consideraba su peor enemiga. Una loca que se ilusionaba con todo. Maldecía el momento de ser amigo de Goku. Tomó aire para expulsarlo poco a poco y estar más calmado que antes. El puré estaba en un pequeño caldero, dentro de la nevera. Solo había que calentarlo y que la pequeña se lo comiera sin ningún problema. La cocina conectaba con el salón, así que podía ver o vigilar perfectamente a esos dos.
Pan estaba sentada en el regazo de ___ agitando los brazos, muy feliz. Ella tomó sus pequeñas muñecas para ponerla de pie y finigiera que estuviese caminando. La bebé no paraba de reír. ___ parecía manejar bien la situación. Piccolo no paraba de mirarla fijamente. Se comportaba como una verdadera madre. Por alguna extraña razón, le enternecía ver a esas dos jugando. Pero sacudió su cabeza no queriendo pensar en ello de nuevo. Pasaron unos minutos y ya el puré de verduras estaba recalentado. Con un cucharón tomó un poco y llenó un pequeño bol. Estaba un poco caliente, pero no era un problema a que Pan no se lo pudiera comer.
Con cuidado cogió el bol y una cuchara para llevarlo todo al salón. Los colocó en la mesa, no sin antes estirar su brazo para tomar un paño y ponerlo por debajo del bol. Manchar el cristal de la mesa no era buena idea.
—Vaya, Piccolo. Cuidar a mi nieta te ha hecho un experto —comentó Goku.
—Cuidar una bebé no es pan comido, Son. Pero tú ni siquiera lo sabes porque casi siempre te ausentabas con tus hijos.
—No tengo culpa de que me hayan matado unas cuantas veces.
—Espera, ¿moriste unas cuantas veces? —preguntó ___. Esa información no lo sabía hasta ese momento—. ¿Te revivieron con las Bolas de Dragón?
—¿Me salté esa información?
—Como siempre, no has cambiado. —___ colocaba a Pan para que comiese cómodamente—. Siempre se te olvida comentar cierta información importante.
Piccolo hacía caso omiso a la conversación que estaban teniendo Goku y ___. Ahora su gran labor era alimentar a la pequeña Pan. Sin embargo, la bebé comenzó a rechazar el puré poniendo un puchero y escondiendo su rostro en la camisa de la mujer. Era la primera vez que le pasaba esto a Piccolo. En estas situaciones no sabía qué hacer. La llamaba con suavidad y eso tampoco servía. El Namekiano podía tener toda la paciencia del mundo, pero sentir la mirada de ___ lo ponía muy nervioso. Tanto que sus manos no paraban de temblar.
Un escalofrío sintió cuando la peli-(c/c) decidió tomar el bol en sus manos. Los dedos de ambos se rozaron mutuamente y eso fue una gran alegría para ___. Pero dejó de lado ese sentimiento para centrarse en la pequeña y rebelde Pan que no quería comer.
—Mira, Pan, aquí viene el avión —canturreó la mujer simulando la cuchara como una especie de avión.
Eso llamó mucho la atención de Pan. Sus ojos seguían a la pequeña cucharilla que avanzaba poco a poco a ella y la bebé, por inercia, abrió la boca recibiéndola encantada. Rio escandalosamente queriendo más de ese juego-comida que le gustó muchísimo. ___ no se negó en absoluto. Siguió el proceso una y otra vez. Goku mantenía su sonrisa serena y Piccolo estaba sorprendido de que ___ haya podido manejar la situación. No se comportaba como ayer, sino una mujer serena y tranquila.
—¿En serio que no tienes hijos? —preguntó Goku. Eso hizo que Piccolo sintiera curiosidad.
—No —respondió sin tapujos—. ¿Nunca has oído que las mujeres tenemos ese lado materno sin haber parido a uno? Aunque hay algunas que no lo demuestran por repudio hacia los bebés o porque no se sentían preparadas. ¡Pero es que son adorables!
—Sí, recuerdo cuando Gohan y Goten era unos bebés. La verdad es que eran adorables.
—Si tú estabas muerto cuando nació tu segundo hijo —le rectificó Piccolo.
Pan terminó de comer a lo que ___ limpió la boca de la pequeña. La tomó en brazos para colocarla en su hombro y darle pequeñas palmadas. Una forma de que la niña echara los gases y pudiera echarse una siesta sin molestia alguna.
—Además, voy a añadir que he leído unos cuantos libros de cómo cuidar a los bebés.
—¿Para? Si aún no tienes uno.
—En un futuro los tendré, Goku. ¡Y me gustaría tener uno con Piccolo! —exclamó. Sus ojos brillaban con mucho amor hacia el Namekiano y este se puso nervioso.
—Olvídate.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Porque soy un Namekiano.
—¿Y qué?
—Le has contado ese detalle, ¿verdad? —Miró a Goku con mucha sospecha.
—¿Qué detalle?
«Lo que tengo que aguantar», a Piccolo le daban ganas de matar a ese Saiyan inútil por no detallar toda la información. Bueno, sería su gran oportunidad de liberarse de ella.
—En mi raza no hay hembras, solo machos. En el planeta, donde provengo, una matriarca se encarga de dar vida a sus hijos poniendo huevos. Es decir, yo y mi raza somos asexuales. No sentimos atracción hacia otra criatura y nunca experimentaremos a lo que llamáis todos amor.
—Pero Piccolo lo has sentido con Gohan y con Pan —rectificó Goku.
—¡Amor fraternal, Son! —corrigió.
—¿Eso significa que no tenéis relaciones sexuales con otra especie, sabiendo que la tuya es asexual? —cuestionó ___ acunando a la bebé en sus brazos.
—Exactamente.
Un punto para Piccolo. Seguramente que la mujer ya se estaba planteando de dejar a un lado su obsesión con él y centrarse en otro, como Hit o como Jiren. Saonel estaba en la misma situación que él, así que ellos estaban salvados por la campana.
—¡No importa! —gritó ___—. ¡Podemos adoptar a un hijo!
Y su plan no funcionó al escuchar esa idea de la mujer. Maldita sea, no se iba a rendir con tanta facilidad.
—Ya te he dicho que es imposible porque yo nunca me sentiré atraído hacia ti.
—Oh, pero ¿qué dices? Si tus ojos me indican todo lo contrario.
«De asesinarte como sigas diciendo estupideces», se mentalizó así mismo Piccolo aguantando las ganas de cogerla por el cuello y asfixiarla. Y le daba igual si Goku viese ese acto violento, pero Pan era una excepción. Era pequeña y no era conveniente que viera eso tan joven. Solo tenía la opción de aguantar hasta que el Saiyan decidiera marcharse. Por ello, le dedicó una mirada a ver si lo captaba. Pero él lo estaba ignorando por completo. ¡Maldita sea su suerte y de haber conocido a ese idiota!
Pan se quedó dormida en los brazos de ___. Ella vio una cuna cerca a lo que se levantó y caminó hacia allí para colocarla dentro. Ahí iba a estar más cómoda que en sus brazos. Piccolo aprovechó para decirle a Goku en susurros y en gestos que se marchase con ella. No iba aguantar mucho tiempo con la mujer ahí mismo.
—Será mejor que nos marchemos, ___ —dijo el moreno.
—¿Por qué?
—Porque Piccolo quiere aprovechar para meditar antes de que lleguen mi hijo y Videl. —Puso una excusa de lo más tonto e inútil que escuchó el Namekiano.
—Pero puedo estar con él. No seré una molestia. —___ caminó hacia Piccolo, pero el Saiyan la detuvo a tiempo.
—Escucha, le harás un favor enorme de estar tranquilo y meditar. De esta manera, él sabrá que realmente le importas mucho.
___ no estaba muy conforme con lo que le propuso Goku, sin embargo, asomó un poco la cabeza para mirar a Piccolo quien estaba tenso en su sitio. Él estaba rezando a todos los dioses que existía en este universo, incluso al mismísimo Zeno-sama para que se largue. La mujer suspiró con pesadez y con mucha desilusión. Aceptó a regañadientes la propuesta de Goku. Ambos se aliviaron de que no hubo un escándalo. Antes de marcharse, Piccolo no vio venir un beso en la mejilla por parte de ___. ¡Otra vez se ruborizó!
Ella apoyó la mano en el hombro de Goku y ambos desaparecieron gracias a la técnica del Saiyan. Piccolo dio un gran suspiro de alivio que se sentó bruscamente del sofá, intentando no hacer el mínimo ruido para despertar a la bebé. Al fin pudo librarse de esa mujer, pero ¿hasta cuándo? Debería reunir las Bolas de Dragón para pedirle un único deseo a Shen Long: enviar a ___ lo más lejos posible. Se dio cuenta que ahora sabía su paradero.
—Genial. Ahora debo huir de una loca. Espero que Videl o Gohan aparezcan y pueda irme cuanto antes.
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