Capítulo 18. Saiyans VS Kauneus
—Su majestad, relájese.
—¡¿Cómo quieres que me calme, Hyani?! ¡Me han humillado! ¡Encima, todos vosotros habéis huido como cobardes! ¡Yo no soy ningún cobarde!
En el planeta Animaladai, todos temblaban en el gran pasillo de la corona porque el rey Lensis había despertado después de una buena paliza provocado por Hit y Jiren. Él rugía sin control en el trono, muy molesto con todo. En esos dos, en su ejército. ¡Todo! Fue muy humillante. Su padre nunca hubiera permitido esto. No se sentiría orgulloso de él.
—Huimos por su seguridad, su majestad —hablaba con mucha calma la hiena—. Un rey caído debilita a sus tropas y no nos atrevíamos a pelear con esos seres del infierno. Además, volvimos al planeta para que pudiera recuperarse de sus heridas perfectamente.
—¡Pero ellos tienen a Kauneus! —rugió—. ¡¿La has visto?! ¡Era tremendamente hermosa!
El león empezó a imaginarse como sería su vida con ___. Un rey felizmente casado con su futura reina y con sus hijos. Una gran y poderosa familia creará junto con ella. Además, pudo notar que su ki era llamativo al igual que sus ropajes. Seguramente que será una luchadora nata con grandes habilidades.
—Lo sé, su majestad. Pero es preferible que se recupere pronto...
—¡Al cuerno! —gritó, volviendo a asustar a los soldados. El rey Lensis se levantó de su trono—. ¡Tenemos que volver al planeta Tierra! ¿Y si Kauneus está siendo secuestrada por esos malandrines? —preguntó, refiriéndose a Hit y a Jiren.
—O tal vez esos malandrines, que usted llama, tienen interés en ella.
—¡Más aún quiero rescatarla! ¡El planeta Tierra es peligroso para mi futura reina!
Controlar a un rey furioso era misión imposible. La gran mayoría rezaba para que se calmase cuanto antes. Otros que no les lanzara hacia los Lizards. Esas bestias eran peligrosas para su planeta. De pronto, las puertas del gran pasillo de la corona se abrieron, dejando paso a una serpiente que serpenteaba por todo el lugar. Su rostro mostraba temor y pavor.
—¡Majestad! ¡Majestad! —gritó—. ¡Tenemos problemas!
—¡Mis problemas son más importantes!
—¡Pero es urgente!
—¡¿Qué es más urgente?! —rugió con más fuerza.
—¡Freezer! ¡Aterrizó su nave y se está acercando!
Todos se encogieron de su sitio al escuchar ese nombre. Lensis se quedó mudo. Su padre siempre le hablaba de la cruel familia de ese tirano. Una criatura sin piedad alguna que era capaz de manipularte en todos los sentidos del mundo. Las puertas se volvieron a abrir y ahí estaba. Muchos pensaban que estaba muerto, pero resurgió cual fénix. Mantenía esa sonrisa siniestra y vil con un pensamiento retorcido.
Freezer, el enemigo número de los Saiyans, caminó sin ningún reparo por la sala acompañado por sus soldados. Ningún usuario del planeta Animaladai no dijo nada. Se callaban por miedo a ser asesinados. Lensis temblaba y la única forma de tranquilizarse era sentarse, pero no lo hizo a modo de respeto. Aunque sea el rey, Freezer era el emperador. Y lo seguirá siendo hasta los confines.
—Veo que has acabado con la conversación. Los leones rugís cuando os dé la gana, pero cuando se acerca una amenaza os calláis como gatos.
Esa voz tan fina y malevolente le revolvía el estómago. Freezer no tenía ningún tipo de pudor de aproximarse al trono y sentarse, como si fuera su hogar y Lensis no hizo nada al respecto. Esto era una vergüenza para su dinastía.
—Cierto pajarito me comentó que has ido al planeta Tierra y me gustaría saber el motivo.
—Nada. Simplemente quería ver cómo eran los terrícolas —mintió.
Los ojos fríos de Freezer miraron fijamente al sujeto.
—¿Te crees que soy estúpido? Puedo notar en tu voz que me estás mintiendo. ¿Querías enfrentarte a mi enemigo? —preguntó—. Nadie debe tocar un pelo a Son Goku, salvo yo. —Y agitó la cola con mucha rabia—. ¡Yo seré quien acabe con ese mono y no un león estúpido!
—¿Solo ha venido a echarme la bronca?
—No, simplemente a que me digas la verdad y puede que tú y yo hagamos un trato.
No era buena idea. Ese canalla siempre se salía con la suya. Confiar en él era una de las peores decisiones que pudiera tomar. Lensis dudaba. Tenía muchas dudas.
—El gran Lensis acaba de encontrar una Kauneus —se chivó Hyani recibiendo una mirada de desaprobación del nombrado—. Una señal nos llevó hasta ese planeta. El objetivo de nuestro rey es casarse con ella y tener descendencia, pero ciertos individuos derrotaron al gran Lensis.
Freezer se quedó en silencio escuchando atentamente la conversación que le dio la hiena. Y cuando terminó, no evitó reírse, pensando en la desgracia del rey. Sin embargo, su rostro se tornó serio cuando escuchó el nombre de cierto alienígena que él, mucho tiempo atrás, los esclavizaba y los vendía a otros planetas para sacar beneficios.
Kauneus.
Mucho tiempo sin escucharlo. Nunca supo dónde ubicarlas porque se escondían de él y de otros seres. ¿Y había una en la Tierra? ¿El planeta dónde habita Son Goku y el príncipe de los Saiyans, Vegeta? Aún tiene sed de venganza de esos estúpidos monos que lo humillaron. Sobre todo, de Son Goku. Ese desgraciado le invitó a participar en aquel estúpido torneo y todo para revivir. Al final ganaron y Whis le concedió ese deseo.
Analizó cautelosamente la situación. Esto sería una gran oportunidad para él. Otra risa surgió y, esta vez, mantuvo su sonrisa esporádica que todos conocen.
—¿Quién derrotó a vuestro rey es una criatura de cabellos alborotados, moreno y con una personalidad risueña y con ganas de pelear?
—Esto... no. Lo derrotaron dos individuos. Uno de ellos es Hit, el Sicario. El otro no sé quién es, pero le puedo decir que es corpulento, ojos negros saltones y su piel es color grisáceo. Ah, además, portaba un traje de malla de color negro y rojo —informó Hyani.
—¡Hyani, cállate!
¿Por qué le sonaba tanto ese último? Entonces un fragmento de sus recuerdos apareció, recordando a cierto individuo que les dio bastantes problemas. Uno que solo Son Goku podía nivelar transformándose en ese estado tan ridícula. ¿Cómo se llamaba? ¿Jiren? Pero ¿qué hacían esos dos individuos en el universo 7? ¿Será cosa de los dioses? Esto se estaba poniendo interesante.
—Tú quieres a Kauneus y yo quiero destruir a Son Goku y ese dichoso planeta —habló Freezer—. Creo que tú y yo podemos llegar a un acuerdo.
—No quiero ser maleducado, pero no pienso colaborar contigo.
—Eres un león estúpido. —Freezer apuntó con sus dedos a un individuo y disparó una mini ráfaga perforando su corazón y matándolo. Todos, menos los soldados de Freezer, temieron por sus vidas—. Te estoy ofreciendo mi ayuda y tú la rechazas. Además, esa bella criatura seguro que sabrá la existencia del resto de su raza. Dónde estarán escondidas. Y es una manera perfecta de volver a reinar esta dichosa galaxia. De volver a tener ganancias. Así que, si no colaboras, entonces seré yo quien va al planeta y capturarla, y hacer lo que me dé la gana con ella. Ya habrás escuchado ciertas cosas de mí y soy de lo peor en cuanto a castigos.
Imaginarse a ___ ser golpeada y humillada por él era de lo peor. No podía permitírselo. Pensándolo fríamente, Freezer sería capaz de derrotar a esos guerreros, incluso entretenerlos. Por la forma como hablaba, los conocía perfectamente. Entonces se dio cuenta que no tenía escapatoria. La única forma de librarse de este individuo era colaborar. Un suspiro de rendición salió de su gran boca y miró a la lagartija blanca.
—Está bien. Haré lo que usted diga... Lord Freezer.
—Eso está mejor —rio, levantándose de su trono—. Esta vez podré derrotar a esos estúpidos monos.
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Un estornudo hizo tanto Goku como Vegeta. Eso significaba que alguien hablaba de ellos a sus espaldas. O ya estaba haciendo frío porque se notaba el cambio de temperatura en la Tierra. El gran amante de las peleas se encontraba en la casa del príncipe para pedir a Whis que lo entrenase para perfeccionar la Doctrina Egoísta. El ángel estaba encantado algo que a Bills no le hacía mucha gracia que un mortal haya despertado esa habilidad. Además, era estúpido. El mejor poder de todos era la destrucción. Su hermano Champa y el dios del universo 11 lo saben de sobra.
Goku no podía evitar la emoción. Así demostraría lo fuerte que será en un futuro. Vados sentía curiosidad por ese Saiyan bien dotado y capaz de llegar a ese estado. Aquel torneo le abrió una gran puerta. Ella no evitó reírse un poco.
—Pero hay una condición —habló Whis.
—¿Eh? ¿Cuál condición? —No era la primera vez que el ángel decía ese tipo de cosas.
—Me gustaría que ___ entrenase también.
Esto a más de uno le sorprendió. Goku parpadeó unas cuantas veces comprendiendo la información, pero lo entendió finalmente.
—Ya veo. Quieres ver las habilidades de ___ al ser una Kauneus, ¿no?
—Sé perfectamente que es descendiente del Gran Sacerdote y tendrá alguna que otra habilidad similar a la nuestra, pero quiero ver cómo te las apañas.
—¡Genial!
—Si Kakarotto va a entrenar con ella, yo también —comentó desde el fondo Vegeta sintiendo cierto interés.
Los guerreros del universo 6 y 11 lo escucharon perfectamente. Hit y Jiren no les hacía algo de gracia porque conocían perfectamente como de brutos eran los Saiyans. Sus pieles lo comprobaron, pero no debían negar que sentían algo de curiosidad. Saonel se dio cuenta de que los dos guerreros se tensaron al escuchar el nombre de ___. La cosa era si la mujer iba a aceptar porque su personalidad había cambiado. O gran parte de ella.
Y hablando de ella, salió a la terraza con una sonrisa de oreja a oreja llevando consigo una bandeja de comida. Unas hamburguesas de pollo crujiente, tomate, lechuga, salsa de barbacoa y dos lonchas de queso fundido. A Goku se le fueron los ojos y el hambre apretó por lo que se aproximó a ella con intención de arrebatarle una hamburguesa. Sin embargo, ella dio un pequeño brinco y le propinó una patada en la cabeza haciendo que volara hacia la derecha chocando en el pequeño muro.
El Saiyan se sentó con un dolor tremendo en la cabeza y quejándose. Miró a la mujer sin entender nada.
—¿Por qué has hecho eso?
—Porque esto no es para ti —anunció ___.
—¡¿Es para mí?! —gritaron al unísono Bills y Champa. Como se notaba que eran hermanos.
—¡No! —aclaró.
—¡¿Cómo qué no?! ¡Soy el Dios de la Destrucción y me merezco algo de comida! —vociferó Champa perdiendo los estribos.
—Champa-sama, relájese. No es bueno que se altere.
—Y me importa poco si sois dioses o que —dijo sin pelos en la lengua. Estaba claro que cierta agresividad todavía quedaba en ella, pero se calmó cuando se aproximó a sus tres futuras parejas—. Además, esto lo hice para ellos con mucho amor y espero que les guste.
—¡Eh! ¡No es justo! —exclamó Goku.
—¡¿Quieres que te deje k.o.?! —Los ojos de ___ cambiaron a ese tono lechoso y el Saiyan se asustó tanto que era mejor que no.
—¡Ay, me estoy emocionando demasiado! ¡Esto es mejor que ver una de las series de Bills-sama!
—¡Cuidadito, Whis!
Toppo se sorprendió que su compañero Jiren fuese el primero en coger una de esas hamburguesas y dar un buen mordisco. Disfrutaba esa sensación. Ya sabía con creces que ___ era buena cocinando por la última vez. El siguiente fue Hit que tampoco tuvo problemas. Esto era una grata sorpresa. Saonel se estaba quedando atrás, aunque los Namekianos no necesitaban comer, esta vez lo hizo. Ya que se molestó en prepararlas pues no iba a hacer el feo.
La sonrisa de ___ se amplió demasiado al ver que no rechistaron en la comida. Se prometió a sí misma no hacer ningún comentario, solo que disfrutasen del momento. No quería incomodar la situación. Solo faltaba Piccolo para completar. Ya Goku empezaba a tener envidia de esos tres. Entonces se acordó de lo que le dijo el ángel.
—___, ¿te gustaría entrenar con nosotros? —le propuso el Saiyan.
—¿Entrenar?
—Sí, es una condición que impuso Whis a Vegeta y a mí. ¡Anda! ¡Di que sí, por favor! —Juntó las manos a modo de súplica.
—Es una manera de ver tu destreza como Kauneus —se interpuso Whis viendo que ___ puso una cara de confusión—. Tu raza se la considera como un reto para cualquier criatura que exista en los doce universos.
—Bueno, yo soy la excepción.
—¡Tonterías! Tus ojos demuestran todo lo contrario.
¿Se refería a esa habilidad extraña al cambiar el tono de sus iris? Podía admitir que, gracias a ello, era capaz de ver los puntos débiles de sus víctimas y el canal donde expulsan toda esa energía y noquearla. Por ello, era temida en su infancia porque lo consideraban algo anormal. ___ pensó un poco antes de tomar la decisión. Sí, sería una buena idea entrenar con Goku y Vegeta. Ella asintió, aceptando. Whis se puso muy contento ante la decisión de ___. El lugar de entrenamiento no iba a ser en el planeta Tierra, sino en el planeta de Bills porque era el mejor sitio.
___ no hizo ningún tipo de comentario. Así estará algo distraída de los chicos y no ser una pesada para ellos. Pero le sorprendió demasiado cuando escuchó decir a Jiren que si podía ir también. No evitó sonrojarse un poco al pensar lo ocurrido de la otra vez con él. O, si iba más allá de sus pensamientos, que acostó con Hit.
—Claro, ¿por qué no vamos todos? —sugirió Vermoudh—. Tengo curiosidad de cómo es el hogar del Dios de la Destrucción del universo 7.
—Créeme. Es una porquería —añadió Champa con aborrecimiento.
—¡La única porquería que hay aquí eres tú! ¡Gato seboso!
—¡Cállate, delgaducho!
—¡Whis! ¡Vamos todos! ¡Quiero enseñarle a este estúpido que mi casa es mejor que el suyo!
Vados y Marcarita se compadecieron de su hermano. Aguantar los deseos de un dios no era nada agradable, pero ellos eran los guías y no tenían más opción que hacerles caso. Whis dio un pequeño suspiro. Con su bastón dio un pequeño golpe en el suelo haciendo aparecer una especie de jaula cristal que permitirá llevar a cierta cantidad de personas. Esto a Goku le recordó mucho cuando se enfrentaron por primera vez los universos 6 y 7.
En ese mismo instante, apareció Piccolo terminando de su duro entrenamiento. Se sorprendió demasiado al ver esa cúpula. Se perdió algo interesante. Sus pies tocaron al suelo y rezaba a todos los dioses del universo que ___ no lo abrazara como siempre hacía. Y no lo hizo. Bueno, salvo correr hasta él y pararse justo enfrente suya con una sonrisa de oreja a oreja y con la bandeja aún en sus manos.
—¡Te estaba esperando! —exclamó de alegría—. No sé si tendrás hambre, pero hice unas hamburguesas con mucho amor. —Se las mostró.
—Sabes perfectamente que a los Namekianos no necesitamos comer.
—Pues Saonel se lo está comiendo.
Cuando mencionó al nombrado, no evitó alzar la vista hacia el Namekiano del universo 6 que había terminado de comer. Ahora se sintió estúpido por realizar ese comentario. Miró a ___ y luego a la hamburguesa. Qué remedio. La tomó y dio un bocado para ponerla contenta. No le disgustaba el sabor, pero había un asunto importante.
—¿Qué es todo esto?
—Oh, Whis me pidió que entrenase con Goku y Vegeta para ver mis habilidades. Y vamos al planeta de Bills para entrenar correctamente.
—¡Puedes venirte, Piccolo! —gritó Goku, ya dentro de la cúpula.
Un sentimiento conocido surgió en su interior al Namekiano. Esto le pasó con Son Gohan cuando el muchacho tenía que enfrentarse por primera vez a Cell. Y lo derrotó, pero haciendo un gran esfuerzo. No estaba seguro si era buena idea ver a ___ entrenar con esos dos Saiyans que eran brutos por naturaleza, sin embargo, recordó la paliza que le estaba dando a Vegeta. Aunque esta vez sería distinto porque ella estaba en su estado "normal".
Tal vez ir y vigilar no era una mala idea, así que asintió. ___ no evitó ampliar la sonrisa que le dieron ganas de abrazarlo y no lo hizo por respeto hacia el alienígena. La mujer caminó hacia la cúpula adentrándose en ella junto con el hombrecillo verde. Sentía ganas de saber cómo era el planeta del Dios de la Destrucción. Será un sitio pintoresco. Ya todos dentro, Whis se subió encima y con un toque de su bastón fueron rumbo al hogar de Bills.
Era la segunda vez que ella viajaba en la galaxia, pero no veía nada. Solo un aura blanca que los rodeaba. Esto iba a ser un camino bastante largo. Su mano quedó apoyada en el cristal preguntándose donde estará ese planeta que le mencionó el Gran Zunoh. Su especie estaba ahí. La curiosidad de saber si, aparte de su madre difunta, tenía abuela o tías. Muchas dudas y ninguna resuelta.
Sus ojos se cerraron por un momento y los volvió a abrir, fijándose que ya no estaban en medio del espacio, sino en un planeta. Este era el hogar de Bills. Sí, era un sitio pintoresco y llamativo.
—¿Este es tu hogar? Yo me esperaba algo más —comentó Vermoudh.
—¡Avisé!
—Si no os gusta, podéis largaros —advirtió Bills.
A ___ le gustaba el lugar. De hecho, no quería irse de ese sitio. Sin embargo, no estaba aquí por capricho sino por entrenar con los dos Saiyans. Las habilidades de Goku seguramente que cambiaron desde que era un niño. Ya probó con Vegeta y no era moco de pavo. Quiénes lo sabían de sobra eran aquellos que se enfrentaron a él. Un guerrero orgulloso que no se rendiría con tanta facilidad. Miró de reojo al resto que decidieron sentarse en un sitio específico que les recomendó Whis. Una manera de advertir que no hicieran nada. ___ no estaba nerviosa. Las ganas de pelear la motivaban como nunca y estaba dispuesta a dar una paliza tremenda.
—Estas son las reglas —habló Whis, ya centrándose en los peleadores—. Podéis usar vuestras habilidades. Eso incluye de que podéis transformaros. El vuelo se permite también. Quien caiga en el precipicio ha perdido.
—¿Es uno contra uno? —preguntó Goku.
—Así es, Goku-san.
—Kakarotto, odio a admitir esto, pero tenemos que hacer equipo para echarla —dijo Vegeta—. Así tú y yo nos enfrentaremos.
Dos hombres contra una mujer. No había igualdad de por medio. Eso no era problema para ___ porque ya se había enfrentado a un grupo de hombres cuando era pequeña. Ella esbozó una pequeña sonrisa ya con ganas de empezar. Solo tenía que echar a los chicos fuera. Eso sonaba fácil en su cabeza. Sin embargo, se sorprendió mucho cuando los dos Saiyans decidieron transformarse en Super Saiyan Blue. Un color brillante azul rodeaba los cuerpos de ambos y se lanzaron directamente hacia su rival. Los ojos de ___ cambiaron a ese color lechoso sintiendo que era necesario para este combate. Sus manos detuvieron los puños de los guerreros, pero era una forma de distraerla porque empezaron a atacarla agresivamente. La mujer los esquivaba y también recibía.
Vegeta sujetó uno de los brazos de la chica para lanzarla lejos y voló rápidamente para embestirla salvajemente, pero no contó que ___ frenara en el cielo debido a su pequeño entrenamiento con Piccolo cuando le estaba enseñando a volar. Eso fue una ventaja. Las manos de la mujer se apoyaron en los hombros del príncipe para dar una vuelta hacia delante encima de él, pero no se esperó la aparición de Goku en atacarla enfrente con el puño alzado. Menos mal que lo esquivó a tiempo.
Giró su cuerpo para crear una especie de remolino y golpear el rostro del Saiyan con su trenza. Era un arma más que había que tener en cuenta. La fuerza de ambos en esa transformación era increíble. De hecho, se estaba emocionando aún más. Esto demostraba que tenía que esforzarse aún más. Se fijó que su ex compañero iba a lanzar su Kamehameha. Esa posición la conocía de sobra. El Maestro Roshi se los enseñó cuando eran unos simples críos. ___ lo imitó.
Y en las gradas Piccolo observaba con suma atención la pelea. No se sorprendió cuando vio a esos dos a punto de lanzar ese ataque tan famoso que puede ser un tanto destructivo. Ambos lo lanzaron sin rechistar y los ataques colisionaron. Goku transformado tenía más poder y fuerza, no obstante, se estaba sorprendiendo ante la resistencia de ___. Hasta diría que estaban igualados. Hasta que vio a Vegeta ponerse detrás de la mujer a punto de lanzar su Galick Ho aprovechando que ella estaba indefensa y lo lanzó con todas sus fuerzas.
Lo único que no se esperó era que ___ giró un poco la cabeza creando una onda expansiva capaz de amortiguar ese ataque. Una especie de escudo. Sí, fue algo que casi todo el mundo no se lo esperaba. Goku amplió más energía en sus manos no perdiendo esta gran oportunidad de su desconcentración. La fuerza era descomunal por lo que ___ se apartó por su gran seguridad. Sus ojos la advirtieron de un peligro aproximarse. Todo su cuerpo reaccionó, sujetando las muñecas de Vegeta que estaban a punto de tocar su cabeza para asestar un buen golpe.
—Esa Kauneus es dura de roer —comentó Champa, asombrado.
—Viene de nuestra familia, ¿vale? —aclaró Marcarita.
—Como ya dijimos la otra vez, vienen del ángel supremo. Sus habilidades son distintas a las nuestras, pero su intuición nunca falla —añadió Vados.
—¿Me estás diciendo que esa chica es capaz de despertar el Ultrainstinto?
—Todo es posible, Bills-sama —dijo Whis—. Las Kauneus son capaces de llegar a ese estado no siendo conscientes de ello. Sus ojos, por ejemplo, son un claro ejemplo.
Las miradas de todos, menos sus hermanas, se fijaron en el ángel cuando mencionó aquello. Whis tuvo que suspirar para explicar un poco.
—Esa transformación de sus iris se le llama "Ojos divinos". Es un estado único que tienen las Kauneus. Toda su energía espiritual se centra ahí y que lo pueden liberar, como si fuera una energía expansiva, como lo hizo con Vegeta. También son capaces de ver los puntos débiles de sus enemigos, ver los canales de energía para debilitarlos con un solo toque de sus dedos y ver el futuro.
—¿Cómo? ¿Ver el futuro? —Saonel no se lo creía.
—Vas más allá del Ultrainstinto —siguió hablando Vados—. Imaginad si ___ se enfrentara a Hit con su Salto Temporal. Ella adivinaría sus ataques gracias a sus ojos activados. Esa habilidad puede ser tanto atacante como ofensiva.
El nombrado no se lo creía, pero viniendo de los ángeles era probable que sea así. Esa técnica especial era un arma mortal si se empleaba bien. Siguió observando la batalla de ___ y de los Saiyans que no se lo estaban poniendo fácil. Ambos atacaban sin cesar y ella solamente se podía defender, cubriendo los brazos en su rostro. Ya se estaba acercando al filo del precipicio. Iba a perder.
Goku y Vegeta alzaron sus puños para asestar el último golpe final, no obstante, ___ abrió sus ojos para crear una ráfaga de aire que desconcentró a ambos. De un movimiento rápido, sus dedos índices tocaron sus abdómenes. Los Saiyans sintieron una presión extraña en esa zona. Sus rostros indicaban que les estaba doliendo una barbaridad, además se sintieron débiles. ¡Ahora! ___ agarró a los chicos de sus vestimentas, inclinó su cuerpo hacia atrás levantándolos y los lanzó hacia el precipicio.
¡___ ganó!
—Vaya, y yo pensaba que tendría problemas —comentó Toppo, con los ojos bien abiertos.
—Nunca hay que subestimar a una Kauneus, ¿vale?
Los cuatro alienígenas, que tanto les gustaba a ___, sonreían orgullosos ante esa victoria. Del precipicio salió Goku aún dolorido de su estómago y quejándose. Vegeta igual. Nunca antes había recibido tal cosa.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Vegeta.
—No me acordaba de ese golpe de gracia.
—¡¿Qué?! ¡¿Ya tú antes lo recibiste?! ¡¿Y por qué no dijiste nada?!
—Vegeta, no me grites. Tus gritos hacen que me retuerza de dolor.
—¡Pues espero que eso te ayude a recapacitar e informar de esas cosas, insecto!
—Aunque Goku te lo hubiera dicho, yo hubiera buscado otra opción para dejaros como estáis ahora —informó ___.
—Como os habéis esforzado demasiado, creo que os merecéis una buena recompensa —habló esta vez Whis. Un golpe con su bastón realizó, haciendo aparecer un gran plato de ramen para cada uno—. ¡Un buen plato de comida para celebrar!
—¡Eh! ¡Whis! ¡Yo también me merezco ese plato! —aulló Bills volando directamente hacia él.
—De usted no me olvidé, Bills-sama.
—¿Estás bien?
___ sobresaltó de su sitio al escuchar esa pregunta y giró su cabeza para ver al responsable. Piccolo estaba a escasos metros de ella y con un rostro casi preocupado. Ella esbozó una gran sonrisa.
—¡Mejor que nunca! Hacía tiempo que no me emocionaba tanto —confesó.
—¡Eso fue increíble! —exaltó Saonel interponiéndose entre ambos—. ¡De verdad! ¡Eres una gran guerrera! ¡Incluso has derrotado a dos tipos duros de roer!
—A Goku ya le conozco, aunque me imaginé que Vegeta pues tendría un comportamiento impulsivo.
—¡Ya me gustaría verte pelear con Hit o con Jiren!
Cuando mencionó a los dos nombrados ella no evitó sonrojarse un poco no queriendo imaginarse como sería la pelea. Los otros dos no estaban teniendo pensamientos malos, pero les hacía gracia la cara que puso. Piccolo se dio cuenta de ese comportamiento de los tres. Algo pasaba. ¿Se perdió algo importante? Ya eso indagará más adelante.
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