Capítulo 16. Depredador y presa
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Hacía un buen día para tomar el sol y Bulma lo sabía perfectamente. Aprovechó la ocasión para ir a la piscina de su casa, mientras Bra dormía plácidamente sin escuchar ningún tipo de ruido. La peli-azul llevaba un bikini rojo que destacaba su piel blanca y tersa. Ojalá tuviera veinte años para tener un cuerpo diez porque sus pechos se habían caído un poco al dar luz a la pequeña princesa Saiyan. Y aún así se veía bella. Pero no podía igualar con su amiga ___ que se encontraba a su lado, en una de las hamacas también tomando sol.
La peli-(c/c) portaba un bikini completo negro y los bordes eran de color dorado que brillaba a la luz del sol. Bulma la invitó para que disfrutase y tuviese la mente despejada porque pasó por muchas cosas. Ahora tenía la costumbre de hacerse una trenza mostrando así lo largo que era su cabello. Cualquier hombre que la viese se quedaría embobado, aunque ella solo tenía ojos para cuatro personas. Sin embargo, aún se preguntaba si ellos se fijarán en ella por todo lo que había pasado. ___ intentaba todo lo posible para ser neutra. Ser una chica normal y corriente que aún conservaba amor por ellos.
De repente, un ruido robótico la alarmó que alzó la vista viendo a un robot aproximarse con una bandeja de comida. ¿Dónde estaba ese tal Pilaf y el resto de su grupo?
—Están atendiendo a Bills-sama y a los otros dioses —respondió Bulma. Vaya, no pensaba que su amiga le leyera el pensamiento.
—¿Son peligrosos?
—No sé cómo son los otros, pero Bills-sama es un dios egocéntrico y que sólo piensa en comer. Si necesitas ayuda, la única forma de convencerlo es dándole un buen plato de comida.
—Lo único que no entiendo es cómo es que Whis-sama sea su maestro y su sirviente al mismo tiempo.
—Ya ahí no me meto.
Una duda sin resolver, aunque no tenía mucha importante. Solo que le llamaba la atención de que Goku y Vegeta fuesen entrenados por Whis y no por el Dios de la Destrucción. Y pensar que ella era una pariente lejana del ángel. Se acomodó en la hamaca para comer los minis bocaditos que trajo el robot. «Salado», dijo al probar el tomate bien rajado y combinado con queso y jamón. Una combinación extraña e intrigante. El sol era agradable, pero había que tener cuidado por los rayos UVA. Entonces era preferible darse un buen chapuzón.
Al terminar de comer, se dirigió al borde de la piscina y se sentó, dejando que sus pies tocasen el agua. Estaba fría. Suficiente para darse un buen baño. Poco a poco se iba metiendo, dejando que su piel se erizase. El agua le llegaba hasta la altura de sus pechos. Le importaba poco que su trenza se mojase. Siempre estará perfecto. Nadó un poco de un lado para otro disfrutando de este gran momento. Al estar al otro lado apoyó los brazos en el bordillo para descansar y relajarse completamente. Su cabello brillaba a causa de los rayos del sol. El viento soplar en su cara era increíble.
Y esa paz se terminó cuando escuchó a Bulma decir muchas pullas. Nunca se imaginó que esa mujer dijera palabrotas sin sentido.
—Ese estúpido robot. Le dije que traje bebidas y no lo hizo.
—¿Quieres que vaya a buscar? —sugirió ___ saliendo de la piscina.
—No. Para eso lo creé.
—Bueno, pero a lo mejor tendrá un chip deteriorado. Además, así estiro las piernas.
—Está bien. Te lo agradezco muchísimo.
___ le dedicó una pequeña sonrisa a su amiga y caminó en dirección hacia la cocina. El lugar estaba muy tranquilo. Los dioses entreteniéndose con juegos, Vegeta entrenando en la máquina... Los otros, no estaba segura donde estaban. El único sería Piccolo que fue a entrenar en las montañas Paoz o visitar la casa de Son Gohan para cuidar de Pan. Ya estaba en el interior de la gran cocina y abrió la nevera. Echó un vistazo rápido y luego cerró, no le gustaba desperdiciar ese momento de tener todo el tiempo la nevera abierta. Contó diez segundos y abrió, cogiendo lo necesario. Una cerveza y un refresco. Una buena elección.
Cuando cerró y giró hacia su derecha se asustó tanto porque no se había percatado de la presencia de alguien. Esos ojos rojos avistaban a una presa confusa y asustadiza. Hit estaba fuera, pero vio una chica con trenza rondar por el lugar y sintió curiosidad a donde iba. Pero no se imaginó encontrar a ___ en ese bikini. Todo su cuerpo estaba apretujado por esa prenda. Demasiada carne descubierta. La mujer se estaba poniendo nerviosa ante la mirada del sicario e intentó sonreír de forma calmada.
—Hola, Hit —saludó—. ¿Necesitas algo?
El cazador no dijo nada. Estaba callado y quieto cual estatua, ya sea viviente o no. Estaba absorto ante la belleza de ___. Esas gotas caer por su piel le daban ganas de lamer y saber a qué sabe. Cloro, seguramente, sin embargo, averiguarlo le excitaba. Él era un alienígena que le gustaba indagar, descubrir más de su próxima víctima. La peli-(c/c) se sonrojó un poco ante la mirada depredadora de Hit y tuvo que idear un plan para salir de ese ambiente tan extraño y pesado.
—Me tengo que ir. No quiero que se caliente esto —dijo, mostrando las bebidas—. Adiós, Hit.
Y ella se retiró a paso rápido aún teniendo la mirada de la criatura en ella. O en su trasero que era lo más probable. Muchos pensamientos pasaban por su cabeza. Estaba muy cerca. Muy cerca de poder tocarla con las yemas de sus dedos. No podía dejarla escapar ahora. ¿Por qué se estaba comportando de esa manera, si antes no le importaba esa chica al ser una loca de remate? Miró a un lado el extraterrestre cerrando los ojos borrando esa imagen de su cabeza.
«Me será imposible».
___ ya volvió de la piscina con el corazón a mil. Nunca antes vio a Hit con esa mirada de depredador completamente. Se sentó bruscamente en la hamaca alertando a Bulma que la miró con extrañeza.
—¿Pasó algo? Te noto muy roja.
—¡Nada! No pasó nada —alzó un poco la voz, mientras le entregaba la cerveza—. Solo que me asusté con una... abeja.
—¿Y estás roja por eso? —Bulma sospechaba de algo.
—Es que hoy hace mucho calor.
—Bueno, ahí te doy la razón.
Si le dijera que se encontró a Hit y este la miraba raro, era probable que Bulma se dirigiera a él y lo enfrentaría. Mejor callada cual momia. Abrió la lata de su refresco para beber. Saciar la sed. Esperaba no volver a encontrárselo. Ni siquiera estar a solas con él porque desconocía que pasaría. Mira que estuvo con hombres y nadie le había dedicado esa mirada. ¿Era bueno o malo? Esto era un quebradero de cabeza para la mujer.
De repente, un sonido de un pequeño walkie-talkie llamó su atención. La pequeña Bra se había despertado y estaba llamando a su madre. Bulma suspiró un poco al saber que su disfrute se había acabado.
—Oye, dentro de una hora y media es el almuerzo. Si quieres, puedes ir a tu cuarto provisional para bañarte y cambiarte. Tienes ropa suficiente en el armario.
—Gracias, Bulma. Te lo agradezco.
A ella le gustaba tenerlo en orden y más aún teniendo unos cuántos invitados en Capsule Corporation. ___ decidió quedarse un rato más antes de ir a su cuarto provisional. Se sentía una persona rica y poderosa que lo tenía todo. Ella lo era. Muchos años pasaron desde que su madre murió y decidió marcharse del Dojo porque su padre no la amaba. Ese sentimiento nunca se irá. Si hubiese sido varón, las cosas serían diferentes. Ella era una Kauneus. Una raza que solo daba luz a hembras y no a machos. ¿Habría una pequeña posibilidad? Lo dudaba.
Quince minutos pasaron desde que Bulma se marchó y ya era hora de ir a la habitación y darse una buena ducha para quitarse todo el cloro. Prefería mil veces bañarse en una playa porque el agua salada tenía beneficios muy buenos para el cuerpo, menos ingerirlo. Quién se atreviese a beber agua salada pasaría un mal rato. Solo rezaba no encontrarse a Hit por ningún lado. Prefería mil veces a Saonel o a Jiren merodeando por la casa y que la estuviera observando, aunque también se pondría nerviosa si está semidesnuda por toda la casa sabiendo que estaban ellos aquí.
No le gustaba estar así con las personas que les gustaba. Ese momento sintió vulnerabilidad ante el alienígena del universo 6. Esos ojos rojos la observaban con intimidación. Hit quería algo con ella y no quisiera saberlo. Ya estaba a salvo en la habitación a lo que soltó todo el aire posible ya tranquilizándose. Se deshizo del bikini dejándolo en el suelo importándole poco si todavía seguía húmedo y entró en el cuarto de baño. Las toallas ya estaban preparadas, solo tenía que entrar en la ducha y disfrutar del buen baño. ___ le encantaba disfrutar de un baño frío, pero no tanto porque se convertiría en un cubito de hielo humano. O Kauneus.
Se iba deshaciendo del peinado dejando que su melena larga casi tocara el suelo. Las Kauneus eran increíbles. Amaban su cabello a más que a nada en el mundo, aparte de la persona que estarían destinadas. ___ sentía curiosidad de saber dónde se encontraba ese planeta que le mencionó el Gran Zunoh. Lo raro que ellos dos eran los únicos que sabían su paradero, ni siquiera Jacko lo escuchó O no entendía la palabra. Todo esto era muy extraño. Ya recién bañada, salió de la ducha para coger una toalla para enrollárselo al cuerpo y otra para secar su gran cabello, y así hacerse de nuevo la trenza. Hoy iba a ser un día tranquilo.
___ tarareaba una canción que le dedicaba su madre de pequeña cuando le peinaba el cabello. Siempre le decía que lo cuidase porque era un gran tesoro. Y razón tenía. ¿Qué hubiera pasado si no se dejase crecer? La oscuridad la invadirá por completo. No quería imaginarlo. No quería perderse en medio de la nada y no ser nada en la vida. Liberó un pequeño suspiro al terminar la trenza y tiró un poco de algunos mechones para que se vea que tenía más volumen de lo normal. Todo listo. Solo faltaba secarse bien y ponerse una ropa adecuada. Apoyó la mano en el pomo para salir y pegó un chillido a ver cierta persona ahí.
Hit estaba plantado ahí en la habitación sosteniendo el bikini que dejó la mujer en el suelo. El ser de color morado y ojos rojos se giró un poco para verla. El corazón de ___ estaba a mil por hora. ¿Cómo entró? ¿Y que hacía con esa prenda? Sus mejillas estaban ardiendo porque se dio cuenta que estaba enfrente de él ¡con una toalla! De nuevo esos ojos observaban lentamente el cuerpo de la mujer más expuesta aún. Un sonido gutural realizó, provocando que ___ se pusiera nerviosa y que todo su vello corporal se erizara. Hasta la voz le temblaba.
—Hit-san —murmuró a modo de respeto—, está en mi cuarto.
Y otra vez el silencio se hizo presente. Hit no era idiota. Sabía que estaba en la habitación de ___, pero fue para visitarla y llegó en un buen momento. Dejó caer la prenda entre sus dedos porque ya no le interesaba. Su interés era la presa que empezó a caminar hacia atrás pensando entrar al baño como su única salvación. Y no fue así. No supo lo ocurrido. La puerta estaba cerrada y Hit estaba delante suya. ¿Cómo pasó? Ni siquiera pestañeó. Tenerlo tan cerca, casi a escasos centímetros de su rostro, la ponía más nerviosa de lo habitual. ¿Esto era una forma de confesarse el alienígena?
—¿Hit-san? —lo llamó de nuevo por si él respondiese esta vez.
En cambio, lo que recibió a cambio la sorprendió demasiado que todo su rostro se tiñó de rojo carmesí. Hit se atrevió a lamer su mejilla degustando aquel sabor que tantas ansias quería probar. Ya no era cloro. Champú con toque a margarita y su piel transpiraba a olor a manzana. Una combinación extraña y excitante. Sus ojos rojos brillaban con incandescencia, como si hubiera encontrado algo interesante que devorar. Y ___ muriéndose de la vergüenza porque no entendía nada.
Sus lamidas iban en aumento. Esta vez en su cuello. Una zona sensible porque ahí hay músculos capaces de percibir alguna sensación extraña y excitante. Pero no se dedicaba a explorar con su lengua sino también hincar los colmillos en su piel casi marcándola como suya. En cambio, ___ estaba temblando en su sitio no sabiendo qué hacer ante ese comportamiento extraño de Hit. Sus manos agarraban con firmeza la toalla temiendo que en cualquier momento iba a caer.
Un pequeño quejido salió de sus labios cuando Hit agarró su trenza y tiró un poco hacia abajo para que expusiera más su cuello y siguiera con su labor. De alguna manera un sentimiento de placer iba apareciendo en la mujer. Su cuerpo corporal experimentaba un aumento de temperatura sin igual. Su instinto pedía a gritos que siguiera porque le estaba gustando demasiado. Y se alarmó cuando escuchó un gruñido gutural muy cerca de su oído. ¿Qué significaba?
—Quítate la toalla —ordenó con voz varonil. Un tono que derretiría a cualquier mujer, incluyéndola.
Sus manos automáticamente soltaron la prenda al escuchar esa voz tan varonil y excitante. Su cabeza lo deseaba. Su cuerpo lo deseaba. Su corazón también. ¿Qué magia era esta?
—Muy obediente y sumisa —susurró con una pequeña sonrisa en sus labios.
—Hit-san, ¿puedo saber qué quiere? —tartamudeó.
—E inocente —añadió—. ¿De verdad que no sabes lo que quiero? Eres una mujer adulta y creo que estoy dando demasiadas indirectas.
—Es que... tú no eres así.
—No lo soy delante de mis objetivos. Soy un sicario que le pagan para matar, pero también soy alguien que se merece disfrutar esto. Mucho tiempo sin probar una carne nueva y tú me has llamado la atención.
—¿Eh? —Confusión se creó en su rostro—. ¿No se suponía que no me soportabas por ser una loca?
—Fingí —confesó—. Digamos que mi raza tiene un cierto gusto con hembras locas de remate como tú. No quería admitirlo, pero me era imposible sentir curiosidad.
¡Ahora si que su corazón estaba latiendo a mil por hora al escuchar tal confesión! Iba a gritar y una mano se lo impidió.
—No grites. Solo gime para mí.
Tenía enfrente a un ser dominante capaz de hipnotizar a su presa con su voz. Con la otra mano libre apoyó los dedos en su barbilla y los descendía lentamente haciendo una especie de camino. Se fijó que él estaba muy atento a sus propios movimientos quedándose justo en el esternón, entre sus pechos. Tentación sentía en tocarlos y morderlos, pero él no tenía prisa. Raro en un asesino como él. Él prefería acabar con mucha rapidez para que su presa no sufra más. Sin embargo, esto era muy diferente. Cuando se trataba en el sexo deseaba explorar con mucha lentitud el cuerpo de una persona.
La piel ___ era suave similar a la cáscara de alguna fruta llamativa. Y en la cabeza de la mujer se le cruzaban un montón de cosas, por ejemplo, imaginarse cómo sería besar a Hit. Y si le hubiera leído la mente los labios del alienígena se posaron con los suyos. No fue un beso tímido. Más bien uno rudo que causaba que ella abriese más la boca dejando que él explorarse su cavidad sin ningún problema. Era una batalla de lenguas. ¿Quién ganaba a quien? Y estaba claro que Hit. Más de mil años viviendo en este mundo. ___ apoyó las manos en su armadura porque pensó que se iba a desmayar en cualquier momento.
Hit se pegó aún más a ella sintiendo que el calor y el placer se incrementaba a más no poder. Y él volvió a agarrar su trenza para hacer el mismo acto demostrando que él era el dominante. Sumisión veía en el rostro de la mujer que se dejaba. Ese acto lo encendía aún más. De repente, ___ chilló por lo bajo cuando los dedos de Hit aprisionaron el pezón izquierdo. Sí, ya estaba sensible. Sonrisa formó complacido de aquella reacción tan dulce. Hizo lo mismo con el otro. Otra vez esa reacción. ___ dudaba que Hit estuviera jugando con ella. Tal vez está probando cuan delicada era. Y esa cercanía se tuvo que romper porque él se alejó solo para observarla detenidamente.
Definitivamente, era una mujer hermosa que no se podía igualar. Una especie única en este mundo tan cruel. Un alienígena con suerte, se dijo así mismo. Por otra parte, ___ miraba hacia otro lado con mucha vergüenza porque no se atrevía a mirar a la dominante de aquella habitación. Lo presentía. Lo olía a escasos centímetros. Esa aura que le rodeaba era satisfacción. Otra orden, otro susurro:
—Acuéstate en la cama.
Definitivamente, estaba a merced de esa criatura de ojos rojos. Obedeció cual sumisa teniendo la mirada fija en el techo, pero eso cambió cuando Hit se aproximó e hizo que lo observara a él. Sin duda, Hit era una especie con facciones varoniles que dejarían Bona a cualquier mujer. Otra vez esos dedos se colocaron en su barbilla volviendo a realizar ese mismo recorrido de antes, pero bajando aún más pasando por su vientre y llegar, finalmente, al monte de venus. ___ mantenía las piernas cerradas con mucho pudor y eso se acabó porque Hit las abrió completamente para acomodarse entre ellas.
En esa posición podía notar algo duro chocar con su sexo. Se mordió el labio inferior teniendo ganas de verlo porque esto era demasiado excitante. No lo negaba. La cabeza de ambos estaba a escasos centímetros del uno y de otro. Ella pensó que iba a recibir otro beso más, no obstante, Hit bajó un poco más llegando a la zona del pecho ya atreviéndose a juguetear con uno de ellos con su propia boca. Mezcla de manzana y margarita. No pararía de degustarlo.
___ solo se dedicaba a gemir y temblar cual gelatina. Solo deseaba que nadie la estuviera escuchando y entrase por esa puerta. Ni estaba segura si estaba cerrado del todo porque el último en entrar fue él. La boca de Hit, mordiendo y succionando el pezón, era caliente, al contrario de su personalidad fría y seria. Con el otro pecho lo masajeaba en forma de círculos y pellizcaba el botón con sus propios dedos. Y hablando de ello, los dedos de los pies de la mujer se curvaban por cada espasmo que recibía su cuerpo. Eso era una buena señal.
Hit tuvo que cambiar de posición colocándose a un lado y con el cuerpo aún curvado para seguir devorando esa carne bien desarrollada en las mujeres. Su propósito era darle el doble de placer, es decir, guio sus dedos de su brazo izquierdo hacia su sexo empezando a estimular ese botón que aclamaba su atención. Los gemidos se avivaron aún más en la mujer, incluso dijo el nombre del alienígena. Él respondió estimulando más esa zona hasta decidir meter dos dedos que resbalaron en su interior sin ningún problema.
No evitó esbozar una sonrisa al darse cuenta que estaba bien preparada. Aún es pronto para realizar el coito. Como se dijo anteriormente, él no tenía ningún tipo de prisa en estas cosas. Ya a ___ le estaba importando poco si alguien la estaba escuchando. El placer era inevitable. Nunca se imaginó llegar a esta situación con uno de los cuatro. Era maravilloso este sentimiento. Los movimientos ahí abajo eran suaves y lentos, y eso la estaba matando, al igual que con sus pechos que se comportaba como un niño amamantándose.
Una tortura. Esa es la palabra que definiría en este mismo instante. Y ___ pegó otro chillido agudo porque esta vez Hit encontró el gran tesoro de las mujeres: el punto G. El maldito lo estaba acariciando para que la mujer gimiera en todo su esplendor. Que dejara la vergüenza a un lado y esté disfrutando de este gran momento. Otro tormento más en la lista. Sin embargo, todo eso acabó porque retiró los dedos creando una gran frustración en la peli-(c/c), pero él tenía otras intenciones.
—Date la vuelta —le ordenó—. A cuatro patas.
¿Ya lo iba a hacer? Si era así, ella estaba dispuesta a recibirlo desde esa posición. Lo obedeció, esperando con ansias recibir su miembro en su interior. No evitó morderse el labio al escuchar a Hit desprenderse de las ropas para estar completamente desnudo. Giró un poco la cabeza para echarle un vistazo, pero él se lo impidió, agarrando su cabeza y colocarlo con suavidad en la cama.
—¿Acaso te dije que pudieras mirar?
—No —tartamudeó.
—No seas impaciente, mujer.
¿Cómo no iba a estarlo? Sentirlo en sus propias carnes debía ser una maravilla. Pero el siguiente movimiento de Hit no era una penetración, sino una gran lamida en su sexo. Gimió tan alto que agarró con firmeza el edredón porque pensó que iba a desvanecerse. Le estaba realizando sexo oral en esa posición. La lengua del sicario se entretenía con su clítoris porque estaba hinchado y necesitaba algo de atención, pero también mimaba los labios superiores e inferiores que formaban su feminidad.
El placer no se podía negar. Había lujuria en esa habitación y ninguno de los dos quería que acabase. Aunque, de vez en cuando, ___ miraba la hora del reloj acordándose de la hora del almuerzo que le comentó Bulma. Ella estaba apurada de que esto acabase rápido y al mismo tiempo no. Estaba en una indecisión remota en la que su ahora amante no estaba dispuesto a perder esta gran oportunidad. Un golpe recibió en su nalga izquierda haciendo que se sonrojara a más no poder. ¿El por qué hizo eso? Duda existencial que se quedará en el aire.
De nuevo, Hit paró. Esa frustración apareció repentinamente. Y escuchó pasos a su izquierda viendo al alienígena posicionarse enfrente suya exponiendo, finalmente, su miembro. Ya su cara estaba roja como para llegar a otro nivel. Él se subió a la cama poniéndose de pie a lo que ___ se incorporó lentamente a modo de sentarse. Su cabeza estaba muy cerca del pene que parecía estar vivo por cada palpitación de sus venas.
—Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?
___ asintió la cabeza lentamente a lo que abrió la boca recibiendo con gusto aquel miembro. Grande y duro. Sujetó el tronco con sus manos para mover la cabeza con mucha facilidad. La verdad que era complicado meterlo entero porque la anchura era bastante grande. No se imaginaba cómo sería sentirlo en su interior. La excitación la cegó tanto que el vaivén la aceleró un poco más, sin embargo, Hit la interrumpió, sujetando su trenza y apartarla bruscamente.
—¿Tienes prisa en acabar? —le preguntó aún manteniendo el tono varonil.
—No, pero el almuerzo —se excusó, mirando de reojo el reloj.
—Ellos pueden esperar. Esto es más importante que eso. Y creo que tú no estás dispuesta a cortar esto porque estás muy excitada.
Y no lo negaba. Él tenía la razón del mundo, pero hacer las cosas con lentitud la mataba por dentro. Tal vez para Hit sea un caso especial. Entonces volvió a la rutina de antes con un vaivén suave ayudándose también con las manos. Con su lengua acariciaba la punta, incluso jugueteaba con ella ante la atenta mirada del alienígena. Él se limitaba a coger su trenza a modo de demostrar que tenía más poder que ella.
Adoraba ver a ___ con las mejillas sonrojadas realizándole una felación. Ese carácter de loca y amable se escondía una muy sumisa ante las peticiones de él. Poder crecía en él y la excitación también. Verla engullir su miembro con lentitud le hacía sentirse bien. Poco a poco su respiración se volvía un poco irregular y algún que otro suspiro se le escapaba. Mucho tiempo sin tener relaciones sexuales con mujeres vulgares que se encontraba en la calle o en los burdeles para que les pagase.
___ detuvo el sexo oral ahora centrándose en besar el abdomen bien marcado de Hit provocando que este encogiera el vientre. Demasiada tierna. Demasiada bondad había en su corazón. Ella seguía ascendiendo y él se agachaba para darle la oportunidad de proseguir. Luego sus pectorales duros como rocas debido al entrenamiento que empleó para ser más fuerte y rápido que cualquier enemigo. Hit aprovechó ese momento íntimo para recorrer su columna vertebral con la yema de los dedos sacando algún que otro gemido.
Sus ojos se cerraron al sentir los labios de la mujer posarse en su cuello, muy cerca de la nuez. Tocando las venas marcadas de esa zona. Y él no se quedó atrás aspirando el aroma de manzana y margarita que lo estaba volviendo loco. La abrazó a modo de protección y que esa distancia se acortara aún más. Y otro beso surgió entre ellos. El sabor era agridulce mezclada con la esencia de ambos. Quien diría que fuese un afrodisíaco. La lujuria los inundó completamente y era el buen momento de realizar el coito.
Hit la acostó suavemente sin romper los besos. Era demasiado adictivo como para dejarlo. Un gemido se le escapó a ___ al sentir esa hombría invadir su sexo sin ninguna dificultad. Él gruñó por lo bajo por la presión que estaba ejerciendo su feminidad demostrando lo estrecha que estaba, pero eso no le impedía a moverse en todo su esplendor. Un ritmo lento y suave. Muy provocativo para ___. Sus manos cubrían sus ojos porque le daba vergüenza mirar a su amante, sin embargo, Hit no estaba de acuerdo con eso. Se los apartó con suavidad para que no se asustara y él la miró fijamente deseando que ella no lo apartara, aunque eso demostraría lo tierna e inocente que era la mujer.
Esas expresiones lascivas que le dedicaba le gustaban demasiado. ¿Para qué negarlo? ___, una Kauneus perdida en este universo, era una diosa para sus ojos. No miraría a otra mujer salvo a ella porque estaba claro que su belleza cautivaba a cualquier criatura de cualquier universo existente. Ella estaba en el séptimo cielo. No había palabras para describir esta magnífica sensación. Que no parase. Que no terminase. Y aún se preguntaba si esto era una confesión de amor. Una corriente eléctrica iba descendiendo desde su vientre hasta su sexo advirtiéndola que estaba a punto de llegar al orgasmo e Hit lo interrumpió, saliéndose del coito.
Él, como ella, no quería que esto acabase pronto. Sus manos se colocaron en las caderas de ___ haciendo un movimiento de que girase su cuerpo y se colocara en la posición de una hembra en celo a punto de recibir al macho. Y de nuevo recibió con gusto el miembro del hombrecillo morado que no dudó en moverse en su interior y, esta vez, el vaivén cogía buen ritmo. La Kauneus no paraba de gemir y pronunciar su nombre como si no hubiera un mañana. Estaba en la cúspide del placer. Y recién se dio cuenta que, delante suya, había un espejo que reflejaba la imagen de ambos. ___ podía ver las facciones de Hit y viceversa.
Él estaba muy centrado en darle placer, pero de vez en cuando miraba el cristal para visualizar ese rostro lascivo. Mejillas coloradas, ojos casi en blanco, boca abierta gimiendo de placer. Joder, esa imagen estará grabado a fuego en su memoria. Aunque faltaba por añadir un plus: su trenza. La agarró y enrolló en su muñeca haciendo que ___ echara la cabeza hacia atrás y su espalda se curvara, recibiendo todo el placer posible que le causaba. Sí, esta iba a ser su posición favorita a partir de ahora. Y ahora sí que le dejó venirse y él hizo lo mismo llenándola de su semilla.
Ambos estaban exhaustos, pero una temblaba más que el otro. Fue una sesión bastante caliente con lleno de deseo. Hit la atrajo para sí mismo abrazándola con mucha delicadeza, cubriendo sus pechos con los brazos, y empezó a mimarla por la zona de su nuca con pequeños besos que le harían temblar. ___ no se negó y giró un poco la cabeza hacia atrás para verlo, pero recibió a cambio un beso casi tímido por su parte.
Y detrás de aquella puerta de la habitación se encontraba Jiren que había escuchado todo el espectáculo. Bulma ya había preparado el almuerzo y solo faltaban por unirse ___ e Hit. Al alienígena del universo 11 no le importó ir en su búsqueda, pero no se imaginó que esos dos estuvieran juntos. Estaba absorto. Un sentimiento llamado celos surgió de sus entrañas. No. No podía gustarle esa chica. ¿Para qué engañarse así mismo? Mira que se hizo el loco cuando la conoció, pero tenía algo que llamaba su atención y ahora estaba pagando las consecuencias. El ser más poderoso de su universo apretó los nudillos con rabia y se marchó de ahí emanando aquella aura muy peligrosa.
Y en una de las terrazas, las orejas de Saonel ser percataron todo el ruido que provocaron esos dos. Él era una Namekiano. Un asexual que desconocía todo el tema de las relaciones sexuales. Ahora llamó su atención, sobre todo los gemidos de ___. Esa noche estaba seguro que no iba a dormir porque esos sonidos se repetirán una y otra vez en su cabeza.
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