Capítulo 13. ¿Quién soy?
El ambiente se volvió tenso cuando descubrieron quién era Kauneus. Aún el aparato seguía haciendo ese ruido estruendoso que cualquier niño empezaría a llorar porque era molestoso. ___ alzó la ceja muy confusa con lo que estaba pasando, incluso miró a los cuatro alienígenas para que le dieran una explicación. Sin embargo, la mirada de ellos le demostraba que estaban sorprendidos o eso reflejaban. Piccolo no daba crédito. Ese aparato debió haberse equivocado.
—¿Estás seguro de ellos, Canis? —preguntó Hyani con la mirada fija en la chica.
—El aparato no engaña, señor.
Quien todavía no ha dicho nada era Lensis que se quedó petrificado aun mirando a la mujer. Esa figura humanoide tenía un aura que le atraía demasiado al rey de Animaladai, sobre todo ese rostro joven con un semblante serio, pero con unos ojos preciosos capaces de brillar bajo la luz de la luna. Y se veía que era una guerrera por la forma en que vestía. De pronto, un rugido emitió y sus pupilar tuvieron forma de corazón, señal de que se enamoró definitivamente de ___.
Ella se dio cuenta del cambio abrupto que tuvo Lensis que tuvo que ponerse firme por si la atacaba. Fue tan rápido el movimiento que no le dio tiempo de reaccionar, ni siquiera darle una paliza. No obstante, no se esperó lo siguiente: él arrodillado, sujetando su mano derecha y con una mirada de enamorado perdido.
—¡Oh! ¡Kauneus! ¡Eres definitivamente hermosa! ¡Has superado mis expectativas! —alzó la voz con mucha emoción.
—Mi nombre es ___ y no esa tal Kauneus —le corrigió, muy incómoda.
—Es un nombre precioso, mi lady. Mi nombre es Lensis, Rey de Animaladai. Viajé por toda la galaxia solo con un objetivo: encontrarte y casarte conmigo.
—¡¿Qué?!
—Estoy tan emocionado —dijo, casi con lágrimas en los ojos—. ¡Hyani! ¡Haz un comunicado diciéndoles a todos que la he encontrado! ¡Y que preparen los preparativos para la boda!
—¡Enseguida, su majestad!
—¡Tú y yo vamos a ser...!
No le dio tiempo de terminar la frase porque ___, con toda la rabia del mundo, le propinó un puñetazo fuertísimo al rostro del rey mandándolo a volar y chocar contra una roca inmensa. Canis e Hyani se quedaron con la boca abierta ante el atrevimiento de la chica en golpear a alguien de la realeza. No era ni una sorpresa para los otros cuatro porque ya se lo esperaban, sabiendo que la personalidad de ___ ha cambiado. Una mujer con carácter fuerte, que odiaba a los hombres y tenía un malhumor de perros.
La peli-(c/c) estaba echando humo por las orejas y en su cuerpo emanaba un ki realmente peligroso para cualquier persona que se enfrentaba a ella. Es más, sus ojos cambiaron a ese color lechoso, señal de que estaba realmente muy cabreada. Al dar un paso enfrente la tierra se sacudió un poco y se iba abriendo una brecha dirigida a los animales humanoides, que cayeron al suelo ante aquello abrazándose entre sí.
—¡¿Cómo que casarme contigo?! —rugió, como un verdadero animal en celo—. ¡¿Quién eres tú para decirme eso?!
—¿Deberíamos pararla? —preguntó a modo de susurro Saonel hacia Hit y este negó con la cabeza.
Entre los escombros salió Lensis y empezó a quejarse de dolor. No paraba de tocarse su rostro asegurándose de que no se rompió nada. Luego miró a la chica. Nunca había visto a una mujer con tal cantidad de fuerza y que le importaba poco si tenía delante a un rey. ¡Más razón para casarse con ella! Era lo que estaba buscando. Una Kauneus digna de ser una verdadera reina y que sus futuros hijos aprendiesen de su carácter, cómo dirigir a una manada.
—Estamos destinados a ser marido y mujer.
—¡No me hagas reír! No te conozco y menos voy a casarme con alguien a quien supuestamente solo he visto en cinco minutos, y ya me lo ha demostrado todo. ¡Y te estás equivocando de persona!
—La máquina lo afirma —tartamudeó Canis aun mostrando su aparato.
—¡¿A ti alguien te pidió que hablaras?!
El perro humanoide se calló por puro terror hacia la mujer. Si el rey Lensis se casaba con ella, definitivamente iba a ser una reina con mal carácter. ___ estaba a punto de lanzarse ante el león para propinarle un puñetazo, no obstante, sintió una mano en su hombro a lo que giró la cabeza encontrándose a Piccolo. ¿Qué quería ahora este sujeto?
—Kauneus no es alguien, es una especie —le comentó—. Por lo que nos contaron los ángeles de los Dioses de la Destrucción, son seres que no se sabe cómo son. No obstante, sus herederas toman la apariencia del padre. La pregunta es: ¿sabes si tu madre era una?
Una pregunta sin resolver y que dejó en duda a la mujer. Divagando por sus recuerdos nunca ella le mencionó que era de otro planeta, sino se dedicaba a cuidarla y enfermar por los abusos de su padre. Todos esos pequeños fragmentos de recuerdos iban apareciendo en su memoria provocando que se relajara y pensara con claridad. No. Ella era una humana. Lo sentía por sus venas. Pero ahora dudaba quien era en realidad. ___ se miró las manos como si quisiera ver más allá de su piel, averiguar qué era lo que escondía su aura.
Piccolo sabía su respuesta: no lo sabía. Una mujer sin saber su pasado y que solo estaba en este mundo sola. Sin la compañía de nadie salvo sus seres queridos. Una sensación de pena sintió por ella por la mirada confusa que demostraba. Ella estaba en una situación casi similar a él, cuando Vegeta llegó por primera vez a este planeta y le dijo que él era un Namekiano. Uno no sabe la verdad hasta que alguien te lo dice.
—¡No importa! —exclamó Lensis—. Mi reina ven conmigo. Tú y yo seremos felices cuando nos casemos y tengamos hijos.
—Solo estás facilitando su muerte —comentó Jiren poniéndose al lado de ___.
—¿Mi muerte?
—¿Cómo que su muerte?
—Si realmente estabais destinados a estar juntos, ella estaría saltando de alegría —habló esta vez Saonel—. Nos explicaron que las Kauneus son ellas quienes buscan a su alma gemela para vivir por toda la eternidad, pero gente como tú solo la busca por su poder y que puede dar hijos poderosos.
—Y como dijo Jiren facilitaría su muerte porque no sería feliz estando contigo —finalizó la conversación Hit.
—¿Morir? Que estupidez es esa —bufó el león, ya perdiendo los estribos—. Mi padre siempre me ha dicho que buscara a una Kauneus porque así demostraría mi poder. Mi estatus. Todos me temerán con hijos capaces de conquistar planetas.
—Lo has dicho: hijos poderosos —repitió Piccolo—. Si esta mujer es quien todos sabemos, pues no vamos a permitir que te la lleves y la fuerces a algo que provocaría un final fatal.
Toda la información que recibía ___ la estaba dejando petrificada, pero estaba más asombrada que esos cuatro, a que tanto amaba profundamente, la estaban protegiendo de un tipo que ni conoce. Un boom notó en su pecho que tuvo que posar la mano ahí para tranquilizarlo. «Las Kauneus son ellas quienes buscar a su alma gemela», esa frase se repetía una y otra vez en su cabeza. Si su madre era una, entonces ¿por qué murió? Ella no murió dándole a luz, sino que vivió por mucho tiempo hasta ese día.
El rostro de Lensis mostraba enfado absoluto porque esos cuatro se estaban interponiendo en su misión y no iba a permitir que unos alienígenas metomentodos le digan lo que debía hacer. Él era un rey. Mostrar su estatus era lo más sagrado desde que su padre murió. La rabia que estaba consumiendo lo iba liberando en forma de ki alertando a los chicos. Saonel no estaba preocupado porque estaban Hit y Jiren que eran los más fuertes del grupo. Hyani se escondió detrás de unas rocas junto con Canis porque sabían que Lensis iba a explotar en cualquier momento.
Y así fue. El león expulsó una onda de energía inmensa capaz de destruir todo a su paso. Piccolo estaba impresionado ante esa explosión, incluso estaba tiritando ante ese poder monstruoso. Mira que se enfrentó a muchos enemigos, pero este tenía un poder inquebrantable. Lensis estuvo a punto de abalanzarse sobre ellos, pero Hit, gracias a su Salto Temporal, pudo golpear en su estómago casi tocando un punto en concreto que debilitaría a cualquiera. No lo mató, solo hizo un movimiento de alerta.
Lensis escupió saliva y caminó hacia atrás mientras se agarraba el estómago con mucho dolor. Sus ojos de león miraban al responsable. El Sicario no iba a tener piedad con él si seguía peleando, pero era un rey de un planeta que no se rendiría con facilidad. Grave error. Otro golpe imprevisto por la espalda recibió, cayendo al suelo.
—¡Su majestad!
—Maldito cobarde —musitó a bases de gruñidos.
—Los golpes que estás recibiendo no son mortales, en comparación cuando mato a mis objetivos. Es una advertencia.
—No sois nadie para decirme... ¡lo que tengo que hacer!
Una onda de energía liberó nuevamente para volar con rapidez hacia ___ que aún estaba inmóvil en su sitio porque su objetivo era llevársela. Pero no se esperó que Jiren se pusiera en medio y solo con sus ojos lo mandara por los aires, en dirección hacia dónde están sus secuaces. Estos dos no les dio tiempo de esquivar, recibieron el impacto igualmente. Enfrentarse a una criatura como era Jiren no era poco de pavo, ya eso lo sabía perfectamente Piccolo cuando vio el enfrentamiento de él con Goku.
Los tres sujetos estaban k.o. Ahora sí que no iban a dar la lata. ___ estaba impresionada con lo fácil que lo derrotaron. No eran unos chicos comunes parecía ser. Entonces a la lejanía sintió unos ki muy reconocibles. Era Goku y el resto del grupo que habían presentido la energía de Lensis a la lejanía.
—¿Estáis bien? —preguntó Krillin con mucha preocupación.
—Sí, ya Hit y Jiren se encargaron de él —anunció Piccolo.
—Vaya, y yo que pensaba que era un tipo duro —comentó Goku con mucha decepción.
—Eso demuestra que no era un tipo poderoso. Su ki nos engañó por completo. Es un malnacido —habló Toppo—. ¿Por qué os habéis enfrentado a él?
—Se quería llevar a ___ a la fuerza —dijo Saonel.
—¿Eh? ¿Por qué? Ni que ___ fuera una Kauneus.
Y los cuatro se callaron cuando Goku dijo eso. El Saiyan analizó un momento la situación y luego miró a la mujer que no había dicho una palabra con todo lo sucedido. Su cara fue de sorpresa.
—¡¿Ella?!
—¡Pero si es una humana normal y corriente! —exclamó Krillin.
—Krillin, ¿recuerdas lo que dijo Whis-sama? Las descendientes tienen el aspecto de su padre, pero son Kauneus puras.
—Sí, Tenshinhan. Pero esto... ¡es increíble!
—¡¿Qué es increíble?! —Finalmente, la mujer habló—. ¡¿Increíble que no sepa nada de mi pasado?! ¡¿Increíble que mi madre me haya ocultado la verdad?! ¡¿Increíble que mi madre haya muerto sabiendo que amaba a mi padre?!
—No... no me refería a eso.
—¡En toda mi existencia he sido engañada!
—Oh, vamos. Al menos sabes lo que eres realmente.
—¡Cállate, Goku! —gritó al Saiyan que lo empujó con rabia—. ¡Tú seguramente que al descubrir lo que eres, lo llevaste bien! ¡Pero yo no! ¡Yo prefería que me dijesen la verdad antes de ocultármela!
—A lo mejor lo hizo para protegerme —habló Tenshinhan intentando calmar la situación.
—¡¿Protegerme?! ¡¿De los insultos de mi padre llamándome monstruo?! ¡¿De esos niñatos que no paraban de decirme que estaba loca?! Ahora... todo tiene sentido.
Y calmó su ira comprendiendo todo lo que le había pasado. Lágrimas empezaron a resbalar por su rostro llamando la atención a los guerreros, pero más aún a los cuatro alienígenas. Ya la vieron en ese estado, pero no en su modo de chica dura. Esta información fue demasiado para ella que no aguantar más y explotar todo lo posible. ___ giró, dándole la espalda a todo el mundo y decidió emprender vuelo hacia una dirección desconocida.
Krillin quería ir detrás de ella, sin embargo, no lo hizo porque la mujer necesitaba su espacio para aclarar las ideas. El único que no estaba conforme era Piccolo y, para la sorpresa de todos, fue directa hacia ella. No estaba muy seguro lo que hacía, pero verla en ese estado de vulnerabilidad absoluta no le gustaba el Namekiano. Tuvo la suerte de que ___ no estaba volando demasiado rápido y podía alcanzar sin problema. La peli-(c/c) se paró en seco al notar la presencia del hombrecillo verde atrás suyo.
—Déjame en paz —le dijo.
Pero en vez de hacerla caso, siguió levitando hacia ella estando a escasos centímetros. Aún no comprendía del todo las emociones de los humanos, pero con ella era diferente. Estaba destrozada.
—Desconozco lo que te ocurrió y tampoco sé darte las respuestas que tú quieres —habló. Su tono de voz era suave, capaz de poder comunicarse con ella sin usar la violencia—. Pero sé de alguien que si sabe.
___ giró la cabeza captando su atención. Esta era la oportunidad del Namekiano de retirar aquellas lágrimas de su rostro sin que ella dijese nada.
—Su nombre es el Gran Zunoh. Un ser que lo sabe todo. Él puede darte todas esas respuestas que buscas.
—¿Por qué me estás ayudando ahora?
—Mereces saber la verdad. Es lo único que puedo hacer por ti.
Por pura inconsciencia apoyó su mano en la de Piccolo porque quería asegurarse que era real y no un sueño. Eran tan diferentes, pero ambos tenían algo en común: eran alienígenas de diferentes razas. Otra vez ese sentimiento que quería ignorar desde que Piccolo fue muy duro con ella.
—¿Cuándo podré verle? —preguntó, ya sintiendo interés.
—Él no está aquí en la Tierra, pero eso no implica que puedas ir. Solo necesitamos la ayuda de alguien.
¿A quién se referirá?
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