13.- En manos de las Moiras

Aioros olvidó su paranoia y se dedicó a asesorar a su esposo que agradecido le pedía consejo hasta para aprobar una partida de presupuesto, más esa aparente calma se fue al caño cuando al día siguiente del operativo de Sorrento, al salir de una casa hogar a la cual apadrinaba notó que las llantas de su BMW año 2018 estaban ponchadas. Nadie vio nada.

Contrariado, se dispuso a sacar una de repuesto, más la otra debía solicitarla y tardarían una hora en traérsela por lo que decidió llamar a Julián para que lo recogiera.

Sus ojos desconfiados recorrieron el sitio donde unos árboles y bustos de fundadores destacaban como decoración principal en la entrada de dicha casa hogar. Sin desearlo recordó un feo episodio donde Shura lo violó envenenado por los celos de verlo hablar con una bella dama de nombre Hilda que nada más era una notable empresaria que le había propuesto trabajar en su compañía con un sueldo de maravilla, bonos y vacaciones a donde él quisiera si se destacaba por un espacio de tres meses seguidos.

Fue un bruto. El sadismo le quedaba corto a Shura que furioso le hizo jurar que no hablaría más con esa mujer que durante varios días llamó al celular de Aioros para saber si aceptaba su propuesta, el azabache destruyó el celular para de esa manera cortar de raíz con las llamadas y siguió saciándose muy a pesar de que el castaño le rogó que no saldría de casa si lo dejaba de atacar.

—¡No, no volveré a someterme al terror!—murmuró mientras una anciana monja salía extrañada al no oír el choque de las llantas contra el pavimento, se sintió aliviado y sin dudarlo corrió para abrazarla.

—¡ ¿ Estás temblando hijo? ! ¿ Quién te asustó así?

« Basta ya no me provoques» , habló con un tinte de culpa en su voz agitada.

Ese hombre que había amado con locura se convirtió en su mayor tormento y carcelero que lo celaba hasta con su propio hermano que comenzó a alejarse temeroso de ser atacado por el azabache pero siempre buscaba la forma de saber de él, hasta que Julián supo rescatarlo cuando al fin un día los enfermizos y burdos fantasmas de Shura dejaron que liberaran al castaño para regresar a trabajar en un sitio cercano al bar que regentaba Camus donde podría controlarlo.

«No me acuses... solo es mi amigo», cabizbajo Shura tomó las manos de Aioros que trató de zafarse,« Amo tu cuerpo y todo de ti...»

« Quiero ser libre, estoy harto de tus arrebatos. Ya no te amo Shura»

Ante eso, el de cabellos oscuro reaccionó nervioso y llorando se abrazó a sus rodillas jurándole que no lo deje porque enloquecería. Aioros no quería seguir con una relación tan destructiva donde descubrió que ese hombre del que se enamoró y que ahora lo atacaba sin piedad parecía que era otro ciertos episodios.

« Eres tan bello que el hecho de que alguien te mire me enloquece, te amo, te amo»

«Déjame ayudarte, no estás bien. Te prometo que dejaré que me ames como lo hacías antes cuando nos conocimos»

Por unos días, luego volvieron los reproches y ya Julián estaba metiéndose más en el corazón del castaño que en un acto desesperado le dijo que quería huir de todo eso que aceptaba lo que sea.

Por diversos días, Aioros le hizo creer a Shura que iría con su hermano a visitar a unos parientes, cuando en realidad fue una argucia para viajar fuera del país con Solo para un trabajo donde su intelecto sería muy bien recompensado.

El alcohol comenzó a reinar en la vida de Shura que ante los silencios prolongados de Aioros mientras convivían, se convirtió en su compañera aparte de sus amantes de turno que solo alimentaban su paranoia sobre poseer a Aioros brutalmente a tal punto de mermar su salud mental.

Una madrugada luego de una pelea donde ambos se golpearon hasta que la sangre brotó como una pequeña lluvia tímida de sus raspones y heridas donde hasta una navaja fue el arma de defensa, el griego tomó una maleta que llenó al apuro con prendas cerciorándose de que el español dormía sedado por haber ingerido pastillas para dormir y abandonó aquel departamento. Se refugió en un hotel lejano y desde ahí llamó a su hermano y a Julián.

Todo eso aconteció dos días más tarde de aquel audio de whatsapp que  Shura obtuvo clonando el celular de Aioros y que luego reenvió a Ángelo y Afrodita.

Aioros necesitó dos minutos para rememorar toda esa amargura mientras la suave voz de la religiosa cantaba una oración mariana. Las huellas en su psiquis se activaban dolorosamente indicando que sufría Estrés postraumático por todo ese abuso al que se vio sometido.

Muy al fondo sabía que Shura estaba jugando con ellos y que no tardaría en ver su jugada tejida en varios sitios.

Se separó del abrazo de la mujer para checar su celular, Julián tardaba y eso no le gustaba.

—Julián no debería tardar así—nervioso se sentó en un tronco cerca a una estatua de un ángel—siento que...

Un mensajero se estacionó frente a él. La monja solícita se acercó, más el mensajero le indicó por señas que era para Aioros que con el corazón latiéndole a mil se puso de pie. Le entregó una tarjeta de fondo gris con una caja de terciopelo azul en la que estaba grabada el logo de una joyería que él conocía muy bien.

Firmó tembloroso y el mensajero se fue.

La tarjeta decía el siguiente mensaje:

Militiae species amor est.

En el interior de la caja una foto de él y Julián en su compromiso, rota y salpicada de sangre.  Tras ella otras palabras que provocaron que su corazón se volviera un puño de angustia.

Él era tu amigo... pero quedó su reflejo y también lo rompí...

—¡ Madre santísima!—exclamó la religiosa persignándose—¡ es una amenaza!

Aioros atinó a pronunciar un nombre antes de que el aturdimiento lo embargara.

—¡ Aioria!

******

Con el cambio de turno, Shion pudo irse a casa a descansar.

Sorrento le comentó por mensaje que iría a su casa a comentarle sobre el allanamiento en la casa de Seiya, ubicada en los suburbios. 

La placa relucía sobre la mesa de noche donde, Dohko el esposo de Shion guardaba chaquetas y otras prendas mientras el oficial se duchaba para recibir a su subalterno que conducía lo más prudente que le permitía su bólido ya que según oyó en la radio, se suscitó un accidente de tránsito a la salida de la ciudad en la que contaban los periodistas que cubrían el hecho, habían tres  hombres atrapados entre los hierros retorcidos de dos vehículos, dos aún vivían y el otro murió en el acto así mismo numerosos destrozos materiales, otra versión decía que fueron tres vehículos involucrados y que uno huyó dejando la estela de angustia y desesperación ya que los servicios de emergencia no localizaban a los parientes de uno de los heridos.

Cambio de planes...

Entró una llamada de parte del departamento encargándole el caso del accidente junto a los de tránsito que estaban en la escena.

—¿ Porqué yo?—cuestionó al oficial.

—Porque hace poco encontraron el tercer vehículo involucrado, abandonado cerca de nuestras inmediaciones con huellas de choque y algo perturbador en su interior. Ve Sorrento, el Capitán Shion ya está al tanto.

—Bien—cerró la llamada y tomó un atajo para llegar al lugar.

Charcos de aceite, trozos de metal dispersos, personas nerviosas que intentaban ayudar a los bomberos a sacar a los heridos, el sol terrible que no daba tregua y prensa tomando fotos y reportando el siniestro fue el panorama que se topó al arribar al sitio que era un puente. 

Alguien hablaba en voz baja a uno de los heridos, mientras se cortaba la lata para sacarlo. 

A unos pasos, sacaban al otro que soltó de entre sus dedos, su celular ensangrentado. Sorrento maldijo al causante del siniestro ya que reconoció al hombre que con cuidado era puesto sobre una camilla para ser trasladado.

—¡ Maldición!

Un amigo con el que fantaseó tiempo atrás, cuyos ojos eran astutos pero de corazón cálido y alma benevolente.

Apartó a un paramédico para verlo bien, eso era imposible...

El tono de su cabello y sus facciones coincidían. 

—Oficial, debemos trasladar a este hombre, su condición es grave y si no recibe atención inmediata puede morir.

Magulladuras, cortes, la sangre tomó cada sitio como suyo. Atónito se apartó negando lo que veía.

—No mueras—murmuró con dolor en su voz mientras se agachaba para tomar el aparato que cayó minutos antes de sus manos, claro con un pañuelo.

—¡Listo!—exclamaron otro grupo de bomberos que sacó al otro herido cuyos ojos verdes buscaban ansiosos a su alrededor—¡ está a salvo!

Otra sorpresa, ese otro lo había visto de pasada meses atrás cuando le tocó presentarse en la escena de crimen en un departamento donde un hombre fue atacado a traición. Vio una credencial casi partida por el impacto colgar del cuello del herido que lo identificaba como un analista financiero. Algo le decía que esos hombres estaban relacionados y que el accidente fue una cortina de humo para distraerlos más del caso inicial.

Una vez que culminaría con las pesquisas, iría al hospital donde los dos heridos fueron trasladados, buscaría a aquel que amó en silencio hace años y trataría de hallar el nexo con el otro.

Mientras sus compañeros con la bilis en la garganta sacaban un cuerpo que aún conservaba tejidos envuelto en un plástico negro puesto en los asientos traseros del auto. Era un caos, ahora profanación de cadáveres en la mesa de investigaciones.

Ya era suficiente.

o-o-o-o-o

Militiae species amor est.- El amor es una especie de guerra.

Saludos :D






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