11.- Fantasma al asecho.
Sus manos yacían amarradas sobre su cabeza mientras las manos de su pareja recorrían furiosamente su cuerpo, se quejó cuando él estrujó una de sus tetilas provocándole gritos de dolor. Shura sonrió macabro, con eso no se atrevería a coquetearle a otro que no sea él.
Comenzó a retorcerse buscando zafarse de ese agarre, pero Shura previendo aquello apresó sus piernas a la vez que buscaba poseerlo aunque sea por las malas.
—¡ Por favor!—rogó el castaño con ojos llorosos—Shura no quieres hacerme daño...
—ay amorcito—se burló el azabache tanteando entre las nalgas del otro que se quejó por la dureza—voy a enseñarte a mirarme sólo a mi...
—¡ sólo me pregunt...! ¡ ayyyyyyyyy!
—¡ NOOOOO ya no más!—el grito estentóreo alarmó a Julian que dormía a su lado.
—¿ otra de esas pesadillas?—preguntó el ojiverde prendiendo la lámpara para observar el rostro bañado en sudor de su esposo quién se aferró cual niño asustadizo al regazo de su madre.
Ni muerto Shura lo dejaba en paz.
No había sido feliz con Shura a partir del tercer año de novios ya que este mostró su cara oculta, era presa de los celos y vivía obsesionado con todo lo que el hacía desde su trabajo, comida y amigos quienes en especial Saga veía que eso perjudicaría su relación de años de amistad con Aioros.
Primero iba a buscarlo al trabajo diez minutos antes de salir, luego con el tiempo comenzó agredir a cualquiera que se le acercara aunque sea a preguntar la hora para finalmente someterlo en la intimidad a las peores vejaciones.
Lo peor según él era que los amigos de Shura creían que era una santa paloma cuando en realidad era un lobo vestido de oveja.
—siento que él nos observa—se apartó del abrazo de Julián para escrutar desconfiado la ventana—Shura era astuto...
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Ahora que recordaba, el difunto forense ese día de su muerte le comunicó que tenía algo de suma importancia que contarle, que tenía que ver con el caso de Shura. Hyoga tenía que saber algo ya que casi siempre estaba cerca del forense y había aportado en el caso a pesar de ser nada más que el conductor del carro de Medicina Legal.
Shiryu brillaba por su ausencia lo cual levantó más sus sospechas.
Hyoga era la pieza clave de eso porque siempre estaba cerca del fallecido y este le confiaba lo que sabía.
Por eso esperaría que despertara e interrogarlo.
Sorrento investigaba con los videos de las cámaras de seguridad para hallar al culpable de tamaño destrozo en la estación, el equipo antibombas recogía evidencia y examinaba la composición del explosivo. Y él acompañaba al herido rubio en su convalecencia.
Un enfermero entró con un tablero para comprobar los signos vitales, Shion aprovechando la oportuna llegada salió para llamar a sus subordinados esperando que le den noticias.
Sorrento contestó contándole que las cámaras de seguridad fueron saboteadas por lo tanto no se tenía esa información, de la bomba le dijo que era un material sumamente potente como para volar dos manzanas a la redonda.
—esto es una maldita broma, saben lo que hace Sorrento—siseó furioso al verse una vez más burlado—y si no me equivoco ese maldito de Shura tiene algo que ver...
Desconcertado, Sorrento replicó en voz baja.
—pero está muerto Capitán, nosotros vimos el cadáver, el informe de autopsia... ¿ cree usted que alguien esté infiltrado aquí?
—no sólo eso....—salió a la calle para hablar con más libertad—su ex, Aioros me dijo cuando lo interrogué que él tenía muchas mañas y que era capaz de actuar como un psicópata.
—oh dios Capitán—Sorrento por poco lanza el teléfono al suelo—¿ y si ese tipo no está...?
Gritaron " código rojo en la habitación 22", se le heló la sangre al darse cuenta que era la habitación de Hyoga. Alarmado se abrió paso entre la multitud de enfermeras y doctores que se dirigían en tropel a la misma, al entrar vieron al dichoso enfermero tendido en el suelo con la jeringa en el cuello y al rubio respirar agitado. Había despertado al sentir que se arrimaban frente suyo topándose con la muerte sonriéndole macabra.
—me querían ma..matar—dicho esto cayó inconsciente.
Media hora después el hospital estaba rodeado de policías que revisaban callejones, contenedores de basura, requisaban al personal e interrogaban a pacientes y trabajadores. Shion consideraba que era peligroso mantener al muchacho ingresado ahí, que era mejor derivarlo a una clínica privada porque al parecer era la presa del ignoto que los estaba atacando con bombas, asesinatos y sabotajes.
—jefe—Aldebarán se acercó con semblante compungido—el fallecido era un conocido mío...
—¿ conocido dices?—Shion tuvo que tragarse la bilis al oír aquello—¿ quién era?
—Seiya Kido, era mi vecino y lo tenía como un joven educado y sin vicios.
Los forenses sacaban el cadáver de cuya mano cayó un papelito, tomando todas las precauciones, fue recogido no sin antes Shion le hizo una foto para luego ser puesto en la bolsa de evidencias.
—es una amenaza para Hyoga.
—sabe cosas que puede perjudicar a quien éste detrás de eso—concordó Sorrento.
Cuadras más allá.
Un sombra se agachó a llorar desolada, se había refugiado en un callejón luego de que el plan se frustrara por mal cálculo, la promesa de tener dinero a montones, de la forma más fácil obligó al hoy difunto a aceptar el negocio. La cabeza principal de todo eso no le gustaría saber que su plan fue desbaratado.
Si seguían con esas equivocaciones pronto descubrirían la macabra obra detrás de todo eso, al director con sus actores principales y secundarios de los cuales ya habían salido una vez que su actuación fuera suficiente.
No podía reclamar el cadáver de Seiya, lo reconocerían al instante.
—estás tan demente que ese pobre diablo que utilizaste jamás será encontrado...
Cuando las sirenas se perdieron a la distancia, caminó amparado por la oscuridad de aquel callejón donde ebrios, mendigos y drogadictos gastaban su miserable existencia, así él se sentía, con su vida echa jirones por creer en una mente que lo arrastraba al abismo.
Sabía que vendrían más muertos y si él no silenciaba a Hyoga, él sería el siguiente...
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