CAPÍTULO 4: PERCIVAL WEASLEY


"Mas yo pertenecía a esa raza de seres de quienes se dice que carecen de juventud: un adolescente triste, sin lozanía. Mi solo aspecto helaba a las gentes."

NUDO DE VÍBORAS- F. Mauriac.

Hermione intenta calmar su respiración al despertar. El sudor la envuelve y una opresiva sensación de ahogo la abruma. Hace tiempo que tiene sueños malos: a veces se ve a sí misma caer por un precipicio sin fin. Intenta gritar pero el llanto se lo impide. En otras, sus padres caminan y ella desea alcanzarlos, pero algo la empuja hacia atrás y le oprime el pecho. Y ella sabe que ellos no la ven, que es un fantasma cuya existencia no lamentan, y esto la alivia en cierta forma.

Siempre son los mismos sueños, pero no esta vez... Porque esta vez, estaba él.

Ella podía mirar hacia atrás, a sus días de Hogwarts, donde no existía aún la guerra. Harry y Ron, envueltos en sus uniformes, la invitaban a seguirlos en dirección al castillo y ella comenzaba a caminar hacia ellos, pero entonces él se interponía. Su alta figura se erguía frente a ella, con su cabello más rubio y su piel más pálida que nunca. En su rostro se veía una expresión lastimosa que llegaba a helar la sangre. Ella quería volver a Hogwarts, junto a Harry y Ron, era lo que deseaba, pero él ponía su mano sobre el pecho de ella obligándola a retroceder, con su mirada gris fija en el piso, sin jamás mirarla.

De pronto ella notaba la roja sangre manchando su camisa blanca y se asustaba. Intentaba alzar su mano hacia él para buscar alguna herida, pero eran sus propias manos las que estaban cubiertas de rojo, igual que su ropa, igual que su cabello. Todo en ella era sangre, y esa era la sangre en la camisa de él. Su sangre: sangre sucia.

Ella lo miraba espantada buscando una respuesta y entonces, recién entonces, él alzaba su rostro hacia ella. "Lo siento", fue todo lo que dijo... Un "lo siento" herido, un "lo siento" desgarrado. Un "lo siento" que la estremece y desconcierta, seguido por el despertar.

"Hermione, ¿estás bien?"- pregunta Ginny a su lado, al notar su llanto. Y ella asiente, limpiando las lágrimas de su rostro e intentando respirar.

"Sólo fue un sueño", dice para calmar la preocupación de su amiga, que ha dejado su propia cama para acudir en su ayuda. Aún es de noche. Ginny pregunta qué ha soñado y ella guarda silencio. No sabe qué decir.

Ambas intentan volver a dormir, pero Hermione sabe que no será fácil. Después de esos sueños nunca lo es. Y menos ahora, que en el sueño está él. Él, que intentó besarla. Él, que ha ocupado sus pensamientos durante meses. Él, a quien ella lleva días evitando. Él: Draco Malfoy.

-HP-

- ¿Se puede saber por qué me has estado evadiendo?- fue el reclamo con que Daphne lo interrumpió mientras Draco observaba el tinte verdoso del líquido que goteaba desde el alambique. Había destilado un puñado de hojas de ajenjo, esperando descubrir alguna utilidad para la planta en sus nuevas pociones. En general, era esta una actividad que le gustaba hacer a solas, por lo que la voz de la rubia alterando el silencio no dejó de incomodarlo.- Anoche en verdad necesitaba hablar contigo, pero tu cuarto parece hechizado para evitar que alguien golpee la puerta.

- No.- respondió tranquilo.- En realidad es un hechizo simple, hecho solo para evitar que tú golpees la puerta.- El silencio que secundó aquella declaración fue más prolongado de lo que Draco esperaba por lo que giró sus ojos hacia la joven para examinar su expresión.

- Y ¿por qué querrías hacer eso?- una de las cejas de la joven estaba alzada manifestando su extrañeza, pero a parte de eso no había nada más. Ninguna indignación ni improperios amenazando con escapar de sus labios. Y Draco recordó porqué Daphne era de las pocas personas que realmente le simpatizaban. Aunque solo fuera por eso, merecía una respuesta.

- No me conviene que Granger te vea ahí.

- Ya veo...- dijo simplemente, mientras llevaba las manos a su cabeza dando forma a una coleta con su cabello.

- ¿No dirás nada?

- ¿Buena suerte?- y sus labios se curvaron en una sonrisa, logrando confundir aún más a Draco. El único modo de que Daphne se tomara aquello tan a la ligera, era ganando algo a cambio. Pero ¿qué? ¿Qué podía ganar Greengrass si él conquistaba a Granger? Y entonces comprendió.

- ¡¿Weasley?!- el nombre dejó sus labios como si con él expresara todo su pensamiento. Si él quitaba a Granger del camino, no había estorbo para llegar al pelirrojo. Cuando la sonrisa se amplió en los labios de la rubia, tuvo su confirmación.

- ¡Perspicaz como siempre!- lo alabó ella. Y Draco hizo una mueca de asco.- No me mires así... tampoco es como que existan muchas opciones.

- Debería sentirme profundamente ofendido ante un comentario como ese, considerando que yo podría ser perfectamente una opción.- dijo Draco, moviendo su varita sobre el alambique y esperando las disculpas de Daphne. Pero estas no llegaron.

- Eres bueno con tus manos... eso lo admito. - Draco amplió su sonrisa, asintiendo lentamente. Si algo tenía que agradecer a Pansy, era toda la práctica y ensayo necesarios para cultivar ese talento.- Pero con lo aburrido que es todo por acá, necesito un reto de verdad, o me acabaré volviendo loca.

- ¿Weasley un reto?- Draco estaba seguro que de haber tenido algo en la boca se habría atragantado con ese comentario.

- Dijo que no le gustaban las rubias.

- ¡Ah!- exclamó él, como si eso explicara todo. La conocía lo suficiente como para saber que su vanidad estaba por encima de cualquier cosa.

- ¿Tienes alguna poción que pueda serme útil?

- Daphne...- rió Draco- Tú no necesitas una poción.- Y ella sonrió, convencida de que el rubio estaba en lo cierto.- Pero no puedo dejar de decir que me decepcionan tus gustos.

- Como si la mojigata come libros fuera mucho mejor...

- Supera a Weasley en inteligencia.

- No cuando se trata de gustos... Enamorarse de tí, es una opción bien estúpida siendo quien es.

- Eso no quita que sea inteligente...- con su varita atrajo hacia sí un par de pomos, donde fue depositando el líquido destilado.- Sólo hace que debas sumar "masoquista" a sus defectos.

- Que son varios... Como ese horrible cabello... ¿es que nunca se peina?

- Tiene lindos ojos...- la mirada de Daphne casi le horadaba la piel. Draco no quitaba su vista de la preparación, pero podía adivinar la expresión curiosa en el rostro de la rubia, que se había inclinado con los codos apoyados sobre la mesa, muy cerca de él.

- Debe tenerlos... Es la única parte de ella de la que nunca te has burlado.

- Tampoco me he burlado de su trasero.

- ¿Piensas que tiene un lindo trasero?

- No tan bello como el tuyo, Daphne.

- ¡Respuesta correcta!- sonrió ella, colocándose detrás de Draco y masajeando sus hombros. La tibia presión era reconfortante luego de horas con el cuello doblado preparando pociones- Lo que me encantaría saber, es qué es lo que atrae a Granger de ti.

- ¿No lo adivinas?- sonrió Draco, terminando de cerrar los frascos.- Mi personalidad, por supuesto.

- No... -Dijo ella en una afirmación tajante.- Debe ser otra cosa... Eres guapo, pero no creo que sea solo eso tampoco... debe haber algo más.- Draco se había girado hacia ella, tomando sus muñecas con suavidad y acariciando la piel que antes estaba en sus hombros.

- Tal vez me vea como una causa perdida... tiene debilidad por ellas...- una de sus manos se colocó en la espalda de Daphne, mientras la otra ascendía hacia su nuca.- El "cruel y malvado Motífago, que perdió a sus padres"...- dijo con un tono burlón, atrayendo a Daphne hacia sí.- Seguro cree que puede salvar mi alma.

- Que te negaras a matarla cuando quien tú sabes te lo pidió, suma puntos a esa idea.- Si bien no era un recuerdo que agradara a Draco, no tomaba a mal a Daphne que se lo recordara. Sabía que no era con maldad. No en ese caso al menos.- Y a decir verdad, da para pensar...

- ¿Qué cosa?- preguntó él en un susurro, con sus ojos demasiado concentrados en los labios de ella para prestar atención.

- ¿Por qué no la mataste?

Por unos segundos, Draco giró sus ojos grises a los azules de ella, y se quedó así, pensando, buscando el recuerdo olvidado en ella. Pero tampoco ahí lo encontró.

Y sus labios descendieron a buscar los labios de Daphne, porque besar siempre era una buena forma de responder, cuando no tenía una respuesta.

- HP-

Tonks hablaba de lo apresurado que crecía Teddy a quien quisiera escucharla, mientras aguardaban por Remus Lupin para iniciar la junta en el salón comedor que usaban para las reuniones de la Orden. El pequeño pronto cumpliría años en poco tiempo, y Harry pensaba en lo rápido que había pasado el tiempo sin él notarlo, y aún quedaban dos Horcruxes por encontrar, una tarea que se veía dificultada ahora que Lord Voldemort sabía de la búsqueda que estaba haciendo y que utilizaba falsas pistas a fin de emboscarlo.

- Un beso por tus pensamientos.- susurró Ginny a su oído y él le dirigió una sonrisa triste. Hacía una semana había cedido a la tentación de besarla y desde entonces la joven estaba de un humor particularmente bueno. ¡Cómo habría gustado a Harry poder disfrutar tan despreocupadamente! Pero la guerra lo había convertido en un viejo... y no en uno feliz.

- Han atacado el Ministerio...- informó Lupin cuando finalmente llegó a ocupar su lugar en la mesa, atrayendo la atención de los presentes. Llevaba en su rostro una expresión cansada, pero por lo ordenada que lucía su ropa y cabellos, Harry dedujo que el hombre lobo no había participado de aquella nueva batalla. Hermione y Ron, que eran aparte de Harry y Ginny los únicos presentes de los más jóvenes, dirigieron sus ojos al "elegido" instantáneamente. Un ataque directo al Ministerio era algo que llevaban tiempo temiendo. Sabían que si Lord Voldemort quería recuperar el control, era precisamente ahí donde partiría su ofensiva.

Lupin explicó cómo Kingsley había desplegado a los aurores para controlar la situación, logrando atrapar a unos cuantos mortífagos en el camino. Había un gran número de heridos entre medio, a causa de un fuego iniciado en el tercer piso, y aunque aún no tenían confirmación, creían que más de un funcionario había sido secuestrado.

- Si ya se siente con la fuerza de atacar el Ministerio...- comenzó Hermione intentando exponer un miedo que era colectivo.

- Es porque puede hacerlo.- concluyó Lupin- Con todo el tiempo que se ha mantenido en las sombras, es poco probable que este sea un ataque a ciegas. Es algo previamente planeado y si logramos detenerlo esta vez, no fue precisamente por estar bien preparados.

- ¿Qué quiere decir?- preguntó Ron, pero Lupin, tras compartir una mirada preocupante con Macgonagall, y decidir, al parecer, que no era el momento de revelar lo que fuera que ocultaba, regresó sus ojos al pelirrojo para decir que necesitaban más aurores. Pero la mirada compartida con la profesora de transformaciones no pasó desapercibida para Harry.

- Creemos que es tiempo de que los nuevos integrantes de la Orden tomen una participación más activa.

- ¿Tan activa como la última participación de Neville?- preguntó Hermione en un tono inusualmente agresivo.

- Seríamos más cuidadosos esta vez.- concedió Lupin.- Lo que ocurrió con Neville fue precisamente porque no se les ha dado el entrenamiento adecuado. Lo que Kingsley y yo queremos es que tengan ese entrenamiento en lugar de pasar sus días aquí matando las horas.

- La mayoría ha venido buscando seguridad o porque no tiene otro lugar a donde ir.- defendió Hermione- El padre de Luna confía en que aquí está a salvo. Lo mismo que la abuela de Neville. Parvati llegó luego que los mortífagos mataran a su hermana en Hogsmeade, mientras que Hanna y Dean no tienen un hogar a donde regresar. ¡Y para qué hablar de los Slytherin! Por mucho que Nott y Greengrass se negaran a pelear del lado de Voldemort, no por eso van a arriesgar su vida por alguno de nosotros. Greengrass aún me mira como si tuviera peste de dragón; lo que es Nott, en más de una ocasión me ha parecido que está a punto de mandar un CRUCCIO sobre cualquiera de nosotros que se le atraviese. Y en cuanto a Malfoy, hasta hace poco no le permitían ni usar varita por miedo a que nos matara mientras dormíamos.

- Pues entonces habrá que aprender de ellos.- agregó Tonks, ganándose una mirada perpleja por parte de Ron y Ginny- ¡Vamos chicos!, todos sabemos que ellos conocen un buen par de trucos que nos serían útiles. Theodore Nott siempre fue un chico talentoso.

- Y Malfoy, con solo dieciséis años logró introducir los mortífagos a Hogwarts bajo nuestras propias narices, cuando todos creíamos que era imposible- agregó Lupin. Ron estuvo a punto de decir algo al respecto, pero en ese momento, Bill hizo su ingreso abriendo la puerta sin siquiera tocar.

Su rostro, afeado por una cicatriz que no desaparecería jamás, estaba pálido como nunca y su expresión contrariada. Incluso antes de que hablara, todos se habían puesto de pie, esperando el anuncio de alguna catástrofe.

- Percy está en San Mungo...

-HP-

Ron aguardaba intranquilo en el blanco pasillo del hospital. Por mucho que las relaciones con Percy no fueran las mejores, enterarse de lo ocurrido lo sobrecogía. Había sido secuestrado y torturado, teniendo luego la suerte de huir. Pero no su novia. Recién se enteraba él que su hermano tenía una novia: largo cabello rubio y ondulado. Penélope Clearwater.

El pelirrojo la recordaba de Hogwarts, lo que hacía más difícil imaginarla muerta. Pero ahora estaba muerta, y su hermano destrozado, en una sala de San Mungo.

- ¡Ya estoy lista!- dijo Greengrass a su lado, con aquel tono jovial que tenía siempre. La bruja parecía completamente incapaz de comprender los sentimientos de nadie más que ella misma. ¡Cuán desagradable le resultaba a Ron! Intentó recordar como había llegado ella ahí, mientras la observaba con una mirada que dejaba traslucir su desagrado.- Dicen que no quedará ninguna cicatriz.- Siguió, exponiendo su mano vendada frente a él. Extrañamente, la rubia había sufrido un inesperado accidente justo en el momento que él, junto a Molly y sus hermanos, se disponían a ir a San Mungo. Un corte que no dejó que nadie examinara hasta no llegar ahí. Y Molly había tenido la ocurrencia de dejarlo a él acompañándola. "Percy duerme ahora", había dicho su madre. "Y no podemos dejar sola a la pobrecilla". En opinión de Ron, bien pudiera ser que la rubia quisiera esta oportunidad para hacer llegar información a los mortífagos. ¿Qué información? No lo sabía, pero siendo una Slytherin debía esperar lo peor de ella. ¡Lástima que su madre se hubiera encariñado con la muy bruja!- Duele un poco, eso sí, pero...

- Debemos regresar.- dictaminó seco, echando a andar a través del pasillo sin esperar a que ella lo siguiera. Pero la rubia lo hizo. Con su maldita sonrisa de medio lado. Todos caían ante ella, ante esa sonrisa y esos ojos. Era linda, ciertamente, pero él no se dejaba engañar. Para él, seguía siendo una Slytherin, tan deshonesta como Malfoy y todos los de su clase.

- ¿Por qué no han dejado venir a tu hermana?- preguntó Greengrass de pronto, sin comprender el desagrado que había en el sepulcral silencio con que Ron caminaba junto a ella en dirección al tercer piso, donde su familia aguardaba noticias de algún cambio en su hijo pródigo.- ¿Es porque Potter la ama? ¿Temen que estén tras de ella para llegar a él?

- Muy perceptiva, Greengrass- gruñó.

- Pero entonces ¿por qué te han dejado venir a ti? ¿No es igual de riesgoso siendo tú su mejor amigo?- Ron se encogió de hombros a modo de respuesta, sin agregar nada más. Los siguientes diez metros los hicieron en silencio.

- ¡Al fin los encontramos!- se oyó la voz de George, llegando junto a ellos, con Fred siguiéndole los pasos- Nuestra madre ya estaba histérica pensando que les había ocurrido algo.

- Así que nos mandó a buscarlos.- terminó de explicar Fred, ubicándose junto a Greengrass con una sonrisa en los labios. Cada vez que su hermano Fred se acercaba a la bruja, colocaba la misma estúpida sonrisa, dejando claro el efecto que la rubia tenía sobre él. Ron seguía su marcha inmutable.

- ¿Y cómo está su hermano?- preguntó la rubia.

- Dormido por los sedantes.

- Pero dicen que estará bien. Es imposible empeorar su rostro, de todos modos...- rieron los gemelos.

- ¿Podrían caminar más rápido?- fue todo lo que dijo Ron, apurando el paso.

- ¿Y por qué?- preguntó George.

- ¿No se dan cuenta que los mortífagos están atacando de nuevo y cada vez más seguido? Si fueron contra el Ministerio, significa que ningún lugar es seguro, mucho menos San Mungo.

- No te preocupes tanto, hermanito. Tenemos una nueva invención...

- ¡Los trasladores Weasley!- agregó Fred guiñando un ojo a Greengrass mientras le mostraba lo que parecía una vieja cuchara, generando que una de las cejas de la joven se alzara incrédula.

- ¡Los trasladores no son seguros!- gruñó Ron- Son fáciles de rastrear... Lupin dijo que...

- Pero ahí está la genialidad de este invento, hermanito.

- ¡No son rastreables! Una vez que lo usas la conexión se cierra, de modo que nadie puede seguirte...

- Aunque tú tampoco puedes volver, claro... estamos trabajando en eso aún, ya que podría enviarte a cualquier lugar.- se encogió de hombros Fred.

- ¿Y cómo regresas luego?- intervino la rubia.

- Cierra la conexión que hace posible trasladarte, pero funciona como localizador.

- Aunque solo nosotros podemos rastrear en dónde se encuentra, de modo que los Mortífagos nunca puedan hacerlo.

- ¿Y si los dos lo usan al mismo tiempo, quién podrá localizarlos?- Fred pestañeó ante la pregunta de la rubia y George se llevó una de las manos al cabello.

- Bueno... como dijimos, todavía está en fase de desarrollo...- Ron alzó la mirada para esquivar un paciente que caminaba en dirección contraria, y entonces advirtió dos hombres con la mirada fija en él, caminando en su dirección por el pasillo.

- ¿Por eso no lo han activado aún?- preguntó la rubia a Fred.

- Se activa automáticamente al caer al suelo... Es en verdad una genialidad.- los hombres que Ron observaba con detención intercambiaron una mirada, lo que encendió en el pelirrojo la voz de alarma y lo hizo detenerse. Pero ellos lo notaron.

- ¿Una genialidad?- seguía Greengrass, y los gemelos, girados hacia ella, no advirtieron los "STUPEFY" que los enviaron a la inconsciencia.

Greengrass emitió un grito ahogado y Ron lanzó un "PETRIFICUS" a uno de los hombres que cayó al instante, mientras el otro avanzaba rápidamente hacia ellos, repeliendo sus hechizos. Ron se giró hacia atrás con la intención de correr, advirtiendo que Greengrass había activado un hechizo protector en torno a ella y los gemelos aturdidos, sosteniendo la varita en el aire e indicando a Ron que ingresara al campo invisible.

Pero Ron no alcanzó a ingresar, cuando un hechizo lo mandó contra el muro, haciendo saltar su varita por los suelos, y dejándolo caer aturdido contra el piso.

A través del campo de protección de Greengrass pudo ver que sus hermanos comenzaban a despertarse, pero rodeado por un mortífago a cada lado del pasillo, sabía que Greengrass no podría mantener el campo por tiempo suficiente para que volvieran en sí.

Afortunadamente, si es que se podía llamar a eso fortuna, los hombres no parecían interesados en atacar a los gemelos o a la rubia, sino a él.

- ¡RENNERVATE!- oyó el grito amortiguado con que la chica despertaba a Fred a través del campo protector e intentó correr hacia ellos, pero unos dedos surgidos de la nada lo agarraron por el hombro obligándolo a girar, mientras con la otra mano lo apuntaba al pecho.

- ¡Lo quieren vivo!- gritó un cuarto mortífago justo en el momento en que un golpe eléctrico le recorría el cuerpo producto del hechizo, haciéndolo caer contra el piso.

- Vivo no es lo mismo que ileso...- dijo el hombre sobre él, y aunque Ron intentó incorporarse, sus brazos y piernas fueron incapaces de sostenerlo y volvió a caer al piso, mientras veía unas largas piernas avanzar hacia él, y una brazo alzar su varita.

Pero el hechizo nunca llegó, porque un peso inesperado le cayó sobre la espalda, haciéndolo botar todo el aire de sus pulmones, y Ron apenas alcanzó a distinguir unos mechones rubios cubriéndole la vista, antes que todo comenzara a girar.

Cuando el movimiento se detuvo, no era el frío suelo del pasillo de San Mungo lo que había bajo su pecho, sino un húmedo lodazal. La lluvia caía libre sobre su cabeza y el cuerpo de Greengrass cubría su espalda.

Ron se giró todo lo rápido que pudo a mirarla, mientras ella se reincorporaba y observaba alrededor con sus azules ojos, haciendo un reconocimiento del lugar. Era un terreno abierto, cubierto de pasto; a lo lejos llegaba el ruido de aquellos artefactos que los muggles llamaban automóviles y que él mismo manejó una vez en segundo año.

- ¿Qué te parece?- exclamó la rubia, clavando en él sus ojos desde el suelo- ¡Estamos en mugglelandia!

- ¿Y mis hermanos?- preguntó Ron, aún sin poder salir de su aturdimiento. ¿Cómo habían llegado ahí?

- Ya estaban despiertos y se quedaron peleando con el encapuchado que seguía en pie... ¡Demonios!- exclamó, llevando a la altura de sus ojos su varita partida en dos.- En verdad espero que los gemelos sepan cómo encontrarnos.- En una de sus manos estaba la vieja cuchara que Fred y George habían presentado como su "genial" invento.

-HP-

Percy no es, en opinión de Hermione, su favorito de entre los hermanos Weasley, sino todo lo contrario. Pero aún así, pese a ello, no deja de sentir lástima por él.

Han dicho que Penélope murió intentando huir junto al pelirrojo y que fue en un estado catatónico que lo encontraron a él horas después. Han dicho que él y ella estaban comprometidos y que vivían juntos hacía meses. Y han dicho que él la amaba.

Hermione piensa que el amor en aquellos tiempos debe representar la peor de las tragedias, pues es un constante sufrir preocupado de la seguridad de quien se ama. Y aún así, pese a todo, ella quiere amar algún día.

Y piensa en Ron; en lo lejano que parece el tiempo en que su cercanía provocaba unas cosquillas deliciosas. ¿Habrá sido eso amor? Piensa en Viktor, y en aquel primer beso que el búlgaro le robó una tarde en la biblioteca: un frío contacto de labios que a ella le supo a tiempo desagradablemente prolongado y a desencanto. ¿Era así cómo debía ser un beso? Y piensa en Malfoy, aunque se avergüenza de pensar en él, porque sabe que aquello nada tiene que ver con amor, pero sí mucho con el enigma de sus ojos grises, el calor de su roce y la promesa de mil cosas placenteras que hay en su voz.

¿Desde cuándo la voz de Malfoy produce eso en ella? No sabe en qué momento se produjo, pero sí sabe que no es inteligente acercarse mucho a él. Sí sabe que si él intentó besarla no es por amor. Aunque no logra imaginar qué podría ser entonces.

Una sensación opresiva se apodera de su pecho al pensar en él y un miedo real a cualquier sentimiento que pudiera nacer en ella por alguien que no la querrá jamás la embarga y la atormenta. Lo mejor es no pensar en Malfoy, pero no puede evitarlo.

Sus dedos acarician la tapa de los polvorientos libros de la biblioteca de los Black, su refugio favorito cuando quiere estar sola, o cuando no le queda más remedio que estarlo. Siempre ha sido así, desde niña, hasta el extremo de que el olor a libro viejo y pergamino, son para ella el olor a hogar. La silenciosa soledad de los libros siempre ha sido su refugio.

Está pronta a tomar uno, cualquiera, sólo para abrir sus páginas y regodearse en aquel olor que la reconforta, pero entonces, otro aroma inunda el ambiente. Un aroma que ella ha aprendido a reconocer a fuerza de intentar evitarlo. Es un olor a pino fresco, a hierba y a ostentación... ¡Huele tan bien! Ella respira hondo hasta que sus pulmones atrapan aquella esencia y se gira a mirarlo, pero sin mirarlo. Quiere que él se vaya, que no diga nada y desaparezca, pero no sabe cómo pedírselo.

Él la observa unos instantes y sus labios se curvan maravillosamente. Sus ojos grises parecen atrapar la poca luz de la sala y emitirla hacia ella, con la fuerza de un hechizo. Y luego mira hacia otro punto, por detrás de ella, pero más que consciente de su presencia, ella lo sabe, y él extiende su brazo, pasando junto a la maraña castaña que es el cabello de ella y el roce entre la tela y su pelo atraviesa el silencio generando en Hermione un estremecimiento incómodo. Él ha cogido un libro y ella mira hacia otro lado, molesta porque él no ha hablado y a la vez incapaz de decir nada, y no queriendo oír nada tampoco. Porque, ¿qué ocurrirá si él retoma el tema del beso que no fue?

Pero él habla, con su voz grave y profunda. Y ella tarda en comprender lo que ha dicho. ¡Tanto miedo tiene a sus palabras! Pero él solo ha preguntado por lo ocurrido a Percy. Neville les ha hablado del ataque al Ministerio.

Ella responde cortante que es cierto. Que han atacado el lugar y secuestrado a algunos. Le dice que Penélope Clearwater ha muerto y que Percy está en San Mungo. Pero todo lo ha dicho con la espalda apoyada en la repisa de libros y su mirada clavada en el suelo, temiendo por la cercanía de él, porque sabe que él no deja de mirarla. Y ella muerde su labio nerviosa, sin saber si huir será lo más correcto.

"¿Es por eso que estás así?", pregunta él. Ella no puede evitar alzar su mirada para encontrar sus ojos. La sonrisa ha dejado sus labios y ahora la mira fijamente. Demasiado fijo y demasiado cerca. ¿En qué momento avanzó hacia ella? Su aliento cálido golpea su frente y su olor... Su bendito olor a limpio y a madera la desquicia. Planea buscar un hechizo que anule su olfato prontamente.

"¿Así como?", interroga ella, con la poca agresividad que le queda.

" Así...", una de sus manos ha viajado al cabello de ella, hacia aquel mechón rebelde que le cubre el rostro, y sus fríos dedos rozan su piel al reubicar su pelo por detrás de su oreja. Y ella se tensa y siente sus mejillas arder, pues sabe que él lo ha notado; que él sabe lo que provoca en ella. "Preocupada... Siempre vienes a este lugar cuando algo te preocupa", ¿Por qué le dice eso? Se cuestiona ella. ¿Por qué ha comenzado a hablarle siquiera? ¿Por qué antes ha intentado besarla?

Y la única respuesta que le parece lógica, siendo él quien es, no resulta alentadora: el muy maldito se burla de ella. No hay otra opción. Y una terrible ira se apodera de Hermione, y la rabia y el miedo no la dejan pensar en otra cosa más que en él burlándose de ella.

"¿A qué estás jugando, Malfoy?", lo enfrenta. Y él la mira contrariado, y ella piensa que quizás no ha debido preguntar aquello y su expresión se suaviza y sus labios se abren para decir algo, pero no sabe qué decir. Los ojos de él siguen fijos en ella.

"¿Jugando?", pregunta él entrecerrando los ojos. "En verdad eres una persona graciosa, Granger", y su sonrisa se ha curvado otra vez y da un paso hacia atrás, acercando el libro que sostiene con una de sus manos a su pecho. La observa una última vez, primero a los ojos, luego en los labios, y luego a los ojos otra vez, y al instante siguiente se ha ido.

Y Hermione siente que el aire le falta. Que él se lo ha llevado consigo.

-HP-

- ¿Ese es tu método de conquista?- preguntó Theo, llegando al cuarto. Draco había tomado asiento sobre la cama y repasaba las páginas del libro, aunque sin leer, divertido aún por la atónita expresión de la sangresucia.- Decirle que es ¿"graciosa"?

- ¡Y yo aquí confiando que no querías hacer de espía de nadie!- exclamó, aludiendo a la conversación anterior, aunque Theodore, sin parecer afectado por ello, se dejó caer sobre la cama tras quitarse la corbata. A Draco no dejaba de molestarle que Theo siguiera utilizando la corbata cuando, estando lejos de Hogwarts, no era necesario hacerlo.

- Tú y Granger no son los únicos que leen en este lugar, ¿sabes?- dijo, sin dejar de mirar al techo.- ¡"Graciosa"! En verdad las mujeres deben considerarte muy guapo, si con ese tipo de comentarios lograbas meterte en sus calzones.

- La sangresucia no es cualquier mujer. Sabe que el término "graciosa" tiene más de un significado, y en este preciso instante debe estar intentando definir cuál de todos ellos di a esa palabra al usarla con ella. Eso la tendrá pensando en mí toda la noche, y mañana estará mucho más receptiva a cualquier cosa que yo diga para aclarar su duda... aunque sea una estupidez- Theo giró su rostro con los ojos entrecerrados hacia el rubio, como si buscara algún argumento para rebatir aquello, pero al pasar unos segundos, y al no encontrar ninguna objeción, su rostro volvió a ser tan ilegible como de costumbre. Blanco, bello, e ilegible.

- Astuto, como siempre.- volvió a cerrar los ojos.- Y ¿hasta dónde piensas llegar?

- ¿A qué te refieres?

- ¿No se revolcarían tus antepasados en la tumba si te acuestas con una sangresucia?

- ¡Muy gracioso!- bufó.- ¿Y qué dirían los tuyos si te vieran con una chiflada?

- No hay nada entre Lovegood y yo.

- ¿En verdad?- Preguntó escéptico, pero el aludido no respondió.- Hablando de locas, ¿cómo es que "Lunática" te ha soltado un instante?

- Está en el comedor junto a los demás. Ha llegado el licántropo diciendo que atacaron San Mungo. Al parecer iban tras la pelirroja, o eso es lo que les han logrado sacar a los enviados del Señor Oscuro cuando los interrogaron.

Draco sonrió triste. Ni él ni Theo solían usar el término "mortífago" para referirse a los seguidores de Lord Voldemort, y le molestaba que Potty y amigos pudieran hacerlo tan libremente solo por no formar parte de aquella tropa maldita. Theo y él no podían darse ese lujo sin sentir vergüenza o miedo... o una mezcla de ambos.

- ¿Quiénes eran?- preguntó. Su compañero pasó su mano por los castaños cabellos antes de responder, como hacía cuando algún pensamiento lo incomodaba. Seguro que había estado pensando lo mismo que él: en los mortífagos... En ellos mismos.

- No conozco los detalles. Hay demasiada lágrima e histeria en el comedor, como para que yo pueda aguantar ahí. Dije a Luna que me sentía enfermo y me retiré. Ha creído que es por Daphne.

- ¿Por Daphne?

- Daphne y Weasley están desaparecidos... Según los gemelos, los tendrán de regreso antes de que amanezca, pero conociendo a Daphne, aún sin eso no correría peligro. Si algo sabe hacer bien es cuidarse... ¿De qué te ríes ahora?

- De que Greengrass encontró la forma de quedarse junto a la comadreja.- Theodore se giró hacia él sin comprender- Temo que bien pueda ser todo ese asunto del secuestro producto de algún plan macabro de ella para tener la oportunidad de estar a solas con él.

- ¿Por qué habría de querer quedarse a solas con él?

- Porque está encaprichada con Weasley. ¿Qué esperabas? Tú ni siquiera la miras desde que está aquí.

- Pero eso no es razón para ir por ese imbécil.

- ¿Celoso?- preguntó tomando asiento y clavando en él sus ojos para evaluar su reacción.

- No hay motivos.- Draco odiaba la seguridad con que Theo decía aquello. Siempre envidió en cierto modo la relación que existía entre él y Daphne- Pronto se cansará de él como se cansa de todos. Siempre termina regresando.

- No lo hará mientras estés con Lovegood. Parece creer que ahora te gustan las feas.

- Lovegood no es fea.- tras aquella declaración hubo un largo silencio durante el cual el rubio aprovechó de desvestirse para meterse bajo las sábanas. Miraba a Theodore, que seguía con los ojos cerrados y boca arriba, con atención.

Ciertamente Lovegood no era fea, pero Theodore Nott no era de los que se molestaban en defender a nadie, por lo que aquel comentario resultaba cuando menos extraño viniendo de él.

- ¿Ya la has besado?

- No.- en este punto se incorporó sobre la cama, y sus ojos negros brillaron en la penumbra de la habitación al clavarse en Draco.- ¿Y tú? ¿Has besado a Granger?

- No.- Theodore alzó una ceja escéptica.-Pero trabajo en eso...- sonrió Draco socarronamente, curvando los labios hacia arriba y echando atrás la cabeza. Así de seguro estaba de que sus avances con la sangresucia rendirían frutos, y solo esperaba verle la cara al pobretón. Incluso a Potter lo pondría al tanto cuando llegara el momento. Tal vez así el cara rajada se terminaba de arrepentir de haberlo traído a vivir a ese agujero infestado de gryffindors idiotas.

- Me pregunto si madurarás algún día... - Theo lo observaba con sus ojos negros fijos en él, pero sin mayor expresión, como cuando Snape se metía en sus pensamientos. Hasta donde Draco sabía, Theodore Nott no dominaba la Legeremancia como él, o al menos no con la misma habilidad, pero bien pudiera ser otro secreto bien guardado de Nott. Aunque se conocían desde niños, y habían compartido el tipo de cosas terribles que hacen que dos niños se consideren amigos, había muchas cosas que él no sabía de Theodore. Que probablemente nadie sabía.

- ¿De qué hablan con Lovegood?

- De todo y nada...- murmuró, colocando su antebrazo sobre los ojos, al parecer cubriéndose de la luz.- Tiene facilidad para hacer conversación de los temas más ridículos- y sonrió, sin que hubiera burla en su expresión. Fue un gesto casi imperceptible, pero no pasó inadvertido para Draco.- ¿Crees que Daphne regrese hoy?

- ¿Has decidido volver a hablarle?

Theodore restregó sus ojos con ambas manos como si tuviera sueño y luego giró a mirarlo.

- Después de nuestra última conversación me di cuenta que ha pasado tiempo suficiente como para que cualquier hechizo que pudiera hacer esa serpiente para leer mis pensamientos a distancia, ya debió perder su efecto...

Cinco meses, tres semanas y dos días, para ser exactos, pensó Draco. Y solo cuando Theo entornó los ojos, se dió cuenta que lo había dicho en voz alta.

- ¿O sea que volverás con Daphne?

- No puedo volver con alguien con quien nunca he terminado.- A Draco no dejaba de molestarle la seguridad conque lo decía. No eran celos, se dijo, pues su relación con Daphne siempre estuvo circunscrita a una suerte de beneficio mutuo, sin exclusividad. Pero aquella sensación de pertenencia que Theodore mostraba por ella desde hacía años, era algo que escapaba al entendimiento del rubio y se preguntaba si eso sería porque se amaban.

- ¿La amas?- ante su pregunta, Theodore soltó una risa que lo hizo apretarse el estómago y dejarse caer de espaldas, como si Draco hubiese planteado algo ridículamente absurdo.

No es amor entonces...

- Si la amara, Draco, no creo que me habría quedado tan tranquilo la de veces que se divertía contigo bajo las sábanas.

- Se suponía que estabas dormido.

- Yo no duermo cuando hay ruido... Daphne lo sabe.- Draco casi sintió pudor al saberse descubierto... casi.

- Y entonces, ¿por qué buscarla?

Luego que las palabras salieran de su boca se sintió ridículo, y pensó que Theodore estallaría en una nueva carcajada. Claramente, había buenas razones para que cualquier hombre quisiera seguir a Daphne a todos lados. Y Theo lo sabía bien.

Pero en lugar de burlarse y responder lo obvio, el rostro del moreno adquirió una expresión seria, con la mirada perdida en algún punto borroso del techo, que recordó a Draco aquellas breves ocasiones en Hogwarts en que Theodore Nott le había parecido vulnerable, y que él no era bueno enfrentando. Siempre fue Blaise Zabinni quien lo sacaba de ese estado, con sus bromas a medias e historias ridículas.

Pero Blaise no está aquí.

Draco se había resignado ya a no tener respuesta, por lo que, sin saber qué más hacer por Theo, se disponía a dormir cuando le llegó la voz de muchacho.

- Daphne y yo somos almas gemelas...- susurró- Estamos igual de podridos por dentro.

Draco no tenía palabras con que responder a eso, y no creía que Theodore esperara una respuesta, por lo que tiró de la sábana y se cubrió con ella, dispuesto a dormir, mientras recordaba tiempos más fáciles, embriagados junto a Blaise y Theodore, en algún rincón del castillo, mientras apostaban cuánto tardarían Gregory y Vincent en regresar con algún pastel robado de la cocina. Puede que hasta la risa chillona de Pansy la extrañara a veces. Aunque solo a veces.

Eran mejores tiempos.

- Fin del Capítulo Cuarto-

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