CAPITULO 17: SEVERUS SNAPE


Recordatorio : Draco Malfoy pertenece a Rowling... igual que los demás personajes... Pero me he dado el lujo de tergiversar un poco su historia...


"Y fue entonces cuando César juró que, a partir de aquel día, cubriría su rostro con una máscara, para que nadie pudiera ver el precio que había pagado por sus pecados. Así, cubierto el misterio, dedicaría el resto de su vida a la guerra, pero a partir de ahora no lucharía por el Dios de su padre, sino contra todo lo que ese Dios representaba".

- LOS BORGIA- Mario Puzzo.

La poción encargada por Lord Voldemort a Snape era un imposible. No tanto porque no existieran precedentes para un brebaje capaz de anular los hechizos que protegían al cuartel de la Orden, sino porque Snape no tenía intención alguna de conseguir éxito en el encargo. Arriesgaba la vida, era cierto, pero ¿no la había arriesgado siempre?

A veces, cuando estaba solo y lograba abstraerse por un instante del caos en que se había transformado su vida, intentaba regresar en el tiempo y encontrar una respuesta a la incontestable pregunta de cómo había llegado a esa posición. Era enemigo de ambos bandos y amigo de nadie, en una situación tan inestable y desquiciante que él mismo debía recordarse constantemente dónde estaban sus lealtades y las razones que tenía para ello. Y en medio de toda esa locura, solo encontraba una razón: Lilly Potter. Y a veces, cuando era realmente sincero, en el silencio de su propia conciencia, se admitía a sí mismo que ni siquiera era por ella. Era por la culpa. La culpa de una muerte con la que cargaría hasta el final de sus días, y para la cual, jamás podría conseguir el tan ansiado perdón.

Albus Dumbledore le había hecho creer que podía redimirse y él quería creer, necesitaba creer que así era, o de lo contrario todo perdería sentido. Incluso ahora que el viejo profesor ya no existía, se empeñaba en recordarse a sí mismo que era en post de ese perdón inexistente e inalcanzable, que hacía todo cuanto hacía. Todo, incluso confesar la verdad a Remus Lupin.

Dumbledore tenía razón en una cosa, y es que el hombre lobo había creído en él y en sus motivos. Contra todo pronóstico, Remus Lupin lo había dejado hablar aquella noche, oyendo cuanto Severus tenía que explicar, y al finalizar, le había ofrecido su entera confianza. Las viejas rencillas y enemistades no tenían importancia cuando se trataba de un bien superior: vencer a Lord Voldemort. Él lo entendía así, pero le sorprendió comprender que Remus Lupin también.

Aunque en algo había fallado el juicio del viejo director, y es que, en opinión de Severus, el hombre lobo no era el más indicado para estar a la cabeza de la Orden, no cuando constantemente daba muestras de su ineptitud al poner en riesgo la vida de los que debía proteger. ¿No había jurado acaso proteger también a Draco Malfoy?

Sólo una vez le preguntó Remus el motivo de su especial interés en el hijo de Lucius, y él se escudó diciendo que no quería que Lord Voldemort llegara, a través de Draco, a apoderarse de la varita de Sauco. Aunque Remus no pareció del todo conforme con aquella respuesta no insistió y Severus se preguntaba ahora si no habría sido mejor confesarle su afecto por el trágico chico. Pero eso tampoco habría cambiado gran cosa, y Draco hubiera terminado de todos modos en manos de los mortífagos.

Había ido en rescate de Hermione Granger, según explicaba Lupin en su concisa nota, y Severus se preguntaba si en verdad el hombre lobo esperaba que se creyera algo así. Llegó a pensar incluso en la posibilidad de que hubiesen obligado a Draco a ir tras ella, con tal de que él hiciera algo por rescatarlos a ambos, a sabiendas de que, si se trataba solo de Hermione Granger, él podría haberse negado a correr el riesgo.

Apenas había recibido la nota de Lupin cuando Blaise Zabini apareció frente a él. Al principio, la intromisión lo hizo ponerse en guardia. Bien era cierto que él mismo había modificado el encantamiento de su hogar para permitir el paso de Blaise ahí en una nefasta ocasión, pero no estaba seguro ahora de si había sido una buena idea el no renovar las protecciones.

Vio el rostro desencajado de Blaise la noche en que Theodore murió, y, por algún extraño motivo, sintió que podía confiar en él. Le dijo donde ubicarlo si necesitaba hablar. El recelo en los ojos del moreno había sido evidente entonces, y, sin embargo, cuatro horas después, apareció en la entrada de su casa, para decirle dónde podía encontrar el cuerpo de Nott.

Después de eso no volvieron a intercambiar palabras, y aunque Blaise no tenía por qué pensar que él era un traidor- después de todo, sólo era un antiguo profesor que compartía su dolor por la muerte de Nott- aún así, no confiaba por completo en él, ni en nadie. Esa había sido siempre su fórmula para sobrevivir.

Pero la preocupación en el rostro de Blaise era real. El moreno había sido un buen alumno en lo que a Oclumencia se refería, y aún así, Snape podía asegurar que no estaba haciendo uso de ella cuando le refirió que Draco Malfoy corría un riesgo mortal. Fueron dos minutos todo lo que tomó para ambos decidir cómo ayudarlo. Blaise decía tener un plan para sacarlo y el hogar de Snape sería su vía de escape.

- Dile que tendrá que esperar hasta que yo regrese, y tú debes asegurarte que Flint no se dé cuenta de lo ocurrido hasta que él esté a salvo.

- No lo hará.- aseguró Blaise.- Si logro sacar a Draco de ahí, Marcus jamás se atreverá a decir a Bellatrix que alguna vez lo tuvo prisionero y que no se lo informó inmediatamente. Sabe que eso la encolerizaría. Sé que se limitará a entregarle a la sangresucia.

Snape no dijo nada. ¿Qué podía decir? Pedir ayuda para Hermione Granger, o buscar una excusa que motivara a Blaise a rescatarla, levantaría inmediatamente sospechas sobre su lealtad. Lamentablemente, para la señorita Granger, él solo podía velar por la vida de uno.

Sin embargo, minutos después de que Blaise se fuera, cuando modificaba el hechizo que custodiaba su hogar para permitir el ingreso de Draco Malfoy, decidió incluir también otro nombre: el de ella, esperando que algo de la legendaria suerte de Harry Potter para escapar del peligro, la ayudara también a ella.

Ni aún se arriesgó a responder a Lupin. No podía dejar nada que sirviera de pista a Bellatrix, pues sabía demasiado bien que, si se enteraba algún día de que Draco había huido, él sería su primer sospechoso. Por eso tomó lo que tenía avanzado de la poción y fue a la Mansión Malfoy. Debía estar donde estuviera Bella; era el único modo de que no lo pudiera culpar de nada.

Lo curioso es que la bruja ni aún se había molestado en darle atención. Sus pensamientos estaban centrados en algún plan que la tenía muy feliz, y del cual se había negado a hablar a nadie. ¿Habría descubierto cómo llegar a Potter? Intentó indagar al respecto, pero cuando los negros ojos de Bella se posaron suspicaces en él, y sintió como algo quería abrirse paso entre sus pensamientos, decidió desistir. No podía dar a la bruja otro motivo para desconfiar de él, no cuando ella nunca había dejado de desconfiar.

Cuando Blaise llegó junto a la bruja, él se abstuvo de mostrar interés alguno en el relato que hacía el moreno sobre Flint y su intento por ocultar la captura de Granger. Por un instante, al oír mencionar el nombre de Granger, los ojos de Bella se clavaron en Snape por más tiempo del necesario, pero no hizo comentario alguno antes de salir en busca de Flint, para exigir la entrega de la prisionera.

Solo cuando la bruja regresó dando bufidos por cómo había encontrado todo al llegar ahí, Snape comprendió que Zabini había sido mucho más astuto de lo que él esperaba, pues, incluso si la bruja se llegaba a enterar algún día de la participación de Draco en el asunto, jamás sospecharía de Blaise. ¿No había sido él mismo quien había delatado a Flint, mostrando su lealtad por Bella? Todo lo ocurrido posterior a ello, incluido el rescate, le era ajeno. Ni un solo testigo había dejado para decir lo contrario.

Snape pensó en aprovechar ese momento de cólera de la bruja para ir en busca de Draco, pero fue el mismo Lord Voldemort quien lo retuvo a él y Lestrange por varias horas más.

Al llegar finalmente a su hogar, pensaba en la bruja, y en la felicidad con que había dicho a Voldemort de cuán bien avanzaba su plan, aunque sin querer dar detalles al respecto. Tan abstraído estaba en ese pensamiento, que no se percató de la extraña escena que tenía ante sus ojos hasta que tuvo tiempo de procesar en su cerebro que Draco no estaba solo, sino abrazado a una dormida Hermione Granger.

-HP-

Mientras contemplaba el modo en que el pecho de Hermione subía y bajaba, evidenciando su respiración, Draco pensaba en lo que había ocurrido y se preguntaba cuántas veces más tendría que arrepentirse de actuar sin pensar en consecuencias. Sin embargo, y pese a que sabía que había estado a punto de morir, no se arrepentía del todo.

Draco nunca había tenido pretensiones de héroe antes y estaba seguro que jamás las tendría en el futuro. Lo que importaba, lo que realmente justificaba todas las idioteces cometidas esa tarde, era que ella seguía respirando a su lado.

¿Era eso amor? No podía asegurar que la amaba- no importaba lo que el Veritaserum le hubiese hecho decir- pues nunca antes había amado a nadie a excepción de su madre, y ese sentimiento había sido muy distinto a esto. Pero algo grande debía unirlo a Hermione Granger como para haber arriesgado su vida de ese modo, sin pensar siquiera, y temía que ella lo entendería así también. ¿Comenzaría otra vez con su eterno interrogatorio de "Qué es lo que sientes por mí"?. Su labio se curvó en una mueca de desagrado al pensar en ello. Si tan solo Granger no fuese tan fastidiosa a veces, toda aquella situación sería mucho más llevadera.

- No quisiera tener que interrumpir tan lamentable escena...- llegó la voz de Snape, que de pie junto a la puerta de la habitación, los observaba con una expresión severa, que no lograba ocultar del todo su preocupación.- Pero tenemos poco tiempo.

Draco conocía a su viejo profesor lo suficiente como para saber que no haría preguntas molestas. Era suficiente sagaz como para entender lo que ocurría ahí, sin necesidad de aclaraciones, y lo suficiente práctico también, como para dar importancia a nada que no fuera sacarlos de ahí, si ese era su objetivo. Y Draco no sabía por qué, pero confiaba en que esa era la intención del hombre.

El problema sería que la joven que comenzaba a removerse en la cama, sí querría respuestas, y no sería fácil convencerla de que ese no era el momento de hacerlas.

- ¡Profesor Snape!- exclamó Hermione, menos agresiva de lo que Draco había esperado.

- Asumo que Draco le habrá facilitado algo para aliviar esos golpes, señorita Granger.- dijo el hombre cortante, aunque con los ojos fijos en el rostro magullado de ella.

- Afortunadamente sigues tan bien abastecido de pociones como siempre.- Draco intentó sonreír, pero manteniendo sus ojos voluntariamente inexpresivos. Es cierto que no tenía motivos para desconfiar de Snape, después de todo, ese hombre no había hecho más que ayudarlo siempre, pero Snape seguía siendo un mortífago, y él, seguía siendo un traidor.

Hermione preguntó algo. Draco sólo fue consciente de cómo los labios de Snape se movían entregando una respuesta, pero los negros ojos del hombre seguían fijos en él. Demasiado fijos, como si quisiera decirle algo. ¿Pero qué?

-HP-

Para Snape estaba claro que Hermione Granger no debía saber nada aún; no podía saber lo que Draco había hecho o no estaría ahí junto a él. Lo que le extrañaba era la fría indiferencia con que Draco permitía aquellos sentimientos por parte de la joven, y, por lo que él entendía de la situación actual, lo peor era que el rubio correspondía sus afectos. Era como si el muchacho no recordara nada.

Habría querido tener respuestas, pero era poco el tiempo del cual disponían, y habían cosas más importantes que tratar.

Snape quitó el hechizo localizador de Draco; exigió, sin dar mayores explicaciones, que el rubio entregase la varita que traía a Hermione Granger, y extendió hacia ellos un par de capas con las que los conduciría hasta el Ministerio, donde darían aviso a Remus Lupin de su llegada.

- Quiero que sepas que tu madre está enterrada en el panteón de la familia Black.- dijo de un momento a otro, clavando sus ojos en Draco, quien se quedó inmóvil por unos instantes sin saber cómo reaccionar.- Supongo que fue la última muestra de amor fraternal mostrada por tu tía.

- ¿Y mi padre?

Snape guardó silencio por un instante, mientras agitaba su varita en el aire para hacer aparecer un brillante objeto con una piedra verde en su centro, que Draco reconoció al instante como la sortija de los Malfoy.

No hicieron falta las palabras. Draco cogió la joya y la posicionó en su dedo en el más absoluto silencio, comprendiendo que era aquello todo lo que Snape había podido preservar de Lucius Malfoy. Al levantar sus ojos, para Snape quedó claro que el joven agradecía el gesto, aunque ni una palabra salió de sus labios.

- Debemos irnos...

Pero ninguno de los tres llegó a la entrada. Un estruendoso ruido, seguido del estallido de la puerta en mil fragmentos de madera y polvo, los hizo retroceder sorprendidos, mientras la oscura melena de Bellatrix Lestrange se abría paso hacia ellos.

- HP-

Draco no había vuelto a ver a su tía desde hacía mucho y, sin embargo, con solo tenerla al frente, todo el odio que había albergado por aquel ser abominable en otro tiempo, volvió a él con renovada fuerza. ¿Era posible odiar más? Por instinto, su mano apretó la inexistente varita entre sus dedos y entonces comprendió su poco ventajosa posición frente a la bruja.

Todo lo demás ocurrió demasiado rápido: Bella logró esquivar el primer ataque de Snape y al instante siguiente, la varita del mago caía al piso, luego que una certera daga lanzada por la bruja, se incrustara en su mano; Hermione, pese a su valeroso intento de ataque, fue lanzada contra el muro al instante siguiente, alejando con ello toda posibilidad de que Draco lograra hacerse de un arma. ¿Por qué diablos había aceptado entregar la varita?

Con horror, Draco vio como el veneno contenido en la daga comenzaba a cobrar sus efectos en Snape, quien caía de rodillas frente a la mujer, aún con los ojos abiertos, pero incapaz de hacer mucho. Y entonces, los ojos de la bruja se posaron en él, evidenciando su sorpresa.

- ¡Vaya, vaya! ¿Que no es mi queridísimo sobrino perdido?- sonrió descubriendo los dientes. Draco intensificó el odio en su mirada, pero desarmado como estaba, se sabía a merced de la bruja.- Me gustaría decir que te extrañé pero... sabrías que miento, ¿verdad, querido?- en su rostro se formó una de aquellas muecas que Draco tanto odiaba.- Aunque debo decir que me alegra mucho encontrarte aquí.

- Lamento decir que el placer no es mutuo.- Expuso él entre dientes, intentando hacer uso de la oclumancia que la bruja frente a él le había enseñado.

- ¡Lastima!- sonrió la bruja, sin despegar sus ojos de él.- Supuse que la extrema preocupación de Severus algo tenía que ver con la Sangre-Sucia, aunque nunca imaginé que tú también estarías involucrado. Pero ya que estás aquí, ¿serás un buen sobrino y me ayudarás a llevar a esta mugrosa frente a Lord Voldemort? Si te portas bien, puede que incluso interceda para que mi Señor te conceda una muerte rápida... Después de todo, ¿para qué está la familia?- y rió, en aquel modo desquiciado que Draco bien recordaba.

- Ya que estás dispuesta a hacer favores, preferiría que te pudrieras en el infierno.- Ella le devolvió la sonrisa con la mirada que se da a un niño pequeño, pero sin agregar nada. Dio un par de pasos hasta quedar frente a él, por lo que Draco debió refrenar la urgencia de retroceder. No quería mostrarse intimidado. Sabía que con su tía, mostrar miedo, era el mejor modo de alentarla a atacar.

- ¡Qué gran decepción resultaste ser!- la bruja ladeó la cabeza hacia la derecha, sin despegar de él sus negros ojos.- No puedo dejar de preguntarme si habrán sido los mimos de Cissa los que te estropearon, o si simplemente heredaste lo peor del imbécil de tu padre.- Sus ojos inspeccionaban la mirada de él con atención.- Supongo que nunca lo sabremos...- dio un nuevo paso, con la varita aún apuntando a su sobrino.- Ahora, ¿vendrás por las buenas?

- ¿Y privarte del placer de hacerme sufrir?- sonrió él, aparentando una tranquilidad que no tenía, mientras advertía como Hermione, a unos pasos de él, comenzaba a recuperar la conciencia.- ¡Vamos, Bella! ¿Qué clase de sobrino sería si lo hiciera? Además, una vez que el Señor Oscuro acabe conmigo, ya no tendrás esta oportunidad.

La bruja entrecerró los ojos, con un pensamiento iluminando su rostro y apuntó con su varita al corazón de Draco, al tiempo que se humedecía los labios. Él ya había visto esa expresión en aquella mirada perversa muchas veces antes, por lo que un temblor recorrió su espalda al comprender lo que estaba por venir.

- Si lo pones de ese modo, creo que hay algo que siempre quise probar contigo- Draco tomó aire como por reflejo- ¡DEZARIUM!- el rayo blanco impactó en él obligándolo a caer.

De un momento a otro sintió las invisibles garras encajarse en su piel y la tibia sangre brotar a través de ellas. Se oyó a sí mismo gritar e intentó cerrar los labios al instante siguiente, esta vez no por una cuestión de orgullo, sino para evitar que lo que fuera que había en su estómago, aprovechara ese grito para salir por su boca.

Bella decía algo a su lado, hacía florituras con la varita y hablaba sin parar, pero ninguna palabra podía ser interpretada por el cerebro de Draco. El dolor le impedía atender a nada que no fuera las ganas de gritar, el sabor metálico en su boca, y la sensación de muerte inminente.

En algún momento, la bruja se inclinó hacia él, para agarrarlo por los cabellos y alzar su rostro, pero la sangre impedía a Draco ver gran cosa. Por eso, no se percató de que fue Hermione quien lanzó a la bruja por los aires.

Cuando el dolor comenzaba a disminuir, comprendió, con renovado horror, que había perdido la cuenta del tiempo transcurrido, y aunque intentó volver a contar los segundos y minutos, y el días y semanas y meses transcurridos, ningún número parecía coherente en su cabeza.

Pero sabía que el tiempo seguía transcurriendo, largos minutos en que Hermione y su tía se batían a no mucha distancia de él mismo, intercambiando hechizos, girando, recibiendo impactos y enviando luces de colores entre ellas. Para cuendo finalmente pudo abrir los ojos, lo primero que vio frente a él fue la varita de Snape, a solo unos metros.

Era parcialmente consciente de que Hermione seguía en pie, mientras se desplazaba en busca del trozo de madera. Sus dedos se enredaron en ella y con gran esfuerzo logró girarse a enfrentar a Bella en el instante mismo en que esta dirigía a Hermione, de rodillas frente a ella, algún hechizo mortal.

- ¡RICTUS!- gritó, pero la bruja, haciendo gala de sus reflejos, escapó al rayo azul por escasos centímetros, al tiempo que se giraba a él con el terror clavado en sus ojos. ¿Por qué de pronto lucía tan horrorizada? Se preguntó Draco sin lograr entender, ni tener tampoco gran interés en hacerlo. Alzó su varita nuevamente a ella, pero la bruja fue lo suficientemente rápida para apuntar con la suya a Hermione, aunque sin despegar sus ojos de Draco, como si, dentro de todo, quisiera evaluar su reacción.

- ¿Quién lo habría pensado?- sonrió.- De verdad te importa la mugrosa.- Apuntó con mayor firmeza a Hermione al notar que Draco alzaba la varita peligrosamente.- ¡Hazlo y ella muere!- gritó.

- Esto es entre nosotros, Bella. Vamos, ¿es que tienes miedo de enfrentarte a mi?- alegó él, sintiendo como la pérdida de sangre comenzaba a hacerse notoria y se nublaba su vista. Por toda reacción de parte de la bruja, tuvo una mueca molesta.

- Ambos sabemos que podría desarmarte sin problemas, Draco, pero no soy tan estúpida como para convertirme en el próximo blanco del Señor Tenebroso. ¿O crees que no sé cómo funciona la vari...?

- EXPELLIARMUS- esta vez Hermione fue más rápida que la bruja, con lo que logró hacerla perder la varita. La bruja intentó reincorporarse con sus felinos reflejos, pero Draco ya había alzado la suya contra ella y Bella apenas alcanzó a girarse para enfrentarlo.

- ¡SECTUMSEMPRA!

De lo último que Draco tuvo consciencia antes de que sus piernas cedieran, incapaces de sostenerlo, fue del hechizo impactando en el pecho de su tía; el mismo que Potter había usado con él en el baño de Myrtle la llorona unos años atrás. Sin duda, de volver a ver al cara rajada algún día, tendría que agradecérselo.

Después de este último pensamiento, su cabeza impactó contra el frío piso de piedra y todo fue oscuridad.

-HP-

Percy fue llevado a Azkaban sin oponer resistencia. Según Shacklebolt explicara a Lupin, lo habían hallado todo lloroso y cubierto de tierra, en los alrededores de Birmingham, y ni aún había intentado ocultarse o huir. Lo que más extrañaba a todos, era la actitud desinteresada con que aceptó el arresto y la mirada vacía con que fue trasladado hasta ahí.

El interrogatorio aclaró las dudas que los de la Orden tenían respecto al destino de Hermione y la intención de los mortífagos, pero ni aún bajo los efectos del Veritaserum, pudo Percy dar detalles respecto a la ubicación de la joven. Los mortífagos habían sido lo suficientemente astutos como para jamás revelar el lugar, por lo que en cierto modo, además de haber dado con el culpable de todo, no habían ganado gran cosa, y en lo que respectaba al rescate de Hermione, seguían donde mismo.

- Pero... ¿por qué lo hizo?- fue la inevitable pregunta de Ron.

- Al parecer...- comenzó Lupin, que de pie junto a la chimenea, intentaba clarificar las cosas para los jóvenes frente a él.- Penélope Clearwater no murió en aquel primer ataque como nos habían hecho creer. Los mortífagos la tomaron prisionera y ofrecieron a Percy liberarla solo si les entregaba a alguien a cambio.

- ¿Hermione?

- Temo que no siempre fue Hermione.- siguió Lupin.- Su primera opción fue Neville la noche en que...

-Diagon Alley...- interrumpió Ron, con la comprensión dibujada en su rostro, mientras sus ojos buscaron los de Daphne. De no ser por ella, sería él quien habría acabado en manos de los mortífagos, por culpa de su propio hermano. Y de no ser por la traición de Percy, Daphne nunca habría tenido que enfrentar lo que sea que había enfrentado aquella noche.

La joven giró hacia él sus celestes y bellos ojos, sin comprender, y Ron no pudo evitar sentir su corazón llenarse de rencor hacia su propio hermano. No por él. No porque él podría haber muerto, sino por ella, por lo que fuera que había ocurrido a ella.

- Entonces, - interrumpió Ginny- ¿los mortífagos tienen a Penélope también?- Lupin respondió con un movimiento negativo de su cabeza.

- Como Percy cumplió con su parte, esta noche debían liberarla. Percy la encontró en el lugar señalado por ellos, pero ya no estaba con vida.

- ¿O sea que todo el daño que hizo ha sido por nada?- preguntó Ron colérico, y un silencio colectivo secundó a ello. Todos lamentaban la muerte de la joven, pero también comprendían el costo que había tenido para ellos la traición de Percy. No era solo el peligro que corrió Daphne en manos de los mortífagos; ni la muerte de Nott, o el secuestro de Hermione. Lo que más dolía, lo peor de todo, es que el estúpido egoísmo de Percy había tenido consecuencias que podrían haberse evitado.

- ¿Qué haremos ahora?- dijo Luna de pronto.

- Debemos ir por Hermione...- dictaminó Harry.

- Pero ¿a dónde?- preguntó Dean.

Fue en ese instante que una nota apareció frente a los ojos de Lupin. El remitente era Aberforth Dumbledore.

-HP-

Incluso abrir los ojos resultó doloroso al principio y tomó bastante tiempo más a Draco acostumbrarse a la luminosidad del lugar. ¿Dónde demonios estaba? Al instante siguiente, los recuerdos de los sucesos previos a la inconsciencia, llegaron a su memoria haciéndolo incorporarse de golpe sobre la cama. Lo que siguió a eso, fue un mareo que evidenciaba la pérdida de sangre sufrida. ¿Dónde estaba Bella? ¿Y Hermione?

- ¡Ya despertaste!- sintió la voz de ella a su lado, que inmediatamente lo ayudó a reincorporarse. Poco a poco, Draco logró identificar una sonrisa en sus labios y eso lo tranquilizó. No podían estar en manos de los mortífagos si ella sonreía.- Comenzaba a pensar que la poción no haría efecto hasta varias horas más...

- ¿Qué poción?

- Perdiste mucha sangre. Cuando llegamos aquí estabas tan pálido que...

- ¿Dónde estamos?

- En un lugar donde no deben quedarse mucho tiempo...- llegó la voz de un anciano de larga y blanca barba, apareciendo detrás de Hermione. Por un instante, Draco creyó que seguía inconsciente, pues en el mundo real no podía tener frente a él a Albus Dumbledore. Sin embargo, algo había diferente en esta representación del viejo director... Por eso, no le fue difícil creer cuando Hermione le explicó que se trataba del hermano del hombre a quien él había visto morir.

- Luego que cayeras inconsciente, Lestrange se las arregló para desaparecer,- explicaba Hermione- por lo que era de esperar que regresara acompañada en cualquier momento. Afortunadamente Snape nos ayudó a llegar hasta aquí.

- ¿Dónde está Snape?

La expresión de Hermione ante aquella pregunta no fue un buen presagio y Draco se sorprendió de pronto a sí mismo, más preocupado de lo que jamás habría creído llegar a estar por su antiguo maestro de Hogwarts.

-HP-

Los antídotos para contrarrestar los efectos del veneno utilizado por Bellatrix, habían sido inefectivos, ya fuera por la potencia del veneno, o porque la ayuda había llegado muy tarde. Sin embargo, Snape parecía aferrarse a la vida con el único objeto de hablar con Remus Lupin antes de morir, como había pedido expresamente, con las pocas fuerzas que le restaban.

El hombre lobo habría querido hacer algo; llevarlo a San Mungo o traer un Medimago al lugar, fueron dos de sus nerviosas sugerencias, pero Snape le explicó, sin mucha ceremonia, y con más frialdad de la que se esperaría en una situación de ese tipo, que no había tiempo para eso.

Por un instante, le pareció a Lupin que el mago había aceptado su muerte con una serenidad sólo equiparable a la de aquellos seres largamente torturados que ven en la muerte una feliz posibilidad de reposo. ¿Cuánto tiempo llevaba Snape aquejado por sus propios fantasmas?

La voz de Snape se debilitaba por momentos, mientras le explicaba sus sospechas sobre el avance en los planes de Bellatrix y de cómo había logrado traspasar los hechizos protectores de su hogar en la calle de las Hilanderas, haciendo temer que pudiera hacer lo mismo con Grimmauld Place.

- Buscaré el modo de redoblar las protecciones.- prometió Lupin, lo que pareció tranquilizar al hombre, pero había una cosa más por hacer.

Cada vez con mayor dificultad para hablar, Snape le pidió que acercara un frasco, y ayudándose de una varita, extrajo de su cabeza algún pensamiento, que en forma de una plateada hebra se deslizó desde el borde de su frente, hasta el interior de la cristalina botella, donde Lupin lo atrapó.

- Debes entregarlo a Potter cuando sea el momento...- Lupin asintió sin saber qué otra cosa hacer. Habría deseado preguntar cómo sabría cuál era ese momento, o qué tipo de pensamiento estaba guardado ahí, pero el rostro de Snape lucía tal extenuación que el hombre lobo se limitó a abrir los labios un par de veces para decir algo, cualquier cosa, que pudiera reparar el daño hecho a aquel hombre en otro tiempo, o simplemente agradecer su ayuda en el presente, pero para cuando logró articular la palabra que resumía todo aquello, los negros ojos de Snape se habían cerrado para siempre y Lupin debió guardarse un "Lo siento" que pujaba en su garganta.

Recién en ese instante, Remus Lupin comprendió lo solo que estaba ahora que ya no podía contar con la ayuda de Snape. Ya no podía recurrir al hombre que había aceptado el papel de villano que nadie más habría querido interpretar en aquella guerra. Sólo entonces comprendió lo valiente que había sido el hombre al que él atormentara junto a sus amigos en otro tiempo.

Y segundos después, cuando Draco Malfoy, más pálido que nunca entró al lugar en busca de su antiguo maestro, Remus comprendió, al ver el angustiado rostro del rubio, que no era el único que se había quedado con algo por decir.

-Fin del Capítulo 17-

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top