Capítulo 14: VERITASERUM
"¿Era amor? Pues no, no era amor; si se está proscrito y desposeído de todo, una pequeña parcela de mujer, que se acaba de descubrir, que se ha abrazado entre charcos de cerveza, pasa a ser todo nuestro universo, sin intervención alguna del amor".
-"LOS TESTAMENTOS TRAICIONADOS"- Milan Kundera.
Al despertar esa mañana, el gesto de atraerla hasta su cuerpo fue involuntario. Tres días habían pasado desde la primera noche y aunque no habían vuelto a mencionar entre ellos nada referente a la muerte de Theodore Nott, Hermione lo mantenía al tanto de la silenciosa tristeza de Luna y de los inútiles intentos que hacía Dean Thomas por consolarla.
En opinión de Draco, Thomas debía ser muy estúpido si no veía lo inoportunas que eran sus atenciones en ese instante, pero Hermione insistía en que aquello le haría bien a Lovegood, aunque ni ella misma lograba explicar el cómo.
Por otro lado, era patente el constante nerviosismo de Lupin, que se había tornado más huraño que de costumbre, y más desconfiado también, al extremo que no daba noticias de los avances de la Orden, ni dejaba tampoco darlas a nadie, en presencia de algún Weasley.
Y, finalmente, estaba el imbécil de Potter y sus torpes intentos por mejorar su Oclumancia, en la que el día anterior apenas había mostrado un tibio avance. No era el temor a que el cararajada escudriñara en sus recuerdos lo que le molestaba- él era suficientemente bueno y Potter suficientemente malo como para que eso no ocurriera- sino la desagradable sensación de que el cararrajada ocultaba algo.
Granger se removió entre sus brazos en ese instante, girándose hasta quedar de frente, aunque aún abrazada a él, mientras abría sus ojos y desplegaba aquella sonrisa matutina que hacía a Draco estremecer ante la novedad del sentimiento que esa sola imagen generaba.
- Buenos días...- murmuró ella con la voz aún denotando la sequedad de su boca por la mañana.
Él la observó aún por varios minutos, escudriñando su rostro, sin responder. Era un rostro que en sus tiempos de Hogwarts no había observado realmente. Nunca apreció antes, como ahora, el modo en que sus ojos brillaban cuando asomaba a ellos una idea, la expresión de sus cejas, cuando una injusticia la indignaba, o como se fruncía su frente cuando intentaba resolver algo. Jamás en Hogwarts habría reconocido tampoco, que tenía buenas ideas, y que resolvía problemas con mayor rapidez que cualquiera. Su inteligencia era algo que antes solo había envidiado, y que recién ahora, tras meses de convivencia, había comenzado a respetar y admirar.
Y tampoco habías notado sus pecas..., susurró algo a su oído.
Era cierto. Nunca las había notado y ahora le parecían de lo más encantadoras. Hasta las había contado.
- Te pareces a tu madre...- dijo Hermione de pronto. Sin duda ella también lo había estado observando.- Recuerdo que lo pensé cuando estábamos en Madame Malkin, luego que hicieras ese horrible comentario sobre mi olor, y celebraras mi ojo morado.- Draco se limitó a sonreír, asomando la lengua sobre su labio inferior. No había mucho que pudiera responder.- Nunca es tarde para disculparse, ¿sabes?- sonrió ella, mientras sus cejas se curvaban en un pésimo intento por fingir enojo.
- Tú rompiste mi nariz en tercer año...
- ¡No hice tal cosa!
- Pero me golpeaste.-La miró acusador y ella guardó silencio.- Así que estamos a mano.
- En tercero hiciste crecer mis dientes.- siguió ella, con una ceja alzada.
- El hechizo no era para tí, sino para Potter. Pero debo decir que terminó siendo una mejora al final.- ella le golpeó la mejilla con el dorso de la mano y él se limitó a sonreír.
Pero cuando los ojos de ella tomaron una seriedad inusual, Draco supo que no le gustaría lo que iba a oír.
- Fuiste el primero en llamarme sangresucia.- no era un reclamo en sí. Más bien parecía una confesión dolorosa.
- Si debo ser sincero,- murmuró, girando su rostro al de ella, aunque una vocecita dentro de él le pedía que no fuera sincero.- hasta hace poco te llamaba así en mi cabeza.
Los ojos de Hermione se detuvieron en él, por largo rato, sin decir nada, viajando de un ojo a otro, como si quisiera interpretar aquellas palabras.
- ¿Y qué cambió?- preguntó al fin.
- El concepto ya no aplica.- fue una respuesta críptica, pero esperaba que ella entendiera de algún modo lo que había implícito en su declaración.
- ¿Por qué?
Draco ni siquiera intentó responder con palabras. En lugar de ello, la besó, con más fuerza de la necesaria, enredando su mano en los cabellos de ella y atrayéndola hacia él, hasta posicionar su cuerpo encima de la joven, y devorar su boca, luego su cuello, sus senos, y seguir descendiendo.
Cuando finalmente su cabeza estaba a la altura de la pelvis de ella, se detuvo a mirarla desde su posición, acomodando las piernas de Hermione, para dar mejor acceso a su boca. Las pupilas de ella estaban dilatadas al extremo de haber transformado sus ojos en dos pozos negros y profundos, fijos en él, en lo que estaba a punto de hacer.
Draco habría querido decir algo como "¿Comprendes ahora por qué no aplica?", pero en lugar de ello utilizó la punta de su lengua sobre la zona más sensible de ella, y Hermione arqueó su espalda, rompiendo el contacto visual.
Y mientras sus labios siguieron besando, lamiendo y devorando aquella zona cálida, y los dedos de ella se enredaban en su cabello, Draco llegó a la conclusión de que las acciones, más que las palabras, eran una buena forma de responder a preguntas incómodas. Y por el modo en que ella se revolvió en la cama y apretó las piernas sobre su cabeza, cuando el orgasmo la alcanzó, se convenció de que Hermione Granger no parecía molesta con ese tipo de lenguaje.
-HP-
Una hora más tarde, Hermione retomaba el ritmo de su respiración, mientras contaba los rápidos latidos con que el corazón de Malfoy golpeaba en su oído. Tantas veces había terminado con la oreja apoyada en su pecho de aquel modo, que ya creía haber descubierto un patrón que hacía aquellos latidos reconocibles para ella siempre.
De poco le servía saber que todos los corazones latían más o menos al mismo ritmo, pues el amor daba a aquellos detalles la virtud de la unicidad, haciendo que cada gesto, olor o ruido, pareciera en el ser amado una característica distintiva, aunque no se tratara más que de un rasgo común.
"El ser amado", repitió para sí, ya sin estremecerse, pues aquel pensamiento no era nuevo. En los últimos días había aprendido a aceptar la enormidad de aquel pensamiento, junto con todo lo que aquella verdad implicaba: amaba a Malfoy, fuera esto lo ideal o no. Después de todo, ¿desde cuándo el amor buscaba conveniencias? Y en su caso particular, ni aún se había considerado el pequeño detalle de ser correspondido.
¡De cuántos modos se lo había preguntado ya, a la espera de una respuesta favorable! Con su rostro, con sus ojos, con su voz incluso, en los momentos más vulnerables, le había pedido una respuesta.
Pero él se limitaba a besarla otra vez y ella se dejaba perder entre sus besos porque su silencio era preferible a su negativa... por ahora. Aunque ella se conocía lo suficiente para saber que tarde o temprano necesitaría una respuesta y temía la llegada de aquel instante porque entonces todo acabaría, ¿verdad? Porque, ¿podía soñar siquiera con que él alguna vez le dijera que la amaba? No, no podía.
E incluso si su sentimiento fuera recíproco, Draco Malfoy tendría que dejar de lado toda una vida de prejuicios, sin contar con el peso de la eterna reprobación de sus padres muertos. ¿Podría Malfoy, si es que alguna vez llegaba a amarla, hacer a un lado la imagen de sus padres maldiciéndolo desde la tumba?
- ¿Extrañas a tus padres?- la pregunta escapó de sus labios de pronto, sin que se atreviera a mirarlo tras hacerla, sabiendo que había escogido un mal tema para iniciar el diálogo.
- ¿Extrañas a los tuyos?-No había emoción alguna en su voz al preguntar de vuelta, haciendo que ella recordara la desesperante capacidad que tenía Malfoy para ocultar sus sentimientos.
- Si, pero...
- ¿Por qué los dejaste? Eso es algo que aún no logro entender.
- ¿A qué te refieres?
- ¿En verdad preferías estar con Potter que con ellos?
- No lo hice por Harry...- Se apresuró a decir, pero un gesto de mofa por parte de él le recordó que ni aún ella se creía esa mentira.- Bueno... No fue solo por eso. Si me quedaba con ellos, los exponía a un peligro constante.
- ¿Y estando lejos no?
- Ellos ni siquiera recuerdan que tienen una hija y los envié lo suficientemente lejos como para que no los encuentren. Además...- Tomó asiento en la cama, cubriendo su busto con la sábana y dándole la espalda, a fin de dejar claro que el tema la incomodaba- todos saben que estoy con Harry... ¿para qué iban a querer buscarlos?
Draco guardó silencio por un instante. Algo que no comprendía de Potter y compañía, era el poco conocimiento que tenían respecto a cómo actuaba el Señor Oscuro. Encontrar a sus padres era el mejor modo de llegar a ella, y a través de ella, a Potter.
- ¿Has intentado saber de ellos?- preguntó, y ella, tras voltear a mirarlo, negó con la cabeza mientras una tremenda tristeza se dejaba ver en su expresión.
- Lupin piensa que cualquier contacto con ellos sería demasiado riesgoso...
Un largo silencio siguió a aquello, roto solo por los sollozos de la joven. Draco, sin quererlo siquiera, la atrajo hacia sí en un gesto que no había tenido antes, para besar su cabeza, mientras su pulgar acariciaba el hombro desnudo.
- Al menos podrás verlos cuando todo esto termine...- dijo él, y ella pensó que era cierto. Ella tenía la esperanza del reencuentro, en tanto él no contaba ni aún con una tumba para llorar a los suyos.
- Quiero que sepas que lamento lo de tus padres...- Draco no dijo nada, pero la mano con que la había acariciado hasta entonces, dejó se moverse. ¿Pensaría que mentía?- No eran mis personas favoritas del mundo, pero era obvio que te querían mucho... Por eso lo lamento.
- Gracias...- fue todo lo que él dijo, aunque sin que la frase tuviera mucho sentido, y si bien el tono de su voz no dejaba interpretar nada, el modo en que reinició sus caricias, le hizo pensar a ella que las condolencias habían sido bien recibidas.
-HP-
Harry sabía de los temores que tenía Lupin de que Voldemort pudiera introducirse en su cabeza. Sabía que por ello no le decía todo cuanto ocurría y sabía también que muchas cosas habían ocurrido en aquel tiempo. Lo de Hermione y Malfoy era solo una de ellas, y, a decir verdad, ya no la más preocupante.
Si Ginny tenía razón y Theodore Nott realmente amaba a Luna, las posibilidades de que hubiese sido un espía eran pocas y por tanto quien estuviera entregando información a los mortífagos seguía entre ellos. Pero ¿quién? Lupin parecía tener claras sus sospechas, pero él no podía aceptar aquello. Su lealtad con Ron y su amor por Ginny le impedían admitirlo. No podía ser Percy. ¿O sí?
- Harry, cariño, ¿te sirves un trozo de tarta?- preguntó Molly, extendiendo hacia él un plato en la mesa donde todos desayunaban. Al lado de ella, Percy hundía el tenedor en sus huevos, pero sin comer. Ahora que Harry detenía en él su mirada, podía apreciar la delgadez de su rostro y cómo una preocupación constante parecía haber dejado prematuras arrugas en su frente.
- Si, por favor...- fingió una sonrisa mientras aceptaba el ofrecimiento, sintiéndose culpable de sus propias cavilaciones. ¿Cómo podía desconfiar de un Weasley? Y, sin embargo, ahora que lo pensaba, todo apuntaba a él.
Tan concentrado estaba en estos pensamientos, que no fue consciente de cómo Percy dejaba el lugar, ni de cómo segundos después su voz, increpando a Malfoy, llegaba desde el salón contiguo. Según le explicaría Ginny más tarde, se había encontrado al rubio en su camino y los insultos fueron espontáneos. De poco sirvieron los intentos de Molly por detener las cosas, pues mientras Percy acusaba a Malfoy de ser un mortífago y le amenazaba con desenmascararlo prontamente, la ira contenida reflejada en la expresión de Malfoy era una amenaza más terrible que cualquier insulto, y Harry estaba seguro que, de no ser por el intento que hacía Hermione por detenerlo, hacía mucho que los golpes habrían acabado con los gritos de Percy.
- Algún día, Malfoy, quedarás al descubierto...- chilló Percy, preso de una cólera inexplicable...- ¡Igual que el maldito de Theodore Nnn...!- no alcanzó a terminar la frase cuando el rubio se abalanzó sobre él, y sólo la oportuna intervención de Remus Lupin, que llegaba atraído por los gritos, impidió que el puño de Malfoy terminara incrustado en la nariz del pelirrojo.
- Calma, Draco... cálmate...- susurró Lupin, sin atreverse a soltarlo, mientras todos alrededor contenían el aliento ante la tensión de aquella escena y la varita de Percy temblaba entre sus manos apuntando a Malfoy desde el suelo.
- ¡Lo ven! Es un maldito mortífago...
- Percy...- Comenzó Hermione, que al igual que los demás no comprendía el fundamento de la acusación.- Draco no ha hecho nada que...
- ¡Tu cállate, Hermione!- Le gritó el pelirrojo, girando hacia ella su furia, que para entonces, parecía a Harry no era producto de una verdadera convicción, sino más bien del miedo. Pero ¿miedo a qué?- Perdiste todo derecho a decir algo desde que te convertiste en su puta...
- ¡Percibal Weasley!- gritó Molly consternada- Retira inmediatamente lo que has dicho, o...
- No, no lo haré hasta que comprendan que tener a Malfoy aquí es un peligro... Que debe regresar a Azkaban o de lo contrario...
- O de lo contrario el Señor Oscuro no te dará lo que sea que te ha ofrecido...- A las palabras de Draco siguió el silencio de los presentes y Harry pudo notar el nerviosismo creciente de Percy.
- ¿Me estás acusando a mí de ser un espía?- rió frenético- ¿ Crees que yo...?
- No lo creo... lo sé.
- Eso es ridículo Malfoy, ¿cómo puedes decir que...?
- ¡Ron!- le detuvo Daphne, con expresión severa, para aumentar la confusión de Ronald, que giró a mirar a Harry como si buscara su ayuda, pero Harry tenía sus ojos demasiado fijos en Percy como para notarlo.
- ¿Crees que alguien va a creer tus mentiras, Malfoy?- se burló con la seguridad que le daba el saberse un Weasley- ¿En verdad piensas que...?
- Estoy dispuesto a beber Veritaserum si tú también lo haces...
Harry vio como el rostro de Percy se demudaba por completo ante aquella idea. Intentó alegar que era ridículo, que Malfoy bien podía haber tomado un antídoto para ello, pero cuando Remus Lupin intervino, asegurando que era una buena forma de demostrar de una vez la culpabilidad o inocencia del rubio, el rostro del pelirrojo se tornó más pálido que nunca. Y aunque no fueron pocos sus intentos por evadir la prueba, al final no quedaba más que ceder o admitir la culpa.
Fue entonces cuando Harry notó la expresión pintada en el rostro de Lupin. El antiguo profesor no solo sospechaba de Percy como Harry había pensado, sino que- aunque intentaba ocultarlo- estaba convencido de que él era el espía, y al instante de girar su rostro en busca de los ojos de Ginny, comprendió que la pelirroja también lo creía.
- HP-
Los ojos de Parvati observaban en sigilo como Malfoy iba respondiendo una a una las preguntas de Lupin. El nerviosismo en el rostro de Percy, mientras esto ocurría, era evidente para todos, al extremo que incluso Molly- que no había dejado de restregarse las manos en todo momento- parecía debatirse entre su deber de madre de creer ciegamente en la inocencia de su hijo, y su lealtad con la Orden.
Era obvio que Lupin no pensaba desaprovechar aquella oportunidad para desenmascarar a Percy frente a todos, y en el modo insistente en que Hermione, Daphne, e incluso Harry, miraban al hermano de Ron, era claro que ellos también lo sabían culpable.
Lo peor de todo, es que con cada ridículo intento de Percy por librarse de aquella prueba, no hacía más que volcar los ya parcializados ánimos aún más en su contra, y, si bien el pelirrojo parecía contar aún con el apoyo de su hermano menor- que no dejó de manifestar su desconcierto ante las dudas que tenían sus amigos respecto a la fidelidad de uno de los suyos- esto no parecía deberse tanto a un verdadero convencimiento por parte de Ron, sino más bien a la ya arraigada costumbre que tenía de oponerse a Malfoy.
Para cuando Remus Lupin dio por terminado el corto interrogatorio del rubio y deslizó el frasco que contenía la poción por la mesa hasta ubicarlo frente a Percy, el pánico hizo presa de Parvati. No podía dejar que lo descubrieran... no ahora que estaba tan cerca de conseguir lo que quería. ¿Y si Percy confesaba todo? Bastaba con que Lupin hiciera las preguntas correctas para que su complicidad saliera a la luz y entonces todo se iría al infierno.
Percy seguía buscando una excusa para librarse de la prueba, pero incluso Molly le pedía que bebiera de una vez para que todo se resolviera pronto. ¿Qué clase de madre haría eso a su hijo? Se preguntaba Parvati. Como madre, lo mínimo que se podía esperar de ella era que creara una distracción, que fingiera un desmayo, o algo, cualquier cosa que diera a su hijo la oportunidad que necesitaba para salvarse... Pero si Molly no estaba dispuesta a cumplir con su deber, ¡ella la obligaría a hacerlo!
Tan discretamente como pudo inclinó su varita en dirección a las llamas de la chimenea, y enfocó su mente en el vestido de la mujer y en lo que necesitaba que el fuego hiciera en el. La mano de Percy temblaba en dirección a la temida poción cuando Parvati dio la voz de alarma con que todos volcaron su atención en Molly Weasley y tres hechizos distintos no fueron suficientes para apagar lo que ella había hecho y solo el conjuro de Lupin salvó a la mujer de sufrir alguna quemadura grave, pero no sin que antes Parvati aprovechara de hacer que el Veritaserum diera contra el piso y se esparciera ahí.
Afortunadamente, Percy pareció reaccionar entonces y huyó usando como pretexto a su madre. Ir en busca de Madam Pomfrey era su prioridad, según dijo, y sólo cuando hubo desaparecido, Parvati pudo respirar más tranquila, aunque no sin antes notar la mirada de Daphne molestamente fija en ella. ¡Pero al diablo con la rubia! Era lógico que en algún momento no solo ella, sino también Lupin y los otros, lograrían sumar dos y dos, y la descubrirían. Por eso, mientras quedara la duda en algunos respecto al origen de las llamas- no todos se tragaban lo de que Molly había estado muy cerca de la chimenea- debía aprovechar de llevar a cabo el plan que Percy venía postergando hacía semanas.
- ¿Por qué lo haces, Patil?- preguntó Percy, cuando, tras regresar con Madam Pomfrey, ella lo abordó en el primer rincón silencioso de la casa y le exigió que acelerar las cosas.
- Eso a ti no te incumbe.- Sus ojos negros eran más negros que nunca- Lo único que debe importarte es el por qué lo haces tú, ¿o es que ya olvidaste que es la vida de Penélope la que estás arriesgando con tus vacilaciones? ¿Es que no la amas acaso?
- La amo, pero... - el pelirrojo se dejó caer tomando su propia cabeza con ambas manos en señal de desesperación- ¿Es correcto sacrificar a gente inocente para...?
- ¿Inocente?- se inclinó hacia él, hasta encontrar sus ojos.- Penélope es inocente... Harry es inocente... Tus hermanos lo son... Pero alguien que se revuelca con un maldito mortífago, no es inocente... ¿de qué te ríes?
- ¿Y nosotros? Estamos haciendo tratos con mortífagos, Patil, ¿o ya lo olvidaste?
- Porque no tenemos otra opción... La Orden no nos ha dejado otra opción. Tú mismo has visto como Lupin ha preferido defender a Malfoy antes que a ti... Percy, escúchame...- y tomó el rostro del pelirrojo entre sus manos- No tenemos otra opción... ¿entiendes? Y ahora que sospechan de ti tenemos que actuar rápido. Lo sabes, ¿verdad?
Y él asintió.
-HP-
Draco vio con impotencia como Percy se escabullía del interrogatorio y como la cohorte de Weasleys y seguidores acompañaban a la mujer en busca de una cura. La frustración en el rostro de Lupin era evidente y ni aún las palabras estúpidas de su mujer- una casi squib que Draco se negaba a reconocer como prima suya- que al parecer comenzaba a comprender los miedos de su marido, evitaron que saliera del lugar preso de una ira que no había manifestado antes.
Sólo cuando el lugar volvió a quedar en silencio e incluso Hermione- tras mirarlo sin saber qué decir- acudió junto a Ginny en ayuda de la Señora Weasley, Draco se percató de que no estaba solo. Harry Potter, con sus ojos verdes clavados en él había permanecido en el lugar también.
Un incómodo silencio se impuso por algunos segundos, pero cuando Draco intentó levantarse para salir también, el "Elegido" lo detuvo.
- ¿Crees que Percy es el culpable?- indagó el muchacho, y cuando el "sí" escapó por sus labios en forma involuntaria, Draco recordó que seguía bajo los efectos de la poción. El problema era que Potter pareció recordarlo también.- ¿Lo crees o estás seguro?
- Estoy seguro.- la segunda respuesta fue casi tan instantánea como la primera y cuando una extraña expresión tomó forma en el rostro de Potter, el rubio pensó que era hora de escapar de ahí, pero Harry se adelantó a sus intenciones, utilizando su varita para bloquear la salida. El corazón de Draco comenzó a latir más rápidamente cuando comprendió las intenciones de su contrincante y recordó que ya muchas veces había pensado que Potter habría sido un gran elemento para slytherin.
- ¿Cuánto tiempo más durará el efecto de la poción?- Draco giró hacia él su rostro a modo de enfrentarlo y torció su sonrisa a fin de no mostrarse amedrentado. Después de todo, ¿qué podía preguntar Potter que no le hubieran preguntado ya?
- Un par de minutos más...- El rostro de Harry permaneció tenso, ilegible- ¿Qué es lo que quieres saber, Potter?- pero Harry siguió en silencio, como si no se atreviera a preguntar lo que quería. Como si temiera a la respuesta.- ¿Quieres saber a cuántos muggles torturé? ¿Quieres que te cuente qué sentía al verlos morir? ¿O quieres saber por qué no maté a Dumbledore? ¡Vamos Potter! Es tu oportunidad... sólo tienes unos minutos. ¿Qué es lo que quieres saber?
- ¿La amas?- por un breve instante, mientras su cerebro procesaba la pregunta, supo que la sonrisa debía haberse borrado de su rostro por completo. Nada lo habría preparado para responder a Potter algo que no había querido ni aún responderse a si mismo.- ¿Amas a Hermione?
Draco intentó callar. Nunca como entonces había intentado oponerse al Veritaserum. Nunca como entonces creyó que había sido una mala idea aumentar la potencia de la jodida poción. Nunca como ahora deseó que el tiempo pasara rápido, llevándose consigo el efecto del brebaje. Pero el efecto no se iba, por más que intentó luchar contra él. Por más que apretó sus labios y se cubrió los oídos para no oír a Potter mientras repetía la pregunta una tercera vez, exigiendo una respuesta. Su corazón palpitaba con tal fuerza dentro de su pecho mientras apoyaba los codos contra la mesa y hundía los dedos en su cabeza en una actitud desesperada, que apenas fue consciente de cómo las palabras dejaron sus labios, hasta que notó la incredulidad pintada en el rostro de Potter.
- ¿Desde cuándo?- volvió a preguntar el muy maldito y Draco ya no se molestó en oponer resistencia. ¿Qué sentido tenía ahora?
- No lo sé...- Y era cierto, aunque presentía ya que todo había comenzado en el momento mismo en que decidió no pensar en ello. Inconcientemente debió saberlo desde entonces y ahora la poción sólo lo había obligado a admitirlo. ¡Maldito Potter!
-HP-
Harry no despertaba de su asombro. ¿Sería en verdad posible que Malfoy admitiera que la amaba? Por el modo en que había luchado para no dar una respuesta era claro que no se enorgullecía de sus sentimientos, pero ¿cómo demonios había ocurrido lo impensable?
Desde el mismo instante en que se lo preguntó fue deseando que su respuesta fuera una negativa rotunda, pues así podría exponerlo ante Hermione de una vez y romper toda esperanza en la joven. Pero la respuesta había sido un "Si", y él no sabía cómo reaccionar frente a un "Sí".
- ¿Desde cuándo?
- No lo sé... - su voz sonaba exhausta y más ronca que de costumbre. ¡Tanto había luchado por ocultarlo! Pensó que aquel empeño se debía a los prejuicios del rubio, y pensó que Malfoy sería verdaderamente miserable si supiera que tenía razones aún más poderosas para no sentir aquello que lo avergonzaba. Harry nunca creyó que llegaría el día en que encontraría algo en común entre él y Malfoy, pero ese día había llegado: la tragedia se había prendado de ambos.
- Lo siento...- Fue lo único que pudo decir en señal de arrepentimiento antes de comenzar a caminar hacia la salida, pero no bien había quitado el encantamiento de la puerta cuando Draco lo detuvo.
- Potter...- y lo siguiente que Harry vio al girarse fue el blanco puño de Draco impactado en su rostro.
-HP-
Daphne no podía creer que Ronald la hubiese acusado de traicionarlo solo por decir que la conducta de su hermano había sido bastante sospechosa. Y eso que no le había dicho lo que realmente pensaba de Percy. Habían arrebatos que la rubia, consciente de la irascible personalidad del pelirrojo, estaba dispuesta a tolerar para hacer que la relación funcionara. Pero ser llamada "traidora" frente a todos, no era una de ellas. Con los puños apretados, y la respingada nariz apuntando al techo, subió las escaleras dejando a Ron proseguir solo con su ridículo alegato. De haber tenido la oportunidad, habría roto todo cuanto se pusiera en su camino de pura rabia, pero no bien hubo cruzado la puerta del dormitorio compartido, se topó con Parvati Patil sosteniendo un objeto que Daphne Greengrass recordaba bien, y una alarma de peligro se sumó a las sospechas que llevaba tiempo teniendo respecto a la morena.
- ¿De dónde sacaste eso?
- ¿Esto?- preguntó Parvati observando la figura de plata contenida en la esfera de cristal que sostenía en su mano con aparente desinterés, pero sin soltarlo.
- No... La figura que está dentro de la esfera.- Recién entonces la morena pareció reparar en que la imagen representaba a un jugador de Quidditch montado en su escoba, pero aún no se daba cuenta de lo que llamaba la atención de Daphne.
- Es un recuerdo de un viejo amigo... ¿Por qué te interesa?- Parvati no había dado un solo paso, ni había pestañeado una sola vez. Era obvio que ocultaba algo.
- Y ese viejo amigo... ¿es Marcus Flint?- los negros ojos de Parvati se abrieron más grandes que nunca por un momento, pero intentó ocultarlo al instante siguiente.- ¿Te preguntarás como lo sé, verdad?
- No tengo idea de lo que...
- Verás, querida Patil... Resulta que cuando Marcus fue removido de su puesto como capitán del equipo de Quiditch, a modo de protesta tomó una pieza del trofeo...- Por el cambio en la expresión de la morena, era obvio que recordaba aquello, pues a dónde había ido a parar la pieza faltante era uno de los grandes misterios de Hogwarts.- Sólo los slytherin sabíamos quién lo había hecho porque Marcus no dejaba de alardear de ello todo el tiempo, exhibiéndola como el objeto más importante de su colección de botines... Por eso sé que no se desprendería de ella a menos que quisiera conseguir un triunfo más grande...- Daphne podía dar crédito de ello. El poco tiempo que compartió cama con Marcus, fue suficiente para hacerse una idea de cómo funcionaba la retorcidamente mente del slytherin. Marcus Flint era lo más cercano que Daphne conocía a un psicópata, y eso que en su vida se había topado con varios postulantes al título.
- ¿Sabes Greengrass?... Creo que tanto tiempo encerrada aquí te está afectando la cabeza...- Daphne le sostuvo la mirada aún otro largo minuto. Los negros ojos de Parvati eran más profundos de lo que ella había notado jamás y más falsos que antes también. Fue entonces que ella tuvo la confirmación a sus sospechas de que Percy no era el único traidor. Y ella, como bien comprendía ahora, había sido lo suficientemente tonta para hacerle ver a Parvati que lo sabía.
- Si... Quizá tienes razón...- sonrió aparentando ingenuidad. Debía salir de ahí rápido y advertir a Draco, o a Lupin, o a cualquiera dispuesto a escucharla.- Es que... tuve una discusión con Ron y eso me ha puesto insoportable... Creo que iré por algo de aire...- pero apenas su mano contactó la perilla de la puerta, le llegó la voz de Parvati a sus espaldas y al instante las cuerdas mágicas se enredaron alrededor del cuerpo de Daphne, haciéndola caer contra el piso como un bulto cualquiera. Sin duda, Parvati Patil si había notado sus sospechas.- Patil... no sabes lo que estás haciendo... De verdad que...
- MORDAXE...- las amarras cubrieron su boca. Daphne se agitaba todo cuanto podía, aún sabiendo que era inútil, pero el pánico hacía presa de ella al extremo de que cuando Parvati la tomó por los pies para arrastrarla por la habitación hasta dejarla al otro extremo de la puerta, se sintió muy aliviada al comprender que matarla no estaba entre sus intenciones.- No tengo nada personal en tu contra Greengrass.- dijo, inclinándose para que ella pudiera oírla.- De hecho, me simpatizas bastante más que el resto porque no eres hipócrita. Sin embargo, no puedo dejar que arruines mis planes, ¿entiendes?- Tomó la esfera que había dejado sobre la cama y caminó hasta la puerta.- Pero no te preocupes, que no ocurrirá nada a Ron, y para cuando te encuentren, ya todo habrá acabado... - Y salió sin agregar nada más.
-HP-
Draco supo al instante de sentir sus pisadas que era ella. Había esperado que Hermione tardara un poco en dar con él, pero al parecer, ya lo conocía lo suficiente como para saber que estaría escondido en la biblioteca. ¿En qué momento habían llegado a eso? ¿Cuál es el instante preciso en que todo cambia en una relación- si es que lo que había entre ellos aplicaba para una relación- y pasa a transformarse en algo más profundo e inevitable? Se equivocaban quienes decían que el amor obedecía a hormonas. Draco había pasado gran parte de su adolescencia obedeciendo a sus hormonas, y nunca se había sentido tan vulnerable e irremediablemente afectado como ahora. ¡Maldito Potter! Si el cararrajada no hubiese abierto esa puerta, él no estaría ahora haciéndose cuestionamientos ridículos y sería feliz en su ignorancia.
- ¿Qué fue lo que ocurrió entre Harry y tú?- dijo ella, tomando asiento a su lado en el frío piso de piedra. Él ni siquiera volteó a mirarla. No quería hacerlo ahora que la odiaba... Y es que eso era exactamente lo que sentía por ella en aquel instante: Odio. La odiaba por ser la causante de que él la amara. Aunque no sabía muy bien qué era exactamente lo que le molestaba de amarla, pero debía aferrarse a su odio. Era lo único que le quedaba de quien había sido una vez y no quería renunciar a ello.- Dijo que es la segunda vez que le rompes la nariz, pero que es la primera que cree merecerlo.- ella intentó sonreír para atraer su mirada, para decirle que no le haría un reclamo al respecto, pero el bufido molesto de él la obligó a guardar silencio.
- Preferiría que te fueras.
- ¿Seguro que no quieres hablar de lo que pasó?- recién entonces él giró a mirarla, con todo el desprecio que pudo cargar en sus ojos.
- No voy a satisfacer tu jodida curiosidad, Granger.
- No estoy pidiendo que lo hagas...
- ¿Qué quieres entonces?- Hermione separó los labios para decir algo, pero no supo qué decir. ¿Por qué estaba actuando así con ella?- Espera...- sonrió con una mordaz expresión en su rostro, una que ella no había visto en él hacía mucho tiempo.- Yo sé lo que quieres.- y sus movimientos fueron tan rápidos, que Hermione no se dio cuenta hasta que su espalda contactó el piso, del modo brusco en que él la besaba, y de la forma obscena en que comenzó a tocarla.
- Draco, no... no así...- intentó alegar, justo antes de que él atacara su boca otra vez.
- ¿No es esto lo que buscas siempre?- tan rápido era su avance y era tan poca la resistencia que ella podía poner que sabía que si no lograba detenerlo pronto, acabarían haciéndolo ahí mismo, y no del modo más romántico.
- Draco, ¡Para ahora mismo!- Pero en lugar de obedecerla, él se las ingenió para bajarle el pantalón. Había furia en sus movimientos, y algo de desesperación también. Pero no importaba lo afectado que él estuviera, ella no podía permitirle hacer lo que él parecía empeñado en lograr. No lo dejaría convertir aquello en algo corrompido.
Por eso, la próxima vez que él invadió su boca, Hermione lo mordió con suficiente fuerza para provocarle dolor, lo que pareció ser suficiente para detener su avance.
- ¡Maldita sea!- se puso de pie algo espantado al comprobar que pasando sus dedos por su labio, la sangre los manchaba.- ¿Qué demonios...?- Ira. Eso era lo que había en su mirada al volver sus ojos a ella. Por un instante, Hermione temió que con ello solo había conseguido enardecerlo aún más, pero cuando él comenzó a caminar en dirección a la salida, algo se estremeció dentro de ella. ¡No podía dejarlo ir así! Debía detenerlo, y sin saber qué más hacer, ocupó ambos brazos para abrazarse a la espalda de él, impidiéndole avanzar.
- ¡Suéltame!
- No...- respondió ella, con la mejilla pegada a su espalda.- No sé que hizo o dijo Harry para afectarte así, pero sé que estás sufriendo y no te dejaré ir hasta que te tranquilices.
- ¿Por qué lo haces?- la pregunta escapó de sus labios sin siquiera pensarlo, pero a medida que pasaban los segundos sin que ella dijera nada, se dio cuenta de que para Granger tampoco debía ser fácil.
- A estas alturas...- comenzó de pronto, con la voz a un volumen bastante más bajo de lo que era habitual en ella- creo que ya sabes el por qué...
Y era cierto. Lo admitiera o no, hacía tiempo que estaba al tanto de la naturaleza de los sentimientos de ella. ¿No era presamente de eso de lo que se había aprovechado todo ese tiempo?
Sus manos ascendieron hasta envolver las de ella por encima de su pecho, a fin de quedar libre de su agarre, pero solo para poder girarse hasta quedar frente a frente y envolver entre sus manos su rostro.
Hermione pensó que la besaría, pero los segundos pasaban sin que el beso ocurriera. En lugar de eso él la observaba en silencio como si descubriera su rostro por primera vez en la vida.
- ¿No dirás nada?- se atrevió a preguntar ella.
- ¿Qué quieres que te diga?
- Tú lo sabes, Draco...
Sí. Él sabía bien lo que ella quería oír, pero ¿sería eso suficiente? Una vez que él le confesara la verdad, ¿quién le aseguraba que no se invertirían los papeles? ¿No se había aprovechado él de los sentimientos de la joven? ¿Por qué no podía ella hacer lo mismo? ¿Podía confiar en ella lo suficiente como para confesar la verdad que Potter le había arrancado? Ella no hizo más que pestañar y él comprendió que la respuesta era un "si". Si confiaba. Por ilógico que fuera, confiaba en ella como en el pasado solo había podido confiar en su madre. Pero... ¿sería el amor de Hermione tan incondicional como el de Narcissa?
Atrajo las manos de ella a sus labios y las besó, primero una, luego la otra, logrando confundir a la joven. Sus ojos cristalinos la observaban en silencio, pero había en ellos un aire confidente que no habían tenido antes.
- ¿Qué es lo que sientes por mí, Draco?- preguntó, extrañamente alentada por la calidez de sus ojos grises. El corazón de Hermione latió más acelerado que nunca al verlo separar sus labios, a sabiendas de que obtendría su respuesta, fuera esta buena o mala. Pero las palabras no alcanzaron a transformarse en sonido.
- Hermione... -era la voz de Parvati a sus espaldas.- te he buscado por todos lados- y las manos de Draco soltaron las suyas, y su bello rostro volvió a adquirir el aire frío de una estatua. Nunca antes Hermione había maldecido tan intensamente la intromisión de alguien como maldijo entonces a Parvati Patil.- Lo siento, Hermione, pero es una emergencia que no puede esperar.
-HP-
Ron sabía que lo había arruinado otra vez. Una vez más, había dejado que la ira comandara sus acciones y palabras que en verdad no quería decir, fluyeran por sus labios como una verborrea imparable. Y la había herido otra vez... Lo había visto en sus ojos azules que lo observaban incrédula; en el modo en que se curvaron sus rubias cejas y en la perfecta "o" que dibujaron sus labios.
Y en caso de que hubiese sido suficiente ciego para no notarlo, la ensordecedora reprimenda con que su madre lo atacó una vez que Daphne dejó el cuarto, no le hubiese permitido pasar la situación por alto. Sin duda su madre tenía razón al decir que era un necio al tratar así a la joven, como también la tenía al sugerir- o más bien imponerle- que se disculpara inmediatamente.
Aún le tomó otro cuarto de hora decidirse a hacerlo, intentando ensayar el discurso correcto, y para cuando finalmente subió al cuarto de ella, Parvati terminaba de cerrar la puerta, explicándole que Daphne parecía en verdad muy afectada y que no quería ver a nadie.
Y Ron aceptó su consejo. Después de todo, Parvati llevaba bastante tiempo compartiendo cuarto con la rubia, ¿no? Debía conocerla lo suficiente como para saber cuándo hablar con ella no era una buena idea.
Pero, por otro lado -pensó mientras caminaba con la cabeza inclinada y los hombros caídos de regreso a su cuarto- ¿no la conocía él también? ¿No se había enamorado de ese sereno valor con que la rubia enfrentaba al mundo, y su curioso modo de apoyar- a su manera claro- a quienes estimaba? Daphne era una chica extraña, ciertamente, y había mucho de ella que él no sabía, muchas cosas que ella ocultaba. Y, sin embargo, él presentía hace tiempo que si en alguien ella estaba dispuesta a confiar, ese alguien era él. No Parvati Patil, ni Ginny, ni Hermione... Ni nadie más. ¿No había sido con él acaso que lloró una noche? ¿No había sido a él a quien confesó sus miedos por el destino de Nott? Él debía conocerla mejor que nadie en aquel lugar y sabía que ella esperaba una disculpa. No era del tipo de chicas que daría muestras de vanales orgullos ni le impondría pruebas ridículas para castigarlo. Oiría lo que él tenía que decir y sonreiría a modo de perdón, porque ella también lo conocía a él lo suficiente como para saber de sus arranques infantiles, y lo amaba -¿no había dicho antes que lo amaba?- también lo suficiente como para perdonárselos. ¿Verdad?
Él le debía una disculpa y ella la esperaba ¿¡Qué podía entender Parvati o cualquier otro de lo que había entre ambos!? Aún así, el primer golpeteo con que llamó a la puerta fue lo suficientemente tímido como para reflejar su miedo al rechazo, y es que, aunque valiente, había en su personalidad una inseguridad característica que no lo abandonaría nunca.
- Daphne, soy yo... Ron...- ¡Cómo si ella no fuese a reconocer su voz!- ¿Puedes salir para que hablemos?- un suave golpeteo desde el interior fue la única respuesta. ¿Era eso un "sí"? Aguardó unos largos segundos esperanzado, pero no se oyó nada más- Entiendo que estés enfadada... De verdad que sí. Por lo mismo quiero que hablemos para explicarte... bueno... para disculparme... y también para explicarte...- un nuevo ruido desde el interior le hizo tener esperanzas de que abriría la puerta, pero cuando los minutos pasaron sin que ocurriera nada, pensó que quizá Parvati tenía razón. Quizá Daphne esta vez en verdad estaba lo suficientemente enfadada como para no querer ni aún hablarle- Sé que no quieres hablar conmigo, pero... pero en verdad necesito decirte que lo siento... Yo no... ¡Demonios! Tú sabes que por lo general soy un idiota, y sé que no debo ser así contigo, que no está bien y... bueno... No soy bueno en estas cosas, ¿sabes?- Un nuevo ruido algo más próximo. ¿Sería que se estaba acercando a la puerta?- Quiero decirte algo... algo aparte de las disculpas, claro... - habría deseado tener Whiskey de fuego cerca para hacerse de valor, pero a falta de este, debió conformarse con inspirar profundo- pero quisiera hacerlo de frente...- no hubo respuesta.- Daphne... por favor, abre la puerta... - suplicó casi...- Está bien... lo diré de todos modos... ¿Recuerdas cuando me dijiste... bueno... cuando hablaste de lo que sentías por mí?- Un golpe seco se hizo sentir ¿Le habría molestado que él tocara el tema?- Quiero que sepas que yo... Bueno... que yo también... ¿Daphne?- el ruido estruendoso de objetos cayendo proveniente del interior no parecía ser producto de una simple rabieta y el corazón de Ron comenzó a palpitar con más fuerza, advirtiéndole que algo no estaba bien.- ¡DAPHNE!- gritó, girando la perilla de la puerta, que estaba trabada.
- ¡ALOHOMORA!
Lo primero que Ronald Weasley notó al iluminar el oscuro cuarto y encontrar a la joven removiéndose frenética entre las cuerdas que la ataban, fue que un montón de libros habían caído sobre Daphne desde la repisa que logró botar a fuerza de patadas. Y al ver su boca amordazada, con una desordenada melena rubia coronando la desesperada expresión de su rostro, supo que algo terrible estaba ocurriendo en ese instante.
Apenas alcanzó a proferir una maldición cuando la voz de la joven le llegó, primero inentendible a causa de la mordaza, y luego frenética cuando él se la quitó.
- ¡PATIL...! ¡ES PATIL!
- ¿Qué? Pero...
- ¡TIENES QUE DETENER A PATIL!
-HP-
Hermione no se enorgullecía de sus pensamientos en ese instante, pero lo cierto era que mientras caminaba con Parvati en dirección al salón principal de la mansión, una parte de ella insistía en maldecir a la chica Patil por inoportuna, impertinente, mal educada y hasta... odiosa. ¿Es que no podía haber buscando un peor momento para interrumpir? Incluso llegó a pensar que lo había hecho con premeditación, pero la parte más racional de su cerebro le recordó que la joven poco ganaba con interrumpir su conversación con Draco. ¿verdad?
"¡Prometiste que me ayudarías!", había reclamado con sus ojos negros reprochadores cuando Hermione intentó negarse a ayudarla. "Es muy peligroso, Parvati.", había dicho ella, y es que realmente era peligroso. No era sólo que ella quisiera buscar una excusa para no ayudarla y volver así con Draco, ¿verdad? ¿O en verdad se había transformado en un ser tan egoísta? El rostro trágico de Parvati le parecía la cosa más horrenda del mundo en aquel instante, pero la joven tenía razón: ella se había comprometido a ayudarla.
"Yo no puedo salir de aquí sola, Hermione", había dicho. "Sólo tú puedes ayudarme a llegar hasta mi abuela".
De poco sirvió que Hermione le explicara los riesgos y que le dijera que debían consultarlo con Lupin. Según Parvati, en la carta que traía la noticia le explicaban que la anciana no llegaría viva a la media noche. "Es lo único que me queda, Hermione... Si no logro llegar a tiempo a su lecho de muerte, yo... Oh! Por lo que más quieras, Hermione, has corrido grandes riesgos junto a Harry y los otros... ¿es que no puedes correr este riesgo por mi?" Y Parvati tenía razón... Había corrido grandes riesgos por Harry y por Ron... Incluso por Theodore Nott. ¿Por qué no podía hacerlo por ella? Bien sabía que no era el amor o la justicia lo que la llevó a aceptar esta vez, sino el remordimiento, pero ¿qué podía hacer?
- ¿Tienes la dirección?- preguntó cuando ambas estuvieron frente a la gran chimenea del salón principal. La joven asintió al instante, extendiendo un papel a Hermione.- Afortunadamente, la Orden modificó aquellas chimeneas estratégicas, de modo que puedan trasladar a más de una persona a la vez, incluyendo a esta, de modo que podemos ir juntas, pero no deberás separarte de mí en ningún momento, ¿está claro?
La extraña ansiedad reflejada en los ojos de Parvati, aunque entendible, generó un frío estremecimiento en Hermione. Un mal presagio que ella no quiso escuchar. Tomando un puñado del polvo que meses antes había jurado utilizar sólo en situaciones justificadas, se intentó convencer que esta era una de ellas. ¿No había dicho Parvati que la anciana era lo único que le quedaba en el mundo? Y aunque nunca antes había mencionado siquiera tener una abuela, ella misma tampoco solía hablar de aquellos primos lejanos que vivían en Francia, ¿verdad?
Parvati recibió el puñado de polvo con ceremonia, mientras los ojos de Hermione examinaban la dirección escrita en el pequeño trozo de papel.
- Pero... Parvati...- dudo Hermione al recordar aquellas señas- Este lugar es... ¿Qué haces?- preguntó alarmada al ver como una esfera lanzada por la joven al piso se hacía pedazos, liberando lo que había en su interior.
- ¡HERMIONE!- llegó el grito de Ron desde el pie de la escalera, al tiempo que un fuerte brazo la jaló hasta la chimenea con una fuerza inesperada- ¡NO!
- Godric's Hollow...- fue lo último que Hermione oyó saliendo de los labios de Parvati, antes que un destello verde lo envolviera todo.
-Fin del Capítulo 14-
Ta tara taaaan!! Y aquí comienza lo que yo considero la parte más entretenida de la historia... una serie de capítulos que disfruté enormidad escribiendo y que irán siendo actualizados rápidamente.
Cariños, Alex.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top