Capítulo 13: LA TUMBA SIN NOMBRE


"La muerte nos sonríe a todos,

todo lo que un hombre puede hacer

es devolverle la sonrisa."

- MARCO AURELIO

A Remus Lupin le incomodaba mirar aquellos ojos azules, tan parecidos a los del antiguo director de Hogwarts, pero que pertenecían a alguien tan distinto. Dudas no existían respecto a la fidelidad de Aberford Dumbledore a la causa, y era cierto también que, a su manera, los había estado ayudando todo ese tiempo e incluso protegiendo al "Elegido" a la distancia. Pero cierto resentimiento existía en el anciano que le impedía tener en estima a cualquiera que hubiese admirado al que fuera su hermano. Lupin podía adivinar ya una historia detrás de aquella mueca de desagrado que se formaba en su rostro cada vez que se invocaba con nostalgia el nombre de Albus, pero en tiempos como aquel, era una historia que no tenía tiempo de explorar.

El silencio entre ambos se había prolongado ya por bastante tiempo, cuando la encapuchada figura de Snape hizo su aparición por detrás del cuadro encantado. Un frío intercambio de miradas fue todo lo que hubo entre él y el viejo, antes que Aberford saliera del lugar en silencio, como acostumbraba hacerlo cada vez que una reunión entre aquellos personajes se había dado en el escondido salón de su casa. No había mucho que decir cuando los tres estaban conscientes de que, aunque ninguno de ellos agradaba al otro, era solo entre ellos que podían confiar, porque los unía algo más grande que sus diferencias: el firme deseo de destruir a Lord Voldemort.

- Asumo que el mensaje fue recibido...- dijo Snape con la voz más fría que nunca, clavando sus ojos negros en Lupin, quien asintió en silencio. El reproche era evidente en sus palabras y Remus sintió la necesidad de decir algo, lo que fuera, de disculparse, pues sabía que Theodore Nott había muerto por su culpa; sabía que de haber puesto al descubierto a Percy como Snape le pidió que lo hiciera, o de tan solo haber previsto que Hermione intentaría liberarlo, quizá entonces Severus Snape podría haber llegado a él antes que los otros mortífagos y el chico seguiría con vida.- Entiendes que Weasley no parará, ¿verdad?

- No dejaré que ocurra otra vez.- Snape bufó con sarcasmo.

- ¿Y cómo se supone que lo harás? Dijiste que necesitabas tiempo para descubrirlo ante los otros, y le ha costado la vida a Nott.

- No es tan fácil como...

- Estás seguro que no expondrá a Potter ni a sus preciados amigos, ¿verdad? Por eso no te importa...

- No tengo pruebas, Snape...- su rostro reflejaba su impotencia.

- ¿Quién más debe morir para que las encuentres?- Rabia. Eso era lo que había en su voz.- Crees que entregará a Draco antes que al resto, ¿no es así?

- Tú sabes que yo...

- Supongo que no es una pérdida tan terrible para ustedes. De todos modos, si esto termina, lo enviarán de regreso a Azkaban...

- Snape, yo no...

- Pero déjame recordarte que el Señor Oscuro está al tanto de por qué no pudo matar a Draco esa noche... Sabe que él es el verdadero dueño de la Varita de Sauco, y sabe también, que matándolo a él la varita acabará en sus manos tarde o temprano y que entonces, tu querido Harry Potter no tendrá ninguna oportunidad.- un largo silencio siguió a aquellas palabras, y la mirada de Lupin viajó a algún punto inexistente en el piso.

Claro que sabía lo de la varita de Sauco. Tras oírlo de Ollivander, el mismo Harry los había informado de ello, y era la razón que había terminado de convencer a los de la Orden, de sacar a Malfoy de Azkaban.

Para Voldemort, Draco Malfoy era su pase a obtener la varita y era por eso, estaba seguro, que Percy Weasley había puesto tanto empeño en quitarle la protección de la Orden; lo peor es que no había dudas de que volvería a intentarlo.

Lo triste de todo es que Lupin no creía que Percy supiera realmente las consecuencias que traería consigo el exponer al rubio.

- ¿Hay noticias de algún nuevo Horrocrux?- intentó cambiar el tema, pero la ira en los ojos de Snape no desapareció.

- La serpiente es el único que queda.

- ¿Estás seguro?- Severus asintió.- ¿Por qué no crear otro entonces? Tiempo ha tenido para hacerlo y...

- Porque menosprecia a Potter y confía en que acabará con él muy pronto. No puedo estar seguro pero... creo que ya todo está planeado.

- ¿Qué te hace pensar eso?

- Bellatrix...- escupió el nombre con asco.- Está particularmente feliz estos días... y por el modo en que me mira, sé que me oculta algo...

- ¿Crees que ella sepa que tú...?

- Siempre lo ha sospechado... pero si pudiera probarlo ya lo habría hecho... - una nueva pausa se suscitó entre ambos, mientras Remus Lupin pensaba que nunca había dado suficiente crédito al valor de Snape. Todos se arriesgaban, era cierto, pero el papel de Snape en aquello lo exponía a consecuencias atroces.

- ¿Por qué no vienes con nosotros? Si le explicamos a Harry lo que realmente ocurrió, yo sé que él...

- Aún no es el momento...- ¿lo sería alguna vez? Era la silenciosa pregunta que se hacían ambos.- Debo irme.- dijo poniéndose de pie, no sin antes depositar sobre la mesa un papel doblado que deslizó hasta las manos de Lupin, quien lo abrió para leer las dos líneas que describían una dirección.

- ¿Brentwood?- preguntó sin comprender.

- Abajo está el lugar exacto... No podemos dejarlo donde está...- Su voz sonaba más lenta que nunca, quizá para evitar quebrarse, y el licántropo comprendió.- Entiérralo bajo otro nombre... El Señor Oscuro jamás debe enterarse que han dado con su cuerpo o sabría quienes lo han traicionado... ¿entiendes?

Lupin asintió en silencio, y lo vio alejarse, mientras se preguntaba si algún día tendrían oportunidad de regresar los nombres a todos los muertos de esa guerra.

- HP-

Hermione sintió su estómago revolverse cuando Tonks le dio la noticia. Según decía, Xenophilius Lovegood fue el culpable, al aceptar el trato de los mortífagos, creyendo que con esto pondría a salvo a su hija.

Sin embargo, Hermione no podía dejar de pensar que parte de la culpa era suya. Que de no ser por ella y su "acto heroico", Lupin habría tenido oportunidad de poner a Theodore Nott a salvo y ahora no estaría en manos de los mortífagos.

- Los aurores fueron al mismo San Mungo para interrogar a Luna,- explicaba Tonks- pues creen que ahora que Nott ha vuelto con ellos, podría dar información que nos perjudique, de modo que a su padre no le quedó más opción que traerla aquí.

Eso, y que Luna no ha vuelto a hablarle desde entonces.

Hermione notó como Dean Thomas apretó los puños hasta que sus nudillos lucieron pálidos en su piel oscura. En el último tiempo, ella apenas había sido consciente de la existencia de Dean, hasta ahora en que notaba la preocupación en su rostro y recordaba el dolor reflejado en su expresión minutos antes, cuando, habiendo subido a Luna hasta su cuarto, quedó a todos claro que aquel mudo espectro de cabellos rubios y mirada ausente, ya no era la misma Luna.

- ¡Maldito Nott!- exclamó Dean de pronto, golpeando la mesa, y logrando con ello que Ginny, a su lado, saltara sobre su silla ante la violenta acción.- Todo esto es culpa suya.- Hermione separó los labios para decir algo en defensa del aludido, pero volvió a cerrarlos, pensando que Dean no entendería razones.

- No lo sé, Dean...- susurró Tonks.- Al parecer él se dejó atrapar para salvarla a ella.

- ¿Quién se dejó atrapar?- preguntó la voz de Daphne, quien llegaba al comedor, seguida de cerca por Ron. Ambos lucían una jovial sonrisa en sus rostros, como si llegaran de compartir una broma, y Hermione sintió el maligno deseo de envidiar la felicidad que irradiaban esos dos.

Sin embargo, apenas la noticia de la captura de Nott salía de los labios de Ginny, el rostro de Daphne se demudaba por completo, transformándose en una expresión que Hermione no creía haber visto nunca.

No era la urgencia de un pronto rescate, como había ocurrido cuando Theodore fue llevado a Azkaban. Lo que dejaba ver su expresión ausente, era la certeza de su muerte, lo que llevó a Hermione a preguntarse si no sería que, como ella, Daphne creía que esta vez no había ilusiones de un rescate. Esta vez, la vida de Nott estaba en manos de aquellos a los que había traicionado, y ambas sabían de la promesa de un castigo ejemplar.

La rubia pestañeó un par de veces, y Ginny aún no terminaba de contar cómo Luna había sido traída de regreso por su padre, ni del modo lamentable en que se encontraba o de la sorpresa de su embarazo, cuando Daphne dio la vuelta sin esperar a nadie, sin mirar siquiera a Ron, para salir del lugar.

Por todos era sabido el tipo de lazo que había unido a la rubia con Theodore Nott, antes de Luna, y Hermione se preguntaba si no sería eso precisamente lo que provocaba los celos que se adivinaban en el rostro de Ronald Weasley. Aunque él se quedó ahí, aún después que Daphne hubiese salido, por el modo en que apretaba los puños Hermione podía descifrar el curso que tomaban sus pensamientos.

- No es lo que crees, Ron.- dijo, cuando los demás habían dejado el comedor, colocando su mano sobre la mano empuñada de su amigo. Él giró hacia ella sus ojos azules, pero no dijo nada, como si no quisiera detenerla. Como si comprendiera la explicación que Hermione le ofrecía y la necesitara más que nunca.- Está así porque cree que su amigo ha muerto.

- Su "amigo"...- repitió Ron, con ironía triste.

- Si algo te ocurriera a ti o a Harry, yo no estaría diferente...

- Me gustaría creerlo, Hermione. Pero a veces es tan...- gruñó, llevándose las manos a la cabeza- Es tan difícil.

- Realmente te gusta, ¿verdad?

- Supongo que es inútil negarlo.- sonrió él, rascándose la cabeza en expresión graciosa, lo que hizo a Hermione sonreír también pensando que parecía menos tenso.

- No puedo decir que me agrade tu elección, pero...

- ¡Ey! A mi tampoco me agrada Malfoy, y no he dicho nada...- reclamó Ron, haciendo que los colores subieran al rostro de ella. ¿Habría sido Greengrass quien se lo dijo? ¿O era tan evidente que entre ella y el rubio había "algo"? Por un instante, deseó que Ron volviera a pensar en Daphne y en Nott, si con ello lograba desviar la atención de su relación con Draco.

- No quiero hablar de eso.- se limitó a decir, ocultando la mirada y un largo instante de silencio siguió a aquello, mientras ella se cruzaba de brazos y se recogía en su silla, y él la observaba con la crítica plasmada en sus ojos.

- ¿Recuerdas que es un mortífago, verdad?- Ron sonó entonces mucho más serio, preocupado, y Hermione no supo hacer otra cosa que asentir.- Solo quería confirmarlo.

- Ahora me dirás que soy una necia al sentir algo distinto al odio por una persona que gozaba llamándome "sangresucia", ¿verdad? Que nadie nunca podría imaginar un comportamiento tan estúpido de mi parte, ¿no es cierto?- preguntó molesta. No necesitaba que Ron le restregara en la cara lo que ella se repetía todos los días.

- La verdad, Hermione,- comenzó él, estirándose en su silla, con un aire paternal que extrañó a la joven- es que no me parece tan inimaginable.- Y la miró con una calidez que ella no esperaba ver ahí.- Él es una causa perdida y tú siempre has tenido debilidad por las causas perdidas.- y sonrió, pero su sonrisa no tenía nada de tranquilizadora.- El problema es que, incluso en el caso de los elfos domésticos, había más esperanzas que con el hurón.

Hermione habría querido decir algo para refutarlo, pero las palabras no salieron de su boca. ¿Qué decir? ¿Qué ella conocía un lado de Draco Malfoy que nadie más creería existía en él? Ronald Weasley jamás lo entendería y ella estaba demasiado cansada convenciendo a su propia conciencia como para gastar energías convenciéndolo a él.

- Creo que deberías ir con Greengrass...- dijo, aparentando una tranquilidad que no tenía.- Este es el momento en que más necesita a alguien a su lado.

-HP-

Hermione sabía que encontraría a Draco en el cuarto de Luna. Imaginaba que intentaría hacerla beber alguna poción para calmar su llanto, como Tonks le había pedido que hiciera. Lo que Hermione no esperaba, era encontrar también a Remus Lupin.

El hombre se hallaba sentado frente a Luna y de espaldas a la puerta, apenas girando la cara en dirección a Hermione al oírla entrar. Draco, apoyado contra la pared, a unos metros de ellos, mantenía la misma actitud ausente que había visto antes en Greengrass. Luna ni aún había alzado los ojos para mirarla, pero por el modo en que Remus sostenía su mano, Hermione pudo adivinar que algo muy grave se conversaba entre ellos y se disculpó intentando salir al instante siguiente por miedo a romper el secretismo de lo que fuera que compartían.

- Quédate, Hermione- dijo el hombre Lobo, por lo que ella cerró la puerta a sus espaldas, indecisa de si caminar o no.- Me reclamaste hace algún tiempo por no ser suficiente sincero contigo con respecto a lo que sé. Por eso, es mejor que oigas lo que tengo que decir.

Incluso antes de que la explicación saliera de sus labios, en el rostro pálido de Luna y en el modo en que Draco apretaba sus puños hasta blanquear sus nudillos, Hermione pudo adivinar la respuesta: Theodore Nott estaba muerto, y Remus Lupin, aunque no lo decía en palabras, parecía creer que al menos en parte, era su culpa. Lo peor de todo, es que ella también lo creía.

- Quiero verlo...- fue la tímida exigencia de la rubia joven frente a ellos.

- No es posible, Luna.

- ¿Tan mal está?- la desesperación en su voz era evidente y el modo en que la voz de Lupin se quebró ante aquella pregunta y por lo que tardó en dar una respuesta, no hizo más que confirmar su miedo.- No me importa... Quiero verlo... Necesito verlo...

- Lo hemos enterrado en el mayor secreto, porque nadie puede saber que hemos recuperado su cuerpo. ¿Lo entiendes, Luna? Nadie puede saberlo o pondremos en peligro la vida de alguien más...- Hermione pensó en Snape. ¿Quién otro sino él podía arriesgarse así?- Cuando las cosas estén más tranquilas yo mismo te acompañaré a...

- Quiero verlo ahora... Necesito verlo ahora... Yo no... Yo no... ¡OH, Dios!-y la desesperación se apoderó de la joven otra vez sumiendo a los presentes en el más absoluto silencio, como si ninguno quisiera interrumpir su llanto, como si todos comprendieran la necesidad de sus lágrimas.

Tomó a Lupin varios minutos tranquilizar a la joven y lograr que aceptara la poción ofrecida por Draco. Pero ninguna poción podía ofrecer a Luna el consuelo que necesitaba. Nada ya podría traer de regreso a aquel muchacho terrible en quien ella había visto algo bueno, a aquel adolescente que había hecho lo que nadie habría esperado de él: sacrificar su propia vida por ella.

- ¿Luna?- murmuró Hermione con la voz quebrada, tomando asiento en la cama, luego que Draco saliera del cuarto con un portazo que manifestaba claramente su dolor. Ella habría intentado seguirlo, pero la petición de Lupin, antes de dejarla a sola con la joven era clara: esperaba que ella ofreciera algún consuelo a la desdichada bruja.

- ¿Crees que sea malo odiar, Hermione?- llegó la voz de la rubia, y Hermione tembló y es que en su voz, tan dulce en otro tiempo, había algo que asustaba. Quizá fuera por el dolor de la pérdida, o quizás por la traición del padre al que había jurado no perdonar jamás, o algún cambio aún más radical que no se podía adivinar entonces.

Hermione la contempló unos segundos con su rubia cabellera cayendo a cada lado de su rostro pálido. Su espalda lánguida sobre la almohada y una de sus manos en el vientre que no abultaba nada.

- Si, Luna, es malo odiar. Pero odiar a veces no te convierte en una mala persona. A veces es necesario, para después perdonar.

- ¿Perdonar?- sonrió de lado en una sonrisa irónica que Hermione nunca había visto antes en aquellos labios delgados.- Ni siquiera tengo una foto.

- Hablaré con Draco. Quizá él...

- No importa. Aún lo veo.- Una débil sonrisa se posó en sus labios- No tengo más que cerrar los ojos para recordar cada línea de su rostro. Él no había nacido para esto, ¿sabes? Creció entre lujos y libros. Le gustaba dibujar y estoy segura que habría sido un gran artista si las cosas hubiesen sido distintas, si esta guerra no existiera.

- La guerra se ha interpuesto en los sueños de todos, Luna.- pero Luna no parecía oírla.

Ausente como estaba, solo oía el ruido de su propio dolor.

- ¿Sabes lo que más lamento? Él nunca conoció a su madre, y mi hijo nunca conocerá a su padre.- y el llanto llegó a ella en ese instante, y Hermione la envolvió en sus brazos, pero no dijo nada, solo la dejó llorar, porque llorar era bueno a veces.

-HP-

Daphne supo que los pasos que llegaban a sus espaldas en aquel rincón oscuro de la Biblioteca, debían ser los de Ron. Nadie más que él caminaba como si se avergonzara del ruido que hacían sus pesados pies y se empeñara en pasar inadvertido, lo que era difícil considerando la robustez y altura de su cuerpo. Cosa curiosa, pues era precisamente aquel aspecto fornido haciendo de escudo a un niño tímido, una de las cosas que más gustaban a Daphne de Ronald Weasley.

Notó como dudaba antes de tomar asiento junto a ella en los fríos escalones de la habitación y cuando giró a mirarlo finalmente, comprendió lo incómodo que parecía el pelirrojo entonces, aunque no atinaba a entender a qué se debía esa incomodidad y solo podía pensar que vendría una nueva escena de celos.

- Supongo que esto confirma tu teoría de que sigo enamorada de Theo, ¿verdad?

- ¿Es así?- le causó extrañeza el miedo que había en aquella pregunta, pero la sorprendió mucho más que esta vez no parecía haber reclamo en ello. Era como si Ron Weasley, por primera vez, estuviera dispuesto a oírla antes de juzgarla. El natural venenoso de Daphne pujaba por salir con alguna respuesta afirmativa que le permitiera jugar con los sentimientos del joven por un instante, pero los afligidos ojos azules del muchacho le impedían hacer nada que pudiera causarle dolor. ¿Desde cuándo era así?

- No.- Hubo un silencio largo en que él no dijo nada, en que aceptó su palabra como cierta y, para sorpresa de la rubia, ella sintió que debía aclarar las cosas. Ahora que él no se lo exigía, era el momento de hacerlo.- Cuando estábamos en Hogwarts, hubo un tiempo en que Theo se convirtió para mí en algo tan vital como el aire. Podía ver en él el mismo dolor y el mismo miedo que me atormentaba a mí y era como si, estando con él, ya no necesitara actuar más.

- Sé que solo lo quieres como amigo, Daphne, yo no...

- ¡No!- rió ella ante el intento de aceptación del muchacho. Sabía que ni él mismo creía aquello y por eso, ella debía explicarle todo.- No lo quiero como amigo. Tú quieres a Potter como amigo, pero no es así como yo lo quiero a él. Compartí con él cosas que ni siquiera ustedes dos han compartido, secretos que no creí poder contar jamás y sentía que si él me faltaba, yo, ese yo real que él conocía, dejaba de existir, y solo quedaba una Daphne inventada: el personaje ridículo que dejaba ver a los demás.

Sintió como Ron se tensaba a su lado, pero ya había comenzado a hablar y debía seguir.

- Todos los otros antes de él, no fueron nada comparado con lo que sentía por él, y cuando dejó Hogwarts, todo para mí perdió sentido. Por eso, apenas supe donde estaba, apenas pude deducir que debía haber seguido a Draco hasta aquí, busqué el modo de hacer que me dejaran llegar aquí también, junto a él...

- Lástima que Luna estaba aquí...- sonrió Ron con tristeza y ella comprendió de pronto lo que sentía y se sintió extrañamente fascinada ante la idea de poder, por primera vez, comprender los miedos del muchacho.- Supongo que al darte cuenta de que ya no te amaba, tú...- Daphne puso su mano sobre la de él para calmarlo.

- Él nunca me amó. Pero yo no lo supe entonces. Seguía esperando, creyendo que en algún momento se desencantaría de ella y volvería a mí. Me reclamaste haber estado con Draco entonces...

- Lamento eso, yo no tenía derecho a...

- Si, si tienes derecho. Tienes derecho a que sea sincera contigo y eso es lo que estoy intentando hacer- los ojos de él la miraban expectantes y Daphne apretó aún más la mano que tenían entrelazada.- Lo que hubo entre Draco y yo no significó más de lo que pudo haber entre tú y esa rubia chillona con la que te besabas en los pasillos. Nos acompañamos por un tiempo, pero él tenía sus propios fantasmas con los que lidiar y yo seguía enamorada de Theo.- Y ahí estaba otra vez la expresión dolorosa en sus ojos azules y ella no atinó más que a apretar su mano con mayor fuerza.

- Entiendo...

- No, no entiendes. Yo me sentía enamorada, pero él no me amaba... Y ¿sabes cómo lo supe?- una de sus manos fueron hasta la mejilla de él para obligarlo a mirarla- Porque él nunca me hizo sentir en el modo en que tú lo haces.- Los ojos de Ron se abrieron incrédulos- Contigo cada día me convenzo más de que lo que sentí por él nunca fue amor realmente, porque él nunca fue capaz de mirarme así, como tú me miras, y a mí nunca me importó que no lo hiciera. Contigo en cambio, el solo pensar que podrías dejar de quererme es algo que me aterra. No sé en qué momento se produjo esto, Ronald, pero lo que sí sé, de lo que estoy segura, es que ya no hay marcha atrás.

- ¿Estás... estás diciendo que...?- las mejillas de Ron se tiñeron de rojo al instante de formular su pregunta, pues la esperanza reflejada en su timbre de voz dejaba en claro sus miedos, mientras se giraba hacia ella y cogía ambas manos de la joven entre las suyas. Ella solo sonrió al comprenderlo y asintió.

- Te amo, Ronald Weasley.- y al instante de decirlo se percató de que era la primera vez que lo decía y se sintió encantada ante la novedad.- Pero debes entender que ha habido otras personas importantes en mi vida, muy pocos, pero los hay, y no puedes estar celoso de ellos porque lo que me une a ellos es muy distinto a lo que me une a ti. ¿Lo entiendes ahora?

Pero Ron no contestó. La sonrisa en sus labios y el brillo en su miraba mientras apretaba sus manos, ahí, de rodillas frente a ella, dejaban en claro que sus pensamientos estaban en otra parte, en aquella confesión que ella había hecho y que le daba a él una seguridad que no había sentido nunca.

Sin poder contenerse la besó, y ella no necesitó que él le dijera nada porque con ese beso él se lo decía todo. En ese beso, le entregaba su confianza y le confesaba la correspondencia de sus sentimientos. Y Daphne se dejó arrastrar por esa sensación embriagante hasta que sus labios estuvieron rojos y sus respiraciones entrecortadas, y se quedaron así, abrazados en el frío escalón, sin querer pensar más que en el sentimiento que los unía y que usarían como defensa contra el terror de cuanto estaba afuera de esas paredes. Un escudo contra el horror de la guerra.

-HP-

La consecuencia lógica de romper los cristales que contenían las pociones con las manos, era salir lastimado. Sin embargo, eso no detuvo a Draco en su empeño. Necesitaba destruir algo, lo que fuera, e incluso la palpitante sensación de su sangre brotando por el corte en su mano, era una especie de alivio, pues le permitía olvidar por un instante que Theodore Nott estaba muerto.

Le permitía olvidar también, cómo Lupin se había acercado a él esa tarde para pedir ayuda y el miedo que lo embargó cuando comprendió que lo llevaba lejos de Grimmauld Place.

Aunque no tenía motivos reales para desconfiar del hombre lobo, el resquemor de que aquello fuera una trampa no le dejó disfrutar de aquella tarde de escape a las cuatro paredes en que permanecía encerrado hacía más de un año. Y para cuando comprendió el motivo de aquella salida misteriosa, ya no pudo disfrutar de nada.

- Es importante que nadie se entere de lo que estamos haciendo, Draco. ¿Lo entiendes, verdad?- preguntó el hombre, y él asintió mecánico, mientras intentaba reconocer en aquella masa de pelos y sangre que Lupin descubría frente a él, el rostro de Theodore Nott.

Supuso que Lupin esperaba que hiciera preguntas, que esperaba que le garantizara la identidad de aquel cuerpo, pero él no necesitaba que nadie le demostrara nada. Habiendo tenido a Theodore por compañero gran parte de su vida, no había modo de que no pudiese reconocerlo, sin importar su rostro inexistente. Simplemente, sabía que era él. Igual que hubiese reconocido a Blaise, o a Pansy, igual que hubiese reconocido a Granger, o a Potter... Potter.

Una imagen distorsionada llegó a su cabeza en ese instante: el rostro de San Potter hinchado en un modo repulsivo, la mano de su padre en su hombro, instándolo a identificarlo y él sorprendiéndose a sí mismo al no hacerlo.

Intentó seguir el recuerdo, intentó recordar más, pero otra vez todo se distorsionaba, un martilleo terebrante atacaba su cabeza y los oídos zumbaban como nunca; por eso desistió en su empeño de recordar, como desistía siempre.

Trasladaron el cuerpo hasta una tumba sin nombre y le sepultaron en el más críptico de los silencios, sin flores ni velas que hicieran de adorno, ni canciones tristes que cantaran su muerte.

Draco notó la ironía de la vida, al traerlo al mundo rodeado de los lujos de su estatus y apellido, para acabar sus días, destrozado y frío, en un cajón improvisado, privado aún de aquel nombre del que tanto alarde hicieran.

¿De qué valía ahora todo aquello que alguna vez tuvo importancia? La guerra había acabado con todo. ¿Quién era él? ¿Importaba acaso? Al terminar todo esto no tendría mejor final que Nott o que cualquier otro pobretón o sangresucia al que la guerra habría sepultado... solo era cuestión de tiempo.

- Si te he traído aquí...- comenzó Remus cuando ya todo hubo acabado- es porque, cuando esto termine, alguien tiene que saber donde encontrarlo para poder regresarlo al lugar que pertenece.

- ¿Cuándo termine?...- sonrió con burla.- ¿En verdad es tan iluso como para creer que sobreviviré esta guerra profesor? ¿En verdad cree que alguno de nosotros lo hará?

- No podemos imaginar otra opción Draco... No podemos perder la fe en que esto acabará bien.

- ¿Fe? Espero que eso sea suficiente, porque todo lo demás está en contra.

Lupin no dijo nada para refutarlo. Se limitó a apoyar su mano en el hombro de él en una muestra de afecto que llevó al rubio a preguntarse si no habría olvidado el viejo profesor el tipo de marca que había en su antebrazo, y las cosas terribles que había hecho en nombre de esa marca.

¿Sería que la convivencia había borrado de la memoria del hombre los motivos que él tenía para estar en Azkaban? Antes de que pudiera preguntarle, estaban de regreso en Grimmauld Place, y Draco intentaba adivinar por cuánto tiempo más podrían prolongar aquello, antes de enfrentar su destino ineludible.

Porque si alguien, además de Potter, tenía la muerte asegurada, ese alguien era él. Y lo triste, es que él sí la merecía.

Vio a Lovegood llorar la noticia y se preguntaba si alguien lo lloraría a él también, cuando vio entrar a Granger. ¿Lo lloraría ella? De algún modo extraño y morboso la idea conseguía aliviarlo, pero ¿era posible albergar ese tipo de esperanzas?

El temor a que incluso ella le negara aquel inmerecido refugio a sus culpas, comenzaba a ser un tormento. No merecía ni aún eso, lo sabía. Por muy egoísta que fuera, debía admitirlo, y temía que Granger algún día lo comprendiera también. Y así, sin posibilidades de salvación, ¿no sería lo mismo vivir que estar muerto?

El crujir de los vidrios bajo sus pies lo trajo de regreso. Para entonces, el reloj marcaba las tres y por tanto ya nadie debía estar dando vueltas por los pasillos de la casona. Nada terrible había ocurrido para ellos después de todo, pues Nott no era ante los ojos de los demás ninguna otra cosa que un mortífago, y ni aún eran conscientes de su muerte.

Subió las escaleras como un sonámbulo, en dirección a su cuarto, pero no pudo llegar a su destino sin percatarse del leño consumiéndose en el salón principal y de una joven sentada frente a él con la mirada perdida.

Granger, luciendo una ancha polera masculina a modo de pijamas, tenía las piernas dobladas sobre el sillón y acariciaba descuidadamente la horrenda criatura que dormía en su falda, a la que ella insistía en querer hacer pasar por un gato.

Antes de que pudiera evitarlo, sus pies habían comenzado a caminar en dirección a ella.

- HP-

Por más que lo había intentado, le parecía imposible dormir. ¿Cómo hacerlo, cuando Luna, aún bajo los efectos de una poción potente no lograba frenar sus sollozos?

E incluso ahora, hipnotizada por la tibia danza del fuego, no logra mantener sus ojos cerrados por mucho. Crookshanks ronronea en su regazo y ella aprieta los párpados suplicando por un sueño que no llega. Y los abre otra vez, derrotada en su intento, y nota entonces que ya no está sola en el lugar. Nota que él ha llegado hasta ahí y toma asiento en el piso frente a ella y la acompaña a observar el fuego. En su mirada hay una expresión indescifrable, pero ella no se atreve a preguntar, menos cuando él ha girado su rostro y examina ahora el animal en su regazo, alzando una ceja, en expresión mordaz, y fija otra vez su mirada en el fuego.

Ella se acomoda en el sillón, intentando mantener lejos de él sus piernas desnudas, aunque no tiene mucho sentido pues él ya ha visto todo de sus piernas. Sonríe ante la inutilidad de su acto y él vuelve a mirarla, atraído esta vez por su sonrisa, pero lo que dice no tiene nada que ver con ello.

- Es un animal verdaderamente feo...- Y la expresión de incredulidad ante su comentario debe ser muy graciosa, pues él sonríe. Y ella se pregunta ¿a qué viene todo aquello?

- Si te detuvieras a mirarlo más de cerca, verías lo que hay de especial en él. ¿Verdad que si, Crook?- juguetea con su cola, pero Draco detiene su mano, entrelazándola a la suya. Sus dedos están helados.

Croockshanks se revuelve en su sitio, como si entendiera que en ese cuadro está de más; estira sus patas y salta al piso echando a andar lejos de ambos.

- Nunca entenderé ese empeño tuyo de abogar por las causas perdidas...- y ella quiere responder algo en defensa de su mascota, pero comprende entonces, por la expresión de su rostro, que él no habla de Croockshanks, sino de él mismo... una "causa perdida", como le ha llamado Ron.

Y él gira su cuerpo hasta quedar frente a ella, con su cabeza a la altura de su vientre, y besa su mano con una ceremonia que ella no entiende, y repite su acción con la otra, y con la piel de su antebrazo, y su vientre por encima de la ropa. Él apoya ahí su cabeza y la idea de acariciar sus cabellos es tentadora, pero antes de hacerlo, él asciende en busca de su boca.

Sus labios se mueven frenéticos y su lengua lo invade todo, mientras sus dedos sostienen su cabeza contra él en un modo desesperado que ya ha usado antes con ella pero que ahora parece distinto. El beso se extiende entre sonidos de lenguas que se tocan y quejidos apagados que escapan de ambos y que ella sabe que debieran reservarse para un sitio más privado, pero que no puede evitar.

Él se levanta de pronto, aprisionando su mano y arrastrándola a través de escaleras y pasillos, y ella camina siguiendo sus pasos en dirección a su cuarto y piensa que aún sin saber a dónde la conduce, de todos modos lo habría seguido; y es que el ruido de su sangre bombeando acelerada en sus oídos somete toda voluntad en ella.

Y cuando la besa otra vez, ya sobre la cama, el fuego se enciende en ella mientras él le arranca la ropa y la besa y la toca y la aprieta contra su cuerpo; y se hunde en ella como si su vida dependiera de ello, en un modo que a veces es incluso doloroso, pero ella no intenta detenerlo.

¿Cómo hacerlo, cuando ha comprendido que no es placer lo que él busca al besarla? Que no es amor, ni pasión, ni nada que tenga que ver con amor. Todo lo que él busca es olvidar. Pero a ella no le importa. No le importa que para él no sea más que un cuerpo con que consolarse; no le importa no ser más que una vía de escape a la muerte de Nott, y a la guerra, y al miedo a su propia muerte.

No le importa que él no la ame porque, como descubre en el instante en que todo acaba, en el momento en que él hunde su rostro en el cuello de ella y ella nota la humedad de sus lágrimas, aunque él no la ame, ella ama por los dos.

Y lo deja llorar, porque él necesita hacerlo, y lleva su mano a la rubia cabeza para acariciar sus cabellos, porque aquello parece consolarlo. Y él se aferra a ella con más fuerza, y llora con más fuerza, y la besa con más fuerza, y la hace suya otra vez, sin explicar nada ni decir nada.

Pero ella entiende su lenguaje.

-HP-

Draco no quería que ella despertara. La oscuridad de la noche le había hecho ceder a la debilidad del llanto, pero ahora que la luz del nuevo día ingresaba por la ventana, no quería enfrentar su lástima.

Pensó en dejar la habitación mientras Hermione aún dormía y en los días siguientes darse a la tarea de evitarla; pero el tibio brazo de la joven rodeando su pecho se lo impedía. Confiado en la oscuridad y cegado por su sed de olvido, había cometido el error de quitarse la camisa, dejando al descubierto la horrenda calavera que tanto empeño había puesto antes en ocultar. Al levantarse la despertaría y entonces la marca, y todo lo que esa marca representaba, quedaría grabada en su memoria para siempre. ¿Podría aceptarlo después de eso?

No es que ella no lo supiera; él mismo se lo había dicho. Pero el temía que al ver la marca, comprendería finalmente la naturaleza de sus crímenes, y entendiera también que ya no había redención posible. Y si ella le quitaba eso, si ella comprendía igual que todos que para él no había esperanzas, si ella le negaba su perdón, entonces todo estaría perdido.

Le resultaba curiosa la ansiedad que aquella idea generaba en él. ¿Desde cuándo le importaba la opinión de Granger? Pensaba en la primera vez que la había besado y las primeras caricias compartidas, y sabía que eran muy distintas a las que habían compartido aquella noche. Todo había sido distinto aquella noche, pero él no quería lidiar con la razón que había hecho aquello distinto, se negaba a tener que aceptar una verdad que creía absurda.

La joven se agitó en la cama y un balbuceo escapó de sus labios, anunciando que estaba pronta a despertar, y la premura por huir se gatilló en él, haciéndolo dejar la cama en busca de la camisa olvidada en el suelo. Sintió como ella se movía a sus espaldas, pero ni aún se giró a mirarla mientras buscaba su pantalón.

- Estás sangrando...- sonaba alarmada y Draco se giró en expresión preocupada al advertir la sangre seca que manchaba las sábanas y que era el motivo de la turbación de ella. Recién entonces recordó la herida en su mano. Ya no dolía, pero al examinar el dorso de ella a la luz, notó que la sangre había dejado de correr pero no sin dejar ahí sus huellas.

Al alzar la vista otra vez, ella estaba ahí, junto a él, tomando su mano entre las suyas para examinarla a la vez que retiraba la manga de la blanca camisa para confirmar la extensión de la herida; pero él la detuvo, apoderándose de su muñeca.

Notó cómo el cuerpo de la joven se tensaba, seguramente recordando lo que debía ocultar él ahí, pero, para sorpresa de él, no había miedo en su mirada cuando alzó sus ojos hacia él. Había algo que él no alcanzaba a definir; y así como estaba, hipnotizado por el misterio de sus ojos, no fue consciente de que la mano de ella siguió su avance, hasta descubrir su antebrazo por completo.

- ¿Es... es dolorosa?- preguntó ella, con su voz hecha un susurro, mientras sus dedos seguían el trazo de las oscuras líneas dibujadas en su piel blanca.

- No...- sintió su voz más ronca de lo que habría querido.- Ya no.

Ella entonces alzó su propio antebrazo para colocarlo junto al suyo, exponiendo ahí las pálidas líneas en las que aún se alcanzaba a leer lo que Bellatrix Lestrange marcara ahí: "Sangre Sucia". Draco sintió su rostro palidecer al pensar que ella le reclamaría ahora lo que siempre había debido reclamar.

- Supongo que al menos tenemos esto en común...- y sonrió, para asombro y perplejidad de él. ¿Cómo podía sonreír?

- No existe nada en común entre ambas, Granger...- dijo irritado ante su ingenuidad- La tuya es...

- Te equivocas... tienen todo en común...- tomó el rostro de él entre sus manos para obligarlo a mirarla.- Ambas son producto de una misma guerra.- Y lo besó.

Fue solo un tibio contacto de labios el que ella había pretendido, pero eso fue suficiente para encender en él una sed de algo más grande que necesitaba desesperadamente saciar. Y lo buscó en su boca, en el hueco de su cuello y en el contorno de sus senos.

Desnuda y tendida en la cama, devoró su cuerpo por completo con sus labios, con sus manos, con su lengua. Besó su vientre, su ombligo, y llego aún debajo de su vientre. Y esta vez dejó que ella lo desnudara pues no quedaba nada que ocultar.

La hizo suya otra vez, y ella, sin saberlo ni esperarlo, lo hizo suyo también.

-Fin del capítulo 13-

Nota de la autora: Sé que me quieren matar (un buen número de ustedes al menos), pero de verdad, de verdad, de verdad, debo decir que era necesario para la historia... El destino de Nott en este fic estaba fijado incluso antes de comenzar a definir el de Draco y Hermione. En el que estoy escribiendo ahora (The After), intento redimirme.

Alex.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top