CAPÍTULO 10: EL ESPÍA


"¡Obra, ponzoña mía! ¡Siembra la duda entre estos necios! Así se engaña al crédulo sin seso; y así más de un ser inocente y digno, sin culpa alguna, pierde fama y honra... ¡Culpadle, señor, Culpadle!"

- Yago en "OTELO", William Shakespeare.

Ninphadora Tonks veía la duda en el rostro de su marido. El hombre lobo no creía del todo lo que Parvati Patil había dicho, y ella no podía entender por qué, cuando las declaraciones de la joven eran congruentes y sus motivos más que comprensibles.

Dos semanas después del asesinato en Diagon Alley, y antes de que ninguno de ellos se atreviera a plantear sus miedos respecto a la presencia de un espía entre ellos, Parvati pidió hablar con miembros específicos del la Orden. No solo Lupin y ella estaban presentes, sino también Bill y Percy. Harry, sin embargo, por deseo expreso de la joven, había sido excluido, junto a sus más cercanos, lo que Tonks no logró entender hasta que la joven dejó en claro sus temores.

- Todos sabemos que Harry confía en él más de lo que debería.- Había dicho Parvati, con sus ojos negros clavados en Remus, y la atención de los presentes centrada en ella.- Y dice tener sus razones, pero yo temo que esté en un error, y sé que no soy la única.

- Y ¿por qué ahora, Parvati?...- preguntó Bill de pronto, con clara reticencia. El mayor de los Weasley no parecía contento de hacer reuniones que excluyeran a los demás. Según dijo, creía que la pérdida de la confianza nunca llevaba a nada bueno.- Malfoy lleva aquí meses. ¿Por qué sospechar de él ahora?

- Siempre he sospechado de él. Y sé que todos lo hacen.- alegó ella.- Pero, creo que ahora tenemos algo con qué desenmascararlo.

- ¿Y qué sería?- La voz de Remus sonó extrañamente anodina.

- He descubierto el modo en que hace llegar la información al Señor Oscuro.

Pero cuando Parvati dio a conocer la existencia de un Elfo Doméstico que visitaba a Malfoy secretamente de cuando en cuando, Lupin no pareció muy sorprendido. La joven explicó que lo había visto por primera vez hacía dos meses, durante la noche, ingresando a hurtadillas al cuarto del "mortífago"- no había tenido reparos en llamarlo así, a sabiendas de que nadie podía rebatirla- y que desde entonces se había preocupado de espiarlo hasta notar que las visitas tenían cierta frecuencia. Había visto a la criatura por última vez la noche antes del episodio de Diagon Alley.

- Ron mismo dijo que entraron a la botica a comprar los ingredientes que Malfoy había solicitado expresamente a Greengrass para preparar sus pociones.- un largo silencio secundó a ello- No digo que Daphne participara directamente, pero me da la impresión de que ella no dice toda la verdad. Quizá lo que oculta es precisamente lo que pondría a Malfoy al descubierto. Todos sabemos el tipo de relación que hay entre ellos. Quizá confió en él y por eso salvó luego a Ron, al comprender que lo había llevado directo a una trampa.

- Me parece que Patil tiene un punto.- intervino Percy por primera vez, aparentando apatía.- Es claro que la chica Greengrass oculta algo.

- Además, - siguió Parvati- Está lo de Hermione. No es un secreto que Malfoy la ha seducido. ¿No ven acaso lo conveniente que es eso para él? ¿Compartir intimidades con la mejor amiga de Harry?

- Hermione es una chica inteligente...- sonrió Bill negando con la cabeza- Dudo que...

- Pero está enamorada de él...- explicó Parvati- Ella misma me lo dijo...- su voz bajó en intensidad al decirlo- Ella no puede saber que se los he confesado, pero es la verdad. Es por eso que no la quería aquí hoy, porque ella se negará a creerlo... Es mi amiga, y tengo tanto miedo por ella...- los labios de Parvati temblaban, pero sus ojos no tenían una expresión concordante, en opinión de Lupin.

Lo que siguió, fue el llanto desconsolado de Parvati, los intentos de Percy por calmarla y hacerles ver a todos que los miedos de la chica estaban más que justificados, y la preocupación aflorando en los rostros de los presentes. Si Draco Malfoy era en verdad un espía para Lord Voldemort, las cosas pintaban mal para ellos.

- Pero, ¿por qué haría Draco algo así?- se atrevió a plantear Tonks, cuando Parvati ya se había retirado.- ¿No se supone que Voldemort mismo ha matado a sus padres?

- Eso es lo que se supone...- dijo Percy, torciendo el labio- Pero solo porque es lo que Harry ha dicho, y tú mismo dijiste, Remus, que cuando Malfoy llegó aquí no recordaba nada de lo ocurrido. ¿Qué tal si él no cree lo que Harry dice? ¿Qué tal si piensa que lo han engañado para retenerlo acá y quiere volver con el Señor Oscuro?

Lupin no había dicho nada. Sus ojos, sin embargo, estaban clavados en Percy, con excesiva atención.

Finalmente accedió a someter al rubio a un interrogatorio, pero Tonks sabía que algo no estaba bien. Conocía a su marido lo suficiente como para saber que su preocupación no estaba puesta en las acusaciones hechas a su primo, sino en algo que consideraba más grave.

- ¿Crees que Draco sea un espía?- preguntó, al cabo de un rato, sin poder tolerar el críptico silencio de su marido.

- No...- el hombre clavó sus ojos en ella, irradiando una preocupación que ella no lograba entender.- Hay un espía entre nosotros... Pero me temo que no es Draco.- Y Tonks no se atrevió a preguntar de quién sospechaba su marido. Algo le hacía presentir que la respuesta no le iba a gustar.

-HP-

- ¿Se puede saber qué buscas tan desesperadamente?- Los negros ojos de Theodore se giraron a ver a Draco con expresión preocupada, mientras dejaba de revolver los frascos que habían sobre la mesa de pociones. Malfoy no era particularmente obsesivo con sus brebajes, pero ni Daphne ni Theodore solían tener problemas en pedirle ayuda cuando requerían alguna, por lo que resultaba extraño el secretismo con que el joven registraba sus cosas sin pedírselo directamente. Y el largo silencio con que Theodore le sostuvo la mirada tras aquella pregunta, no hizo más que aumentar la curiosidad del rubio.

- ¡No te atrevas a usar la Legeremancia conmigo!- le advirtió Nott.

- No pensaba hacerlo.- sonrió aparentando inocencia.- ¿Qué es lo que necesitas?- Theodore pareció analizar la situación un último instante antes de responder.

- Polvo de cuerno de unicornio...- Y al ver cómo la expresión de Draco cambiaba hasta transformarse en una de franca reprobación, llevó las manos hasta su cabello en actitud desesperada.

- Sólo hay dos pociones para las cuales necesitarías cuerno de unicornio Theo.- sus labios estaban rectos, dejando en claro su molestia- y como sé que no la necesitas para hacer crecer tu cabello, asumo que quieres saber si los mareos de Lovegood tienen algo que ver con que ella te abriera las piernas, ¿no?

- ¡Ahórrate el sermón!

- ¡Justo lo que necesitábamos! Un Theo junior dando vueltas por ahí.- soltó con sarcasmo, mientras Nott dirigía una intensa mirada a sus zapatos, pero luego su rostro se puso serio.- ¡En medio de una jodida guerra se te olvida conjurar un hechizo contraceptivo!

- ¿Me vas a ayudar o no?- la expresión de Theodore volvió a tener la frialdad de siempre y Draco comprendió de pronto que no tenía sentido decir nada.

- Prepararé la poción si quieres, pero ¿has pensado en qué vas a hacer si resulta que concebiste un hijo con Lovegood?

- Sólo prepara la poción.- su voz sonó triste, rota, y es que Theodore también se preguntaba lo mismo. ¿Qué harían él y Luna si venía un hijo en camino? A esta edad y en las circunstancias en que se hallaban, el panorama no era en nada prometedor.

Draco habría querido preguntar qué pensaba Lovegood de todo ello, pero el ruido de pasos bajando las escaleras en tropel hasta donde se encontraban lo silenció. En menos de quince segundos, dos de los hermanos Weasley, junto a Remus Lupin, estaban frente a él, pidiendo explicaciones respecto a la presencia del elfo. A Draco le bastó notar el tono histérico que usó Percy en el interrogatorio para comprender de qué lo estaban acusando, y sus labios se tornaron en una altanera sonrisa. ¿Eso era todo lo que había encontrado el idiota de Percy Weasley para incriminarlo? ¿La existencia del Elfo doméstico de los Nott, que los visitaba trayendo ropa y dinero de cuando en cuando?

A estas alturas, considerando que habían pasado casi un año desde la llegada de Theodore al lugar y que nunca desde entonces había faltado a ambos ropa nueva con qué vestirse, implementos básicos, y uno que otro ingrediente para sus pociones, Draco consideró siempre que la existencia del pequeño ayudante debía ser obvia para todos.

- ¿De modo que es así como haces llegar la información a los mortífagos?- cuestionó Percy, apuntándolo con la varita.

Draco notó cómo la mandíbula de Theodore se contrajo ante ello, y supo que estaba pronto a aclarar las cosas, pero entonces, las palabras de Daphne llegaron a su cabeza y recordó que entre ambos, era precisamente Nott el que correría peor suerte si lo acusaban de espía.

Si a eso sumaba que, de someter a Theodore al veritaserum ahora que no estaban los efectos del antídoto para ayudarlo, los de la Orden sabrían por qué llegó Theodore ahí inicialmente y las probabilidades de que dieran crédito a su posterior conversión eran pocas. No. No podía dejar que la duda recayera sobre Nott. Por eso se adelantó a contestar a Percy antes de que Theodore pudiera decir nada.

- Supongo que como en tu familia nunca hubo dinero para tener un elfo, no sabes que esas miserables criaturas no hacen buenos mensajeros. En general se limitan a conseguirte ropa y una que otra botella de Whisky de fuego para hacer las cosas más agradables en este lugar.

- ¡Hazlo aparecer entonces!- exigió el pelirrojo- Que él nos diga si es solo ropa lo que ha estado llevando.

- No puede hacerlo...- intervino Theodore de pronto, atrayendo la atención de los presentes y sin comprender la mirada horrorizada de Draco.

- ¡Nott!- exclamó Draco en un vano intento por hacerlo callar.

- ¿Por qué no?- preguntó Bill de pronto, algo extrañado.

- ¡THEO!- gritó Draco, pero fue en vano.

- Porque el Elfo es mío.- dijo Theodore, y notó como la expresión de Draco se hacía más oscura que nunca.

-HP-

Hermione aún no lograba entender lo ocurrido. Según el relato de Neville, y lo que había logrado oír en medio del desconsolado llanto de Luna, acusaban a Nott de ser un espía para los mortífagos, sin tener más pruebas que la presencia de un elfo doméstico al que nunca había mencionado.

Pese a la férrea defensa que Luna hacía del muchacho, Hermione nunca había tenido a Theodore Nott en el mejor de los conceptos. Aún así, ella misma era la más sorprendida de la decisión tomada por Lupin basándose en pruebas que no tenían peso alguno. ¿Es que el antiguo profesor sabía algo que no había confesado al resto? Percy era el único que parecía ver lógica en aquella decisión, ya que incluso Bill tenía sus dudas, y es que: ¿era necesario enviar a Theodore Nott a Azkaban sin tener una sola prueba válida para inculparlo? Ningún interrogatorio había sido realizado cuando Lupin dio la instrucción, tomando a todos, incluso a Percy, por sorpresa.

Hermione, al igual que Bill y Harry, creía que en todo aquello había jugado más el prejuicio que la justicia, algo que no encajaba tratándose de alguien como Remus Lupin.

Ese fue el motivo, junto al desconsuelo conque Luna solicitó su ayuda, por el cual fue hasta el cuarto de Lupin a pedir una explicación. Pero no alcanzó a golpear a la puerta, cuando la discusión que se mantenía en el interior, la hizo detenerse.

- ¡Usted sabe que no es él!- era la voz de Malfoy- ¡Sé que lo sabe!

- Y yo agradezco que los demás no tengan tus habilidades para la Legeremancia.- fue la críptica respuesta de Lupin.

Por un largo minuto, todo lo que Hermione pudo oír fue el silencio inundando la habitación, como si Malfoy analizara las palabras del hombre.

- Y entonces... ¿por qué lo envió a Azkaban? Si sabe quién es el verdadero espía, ¿por qué hizo que se llevarán a Nott?

- Tú y yo podemos sospechar de la misma persona, Draco, - respondió Lupin, con voz cansada.- pero si aún no lo has desenmascarado frente a todos, ni aún para defender a Theodore, es porque, al igual que yo, no tienes cómo probarlo.

- Aunque tuviera como hacerlo...- la voz de Draco sonó seria, a la defensiva.- Nunca lo creerán.

- A menos que tengamos pruebas que ni él ni nadie pueda desmentir.- hubo una nueva pausa que dio tiempo a Hermione para preguntarse de quién estarían hablando, ¿de quién sospechaba Lupin realmente?- Hasta ahora, "él" ha sido suficiente cuidadoso como para no darnos nada con qué inculparlo. Pero si logramos hacer que se sienta libre de toda sospecha, quizá entonces cometa un error que nos permita ponerlo al descubierto. ¿Lo entiendes?

- ¿De modo que ha enviado a Nott a Azkaban para poder atrapar a ese imbécil?- rabia. Eso era lo que transmitía su voz.

- Por ello, y para que dejaran de insistir con tu culpabilidad en el asunto, o ahora estarían ambos siendo interrogados.- Draco no respondió, y cuando Lupin volvió a hablar, parecía cansado- Créeme que si encontrara otra forma de hacerlo...

- ¿Sabe el riesgo en que lo ha puesto?

- Me preocuparé de que nada le ocurra mientras esté...

- ¡No! No tiene idea, ¿verdad? Tampoco es como que le importe, pues él no es más que un puto mortífago a sus ojos... ¿No es eso lo que piensa?- Lupin no respondió- Pero le diré algo que no sabe... Nott llegó aquí precisamente como un espía de los mortífagos, pero traicionó al Señor Tenebroso al negarse a entregar ninguna información. ¿Sabe cuál es el castigo que tiene el Señor Oscuro para los traidores? ¿Lo sabe? No... no lo sabe. Pero yo sí, profesor Lupin... Yo sé exactamente cuál es el castigo que espera a Nott si Lord Voldemort llega a él. Y si eso ocurre, profesor... será su culpa.

- Hay algo que debes entender, Draco,- sonó la parsimoniosa voz del hombre lobo- Estando en Azkaban, Theodore estará más seguro de lo que estaría quedándose aquí...

Fue el ruido de pasos subiendo la escalera lo que obligó a Hermione a esconderse tras la cortina más cercana a fin de que su presencia no quedara al descubierto, impidiéndole oír nada más.

Minutos después, luego de que Tonks ingresara al cuarto y Malfoy saliera de este dando un portazo, Hermione no esperó demasiado tiempo antes de decidirse a seguirlo escaleras abajo.

Tras lo que había oído decir a Remus Lupin, una creciente indignación se había ido hinchando en el alma de la joven ante lo que consideraba una injusticia, y el recordar el rostro doliente de Luna, aumentaba aún más su molestia ante lo que consideraba un atentado contra todos sus principios; y es que, en opinión de Hermione, aunque Theodore Nott no era la persona más digna de afectos en el mundo, nada justificaba el actuar de Lupin. ¡Nada!

Por eso siguió a Malfoy escaleras abajo, y golpeó la puerta de su cuarto con insistencia luego que lo viera entrar en él. Recién cuando el rubio abrió la puerta y pareció contrariado al encontrarla ahí, recordó ella que llevaba dos semanas haciendo todo lo posible por evitarlo, y recordó también la razón de ello. Pero alejó ese pensamiento al instante, porque lo que tenía prioridad ahora no era su inexistente relación con Malfoy, sino la injusticia que se estaba cometiendo y la necesidad creciente de hacer algo al respecto.

Fue por eso que ignoró la mirada del rubio por completo y se introdujo en su cuarto sin invitación alguna, para mayor desconcierto de Malfoy, quien cerró la puerta lentamente y se quedó mirando a la joven con una ceja alzada, expectante.

- ¡Tenemos que hacer algo!- se apresuró ella a exponer antes de pensar en nada, ni mucho menos en qué es lo que pensaría Malfoy ante su propuesta.

- ¿Hacer qué?

- Tú sabes de qué hablo.

- No... no lo sé...

- Debemos hacer algo por Nott.- los ojos de Draco se empequeñecieron por un momento, como si analizara no sólo la sinceridad de sus palabras, sino también si ella merecía o no su confianza, pero por el curso que tomaron las cosas, Hermione pudo concluir que la evaluación había sido desfavorable.

- Preferiría que retomemos lo que dejamos pendiente.- sonrió, demudando su expresión, en lo que Hermione advirtió era una forma de desviar el tema. Su sonrisa altanera no alcanzaba sus ojos. No confiaba en ella.

Tampoco es como que tenga motivos para confiar.

Hermione podía entender su recelo, pues si una cosa admiraba secretamente del rubio, era su necesidad de proteger a quienes amaba. Ella siempre había tenido sus sospechas respecto a qué movía las acciones de Malfoy, pero fue durante aquellas conversaciones que surgieron entre ellos en las últimas semanas, en los pequeños detalles que él dejaba escapar, que ella tuvo su confirmación.

Había tomado la marca como una forma de borrar el fracaso de su padre a los ojos de Voldemort, pese a que claramente no se enorgullecía de ello; había ideado una misión imposible, para salvar a su madre, sin aceptar siquiera la ayuda de Dumbledore. Porque cuando se trataba de aquellos que amaba, Draco Malfoy no confiaba en nadie.

No es como que alguien ofreciera una ayuda de verdad.

Durante mucho tiempo, la muerte de Dumbledore parecía a Hermione consecuencia de una serie de factores, entre los cuales estaba el querer dar una oportunidad a Draco. Pero, muy en el fondo, su pensamiento racional se preguntaba si realmente Dumbledore había querido dar una oportunidad, o si solo lo había mencionado para ganar tiempo. Porque Dumbledore sabía, mucho antes de esa noche, el tipo de hazaña que había sido puesta sobre los hombros del rubio. Sabía también cómo aquello lo estaba destruyendo y el motivo por el cuál lo hacía. Pero en lugar de ofrecer entonces una salida real para él y sus padres, de usar el tiempo a su favor y planificar un escape, lo dejó seguir desmoronándose ante sus ojos, sin decir nada hasta el último momento, cuando ya todo estaba hecho y no había marcha atrás.

Aceptar entonces la ayuda de Dumbledore, no era una posibilidad real, y no había forma que Draco Malfoy dejara la vida de su madre en manos de una promesa vacía.

¿Por qué iba a confiar ahora en ella, que sólo venía a ofrecer palabras?

- Pero si te excita hablar de Theo mientras lo hacemos, - siguió él, en un claro intento por hacerla desaparecer - por mí está bien.

Sus ojos grises centelleaban en las sombras y su cabello, algo más largo de lo que ella recordaba, caía sobre su frente en aquel modo encantador que parecía producto de un hechizo.

- Quiero ayudar, Malfoy...- intentó aclarar. Necesitaba que él aceptara la ayuda. Que supiera que su oferta no eran solo palabras, que había una intención real. Que confiara en ella.

- Puedes comenzar por quitarte la ropa.- Sonrió desde su puesto, a unos pasos de ella, con su mirada insultante. Pero Hermione ya conocía esa mirada. Y recordó algo que había adivinado tiempo atrás: cada vez que Malfoy quería evitar que nadie viera su vulnerabilidad, recurría a la ofensa.

- No resultará esta vez, Draco.- su nombre escapó de sus labios sin ella pensarlo, y él pareció contrariado ante esto.- Si realmente quisieras...- se detuvo al recordar la palabra usada por él, intentando buscar un reemplazo- "eso"... ya me tendrías contra la pared o contra la cama como sueles hacerlo. Sólo lo dices porque quieres que me vaya, porque no crees que puedas confiar en nadie, para lo que sea que intentas hacer por Nott.- una nueva pausa se dio entre ambos. Los ojos de él eran una línea acechante y aunque el resto de su rostro no decía nada, la leve contracción de su mandíbula evidenciaba su molestia.- Pero esta vez vas a tener que confiar.- el labio de él se curvó en una sonrisa ante su exigencia y cruzó ambos brazos por delante de su pecho con actitud desafiante.

- ¿En ti?- sonaba a burla, pero ella no se dejaría afectar otra vez por él, no ahora que creía conocerlo un poco más.- ¿Y por qué habría de confiar en ti?

- Porque yo también quiero ayudar a Nott.- el tiempo pareció detenerse entre ambos mientras Malfoy la contemplaba con su expresión tornándose cada vez más seria, y luego triste, derrotada.

- Solo sal de aquí.- Hermione sintió su corazón henchirse de ira. ¿Es que en verdad prefería rechazar su ayuda sólo por orgullo, mientras Nott seguía en Azkaban injustamente?

- ¿No piensas dejar que te ayude entonces?- Draco no respondió, ni siquiera la miró. Sus ojos, fijos en algún punto inexistente, no reflejaban más que su desconfianza.- ¿En verdad prefieres arriesgarte a que, lo que sea que planeas hacer salga mal, porque eres incapaz de aceptar mi ayuda? No tienes precisamente un historial exitoso cuando se trata de salvar a quienes... - pero no pudo decir más, pues el aire había escapado abruptamente de sus pulmones. Con tanta fuerza Malfoy la apretó contra la pared, con su rostro furioso a escasos centímetros del suyo, que Hermione no se percató de lo ocurrido hasta que la presión de los fríos dedos de él sobre sus muñecas comenzó a doler.

- No te atrevas a juzgarme, Granger.- Rabia. Eso era lo que destilaban sus palabras.- No sabes nada de mí, ¿entiendes? Nada.

- Sí sé algo de ti...- se atrevió a decir. No se doblegaría esta vez. No lloraría tampoco.- Sé que todo esto no es más que una coraza. Sé que eres cruel conmigo sólo porque te aterra pensar en que pueda ganar tu confianza, porque tú no confías en nadie... Sé que tienes miedo porque llegaste a sentir cosas por mí, Draco... Lo sé...- ¿Lo sabía?- Nadie puede fingir tan bien como tú lo hacías...- Y ahí estaba esa maldita sonrisa conquistando su rostro. Esa sonrisa burlona que era su tormento.- Algo tienes que haber sentido como para...- pero la risa de él acabó con su discurso. Era una risa que daba miedo.

- Pobre Hermione...- dijo su nombre con una dulzura fingida que lo hacía todo más doloroso, mientras traía una de las manos de ella hasta sus labios, lentamente, para depositar en su dorso un tierno beso, un beso que duró varios segundos durante los cuales no despegó su mirada de la de ella, haciendo que un temblor molesto se apoderara del cuerpo de la joven.- Crees que te quiero... ¿verdad?- los ojos de Hermione se abrieron horrorizados, temiendo lo que vendría luego.- Crees que en el fondo soy una buena persona y que tarde o temprano acabaré confesándote mi amor, ¿no es cierto?- rió otra vez.- Pero te equivocas. No soy una buena persona.

- Es porque ni siquiera lo intentas...- alegó ella.

- Nunca podré quererte.- declaró de pronto.- Una mala decisión tras otra, me han hecho acumular tanta mierda, que no hay espacio para ese sentimiento en mí. Pero aún así, te deseo, ¿sabes?- Hermione sintió su estómago revolverse. No eran palabras tiernas, ciertamente, pero por primera vez en todo aquel tiempo, Hermione sintió que él estaba siendo sincero, le gustara a ella lo que oía o no.- Sueño contigo por las noches y te hago cosas que estoy seguro jamás permitirías.- las mejillas de ella se tornaron escarlata y giró su rostro para evitar sus ojos, pero esto no lo hizo detenerse, sino que aprovechó para acercar sus labios al oído de ella. Su aliento cálido impactó ahí, haciendo que algo se revolviera en la parte baja de su vientre.- Pienso en ti a cada instante, Hermione, imaginando como sería acabar lo que dejamos inconcluso...- sus labios atraparon el lóbulo de la oreja de ella y la humedad de su lengua en esa zona generó en ella un sonido involuntario que no alcanzó a retener. Aún sin mirarlo, pudo notar la sonrisa que se apoderó de los labios del muchacho al ser consciente de lo que lograba en ella.- Sueño despierto con la idea estar dentro de ti...- la insinuante presión que hacían sus caderas contra ella, fue suficiente para ejemplificar sus palabras. Hermione podía sentir una intensa calidez recorriéndola, al ser consciente de aquella parte de él tan cerca de ella misma.- A veces te deseo tanto, que mientras hablas con esos idiotas, la idea de ponerte contra la mesa y hacerlo frente a todos no deja de dar vueltas en mi cabeza.- sus labios se posaron en su cuello para depositar ahí un beso- No sabes las cosas que quisiera hacerte aquí mismo.- un nuevo beso, un poco más abajo, y luego sus labios volvieron a su oído- Y por el modo en que respiras sé que tú también lo quieres...- Hermione giró hacia él su rostro, acalorada, pero no había indignación alguna en su expresión, porque era cierto: ella también lo quería. Sin embargo, sus ojos grises no le transmitieron el calor que ella esperaba encontrar ahí. Estaban fríos como hielo.- Lamentablemente,- ya no reía siquiera- mientras seas una maldita hipócrita, tendremos que sufrir los dos.

Era a todas luces un reclamo, ella lo sabía. Y aunque ni aún entonces Malfoy soltó el agarre que tenía sobre ella, Hermione supo que no tenía intenciones de seguir avanzando. Que lo que sea que hubiera ocurrido entre ambos en ese instante, había terminado.

- Entonces, ¿si sientes algo por mí?- Draco retrocedió levemente, solo unos centímetros, pero fue suficiente para que ella sintiera el frío de la habitación otra vez. Sin embargo, algo había cambiado en su rostro al hacer esa pregunta y el corazón de Hermione latió con más fuerza que nunca dentro de su pecho, anhelando una respuesta, cualquiera fuera, para aclarar aquello. ¿Sería posible que él sintiera algo por ella? A estas alturas, por patético que resultara, eso era un consuelo.

Sin embargo, la deseada respuesta no llegó nunca, pues la puerta se abrió de golpe a su lado, dejando entrar a una alterada Daphne Greengrass a interrumpir la escena. La joven, cuyo rostro comenzaba a recuperar la belleza que la caracterizaba, se había enterado ya de lo ocurrido con Theodore Nott.

-HP-

Daphne nunca pensó que su primera discusión con Ronald Weasley sería por celos, y mucho menos, antes de que pudieran tener siquiera su primer beso. Dos semanas habían pasado desde la tragedia de Diagon Alley, y durante todo aquel tiempo, había disfrutado de las constantes atenciones del pelirrojo.

Pero en las dos ocasiones en que habían estado a punto de besarse, ella había respirado aliviada cuando alguien interrumpía la escena evitando que nada ocurriese, y es que a Daphne Greengrass le había ocurrido algo impensable: temía que él solo lo hiciera por compromiso, por sentirse culpable.

¿Sería ese el motivo? Hasta hace unas semanas, que fuera así o no, la habría tenido sin cuidado mientras consiguiera de él lo que quería, pero ahora no estaba segura de que eso fuera suficiente. La creciente necesidad de que él la quisiera... No... De que él la "amara", le impedía conformarse con un afecto ganado en base a la culpa.

Y lo peor de todo, era el convencimiento que tenía de que lo amaba. ¿De qué otro modo podría definir ella lo que sentía por él? Aquel deseo creciente de ser meritoria de su afecto, de ser digna de su amor, no podía explicarse de otro modo. Y ese amor había venido a complicar toda su existencia.

Por eso, y porque nunca antes había estado con alguien a quien ella le importara lo suficiente, no logró reconocer la reacción que Ronald tuvo al manifestar ella su preocupación por la situación de Theodore.

- Supongo que no te lo esperabas.- comenzó el pelirrojo atrayendo su atención. Daphne alzó una ceja confundida.- Lo que él hizo... Que fuera el culpable de lo que ocurrió.

- ¿En verdad crees que es Theodore?- preguntó ella con ironía. ¿Qué diría el pelirrojo si supiera que el verdadero peligro era su propio hermano? Pero no tenía caso que ella lo dijera. Nadie le creería.

- No puedo creer que lo defiendas...- y su rostro tomó aquel tinte rojizo con que se coloreaba cuando la ira se apoderaba de él.

- ¡Sé que no es él, Ronald!- si tan solo él pudiese creerle. Pero en lugar de eso, los ojos del muchacho se empequeñecieron y su reacción fue para ella inexplicable.

- ¿Por qué lo defiendes?

Y lo que siguió a esa pregunta es algo que ella no quería ni podía entender. Fue un sinfín de palabras mal interpretadas y de acusaciones sin sentido, hasta que finalmente el miedo de él quedó claro para ella:

- ¿Aún lo quieres verdad?- preguntó y ella guardó silencio horrorizada. ¿Era ese el miedo del pelirrojo? ¿Qué ella aún guardara sentimientos por Theodore Nott?

- ¿Piensas que lo defiendo sólo porque...?

- Fue por él que llegaste aquí, ¿no es cierto? Todos saben lo molesta que estabas porque Luna lo había alejado de ti... Nunca dejaste de quererlo...

- No lo quiero del modo que crees, Ronald...- intentó aclarar. No le gustaba el rumbo que estaba tomando la conversación, menos cuando la ira de él, aunque en cierto modo le dejaba claro que había más que interés por ella de su parte, era algo a lo que ella nunca se había enfrentado. Nunca nadie la había celado antes.- Lo conozco de toda la vida, igual que a Draco...

- ¡Claro! Casi olvido a Malfoy...- y la expresión del pelirrojo pasó de la rabia a la indignación, mientras las mejillas de Daphne se tornaron rojas al comprender que él conocía su historia con ellos.

Entre su círculo de conocidos, nadie daba demasiada importancia a las relaciones pasadas, por lo que para ella eso jamás fue un problema. El lema era experimentar y disfrutar mientras fuera posible hacerlo, antes de terminar en algún matrimonio arreglado por sus padres. Pero Ronald Weasley no era un slytherin, ni el heredero de una fortuna. Era un Gryffindor, lleno de esa sarta de valores y principios que ella siempre había despreciado, y muy probablemente uno cuya única experiencia consistía en unos besos de pasillo a los dieciséis años. Sin duda el hecho de que a la primera oportunidad ella se desnudara frente a él tampoco había ayudado a dar una buena imagen, y recién ahora comprendía que todo ese tiempo ella no solo había estado luchando porque él la quisiera pese a ser una slytherin, sino también pese a todo lo demás. Nunca nadie la había hecho sentir tan indigna como él la hacía sentir ahora, y una creciente rabia nació en su pecho entonces.

Ni aún el notorio arrepentimiento que comenzaba a aparecer en el rostro de él en aquellos minutos de silencio fue capaz de aminorar su ira y es que se sentía dolida como nunca. La decepción podía leerse en su rostro.

- Sabes, Weasley...- dijo, volviendo a llamarlo por su apellido.- ¡Eres un imbécil!- y se giró sobre sus pies sin quedarse a oír nada más.

Mientras caminaba hasta el cuarto de Draco, todo lo que hacía mentalmente era recordar que se había prometido hace muchos años ser una chica fuerte, y que no importaba lo que Weasley pensara de ella, ella jamás debía arrepentirse de nada. Jamás miraría a su pasado para lamentarse. Jamás dejaría que nada que no pudiese corregir, comandara su vida, porque si algo se había prometido a sí misma, si algo se debía a sí misma, era ser feliz. Sin embargo, no podía evitar que la reacción de Weasley le doliera más de lo que ella había pensado.

Y como si esto fuera poco, al ingresar al cuarto de Draco, para terminar de arruinar su tarde, ahí estaba Hermione Granger, ofreciendo su ayuda para sacar a Theodore de Azkaban. ¿Es que la señorita "luchemos contra las injusticias del mundo" nunca descansaba?

- ¿Y por qué tendríamos que confiar en ti?- fue su pregunta, sin intentar siquiera esconder su molestia. A veces se preguntaba si Granger tendría una idea de cuánto la aborrecía.- Hasta donde recuerdo, Theodore no te agrada a ti más que al resto.

- Lo hago por Luna...

- ¡Ah! Lovegood... Casi lo olvido- sonrió Daphne molesta, entornando los ojos. Draco se mantenía con la espalda pegada al respaldo de la cama, y los tobillos cruzados sobre esta, en actitud pensativa, indiferente a la tensión que se había generado entre ellas.

- Luna dice que él no es culpable, y le creo.- Hermione se abstuvo de confesar sus motivos. No quería explicar a Draco que había oído su conversación con Lupin.- Ella está dispuesta a todo para sacarlo de ahí y yo creo que...

- ¿Y de qué modo podría ella ser de ayuda?

- Daphne...- le llegó a los oídos la llamada de atención de Draco, pero ella lo ignoró.

- ¿O de qué modo podrías ayudarnos tú? No es como si fueses a apoyarnos cuando sepas quién es el verdadero espía...

- Daphne...- Draco otra vez.

- Porque tú, al igual que todos en este jodido lugar, jamás te atreverías a acusar a un Weasley para defender a uno de nosotros...

- ¡GREENGRASS!

Daphne no habría podido decir si el silencio que se impuso fue producto del grito de Draco o si fue por el asombro de Granger al oír que era un Weasley el traidor, pero lo cierto es que llegó un momento en que se arrepintió de haber dicho demasiado.

- ¿Crees que el traidor es un Weasley?- preguntó la castaña con expresión dolida, como si no quisiera saber la respuesta.

- No lo creo, Granger... Lo sé.- confesó ella con rabia, y vio como los ojos de Hermione viajaban a Malfoy pidiendo una respuesta a algo que le parecía inverosímil.

El rubio se limitó a mirarla fijamente desde su posición, sentado sobre la cama, con los antebrazos sobre sus rodillas y la cabeza inclinada, sin negar nada, atento a su reacción.

- ¿Quién?- se atrevió a preguntar ella, con voz trémula, y cuando Daphne le dijo que era Percy, no pareció tan sorprendida como la rubia esperaba. ¿Sería que en verdad les creía?- Si es Percy el traidor, debemos apresurarnos, pues él tiene control sobre el Ministerio.- siguió Hermione, pensando en voz alta- De modo que puede llegar a Azkaban cuando quiera.

- ¡Explícalo al hombre-lobo!- exclamó Draco, con su voz grave, sin ocultar su molestia.

- ¡Tenemos que sacarlo de ahí, Draco!- gritó Daphne- Llama al elfo, dile dónde está Theo. Ellos tienen un tipo de magia distinta a la nuestra, quizá él pueda...

- ¡No puedo llamarlo porque no es mi puto elfo! Y aunque así fuera, Nott no aceptaría. No se irá sin Lovegood.

- Luna lo seguirá a dónde sea...- aclaró Hermione- lo que tenemos que hacer es sacarlo de ahí.- El silencio entonces se hizo sepulcral, entre la desesperación de Hermione, la rabia de la rubia, y la fría expresión de Malfoy. Por un instante, parecía difícil incluso respirar.

Al menos ya no parece tan desconfiado, pensó Hermione.

- Hay una poción en la que he estado trabajando...- dijo Draco al fin, tras un largo suspiro, y poniendose de pie, aunque parecía estar pensando en voz alta, más que planteando una verdadera solución.- Podría sernos de utilidad...- y se giró hacia Hermione- pero tendrás que ayudarme a llegar a Nott.

Hermione se quedó muda durante varios segundos, ante el cambio de actitud de Draco. ¿Sería que en verdad iba a confiar en ella? ¿Estaba aceptando su ayuda?

- No estarás pensando en ir tú mismo, ¿verdad?- preguntó Greengrass.- Ya te expliqué lo que dijeron esos idiotas, Draco... Tú no puedes arriesgarte a...

- ¿Y a quién crees que quería acusar Weasley?- la angustia era evidente en la voz del rubio. Sin duda se sentía culpable por lo que había ocurrido a Theodore- De no ser porque Nott tuvo la puta idea de aclarar que el elfo era suyo, por el curso que tomaron las cosas sería yo quien estaría en Azkaban en este instante.

- Yo iré.- soltó Hermione de pronto, atrayendo para sí la atención de ambos.- Yo entregaré la poción a Nott si crees que con eso podremos sacarlo de ahí.- algo dijo Greengrass a su lado, pero ella no la escuchó. Tan absorta estaba en interpretar la expresión en el rostro del rubio.

- ¿La mejor amiga de Potter?- preguntó él, sin que Hermione comprendiera- ¿Sabes lo tentador que sería para el Señor Oscuro atraparte?- ¿Era esa preocupación acaso? Se preguntó Hermione.

- Espero entonces que tengas poción multijugo disponible.

- Tan efectiva es para mí como para ti...

- Pero si lo que Percy quiere es atraparte, de seguro te estará vigilando a la espera de que vayas en busca de Nott.- explicó ella- Y aunque no lo haga, si logramos sacar a Nott de ahí, todas las miradas recaerán en ustedes dos... A mí, en cambio, nadie pensará en culparme.

Mientras Draco analizaba el razonamiento lógico de Hermione, pensaba en el sereno valor de la joven. La bravura no era una cualidad que él tuviera pero, no podía dejar de reconocerla en ella. Eso, y la pasión con que combatía las injusticias, como si todas y cada una fueran una afrenta personal, sin importar que el afectado fuera o no su amigo, en su heroico sentido de justicia.

Es jodidamente admirable, pensó Draco.

Granger pareció notar aquel cambio en su expresión, pues su rostro se suavizó y sus mejillas se cubrieron de un suave sonrojo.

- ¿Y qué se supone que haré yo mientras tanto?- preguntó Greengrass molesta.

- Te lo diré luego...- dijo él, dejando en claro que "luego" implicaba que lo haría cuando Granger no estuviera ahí. Así lo entendió Greengrass... y también Hermione, cuyo rostro palideció ante la indignación.

- ¡No puedo creerlo!- exclamó.- Te estoy confiando mi vida al participar de esto y aún así... ¿no confías en mí?- La sonrisa de medio lado de Greengrass ante aquel reclamo solo vino a aumentar su ira, por lo que se giró sobre sus pies pronta a caminar hasta la puerta. Pero la mano de Malfoy la retuvo aferrándose a su muñeca y ella se giró a enfrentarlo.

- Necesito que Daphne renueve los encantamientos de protección sobre la Mansión Greengrass - explicó él, sin despegar sus ojos de Hermione.- Theodore necesitará un lugar donde ir.

Escasos segundos pasaron mientras él la retenía y ella le sostenía la mirada, pero a Hermione le pareció que el tiempo se había detenido mientras observaba sus ojos grises y brillantes, resueltos, nuevamente, a salvar a alguien querido, incluso si eso significaba confiar en ella.

No lo hace por ti... Lo hace por Nott...

Pero sigue siendo admirable...

El agarre sobre su muñeca fue cediendo poco a poco, y aún tardó unos segundos en soltar su mano antes de dejarla ir, algo que no pasó desapercibido para Hermione. Ni tampoco para Greengrass, que algo bufó cerca de ellos.

- Hablaré con Luna... - aclaró Hermione, incapaz de contener una sonrisa, de la que se arrepintió al instante siguiente, por lo que mordió su labio inferior. Los ojos de Malfoy viajaron ahí al instante.

Hermione pestañeó y bajó la vista, pronta a dejar la habitación, tras una última mirada a Daphne, sin saber qué decir.

- ¿Ya puedo vomitar?- fue el comentario de la rubia una vez que Granger había dejado el cuarto, pero Draco la ignoró y se limitó a explicar los pasos a seguir esa tarde para sacar a Nott de Azkaban.

Ni él mismo quería dar vueltas a lo que acababa de ocurrir con Granger.

-HP-

Pese a que no era la primera vez que un Nott estaba en Azkaban- su padre, como todo mortífago que se preciara de serlo, ya había dejado ahí su huella- para Theodore parecía aquello un infierno sin retorno. Y no por la presencia de los Dementores rodeando el lugar, - aquellos monstruos le eran indiferentes- sino por la ausencia de ella... la ausencia de Luna, que en aquel tiempo se había convertido para él en una necesidad más grande que el aire en sus pulmones, al punto de preguntarse constantemente cómo había podido vivir hasta entonces sin ella.

Si alguien hubiera predicho años atrás la terrible dependencia que tendría de la joven, él mismo se habría reído ante la idea y acusado a quien se atreviera a plantear tamaña tontería de chiflado. Hasta reír podría de la situación, de no ser por el dolor que generaba en él su inesperada tragedia: la idea de estar separado de Luna, sin fecha de retorno; la falta de una despedida correcta, de una explicación; el miedo a que ella sufriera con las acusaciones que se hacían a él, aunque no porque creyera que la joven llegara a dudar de él, sino por el dolor que aquello podría generar en ella... en ella, que tan ciegamente creía en él, que con tanta sinceridad lo amaba.

¿Será que Draco sabía cómo iban a terminar las cosas y por ello quería dejarlos creer que el elfo era suyo?

Y aún así, Theodore había sentido que aclarar las cosas era lo correcto. Meses antes jamás habría pasado por su cabeza aclarar nada, estaba seguro, y por lo mismo se preguntaba si no sería por influencia de Luna precisamente, que ahora tenía aquella debilidad por hacer lo correcto, de hacer lo que ella esperaría que hiciera. Claro que de haber sabido cómo acabarían las cosas, habría alejado cualquier impulso de nobleza a tiempo, más por no sufrir separado de Luna que por no tener deseos de salvar el pellejo a Malfoy.

Lo quisiera o no admitir, la estrecha convivencia del último tiempo lo había hecho tomarle mucho más aprecio al rubio del que sintiera por él en Hogwarts, donde siempre lo consideró un presumido al que debía aguantar por insistencia de Zabini- quien fue lo más parecido a un amigo que tuvo nunca- más que por otra cosa.

Una sonrisa se dibujó en su rostro pálido al pensar en cómo imaginaban su futuro en las tardes frente al lago en sus tiempos de Hogwarts y en cómo había resultado todo. Recordaba cómo Malfoy se regocijaba soñando con las mil formas en que humillaría a los traidores de la sangre y la "sangresucia" cuando el Señor Tenebroso tomara el control. Zabini juraba una y otra vez que, como no tenía familiares enlazados al Señor Oscuro no veía razones para tomar la marca. Y él, mientras los otros dos hablaban imbecilidades, se limitaba a pensar en las posibilidades que tenía de perder su virginidad con Greengrass.

Era quinto año, antes que la crudeza de la realidad los golpeara en la cara. Antes que Malfoy pensara en revolcarse con Granger. Antes de Zabini se convirtiera en Mortífago; antes que él creyera que podía amar a alguien. ¿Cómo podrían haber previsto nada?

Apoyando su cabeza contra el frío muro, se dejó inundar por la nostalgia, y fue en esa posición, con sus ojos aún cerrados, que lo encontró el celador, al anunciar que un Auror venía a interrogarlo. Grande fue su sorpresa al encontrar frente a él a la esposa de Remus Lupin, más aún cuando comprendió que no se trataba de ella en lo absoluto.

- Sé que esto te parecerá increíble, Nott, pero lo quieras o no, vas a tener que confiar en mí.- dijo la falsa Ninphadora, tras confesar su verdadera identidad y asegurar que estaba de parte de Luna.

- ¿Y por qué tendría que hacerlo?- sus ojos negros, tan fríos como siempre, dieron a entender a Hermione que la falta de confianza era una cualidad más que frecuente entre los Slytherin.

- Porque estamos arriesgando mucho para sacarte de aquí.

Theodore analizó sus palabras por un instante, sin que su expresión cambiara en nada. Que Granger quisiera ayudarlo le resultaba tan inverosímil como que Harry Potter hubiese ganado la guerra.

- ¡OH! No tenemos todo el día, Nott...- urgió ella, al ver que él no dejaba su posición de brazos cruzados sobre la cama, contemplandola con cierto desdén en su expresión..- Malfoy dijo que no me creerías,- explicó mientras buscaba algo dentro de un bolso- pero que debía entregarte esto.- y extendió hacia él un pequeño frasco con un líquido ambarino en su interior.- dijo que era la poción que le pediste... Que te ayudará a resolver tus dudas.- Algo en la mirada de Nott cambió entonces, y aunque Hermione habría querido preguntar qué duda quería resolver con ello, se dijo a sí misma que no era el momento para dar rienda suelta a su curiosidad.- ¿Me crees ahora?- él no dijo nada por un instante, pero dejó su confortable posición en la cama, para quitar el frasco de las manos de ella y examinarlo a contra luz.- Por favor, Nott... Lo estamos arriesgando todo para...

- El hecho de que Draco planeara esto no es precisamente un aliciente para confiar.- sonrió, sorprendiendo a Hermione, quien nunca había intercambiado con él ese tipo de sonrisa- La última vez que armó un plan para molestar a Weasley, terminó más jodido que nadie.

A Theodore le hizo gracia que ni aún tirándole la verdad en la cara, ella pareciera entender lo que estaba diciendo. ¿Es que Granger nunca sospechó siquiera los motivos que tuvo Draco para acercarse a ella?

- ¡Olvídalo!- siguió Theodore mirándola como su fuera idiota- Sólo cuéntame en qué consiste este maravilloso plan de ustedes.- preguntó con actitud burlona, lo que comenzaba a molestar a Hermione.- Aunque tampoco tiene mucho sentido pues no me moveré de aquí.

- ¿Por qué?- Nott se encogió de hombros riendo, lo que habría podido enfurecer a Hermione, de no ser porque recordó de pronto las palabras de Draco: "él no se irá sin Lovegood".- Ella irá contigo, Nott...- explicó con calma y notó como la sonrisa se borraba de su rostro pálido.- Luna irá contigo.- pero la reacción del joven no fue lo que ella esperaba. Era como si una repentina ira se apoderara de él.

- ¿No se supone que eres su amiga? ¿Cómo han podido exponerla de ese modo?- Hermione palideció. En su camino en post de la justicia y el triunfo de lo que creía correcto, no había pensado en el riesgo al que Luna quedaría expuesta al huir junto a él.- ¿Es que no pensaron acaso en que...?

- ¡Ya está hecho!- exclamó firme. El tiempo le jugaba en contra.- Ella no quiere estar sin ti y este fue el único modo que encontramos. Te está esperando allá afuera, ¿entiendes? Ya está expuesta en este instante, aceptes irte con ella o no. Yo estoy exponiendo mi pellejo también, al intentar ayudarte, igual que Draco y Greengrass. ¿Es que no vez que sólo así podrán estar juntos?- Los ojos de Nott estaban fijos en ella aunque aún respiraba agitado.- No hay tiempo para esto... ¿Quieres estar con ella o no?

Aún hubo un instante de silencio después de ello y es que Theodore veía algo que Granger parecía no entender: estar lejos de Luna era tormentoso, pero al menos le quedaba el consuelo de que ella estaba segura. Al huir, por muy juntos que estuvieran, ya no existiría esa seguridad. Aún así, la joven tenía razón. No había tiempo para dar marcha atrás.

- ¿Cuál es el gran plan?

Hermione se apresuró en extender a él un segundo frasco y explicarle sus efectos desmaterializantes. Según Malfoy, debía permitirle atravesar cualquier muro de Azkaban hasta llegar al punto donde Luna aguardaba por él, pero debía hacerlo en el menor tiempo posible, pues por tratarse de una reciente invención, aún no había seguridad de que el efecto durara más que unos minutos.

Rápidamente, la joven extendió a él una polera, un pantalón y una capa para que cambiara sus prendas, pues necesitaba el traje de Azkaban para vestir a quien quedaría en su reemplazo. Extrañamente, Nott no parecía con deseos de desvestirse frente a ella, hasta que ella le dio la espalda y aseguró que no tenía intención de mirarlo. Hermione se preguntó si no sería que el muchacho también, como Malfoy, llevaba un horrendo tatuaje del que se avergonzaba.

Cuando el cambio estuvo hecho y terminó de explicarle el lugar exacto donde Luna aguardaba por él y cuál era el camino que debía seguir, Hermione le detuvo aún unos segundos para hacer una pregunta que había rondado su cabeza el día entero.

- ¿Por qué asumiste que el elfo era tuyo?- Nott se mantuvo en silencio con sus ojos fijos en ella, evaluando si era necesaria o no una respuesta.- ¿Por qué no dejar que culparan a Malfoy si sabías que el riesgo para ti era mayor?

- Malfoy no habría sobrevivido un solo día fuera. Yo soy mejor que él en lo que a magia sin varita respecta.- sonrió, con clara petulancia, pero Hermione podía adivinar que eso no era todo, por lo que no retiró sus ojos de él. Theodore relajó de pronto su rostro al notar la preocupación en la joven. Por trágico que fuera, Granger había cometido la estupidez de enamorarse de Draco Malfoy, algo que él en verdad lamentaba pues, si lo que él temía era cierto, no había modo de que esa relación pudiera acabar bien. Sin embargo, por ahora, la joven parecía sincera en sus sentimientos hacia el rubio y quizás fuera bueno revelarle aquello que no había querido explicar ni aún al mismo Malfoy.- Es a él a quien quiere.

- ¿Qué?

- Desconozco el motivo, Granger, pero la razón por la que llegué a Grimmauld Place fue precisamente bajo las órdenes del Señor Oscuro, no tanto para espiar a Potter, sino para atrapar a Draco.

- Pero, ¿por qué?

- Ya te dije que no lo sé... con Lord Voldemort uno no se detiene a preguntar motivos... Pero creo que debo beberme esa poción ahora si queremos que haya tiempo para resolverlo en el futuro, ¿verdad?

Recién entonces Hermione se percató de que no era el mejor momento para discutir nada y entregó la poción al muchacho. Al instante siguiente de que el líquido se introdujera en su boca, una sensación de falta de peso de apoderó de él, y el frasco se deslizó entre sus dedos y a través de sus manos y su ropa, y solo por suerte Hermione alcanzó a tomarlo antes que diera contra el piso. Nott le dedicó una última sonrisa antes de desaparecer a través del muro, y Hermione se apresuró en sacar de su bolso mágico la caja que contenía al futuro reemplazo del joven que acababa de desaparecer.

- Ven aquí, Croockshanks...- susurró con ternura, ubicando al animal sobre el piso.- ¿Verdad que serás el Theodore Nott más bonito que haya existido jamás?- el gato mitad kneazle cerró los ojos en silencio y ella se resolvió a tomar aquello como un asentimiento.

Minutos después, Ninphadora Tonks dejaba el lugar, y cuando, al día siguiente los guardias relataran lo acontecido, referirían que nunca habían visto a un prisionero dormir tan plácidamente como a Nott en las horas previas a su desaparición.

-HP-

Luna apagó la lámpara de la habitación de Greengrass, dejando encendida solo una pequeña vela que iluminó parcialmente los contornos del escritorio y la cama con dosel. Con un simple hechizo se deshizo del polvo que cubría los muebles y gracias a las instrucciones de Daphne, pudo conjurar sin problemas un tibio fuego en la chimenea.

En una de las esquinas de la habitación había una mesita redonda, rodeada de dos sillas, sobre la cual la joven depositó dos manzanas, pan y queso- lo poco que había logrado traer consigo desde el cuartel antes de partir- y en la cocina de la mansión había encontrado ingredientes para preparar el té más delicioso que Luna hubiese probado nunca, y que ahora humeaba en la fina tetera de porcelana frente a ella. No era un banquete, ciertamente, pero dada la situación en que se encontraban, no pudo dejar de agradecer que como refugio pudieran contar con la maravillosa Mansión de los Greengrass.

Se prometió a sí misma que, tan pronto las cosas se solucionaran, se tomaría el tiempo de agradecer a Daphne por su ayuda con algo más que un apresurado "gracias". Lo mismo para Malfoy, quien le había entregado dinero suficiente- sin que ella se atreviese a preguntar de dónde lo había conseguido- para lo que Luna presagiaba sería un buen tiempo, exigiéndole que no utilizaran al elfo bajo ningún motivo, dadas las altas probabilidades de que- enterados de su existencia- intentaran rastrear a Theodore a través de él.

La joven no podía evitar sentirse algo mareada por el giro que estaba tomando la situación y el miedo que la invadía constantemente, de que aún faltara lo peor. Desde la tarde en que cometió el error de mirar dentro de la taza de Theodore, una extraña emoción se había apoderado de ella. La idea molesta de que algo jalaba de ellos hacia un abismo; la sensación de estar a merced de algo más grande que ellos mismos.

- ¿Estás bien?- le llegó la voz de Theodore a sus espaldas, sacándola de sus pensamientos. El joven cerró la puerta del baño donde había estado hasta entonces, quedando frente a ella con su cabello mojado y su cuerpo húmedo, sin más ropa que una toalla enrollado en su cintura. Los colores subieron al rostro de Luna al instante y se vio obligada a bajar la vista avergonzada mientras murmuraba una respuesta, aunque no estaba segura de qué era exactamente lo que había respondido.

Ya habían estado "juntos", ciertamente, en todo el bendito significado de la palabra; pero siempre había sido bajo la angustiosa sensación de que alguien pudiera descubrirlos. Si bien no se arrepentía de haberse entregado a él en una habitación donde no habían contado con más cama que la capa de él dispuesta sobre el piso, y sin ninguno de los dos haberse quitado completamente la ropa, la idea de estar completamente a solas con él por primera vez en la vida, hacía de todo aquello una experiencia mucho más íntima que antes, y quizás por lo mismo, el pudor se apoderaba de ella con más fuerza.

Podía sentir los ojos negros de Theodore sobre ella, analizándola como solía hacerlo siempre, tomando plena conciencia de las reacciones que generaba en ella. ¡Y cómo no! Si aquel rostro iluminado en la penumbra era para Luna Lovegood la visión más bella del mundo. Y su pecho, el delineado contorno de sus hombros y las cicatrices en la blanca piel, que por primera vez ella lograba contemplar por completo, sólo venían a aumentar su fascinación.

Luna nunca se había considerado superficial, y estaba segura, pese a lo que pudieran pensar los demás, que no lo amaba sólo por su atractivo aspecto, sino por algo mucho más profundo que estaba oculto a los ojos de todos los otros. Pero la belleza del muchacho era un complemento que agradecía secretamente.

- ¿Segura que estás bien?- volvió a preguntar él, esta vez caminando hacia ella, que siguió con sus ojos el camino de una gota de agua que resbaló desde su cabello a contornear su rostro, perdiéndose en su cuello.

- Nunca había sido tan feliz...- dejó escapar ella antes de pensarlo y notó como su mirada se suavizaba, revelando la tierna expresión que era sólo para ella.- He preparado té. ¿Quieres un poco?- él negó con la cabeza, mientras sus manos contenían el pequeño rostro de ella y sus labios se curvaban en una sonrisa de franca fascinación.

- No sabes cómo te extrañé.

- Fue solo un día...- susurró ella en aquel modo que él adoraba: como si no alcanzara a comprender el significado completo de las palabras y siempre diera a estas el sentido más inocente posible. Era eso, su inocencia, lo que lo ahogaba, lo que hacía que su piel ardiera y su corazón palpitara con una velocidad inverosímil, sin que él pudiera decidir si quería destruir aquella candidez o arrodillarse ante ella y venerarla.

- Pareció un siglo en tu ausencia.- Luna apretó los labios nerviosa, pero no ante sus palabras, sino por el modo en que él lo había dicho. Por la intensidad que puso en ellas y por el modo en que la miraba.- ¿Qué tipo de hechizo pusiste en mi, Luna Lovegood, para hacerme desearte de este modo?- los labios de Luna se separaron para dar una respuesta, pero las palabras nunca dejaron su boca, pues Theodore la silenció con la suya, en el beso más intenso que él se había permitido con ella jamás, con más deseo del que había transmitido nunca.

Sus dedos se enredaron en los cabellos de ella para sostener su cabeza. Luego en su espalda y otra vez su cabello. Sintió las tímidas manos de ella ascender hasta sus hombros y colocarse ahí a tientas. El contacto lo hizo hervir por dentro pero aún así intentó refrenarse, controlando la intensidad del beso que compartían. Nunca había sido tan demandante con ella antes, y no quería asustarla ahora.

Sin embargo, cuando volvió a encontrar sus ojos, no había temor en la expresión de la joven, sino algo muy distinto, algo que él no esperaba, pero que le resultaba tan fascinante como novedoso, por lo que no dejó de mirarla ni aun cuando notó como los finos dedos de ella viajaban hasta su propia blusa y la desabotonaba, primero tentativamente, y luego con mayor determinación.

Cuando sus manos viajaron hasta encontrar la suya para ubicarla sobre el lugar en que debía latir su corazón, Theodore sintió la sangre bullir dentro de su cuerpo ante aquel gesto que poco tenía que ver con el sexo, pero mucho con emociones, y esto solo vino a reafirmar la intensidad de sus sentimientos por Luna Lovegood.

Con su mano libre, tomó una de las manos de la joven y la colocó sobre su propio pecho, emulando el gesto de ella, para que también la joven pudiera sentir sus latidos, y notó como una sonrisa se posaba en los labios de ella. La sonrisa más hermosa que él había visto jamás. El beso que siguió a ello fue inevitable y pronto, despojados ya de sus ropas, terminaron de conocerse en medio de caricias y besos, en modos que él nunca habría pensado llegar a conocer a nadie, porque nunca, hasta que Luna llegara a su vida, había amado a nadie tan intensamente.

-HP-

Aún era de noche cuando Luna despertó. El rostro de Theodore respiraba a escasos centímetros del suyo. Sus ojos cerrados y su rostro iluminado por la escasa luz de la chimenea, transmitían una serenidad que ella no le había visto antes.

Durante largos minutos, ella no hizo más que apreciar el modo en que su espalda desnuda subía y bajaba al compás de su respiración. Y sólo cuando terminó de grabar para sí cada detalle de su rostro para atesorarlo en su memoria, volvió a dormirse, intentando alejar de su memoria la imagen del Grim que se había dibujado en su tasa días atrás. Nada podía arruinar esta suprema felicidad que era estar juntos... Nada.

-HP-

Theodore se liberó del brazo de Luna tan cuidadosamente como pudo para no despertarla y luego llevó la sábana hasta sus hombros en una actitud protectora que, estaba seguro, nadie habría esperado de él... Excepto Luna, claro. Ella siempre esperaba de él lo mejor y él era incapaz de negarse a ser mejor con tal de no matar en ella lo que tenía de más hermoso: su fe ciega en aquellos a quienes amaba.

Tomó un mechón del cabello de la joven, cuidando de hacerlo con el mayor cuidado posible, mientras utilizaba la varita de ella para cortar unas cuantas puntas. La contempló aún por unos minutos más antes de colocar su cabello en el interior del frasco. Sentía su corazón latir con una fuerza anticipatoria, mientras los restos de cabello se disolvían y cerró los ojos un instante. Cuando volvió a abrirlos, la luz del nuevo día que se colaba por la ventana ya era suficiente para evidenciar el verde color que había tomado la poción, revelando que los intentos de hechizos contraceptivos habían fallado. No había duda ahora, y aunque ni él mismo se lo habría esperado, una dicha infinita comenzaba a nacer en su pecho.

Volvió a tomar su lugar en la cama en silencio y pasó las siguientes horas sin hacer más que contemplar a la mujer que amaba. A Theodore Nott le costaba creer que tanta felicidad pudiera durar, porque la felicidad nunca duraba en su mundo. Nunca.

- Fin del Capítulo 10-

¿Y bien? ¿Qué les pareció?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top