❣️
Taehyung estaba sentado en una esquina de su habitación, pensando en lo que su amigo Jimin le había dicho sobre su hyung.
Que Yoongi-hyung gustaba de alguien.
Aquello lo había destrozado, porque él esperaba poder declararse al día siguiente y, ahora, con el enamoramiento de Yoongi-hyung, todo se fue al caño. Sabía que debía idear un plan para enterarse quién era el maldito bastardo que, según su propio pensamiento, quería quedarse con su hermoso, sexy, increíble, malhumorado, hermoso, talentoso, hermoso, magnífico... ¿ya dije hermoso?, sí, hermoso hyung.
Pero, como no tenía idea de qué hacer, tomó la idea de seguir consejos de unas películas que su hermano, Jungkook, le prestó. Y ahora tenía al pálido amarrado a una silla en el sótano, obviamente con todo el permiso de su futura suegra, la hermosa señora que lo proclamó como futuro yerno desde la primera vez que lo vio.
A veces pensaba que, tomar prestado a su hyung, fue una mala idea pero, luego recordaba las palabras de Jimin y se le pasaba.
Tal vez debería haber platicado sanamente con Yoongi, después de todo no eran más que amigos; él no podía reclamarle nada, y eso lo lastimaba.
Esa era una buena idea pero, ya lo tenía en su sótano y, ya no había vuelta atrás.
Después de un suspiro, decidió bajar a revisar el estado de su "amigo".
Frente a la puerta del sótano sus manos comenzaron a temblar, sabía que debía dejar de lado los nervios y enfrentarse a su pequeño -¿cuánto medía su hyung, un metro y medio?- problema que él mismo se buscó.
Del otro lado de la puerta encontró a un Yoongi inconsciente y amarrado a una silla. Fue difícil tomarlo prestado pero, al final, lo logró y algo dentro de él le decía que había hecho lo correcto.
Se miraba tan inocente que unas ganas de corromper esa pureza lo invadía, sin poder evitarlo.
Como se notaba que el fantasMin no despertaría en un buen rato, decidió sentarse en una parte oscura del sótano, a esperar a que despertara.
Tal vez golpearlo para que dejara de moverse había sido algo extremo.
Mientras esperaba, Taehyung pensaba quién sería el afortunado de recibir todo su sensual puño para partirle la cara por atreverse a robar los suspiros de su hyung.
Podría ser Hoseok porque, últimamente, pasaba mucho tiempo con él y su forma de bailar enamoraba. Quizás Taehyung no bailaba tan genial ni embarazaba hombres con la mirada pero, lo intentaba. Aunque a Hobi-hyung le gustaba Jungkook y eso significaba que rechazaría al amor de su vida, digo, a Yoongi-hyung, perdón bro, el autocorrector. Eso, por un lado era bueno para él pero, no quería ver a su hyung favorito lastimado.
También estaba Jin-hyung. Pero a él tal vez sólo lo quería por su comida, tal vez lo conquistó por el estómago. Él podría hacer eso, aprender a cocinar, aunque creara un virus que matase media población mundial en el intento.
Había una pequeñísima gran posibilidad de que fuera Namjoon, a fin de cuentas trabajaban juntos y tal vez lo enamoró con sus hoyuelos -los que más de una vez tuvo el pensamiento de querer tocarlos, quedando como estúpido mirando su dedo índice e imaginando que saldría corriendo antes de que lo arresten por violación de hoyuelos- pero, Taehyung no tenía esas cosas, y dudaba que hubiesen cirugías plásticas para tenerlos.
Sin poder evitarlo, comenzó a llorar. Él no quería perder a Yoongi por nada en el mundo.
Un quejido lo trajo de vuelta de sus pensamientos, limpiándose las lágrimas exageradamente para que nadie las viera.
—Pero, ¿qué mierda...? —el pelivioleta no entendía lo que sucedía. Comprensible, teniendo en cuenta que, como último recuerdo, él estaba comiendo cereales en su cuarto, hasta que una persona enfundada de negro apareció de la nada con un bate de béisbol. Yoongi casi vio pasar su vida frente a sus ojos cuando el desconocido impactó el artefacto contra su bella y sensual cabeza. Luego, no recuerda algo más. ㅡGenial, ¿en que mierda se metió esa mujer ahora?
Yoon bebé pensaba que todo esto tenía que ver con su madre, porque esa mujer estaba loca. ¡Una vez casi lo cambia por un chicle! Aunque a veces le da la razón porque ese chicle era de esos que traían tatuajes.
La luz que estaba sobre su cabeza le impedía ver a su alrededor, por más que intentase divisar algo sólo pudo llegar a una conclusión: No tenía ni puta idea de dónde estaba.
—Esto ya parece un interrogatorio, o una escena de terror —susurró, manteniéndose alerta a cualquier movimiento. Aunque después de todo era inútil, no sabía pelear y de seguro moriría en ese lugar. —Al menos tuve una buena vida, así es.
Un ruido de vaya a saber dónde lo sacó de su pequeño momento de resignación y desesperanza en la humanidad.
Cerró sus bonitos ojos y gritó, o más bien chilló porque eso fue lo único que se le ocurrió hacer. Sí, señoras y señores, tenemos un protagonista muy valiente.
—¡No, por favor, no lo hagas! ¡No! —chilló en desesperación.
—¿Hacer qué, hyung?
Esa voz... casi se viene ahí mismo, digo, se estremeció igual que cada vez que la escuchaba.
—¿Taehyung? —oficialmente: entendía cada vez menos que antes.
—Hola, Yoongi-hyung —la sonrisa perfecta del menor casi le provoca un orgas- ¡digo!, un desmayo otra vez.
¿Cómo podía caber tanta perfección en un sólo cuerpo?
Todo bien, todo correcto hasta que se da cuenta de algo:
¿Qué mierda hacía amarrado en una silla?
—Tae, ¿tienes alguna explicación que darme? —ofreció, con el mismo tono que usaba su madre cuando sabía que ocultaba algo. Sin duda empezaba a derrochar el poder de la pasividad.
—Bueno... verá usted, todo es culpa del calentamiento global —el adorable balbuceo del peliazul salió automáticamente por los nervios.
—Oh, claro. Eso tiene sentido —claramente, Tae bb picioso no se esperaba esa respuesta.
—¿En serio?
—¡Claro que no! Dime porqué estoy aquí, si me entero de que es alguno de tus fetiches, te juro que-...
Esa era la parte mala del plan de Taehyung, Min se desesperaba rápido.
—Necesito respuestas, hyung —lo cortó, sincerándose. Aunque el mayor no entendiera de qué verga estaba hablando -probablemente la suya, ajá-.
—¿No crees que hubiese sido mejor preguntar directamente sin hacer todo este circo?
Já, si supiera que lo pensó y pensó pero no le gustó.
—Justamente pensé en algo parecido pero era muy aburrido, y pues no gracias.
—Eso se considera secuestro, Taehyung.
ㅡPff, eso no es cierto. Mi sue-... digo, su mami me dio permiso.
Casi la cagas, Taehyung. Casi.
—Esa vieja está loca —que bonitas palabras dedicadas a su hermosa madre.
—No debería decir eso de su mami —amonestó, como si estuviera hablando normalmente y uno de ellos no estuviese maniatado a una silla que parecía a punto de quebrarse.
—Sabes que no lo digo en serio —aseguró el no-secuestrado mientras sus ojos rodaban con ironía. —Okay, tal vez sí. Pero, me ha dado razones.
Yoongi miau estaba traumado.
—Esta bien, de acuerdo, ya no diré más —resignó, formando un puchero.
"Bonito", pensó el mayor, mirándolo como idiota.
—¿Vas a desatarme? —había un poquito de esperanza en la pregunta.
—Nel prro. Necesito que me aclare algo, y no haga preguntas después.
—Jalo. Pero apúrate, tengo que ir a darle de comer a mi gato.
Taehyung estaba pensando seriamente en cómo desaparecer a ese gato que se robaba toda la atención de su hyung. Ese gato era diabólico.
Soltando un suspiro de resignación, Tae se acercó a una esquina donde tenía una mesa plástica. Porque él no era rico, era rikizimoh pero no en dinero. La llevó cerca de su hyung y luego repitió aquello con una silla.
Con todo listo, se sentó y se quedó viendo a Yoongi, ese maldito hombre protagonista de sus más sucias fantasías, quien tenía una ceja alzada en forma de pregunta, o tal vez sólo estaba pensado que Taehyung estaba exagerando todo de nuevo.
—Dígame la razón, motivo y circunstancia de porqué le dijo a Jimin primero que lle gustaba alguien, ¿y yo qué?, ¿estoy pintando o que chingados?
"Es un idiota", pensó Yoongi. "Pero un adorable idiota" se sinceró en su mente, "no puedo creer que moriría por este idiota" hasta que de dio cuenta de lo que dijo. Él no le había dicho a Jimin eso, es más, ni siquiera le había hablado en una semana.
—¿Me secuestraste sólo para preguntar eso? —ese hombre si que era un dramático.
—Pff, claro que no.
—Entonces dime tus demás razones, TaTa.
Un fuerte sonrojo cubrió las mejillas de Tae al escuchar el apodo cariñoso con el que le había llamado.
—Bueno... y-yo también quería saber quién es —murmuró mientras jugaba con sus manos.
Yoongi tenía una idea vaga de por dónde iban los tiros pero, tal vez era su mente jugándole una mala pasada.
—No tengo porqué dar explicaciones —exclamó la versión pirata de Frozen. —Además, ¿para que quieres saber éso?
"Para molerlo a golpes hasta hacerlo picadillo y después dárselo de comer a tu gato"
—Curiosidad —simple y cortante, genial modo de evasión.
—¿Y si no quiero qué? —esto estaba divirtiendo a Yoongi porque, clara y obviamente, su pequeño estaba celoso.
—Me veré en la necesidad de obligarle a decirme quién es —dijo levantándose de su silla y azotando las manos en la mesa como si fuera el policía malo.
—¿Por qué tanto interés?
—¿Por qué tanto misterio?
—Buena pregunta, Doroty —respondió el mayor, para después mostrar su sonrisa de gomita bella y preciosa. —Bien, oblígame.
Tae rodeó la mesa y se situó justo atrás de él. No tenía ni la menor idea de cómo lograrlo pero, iba a hacer que su hyung le diga quién le gusta. Posó sus manos sobre sus hombros y acercó su boca a la altura de su oído.
—Dígame quién le gusta, hyung —le susurró con su voz ronca, haciendo que una especie de escalofrío, que parecía mas una corriente eléctrica, lo recorriera de pies a cabeza.
—M-Mejor hagamos un trato —ofreció el que estaba amarrado al darse cuenta que no iba aguantar las provocaciones de su menor. Quieto fifi.
—¿Qué tipo de trato? —el bonito peliazul estaba que se moría por saber la respuesta, quería saber la verdad de todo el asunto y haría lo que sea.
—Desátame y yo te daré la respuesta.
No es que Tae no le tuviera confianza a su hermoso hyung pero, había algo que le decía que las cuerdas le quedaban de lujo en sus muñecas y eso lo impedía desatarlo.
Uy, quizás si era uno de sus fetiches.
—No sé~...
—Bien, entonces te daré una pista por cada cuerda que me quites.
—¿Lo promete?
—Lo prometo.
Con eso, Taehyung decidió que primero le quitaría la cuerda que estaba por su torso.
—Es alto y muy guapo.
El peliazul frunció el ceño pensando que Namjoon, Jin y Hobi eran altos y guapos.
Negó la cabeza y desató el pie derecho de Yoongi.
—Su sonrisa es hermosa.
Eso lo deprimió un poco, a él nunca le decían que tenía sonrisa hermosa. Le gustaría mucho que su hyung favorito le dijera eso pero, tal vez nunca sucedería aquello. Yoongi notó que el animo del menor cambió y supuso qué era lo que el más alto pensaba.
—Es igual de hermosa que la tuya —comparó mirándolo fijamente.
Taehyung bajo la mirada avergonzado, su hyung le había dicho que su sonrisa era hermosa, no se lo podía creer. Pero Nam, Jin y Hobi también tenían sonrisas hermosas.
—No juegue con eso, hyung.
—No me atrevería, Tae.
El menor decidió seguir con su plan de saber quién es el dueño de los suspiros de Yoongi. Esta vez le desató el pie izquierdo y le miró atento a la tercera pista.
—Se tiñe el cabello.
—¡Oh por todos los cielos, hyung!, ¡todos nuestros amigos se tiñen el cabello! —Taehyung estaba llegando a su límite, no le daba alguna pista específica.
La risa de Yoongi llego a sus oídos, el más pequeño de estatura estaba rojo de la risa, no podía creer que Taehyung fuera tan despistado.
—Está bien —exhaló cuando se tranquilizó de su ataque de risa, —te doy otra.
—Por favor —ironizó Taehyung, mientras rodaba los ojos.
—Su voz es ronca.
Ahora su único sospechoso era Namjoon, era el que tenía voz más ronca de todos los que tenía en la lista negra. Una pista más y sabría si había acertado. Tomó todo el valor que pudo tener en ese momento y le desató la mano derecha.
—Me gusta pasar tiempo con él, cuando estoy a su lado el tiempo pasa despacio. Lo miro y me enamoro más, él es único, es diferente pero no le cambiaría cosa alguna, de eso estoy seguro.
Los ojos brillosos del no-secuestrador amenazaban con llorar, haciendo que Yoongi desatara por él mismo su mano izquierda y se levantara a abrazar al menor.
—¿Ya sabes quién es? —preguntó Yoongi, mientras acariciaba el cabello sedoso y azulado.
—Es N-Namjoon —un sollozo se escapó de sus labios.
—¡¿Que?!—incrédulo, Yoongi se separó lo suficiente para mirar el rostro de su casi secuestrador. —¡Claro que no! ¡Diablos, ¿que cosas pasan por tu mente?!
—¿E-Entonces, quién es?
Era gracioso y desesperante que no hubiera adivinado con todas las pistas que le dio.
—Eres tú, Taehyung —reveló con exasperación, no creía ser capaz de resistir más tiempo sus sentimientos.
—¿Y-Yo? — tartamudeó un poco por la sorpresa. —De seguro me está jodiendo.
—Créeme, Taehyung. Y a mi me gustaría joderte de otra manera —le guiñó un ojo, coqueto.
—No diga eso, es vergonzoso —murmuró escondido en el hombro de Yoongi. — ¿Hyung?
—¿Si, Taehyung?
—¿En serio... le gusto?
—No sólo me gustas, estoy totalmente enamorado de ti.
—P-Pero Jiminie dijo que-...
—Ese mocoso no sabe de estas cosas, ni siquiera he hablado con él en una semana.
—¿Me mintió? —la expresión de su cara se parecía al meme de pikachu.
Un sonidito pensativo brotó de lo profundo de su garganta, —digamos que nos ayudó un poco.
—Y yo que pensaba golpear a la persona te gustara.
—No creo que sea una buena idea que te auto-golpearas —le habló bajito mientras le tomaba de las mejillas con sus dos manos, —yo te dije que encantas pero, la pregunta aquí es: ¿yo te gusto?
El peliazul lo único que pudo hacer fue acercarse a su hyung y unir sus labios llenos con los finos del contrario como respuesta. No fue un beso largo pero tampoco fue uno corto, era un beso que transmitía los sentimientos que nunca se habían atrevido a confesar.
—¿Éso responde a tu pregunta? —ofreció al separarse levemente, con los ojitos brillantes por el amor que le profesaba.
—Algo así pero, ahora, tengo una mejor: ¿quieres ser mi novio, Kim Taehyung? —le habló sobre sus labios el pálido, mientras abrazaba la cintura de más alto.
—Sería un honor, Min Yoongi.
Definitivamente no habían tenido una inicio ordinario, ni un desenlace ordinario. Sin embargo estaban más que seguros es que amarían cada segundo de su original historia. Porque estando juntos no necesitaban de los inicios y ni los finales, simplemente sería vivir los momentos que convertirían en algo imperfectamente perfecto.
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