6. Tan jodidamente obediente
Una mañana más en la que despertaba asustado. Alarmado porque no se estaba portando como generalmente lo hacía. La noche pasada tampoco había follado a Gun y ganas no le faltaban, de eso estaba más que seguro. Necesitaba ferozmente una sesión de sexo en donde su "sumiso" literalmente perdiera el conocimiento de tanto placer.
Enterrarse en Gun había sido el sueño recurrente durante toda la noche. Se había despertado dos veces para ir al baño y sin embargo al volver a dormir el sueño seguía siendo el mismo, su miembro duro, mojado y caliente entraba y salía de la cavidad anal del muchacho mientras el otro estaba de pie con las manos y los pies atados a la pared y un dildo hacía de las suyas en la boca del menor suprimiendo sus gemidos.
En el sueño, él tenía un látigo con el que repetidas veces golpeaba a Gun en la espalda por la simple y sencilla razón de que se lo merecía ¿Por qué? No lo tenía muy claro, pero estaba seguro que en su sueño ese era al castigo que Gun se había ganado. La piel roja de la espalda que comenzaba a sangrar lo excitaba, ¡Oh sí! Claro que lo ponía caliente y cada vez arremetía más fuerte dentro del cuerpo de su "sumiso" tocando su parte más sensible, sin embargo un anillo rodeaba el miembro de Gun evitando así que pudiera correrse, no lo haría hasta que él considerara que estaba bien hacerlo.
¡Maldita sea! Su sueño era tan jodidamente ardiente, tan apasionado y placentero, lo necesitaba si o si, pero había un ligero problema que no sabía cómo solucionar: en la realidad... en la maldita y jodida realidad no podía hacerlo... no se sentía capaz de dañar al muchacho, y por eso, la noche anterior solo le dio un beso en la mejilla y le deseó buenas noches. ¡Patético! ¿Para qué demonios había comprado un "sumiso" si no lo iba a usar para lo que era?
Se despertó a las seis de la mañana, se dio una ducha y se vistió con la nueva ropa que su dueño había comprado solo para él, el día anterior. Realmente nunca pensó si se despertaba tarde o temprano, así lo habían acostumbrado, además no es como que pudiera dormir mucho, dos o tres horas a lo mucho pues si sus dueños no lo despertaban para que los complaciera, lo hacían sus pesadillas que no lo dejaban tranquilo.
A las seis y media ya estaba listo para esperar indicaciones del señor Jumpol. Sin embargo, sabía que su amo pasaba por su habitación cuando el sol ya había salido por completo. Con cuidado caminó hasta el ventanal y miró al horizonte. Aún estaba muy oscuro aunque no tanto por los primeros rayos del sol que hacían su aparición.
Aquel lugar era muy bonito. La casa estaba rodeaba de árboles, y se podían observar valles y cerros a los lejos. Su habitación era la más hermosa que había tenido en toda su vida, y la ropa que estaba usando también ya que por lo general no usaba, sus dueños no lo permitían o solo dejaban que llevara un short corto o boxer, pero el señor Jumpol era diferente, muy diferente.
Llevaba tres días ahí y la única ocasión en la que su dueño se portó mal con él fue la cachetada que le dio cuando no respondió su pregunta. De ahí en más, había sido... ¿Amable? con él. No estaba seguro si aquello era amabilidad u otra cosa, pero por supuesto que no lo había tratado tan mal como sus anteriores amos ni siquiera habían tenido sexo y se supone que para eso lo había comprado.
—¿Por qué despiertas tan temprano? —se escuchó la voz de Off dentro de la habitación de Gun.
—Costumbre señor —respondió el joven parado a un lado del ventanal.
—Puedes perder todas esas costumbres estando aquí, deberías seguir dormido.
—¿Es una orden señor?
—Más bien es una sugerencia —comentó Off— en realidad no te he visto dormir nunca ¿Acaso está habitación no es de tu agrado?
—Es la más bonita que jamás he tenido señor.
La sinceridad con la que Gun respondió tomó desprevenido a Off. Ese chico había llegado a su vida y estaba causando una revolución para la cual no estaba preparado. No era el mismo Off de siempre y lo sabía, temía que en algún momento todo ese estrés que sentía explorara y cometiera alguna estupidez. Se conocía lo suficiente como para saber que Gun estaba en peligro a su lado.
—Gun... ¿Alguna vez has sentido placer durante el sexo?
—No señor —dijo con honestidad, lo siguiente que agregó dejó desconcertado a Off —nosotros no estamos para sentir placer, solo ustedes.
—¿Nosotros... ustedes?
—Amos y esclavos señor.
—Tú no eres mi esclavo —aclaró son severidad— eres mi sumiso, no es lo mismo y creo que ya te lo expliqué antes.
—Sí señor.
Cerca de las once de la mañana, personal de seguridad le indicó a Off que la visita que esperaba había llegado. Ese día tampoco había acudido a su compañía, y ni falta que hacía, él perfectamente podía manejar su empresa desde el lugar que quisiera, por algo era CEO, por algo tenía personas a las cuales delegar sus funciones, por algo su empresa era la número uno en Asia.
"Revísenla y que pase" fue la orden que Off había dado. Suspiró y bajó su vista a Gun que estaba sentado en la alfombra de la sala mirando por el ventanal. No había dicho una sola palabra mientras el miraba su ordenador portátil desde el cómodo sillón de la sala principal.
—Puedes sentarte en el sillón Gun —le dijo— no soy de los "amos" que quieren a sus sumisos en el suelo.
—Sí señor —Gun se levantó y se sentó en el mismo sillón que Off, lejos de él— ¿Sabes? Eres el sumiso más callado que he tenido, puedes platicar conmigo, eso no me molesta.
—No sabría de qué hablar con usted señor.
—De cualquier cosa —encogió los hombros— ¿Hay algo que quieras saber de mí? —se animó a preguntar
—No... Señor —respondió con duda y eso lo pudo notar Off.
—Anda Gun, no todos los amos somos tan malos —indicó— quizá tenga gustos... peculiarmente inusuales, pero no soy un completo patán —sabía que aquello era una mentira, lo admitía— si vas a vivir conmigo por un buen tiempo lo mejor es que nos llevemos bien ¿No crees? —los ojos de Gun pasearon por todo el lugar, toda esa situación era diferente, muy, muy, pero muy diferente.
—¿Cuántos años tiene señor? —dijo temiendo de que su pregunta fuera demasiado personal.
—Treinta y cuatro —a Off no le gustaba hablar de su edad, pero con Gun hizo una inédita excepción.
—¿A qué se dedica? —volvió a cuestionar el más joven.
—Soy el dueño de SCG (Siam Cement Group) —respondió el empresario— ¿Sabes lo qué es?
—No señor
Evidentemente no lo sabría. En su barrio no había casas construidas con los materiales que su empresa fabricaba.
—Es el conglomerado industrial más importante de Tailandia —dijo con orgullo— principalmente se fábrica cemento, pero también producimos otros productos.
—¿Por qué compra esclavos? —se animó a preguntar el menor.
Buena pregunta. Jodidamente buena. Lo obvio era que compraba "esclavos" para su placer sexual. Un "entretenimiento" algo feroz y salvaje que personas "convencionales" no entenderían y mucho menos querrían practicar. Entonces debía recurrir al mercado negro de la compra-venta de humanos para poder complacer sus "maliciosos" gustos.
Ahora ¿Por qué lo había comprado a él? Pues se suponía que por la misma maldita razón, pero había algo que lo hacía frenarse, algo que lo hacía ir con moderación, algo que de alguna manera reprimía su insaciable deseo de tener sexo con brutalidad. Lo deseaba y mucho, pero al mismo tiempo no quería hacerle daño.
—Señor Jumpol, la señorita Legge ha llegado —indicó Jennie con solemnidad.
—Que pase por favor —dijo— Gun ven acá —el joven se colocó a un lado de él con la vista en el suelo— levanta la cabeza Gun, no quiero que bajes la mirada ante otras personas, solo conmigo ¿Te queda claro?
—Sí señor.
—Buenos días señor Jumpol —dijo la mujer con amabilidad.
—Buenos días señorita Legge —respondió serio pero cordial—permítame presentarle a Gun —lo señaló pasando su brazo por el cintura del joven, acto de sobre exaltó al menor— saluda, cariño —ordenó el mayor.
—Buenos días señorita —Gun no pudo recordar el apellido y se quedó callado.
—Buenos días joven Gun.
—Él es el chico que deberá enseñar a leer y escribir —dijo Off sorprendiendo a Gun— quiero que al principio venga diariamente cinco horas al día, de las cuales una la empleará para comer —aclaró— una vez que Gun esté más avanzado con las clases sus visitas serán de dos a tres veces por semana ¿Alguna duda?
—Ninguna, señor Jumpol, será un placer trabajar con usted y con el joven Gun.
—Esto se debe manejar en absoluta discreción —habló Off nuevamente— antes de iniciar con sus labores deberá firmar con contrato de confidencialidad ¿Está de acuerdo?
—Entiendo —dijo Sara Legge— no tengo problema con ello.
—Bien, pasemos a mi despacho para firmar el contrato —indicó el empresario. Antes de retirarse de giró a Gun y tomó su rostro entre sus manos para hablar con suavidad— espera aquí, cariño, ahora volvemos ¿De acuerdo?
—Sí señor —susurró tan cerca de Off que Sara no escuchó.
—Cuando estemos con otras personas llámame Off —susurró en su oído— nadie debe saber que eres mi "sumiso" ¿Entiendes?
—Sí... Off...
—Buen chico —besó su frente y le indicó a la mujer que lo siguiera.
Una vez que entraron al despacho de Off, éste fue directo al grano con la mujer.
—No puede hacerle ninguna pregunta personal a Gun —dijo serio— él es mi prometido, tiene veintidós años y no deben importarle los motivos por los que a su edad no sabe leer ni escribir ¿Queda claro?
—La vida personal de mis clientes no es de mi incumbencia señor Jumpol —respondió la mujer sin miedo— mi trabajo aquí es enseñar al joven Gun a leer y a escribir ¿Cuándo empiezo?
—La espero mañana, por la mañana, a las diez. Sea puntual.
Después de firmar diferentes documentos, ambos salieron de la oficina y Sara se despidió de Gun. Éste no supo que pensar con todo aquello, su amo no le había dicho nada acerca de que debía aprender leer y a escribir, y aunque esa idea lo entusiasmaba mucho también le aterraba, y es que nadie había hecho algo bueno por él y le costaba mucho confiar en su nuevo dueño. No estaba acostumbrado a los buenos tratos.
—Mañana iniciarán las clases para que aprendas a leer y escribir —le dijo Off cogiéndolo por la cintura para acercarlo a él— quiero que pongas todo de tu parte para aprender rápido ¿De acuerdo?
—Sí señor.
—Eres tan jodidamente obediente Gun... —dijo con voz ronca— tan perfectamente sumiso... —acarició su mejilla— eres todo lo que había estado buscando y quiero hacerte mío... —lo cargó y sin decir nada más lo llevó directo a la habitación del menor.
Ansiaba poseer ese cuerpo, necesitaba probar por completo la suave piel de Gun, quería sentir la calidez de su entrada. Pero tenía miedo... le aterraba la idea de pensar en follar a ese joven de la manera "convencional", de la forma "clásica", del modo "acostumbrado".
Él era un dominante... le gustaba el sexo duro, le excitaba la sumisión de sus amantes, le fascinaba ver el dolor reflejado en el rostro de los que estaban bajo su mandato. Pero Gun... Gun tenía algo que detenía esos sentimientos tan salvajes, esos pensamientos tan bárbaros, esas prácticas tan sádicas.
—Quítate la ropa —ordenó.
—Sí señor —y Gun obedeció sin oponer resistencia.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
------
¿Podrá Off contenerse en esta ocasión?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top