Oscuridad, estrechez y él.




ASTRID

"Mr. Alguien" parece tardar más de lo pensado para escribir su respuesta.

La verdad es que ni yo misma entiendo los motivos por el cual continúo hablando con una persona que jamás he visto y que conoce cosas de mí tanto como los demás. Aunque no hayamos hablado nunca en persona —o eso supongo—, él parece conocerme bastante bien, de otra forma, no se abría dado cuenta que James fue quién le escribió. Y, aunque por un lado, es mortificador desconocer su identidad, me es más intrigante descubrir quién está detrás del chat.

¿Qué clase de persona es?

«Yo no respondí la pregunta de tu novio porque sabía que no eras tú. Pero, ¿qué pasa si mi respuesta hubiese sido sí?»

Alzo una ceja sin comprender su pregunta, hasta que recuerdo la última frase que James le escribió.

"...después de todo a ti también te gusta Astrid, ¿verdad?"

Un leve rubor aflora en mis mejillas; debo dejar de lado el celular para cubrirlas con mis manos frías. ¿He leído bien? ¡Ha puesto que James es mi novio! Eso me ha dejado más atónita que la propia respuesta. Es verdad, a James le gusto aunque suene raro, ¿pero llamarlo mi novio?

Niego con la cabeza para tranquilizar mis alocados pensamientos. Tomo de nuevo el celular en mis manos y compruebo que Alguien me ha dejado otro mensaje.

«No me dejes el visto, Astrid :(» ­—Ese emoji definitivamente no podría hacerlo Mika.

«En primer lugar James y yo no somos novios, sólo amigos —aclaro—. En segundo lugar: ¿cómo podría gustarte? ¡Ni siquiera te conozco en persona (creo)! Parece absurdo y parte de un juego...»

«Entonces déjame conocerte, Astrid. Dame esa oportunidad... —Escribe antes de que acabe lo que diré— Sé que parece tonto y engañoso, pero realmente me pareces alguien interesante. Y si tuviese las agallas de decirte todo esto a la cara lo haría, pero me faltan. Si me avergüenza hablar en público, imagina hacerlo contigo... ¡Dios!»

Me reprendo después de caer en cuenta que una sonrisa surca en mis labios.

Parece que después de todo «Alguien» y yo no somos tan diferentes. Ambos no somos capaces de decir qué pensamos, ni plantarles cara a los otros. Seguramente, si me hubiese escrito en otras circunstancias, él y yo seríamos buenos amigos. Yo podría abrirme un poco más a él sin el temor de sufrir una especie de broma. No obstante, con todas las apuestas y bromas, me es difícil confiar en los demás, más aún si no los conozco.

« ¿Puedo confiar en ti?» —le he escrito inconscientemente.

«Todos los días.»





Dentro del bullicio del comedor, logro escuchar la melodía de mi celular cuando recibe un nuevo mensaje. Me apresuro a ver de quién es.

«Otra vez puré y hamburguesa... Jackson necesita nuevos cocineros» Es un mensaje de Alguien.

Me apresuro a alzar mi cabeza para descubrir quién es. Él está comiendo lo mismo que yo, podría ser el chico que está detrás, al lado o en la mesa siguiente. Pero no veo a nadie fuera de lo normal, que este mirando en nuestra dirección, que haga un gesto o luzca sospechoso. Entre cientos y cientos de estudiante, uno de ellos es el misterioso Alguien, ¿cómo podría descubrir quién es?

«Eres muy curiosa, pero necesitas ser más lista para descubrir mi verdadera identidad»

«Eso ha sonado como si fueses un villano —respondo disimulando una sonrisa que él podría notar. Es curioso estar hablando con él a través el chat cuando podría ser cara a cara. Lo peor aquí es que está observándome—. ¿Estás observándome? Eso da miedo»

«Es difícil pasar desapercibida cuando te levantas tan estrepitosamente de la silla y miras a tu alrededor como buscando a un ladrón»

«Uhh... >.<»

—¿"Uhh..."? —lee Megan, inclinando su cabeza hacia mi celular para leer la conversación— As, eres adorable.

—¡Shh...! No mires —Aparto mi celular, sonrojándome—. Espiar en conversaciones es malo, Megan.

—Lo siento, Señorita Privacidad. Parece que estás llevándote bien con tu admirador secreto, ¿crees que en un futuro se conocerán físicamente?

—Si eso llegara a pasar, sería un milagro —Chasqueo la lengua—. Él no quiere ni darme su nombre...


MIKA

Los rumores se esparcen más deprisa que las buenas noticas, y como me esperaba, todos en Jackson ya sabían sobre la pelea que Chase y yo tuvimos en la fiesta de Ashley. Las miradas han recaído sobre mí durante todo el día, siendo mi celular la única forma de ignorarlas. Parece que el mundo ha perdido la cabeza y todos en Jackson han olvidado que las tres reglas continúan en píe.

Era obvio, los ineptos y vulgares el colegio no tienen otra cosa que estar pendientes de nuestras acciones para comentarlas entre sí como si no tuviesen otra cosa más importante que hacer. No obstante, mientras soporto las atrocidades de los retrasados en Jackson, me dedico a continuar con lo que me propuse el sábado.

Mantener el contacto con Pajarito a través del celular no es nada fácil, ya que ella es una desconfiada de la vida. No es de extrañarse, es reacia a armar amistades y puede ser tan reservada como yo en cuanto a vida personal, pero logré ablandarle el corazón con un par de palabras.

Debo admitirlo, la mojigata sirve de distracción.

—Mika... —Jax aparece en mi campo de visión. A su lado, Chase me mira con rigidez.

Cuando Jax me pidió verlo en la biblioteca en la última clase, me fue extraño, pues él no suele venir a sitios como estos a menos que sea para tener sus encuentros amorosos con las dos porristas sin neuronas. Así que no me sorprende mucho encontrarlo con Chase.

—Eres muy obvio, Jax —le comento acomodándome en la silla—. ¿Vienes a disculparte? —le pregunto a Chase, sin mirarlo. En lugar de hacerlo, les dirijo una mirada mortífera a las dos chicas que fingen leer un libro en unas mesas más allá. Las dos reciben mi mensaje de inmediato; bajan sus miradas avergonzadas, se levantan y salen de la biblioteca en silencio.

—Sí —responde Chase con franqueza—, pero sólo si tú haces también.

Alzo una ceja, para lanzar un bufido luego. Jax se sienta en la mesa expectante a nuestro dramático reencuentro, como si fuese una estúpida película, mientras Chase se cruza de brazos esperando a que hable.

—Bien —ruedo los ojos en otra dirección—. Siento haber dicho que caíste bajo por gustarte la nerd Mochi esa.

—Michi —me corrige—. Se llama Michi.

—Mochi, Michi como se llame... —gruño, restándole interés—. Tal vez me excedí con las palabras.

—Sí... —suspira Chase— y yo con los golpes, hermano. Sigo teniendo el puño duro como en aquellos tiempos —Sonríe a medio labio, como si recordara cuando se metía en peleas sin sentido y siempre resultaba victorioso.

—Ay, nena, será mejor que no vuelvas a usar ese puño contra tu amigo —cuestiona Jax. Chase asiente en silencio y me mira.

—¿Paz? —pregunta extendiendo tu mano.

—¿Qué eres? ¿La próxima Miss Universo? —interrogo, esbozando una sonrisa y estrechando las manos.

No puedo enojarme con esos dos aunque así lo quiera. Son años y años de amistad que no pueden ser rotos por una pelea. Siendo sincero —y haciéndome memoria—, no ha sido la primera pelea que hemos tenido. Sino una de muchas. Hasta podría decir que esta pelea ha sido una de las más calmadas, exceptuando que lo supo todo Jackson. Además, le debo a Chase mucho más que una simple disculpa.

—Hablando de "aquellos tiempos" —Jax deja de lado su típica expresión bromista, para tornarse serio de pronto—, supe que Mathew anda en la ciudad —Su mirada recae en mí—, ¿lo sabías?

—Nos encontramos de casualidad hace unos días —respondo y frunzo el ceño—. Sigue siendo la misma mierda humana de aquel entonces.

—No me sorprende... está en su ADN —comenta Chase.


ASTRID

La clase de gimnasia como siempre parece más agotadora que todas las clases que tendré dentro de la semana. Dejamos de lado los bates y las pelotas, para comenzar las nefastas carreras alrededor de la cancha. Tal parece que la profesora Scott tiene una obsesión con humillarme y hacerme pasar las peores vergüenzas en la clase, pues ha tenido la brillante idea de hacerme correr contra April.

—¡En sus marcas...! —grita usando sus manos como megáfono. Alrededor nuestro, los demás ojos están puestos en nosotras, incluyendo las miradas curiosas de los chicos. Logro ver a James, quien me hace una seña y sonríe— ¡ASTRID PON ATENCIÓN! —gruñe la profesora.

Muerdo mi labio, avergonzada, y fijo mi vista al frente, examinando el largo recorrido que debo hacer.

—¡En sus marcas...! ¿¡Listos...?! —Trago saliva, preparándome para la siguiente palabra— ¡FUERA!

Mi cabeza tarda en reaccionar, así que, como era de esperarse, pierdo la carrera en un parpadeo.

Antes de que la profesora se acerque a regañarme por el poco esfuerzo que pongo en cada una de sus clases y la poca participación que tengo con los demás, el timbre suena como música para mis oídos. La profesora Scott me lanza una mirada airada que se resume en "la próxima clase no te salvas".

En los pasillos de Jackson, los estudiantes se despiden entre sí después de una larga y agotadora jornada estudiando. Entre la multitud logro distinguir a James y sus amigos saliendo del colegio mientras se dan empujones entre sí. Sin embargo, un rostro familiar distrae mi atención de James.

Es Mathew Stanphord.

Él parece estar buscando a alguien, pues mira con precaución a los demás. Un grupo de chicas pasa a su lado —Sí, ese típico grupo de féminas que se ponen locas cuando ven a un chico guapo y bien vestido— y él las detiene para hablarles. Las cuatro chicas extienden su brazo en mi dirección, pero antes de poder ver su reacción, siento que me agarran desde la espalda.

En segundos logro darme cuenta donde estoy; es un lugar estrecho, frío y oscuro. El olor me recuerda a la sección de limpieza que tiene el minimarket, que se mezcla con el caro perfume de Mika McFly. Ese perfume que sólo he logrado percibir en raras ocasiones, cuando realmente lo tengo cerca.

Estamos en el cuarto de limpieza, donde los auxiliares guardan las escobas y todo lo necesario para tener limpio el establecimiento.

—¿Qué...?

No logro precisar ninguna frase coherente. Dentro de toda la oscuridad que el lugar aguarda, una ráfaga de luz desde el exterior deja en evidencia una parte del rostro de Mika, causando que el frío inquietante que sentía se multiplique.

—Cállate —me ordena en un susurro. Su respiración agitada choca contra la mía. Mis manos sobre su pecho notan cómo éste sube y baja a toda prisa mientras se acomoda dentro del poco espacio que tenemos.

Estamos demasiado cerca.

¿Por qué me ha traído aquí?

—Si dices alguna palabra o comienzas a chillar como una idiota, considérate muerta—advierte.

Intento apartarlo de mí sin resultado, solo para percatarme que el espacio es tan pequeño que no puedo. Y lo peor de todo es que una de sus manos me rodea por la cintura. Me retuerzo dentro del espacio compacto que tenemos para salir de allí; de su lado, de su cercanía.

—No me toques... —advierto entre dientes. Sin embargo, mientras más intento alejarlo de mí, él más me aprisiona contra su pecho.

Abro mis labios dispuesta a gritar o hacer algún ruido, pero lo único que consigo es que Mika se adelante a mis movimientos y logre prever mi acción callándome con un beso suave y corto.

—Si dices una palabra más, lo volveré a hacer —sentencia con tono arrogante.

—Eres un... —Otro beso hace que me trague las palabras, esta vez con más intensidad.

Cierro mis ojos con fuerza esperando que termine la tortura, pero sólo parece el principio de una.

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