Ni una palabra
ASTRID
Segundo día de clases; sólo pido que no sea como el primero y no vuelva a toparme a Mika McFly en ningún momento. Me sorprendí a mí misma pensando en aquel beso en la mejilla que me ha dado después de abofetearlo y, de cierto modo, lo he tomado como una advertencia. ¿De qué otro modo puedo ver eso? Siento escalofríos de solo recordar su mirada.
—¿Le ha ocurrido algo a tu mejilla? —Mi vista borrosa se aclara a medida al dejar de lado mis pensamientos incongruentes. April y Lizzy me miran confusas por el enorme espejo del baño femenino. Niego con la cabeza en respuesta—. Pues has estado todo el día con la mano ocultándola como si tuvieses una deformidad, grano... o algo.
—No es nada. —Me encojo de hombros abochornada por su preocupación.
No soy una chica popular en Jackson, no soy alguien con un vínculo cercano de amigos, no soy una sabionda ni alguien que llama la atención, pero sí cuento con personas que se preocupan por mí. Bueno, algunas. También están a las que les gusta molestar por capricho y las que abusan del poder, como Los Tres.
Respecto a ellos —o mejor dicho a uno de ellos en específico—, no he tenido el privilegio de tomarlo durante el día. Claro que eso no durara mucho hasta volver al trabajo.
Salgo del baño por el pasillo casi desierto de Jackson hacia el comedor, donde todos esperan por su almuerzo. Al abrir la puerta del comedor, mis ojos inconscientemente miran a Mika, sentado en su mesa reservada junto a sus dos amigos y otros chicos de su círculo y status social. En cuanto a mí, después de recibir mi bandeja busco un puesto disponible con chicos que no llamen mucho la atención ni les importe sentarse junto a la hermana del tipo-que-encaró-a-Mika.
Reconozco a Megan en una de las mesas y no lo pienso dos veces para sentarme junto a ella. El año anterior solíamos hablar sobre intereses en común, como la fotografía. Apenas me ve, agranda sus ojos verdosos y se acomoda para que me siente.
—¡Contigo quería hablar, As! —exclama haciendo una extraña expresión en su rostro. Dejo la bandeja sobre la mesa y me siento—. Como ya sabrás, se acerca nuestro baile de bienvenida y realmente espero escribir sobre ello en mi blog, pero necesito a una fotógrafa experta para que me ayude-
—Oh, no —interrumpo. Niego con la cabeza clavando el tenedor de plástico sobre la hamburguesa—. Ni creas que vendré al baile, esas cosas no son mi tipo de cosas, ¿entiendes?
—Por favor, As. No seas anticuada y ayuda a una amiga —suplica, juntando las palmas de sus manos como si hiciera una oración. Sus cejas se inclinan un poco hacia arriba y su labio inferior es como el de un niño pequeño a punto de llorar—. Vamos, di que sí.
Respiro hondo, conteniendo el aire unos segundos. Ir al baile no es mi estilo, menos cuando han tenido la brillante idea de ir con una pareja. Y está demás decir que yo no tengo pareja para un baile así. Soy un lobo solitario y con unos enormes lentes...
Boto todo el aire de mis pulmones y me encorvo más de lo normal.
—Está bien, iré. Tomaré unas cuantas fotografías y volveré a casa.
—¡OK! —Megan expande una sonrisa radiante en sus labios con mi respuesta.
A veces me pregunto por qué alguien como ella aún está soltera. Tiene una fila de admiradores en su blog y otra fila de estudiantes, pero ella los ha rechazado a todos. Y claro, a ella le sobran las amistades.
Vuelvo a caer en cuenta que cubro la mejilla que Mika besó, pero antes bajarla siento una mano aprisionar mi muñeca y hacerlo por mí. Volteo asustada, con la imagen de Mika en mi cabeza, creyendo que es uno más de sus arranques. Creyendo que quiere hacer mi vida miserable en el colegio. Pero para mi sorpresa, encuentro a James observando con detención mi mejilla.
—¿Qué tienes, Cuatro Ojos? —Interroga achinando sus ojos y volviendo a su altura normal, pues se había agachado unos centímetros para verme de cerca— ¿Te ha picado un mosquito?
—N-no. —Me he sonrojado. Realmente lo he hecho y no entiendo el motivo— ¿Podrías...? —Bajo mi cabeza para señalarle su mano rodear mi muñeca. Él lanza una extraña carcajada.
—¿Estás avergonzada por esto? —pregunta subiendo mi mano a la altura de nuestros ojos. Corro mi cabeza en otra dirección para que no se percate de mi cara color "tomate intenso", pero es en vano—. Eres realmente adorable, Astrid —agrega con una sonrisa traviesa en su rostro. Suelta mi mano, no obstante contraataca apretando con sus dos manos mi mejilla volviendo diminuta mi boca.
—¿¡Qu-qué haces?! —espeto mientras él ríe a carcajadas que llaman la atención de algunos de los presentes. Mi voz ha salido como la de un chico rellenito a causa de mis mejillas apretadas. Los ojos achinados de James me caen en gracia y comienzo a reír con dificultad.
Para James es normal molestar a alguno de sus amigos así, pero nunca lo había hecho conmigo. Tomo sus manos para quitarlas, cesando las risas. Al hacerlo, James las baja y se queda petrificado al ver por encima de mi hombro. Me giro sobre sí para mirar en su dirección encontrando a Mika de pie, a mis espaldas, con su retorcida sonrisa.
—Pajarito —me llama—, gracias por regalarme ayer esto —Saca mi lazo de su muñeca y me lo enseña. Su falso tono casual es como un indicio de problemas y al aparecer ya no soy la única involucrada, pues Mika ha posado sus ojos en James—. ¿No piensas presentarme a tu amigo?
Muerdo mi labio inferior.
James Cooper no es alguien popular, pero tiene suficientes amigos para tener algunos privilegios y saltarse alguna que otra regla. Sin embargo, en lo que Mika concierne, si él quisiera podría hacerle lo mismo que ha Patrick.
—No es mi amigo —aclaro en tono bajo, arrastrando un sentimiento de culpa en mis palabras. En cuanto lo hago, solo quiero desaparecer. La mirada de Mika vuelve a caer en la mía y no logro más que bajar mi cabeza para no mirarla.
—Bien —murmura—. Larguémoslo de aquí, Pajarito.
Vuelve a ponerse mi lazo en su muñeca y voltea hacia la salida. Yo lo sigo detrás con paso silencioso, remordiéndome la consciencia. En un momento siento el impulso de voltear para ver a James, pero me contengo.
MIKA
Aún las cosas no se han salido de control. No como para preocuparme de ese imbécil coqueteando con mi juguete. Porque la mocosa puede ser muy inocente y para ella podía ser un juego entre amigos, pero no para mí... Así que Pajarito tiene un admirador, ¿quién lo diría? Parece una película cutre sobre adolescentes. Con solo verlos el estómago se me revolvió por tanta basura junta.
—¿Cómo es el nombre? —le interrogo cuando detengo el auto en la luz roja. Vamos camino al minimarket. Ella se encoje en el asiento, muerde su labio y se niega a responder— Dímelo, Pajarito. No le haré nada, él no me interesa en absoluto.
—N-no lo sé.
—Eres pésima mintiendo, pequeña —Niego con la cabeza apretando mis manos en el manubrio—. No sirves ni de actriz, ¿eres buena en algo o eres igual de inútil que tu tonto hermano? —Alza su cabeza arrugando su frente; es evidente que he tocado un tema que no le apetece. En pocas palabras, su punto débil es su hermano.
Qué coincidencia...
***
De vuelta en el minimarket consigo ver que entra por la puerta Michelle Wallas. La otra piedra en mi camino y, tal vez, el nuevo interés de Chase. Mi mejor amigo se ha olvidado de los tratos con la familia y se ha fijado en quien no le corresponde. Nuestras familias han hechos negociaciones que confirmarían con un vínculo familiar casando a Chase con Ashley, mi hermana. Después de hacerle vanas promesas a mi hermana, ha terminado fijándose en una sabelotodo de cuarta categoría.
Noto que coge una revista de la estantería junto a la ventana. Me acerco a ella esbozando mi mejor sonrisa.
—¿Te gustan los autos? —Le pregunto intentando sonar casual. Ella parece salir de su mundo, mira la portada y luego me mira a mí, horrorizándose—. Lo siento, te he asustado... ¿Puedo ayudarte en algo?
Niega con la cabeza casi al borde de la desesperación, mas intento sonar normal.
—Bien. Si necesitas ayuda, sólo dímelo. Estaré en la caja.
Vaya mierda. Ella es igual que la hermana Fissher. Las dos igual de tímidas y volubles.
ASTRID
Me he quedado viendo cómo Mika atiende a los clientes... ciertamente, he quedado sin palabras. Su facilidad para hablarles y fingir una sonrisa es impresionante y bastante creíble. Él jamás lo ha hecho conmigo. Nunca he esbozando una sonrisa que no fuese una maliciosa e inquietado. Sus ojos jamás se han clavado en mí con una buena intención; ni siquiera cuando nos vimos por primera vez. Mika es la persona más inquietante que he visto y parece lleno de facetas.
¿Alguna vez podré ver su verdadera personalidad? ¿Qué clase de hecho ha provocado convertirse en alguien tan indeseable de ver? Durante más tiempo lo examino, más preguntas surgen dentro de mi cabeza y mi temor a creer que son ciertas me estremece.
—Dime que no te has enamorado de mí, Pajarito —alude frente a mí dentro de los vestidores—. Me he dado cuenta que me has estado observando. Espero que no sea lo que estoy pensando, porque la respuesta siempre será no.
Vaya insinuación. ¿Cómo podría gustarme un sujeto así de pedante? ¿Cómo podría gustarme el sujeto que alejó a mi hermano?
—Lo único que siento hacia a ti es repulsión —le confieso en tono bajo, pero audible—. ¿Cómo podría enamorarme de alguien como tú?
—Tú quieres una paliza, ¿verdad? —Trago saliva al oírlo. Antes de decir algo, siento un nudo en la garganta que me detiene—. ¿Crees que no me atrevería? —pregunta, y como respuesta niego con la cabeza— Entonces cierra los ojos y compruébalo.
Mika alza su brazo con el puño listo para golpearme. Cierro mis ojos con fuerza esperando el impacto del golpe, pero no lo siento. En lugar de eso, escucho su respiración cerca de mi oído.
—Yo no me ensuciaría las manos con alguien de tu calaña, Pajarito.
Abro mis ojos lentamente, para verlo alejar como si nada hubiese ocurrido.
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