Los ricos siempre ganan.
ASTRID
—¡James! —gruño limpiando mi labio con el dorso de mi mano— ¿¡Q-qué haces?! —Me cubro la mitad del rostro con el peluche. Quisiera salir huyendo en este preciso momentos; sin embargo, estoy segura que si llegara a hacerlo, James me alcanzaría de todas formas. Así que no me queda más que darle cara— ¡Somos amigos!
¡Cielos! ¡James Cooper me ha besado!
—Lo siento, lo siento —Junta las palmas de sus manos y las sube un poco más arriba de su cabeza. Está hecho un tomate, al igual que yo—. No pude evitarlo. Dios... —se cubre el rostro y niega con la cabeza— No puedo creer que lo haya hecho. Lo siento —repite. Posa sus manos sobre mis hombros y respira hondo—. No volverá a pasar.
No sé qué decir. James y yo nos quedamos mirando unos segundos hasta percatarnos del incómodo encuentro, así que nos distanciamos.
—Só-sólo has como si nada hubiese ocurrido, ¿sí? —Asiento ante su sugerencia.
Tras el Parque de Diversiones, James y yo tomamos caminos diferentes; él me dijo que debía visitar a un amigo que estaba enfermo con gripe. Así que, vuelvo a casa sola. Y es un alivio, pues no podría ir junto a James después de lo que pasó. Ni siquiera sé cómo debería mirarlo. Después de "eso" no hicimos más que caminar en silencio, los dos avergonzados y con miedo a decir algo estúpido.
Estoy a punto de rendirme contra mi lucha interna por no quedarme dormida en el bus, pero me salva escuchar en la lejanía la melodía de mi celular; quitándome el sueño por completo. Abro mis ojos y acomodo mis lentes para leer el ejecutor de la llamada.
Es Patrick.
—Hola, pequeña ingrata.
Con solo escuchar la voz de mi hermano sonrío. Sí, lo admito: soy una pequeña ingrata que no lo llama a menos que sea por algo puntual. Pero siento que si lo hago, terminaré contándole todo —y cuando digo todo, me refiero a los problemas que tengo con McFly— y no quiero que vuelva a meterse en problemas aquí.
—Hola, ¿cómo va todo? —respondo mirando hacia afuera.
—Pues, normal. Hoy me metí en un pequeño problema, pero nada más...
—¿Problema? ¿Cuál?
—De casualidad manché con pintura roja el auto de una profesora que me cae gordo... y me suspendieron por unos días. Nada grave.
—¡PATRICK! —lo reprendo alzando la voz. El tipo que iba dormitando a mi lado, salta en su asiento al escuchar mi grito. Después de darse cuenta de mi acción, me lanza una mirada fulminante— Lo siento —me disculpo avergonzada, encogiéndome de hombros. Vuelvo con Patrick—. ¿Nuestros padres ya lo saben? —Vuelvo a mirar hacia afuera queriendo hacerme un ovillo.
—No. Espero que tú no les digas tampoco, ¿eh? —Lanza un suspiro que satura el micrófono de su celular— Eres buena ocultando cosas, As. Después de todo este tiempo no les has dicho lo que pasó con McFly...
—No podría —me apresuro a decir.
—Sí, lo sé —responde. Guarda silencio un momento. Todo lo que puedo oír es el ruido del motor del bus y los murmullos de los demás. Por algún motivo tengo un mal presentimiento— As, ¿qué pasa con McFly?
Me petrifico.
¿Acaso él sabe lo que está pasando entre Mika y yo?
—¿A qué te refieres? —pregunto, intentando sonar normal. Cosa que no funcionará para nada.
Patrick me conoce más que nadie; seguro que se dio cuenta que mi actitud hacia él es extraña. Sin llamarlo, sin prestarle atención a sus mensajes, la insistencia de mis padres y evitar todo tema acerca de lo que pasó el año pasado debieron alertarlo.
A menos que alguien más le haya dicho.
—Alguien me dijo que te vio con McFly, en su auto —Bien. Quien abrió la boca fue ese tal Mathew—. As, no sé qué está pasando con él, pero cualquier cosa... si McFly te está molestando o algo, sólo díselo a Mathew. Él es mi amigo y puedes confiar en él.
Muerdo mi labio. La cabeza me es un remolino.
—No pasa nada. McFly no sabe que soy tu hermana, ni nada. Sólo me ayudo con algo... nada más —cierro mis ojos con fuerza, esperando que mi mentira sea convincente.
—Bien.
—D-de todas formas, ¿de dónde conoces a Mathew? Cuando se presentó dijo que era un viejo amigo de McFly, por eso pensé que no era correcto enviarte sus saludos... —intento no sonar curiosa, pero es casi imposible.
En serio, Mathew es un misterio.
—Es un viejo amigo de la secundaria —responde con desinterés—. Sólo promete que si algo anda mal con McFly, recurrirás a él. Es un buen tipo y McFly no se atrevería ni a mirarlo feo.
—Está bien —asiento aunque no pueda verme—. Te extraño, Patrick.
—Yo también.
Al puzzle incompleto que tengo dentro de mi cabeza se le ha añadido una pieza: Patrick y Mathew son amigos. Seguramente el día en que lo vi en Jackson estaba allí por mí, no por McFly o alguien más. Patrick debió enviarlo para saber cómo estaba, qué hacía y para averiguar sobre mi relación con Mika. No puedo evitar sentirme observada más que protegida. ¿De verdad puedo confiar en Mathew? No. Aunque sea amigo de Patrick y quiera ayudar, algo me dice que no debería. No sé si es su aspecto extravagante, su sonrisa misteriosa o su forma de hablar; sin embargo, parece que Mathew y Mika son idénticos. ¿Cómo podría confiar en él con esa similitud? ¿Por qué parece que hay más historia entre mi hermano y Mika que una simple mirada desafiante? ¿Acaso los dos se conocían desde antes?
Me gustaría preguntar, pero algo me dice que no me gustará la respuesta...
—...Astrid... ¡ASTRID!
Clase de Educación Física: otra vez me he perdido en mis pensamientos. La profesora Scott niega con la cabeza con una mirada desaprobadora. Las demás chicas están formadas, listas para comenzar la clase, siendo yo la única que está fuera de lugar en la cancha.
—L-lo siento —camino apresurada hasta formarme junto a Lizzy y April.
—Tan callada y siempre causando problemas, Fissher —gruñe la profesora con las manos en sus caderas—. Bien, chicas. Hoy comenzaremos con un nuevo deporte que sé que muchas han jugado antes, y que para mala suerte de muchas, tiene que ver con "pelotas" —avanza hasta un canasto con pelotas y saca una de voleibol—: "El voleibol".
Todas las chicas, sin excepción, alegamos.
—¡Dios...! ¿No puede enseñarnos a saltar la cuerda o algo más? —inquiere April con desagrado. A su lado, Lizzy aprueba su comentario con una carcajada.
—No —responde con frialdad la profesora Scott—. Ahora, formen grupos de tres.
April y Lizzy me lanzan una mirada para que me una a ellas. No tienen más opción, con las demás chicas se llevan horriblemente mal. Así que, asiento y me uno a ellas sin alegar.
—Espero que no atajes la pelota con tu nariz, As —comenta Lizzy, sacando de su bolsillo un paquete pequeño de maní salado. Ella suele llevar comida escondida a todas las clases.
—Yo espero lo mismo... —digo, frotándome la nariz y haciendo puchero.
Con los grupos hechos, la profesora Scott se dispone a explicar el ejercicio. Pero uno de los amigos de James llega hasta donde nos encontramos, agitado y abrumado, casi sin poder respirar.
—¿Qué ocurre? —interroga la profesora al verlo.
—Es... —Toma aire— ¡Están peleando! ¡James y McFly están peleando!
Todos —sin excepción alguna— corrimos hasta donde James y Mika se encuentran. Los chicos de la clase están mirando la airada escena sin saber qué hacer. Algunos se ríen mirando como los golpes van y vienen; otros están demasiado sorprendidos para hacer algo. Es el profesor Welton y la profesora Scott, quienes dan el primer paso para calmar los aires; él sostiene a McFly y ella a James.
Entre James y Mika, las miradas dicen que sólo quieren matarse, acabar con el otro a golpeas. Sus respiraciones son agitadas. Sus intentos por zafarse del agarre inútiles. Los profesores los tienen agarrados con fuerza para que no vuelvan a pelear. En seguida, los murmullos curiosos afloran, preguntándose el motivo de la pelea.
—¿¡Qué ha pasado?! —escuchamos todos desde la puerta de salida al patio. Es la ronca voz del director. Por inercia, todos nos hacemos a un lado para que pase y vea el acontecimiento; un James enojado como nunca nadie lo vio, y Mika... bueno, como sólo él podría estar en esta situación.
El director los mira y con un simple gesto con la cabeza, les indica a los dos profesores que se lleven a James y Mika a la dirección.
La clase termina antes de lo previsto. La profesora Scott ha tenido que cuidar de nosotras y los chicos del profesor Welton, quien tuvo que acompañar a James y Mika a la dirección.
Sobre la pelea todos hablan, y supongo que pronto todo el colegio lo sabrá. Las especulaciones sobre el motivo de la pelea siguen siendo un misterio para los demás. Por mi parte, tengo algunas conclusiones que temo decir; puede que James haya encarado a McFly diciéndole algo para que se alejara de mí, dejara de molestarme, y Mika reaccionó mal. Como puede que no. Con McFly todo puede pasar. Tal vez, sólo quiso apartarlo del camino... Fuese como fuese, sólo espero que no tome venganza y le pase lo mismo que a Patrick.
No quiero ser testigo otra vez de cómo golpean a alguien conocido, mucho menos a alguien que estimo.
Aunque muchos ya se han ido a casa, el grupo de amigos de James lo espera sentado fuera de Jackson. Parecen salidos de un funeral. Sus expresiones son fatales, pues tanto ellos como yo somos conscientes de las consecuencias que conlleva meterse con McFly. Además, ser enviado a la dirección con alguien como él sólo significa una cosa: Mika sale intacto, James no.
Debo ir al minimarket, pero mi preocupación por James es mayor. Así que busco alguna excusa para permanecer en el colegio.
Me dirijo hasta mi casillero, lo abro y comienzo a sacar los desperdicios y basura que tengo. Desde que comenzó el año he dejado papeles que no sirven de nada para el resto del año. Los saco y busco un basurero cercano. No obstante, la aparición de un hombre canoso y tan formal como ejecutivo de la televisión, entra a Jackson como si fuera un toro queriendo embestir lo primero a su paso.
Tanto sus rasgos, como su semblante altivo me recuerdan a McFly. Y en efecto, donde el sujeto se dirige es la oficina del director.
Dentro de pocos minutos, McFly y su padre se asoman por el pasillo; serios y callados. McFly me lanza una mirada acompañada de una sonrisa triunfante que concluye mi hipótesis sobre James. Atrás, le sigue un desairado James, quien camina con paso silencioso hacia la salida.
—¡James! —lo llamo, sacándolo de sus pensamientos. Está pálido.
Al alzar la cabeza, me enseña el papel que trae en sus manos. Es uno de suspensión.
—Me suspendieron por una semana. ¡Vaya mierda! —bufa con resignación— Mamá va querer matarme. Ni hablar de papá.
—¿Estás bien? Tus amigos están afuera.
Se encoge de hombros.
—Estoy bien, estoy bien —responde—. Con un ojo que prontamente estará morado, pero nada más —ríe de mala gana. Muerdo mi labio queriendo preguntar qué pasó, pero él cubre mi boca con su mano antes de que pueda hacerlo—. Oye, Cuatro Ojos, creo que descubrí que se trae McFly contigo.
Alzo una ceja. Agarro su mano y la bajo.
—¿A qué te refieres? —interrogo, sintiendo cómo mi estómago se revuelve.
—Creo que tú... —queda a mitad de la frase—. Olvídalo, no vale la pena.
Me hace a un lado para avanzar hacia la salida, pero insisto colocándome frente a él.
—James, ¿qué descubriste? Dime.
James mira hacia el lado, sin querer mirarme a la cara. Entreabre los labios para hablar y luego me mira.
—¿Me creerías si te dijera que le gustas a McFly?
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