El Baile de Bienvenida. Parte 1.




 ASTRID

 Giro el pomo de la puerta para salir de la habitación.

 Por alguna razón, hoy la casa parece más bulliciosa que de costumbre. Mamá trata de consolar los llantos de mi hermana pequeña Boo; papá se pasea de lado a lado buscando sus cosas para salir a trabajar; y la televisión está en su máximo volumen mientras pasan las noticias de la mañana. La última vez que la casa estaba tan desordenada fue cuando Patrick perdió las llaves de su auto recién comprado por papá. Los dos terminamos llegando atrasadísimos a Jackson a causa de su descuido.

 —¡Ya me voy a la escuela! —les grito desde la puerta principal antes de salir. Acomodo mi bolso y pongo un pie afuera de la casa. Y en cuanto lo hago, siento la manito de Boo agarrarme del cabello y tirarlo con todas sus fuerzas— ¡No, Boo! —chillo, tomando su mano y abriéndola para que me suelte.

 —Boo está molesta porque se ha enterado que no has hablado con tu hermano mayor desde que entraste al colegio —me reprocha mamá, ayudándome. Hago una mueca de desaprobación sin saber qué responder.

 Es cierto, desde que entré a segundo año he evitado las llamadas de Patrick. Por una parte, fue porque Mika tenía mi celular y la otra... Bueno, también involucra a Mika; no podría contarle a mi hermano qué está ocurriendo con el retorcido Mika, pues él no se permitiría quedarse de brazos si se entera. Lo más seguro es que la historia se vuelva a repetir y no quiero que mi hermano resulte golpeado por cinco chicos pagados, ni que sea amenazado otra vez.

 —Lo... lo llamaré más tarde —manifiesto sin mucho ánimo. Arreglo los mechones de cabello que Boo desordenó al tanto que mamá asiente mirándome con franqueza, como si me atravesara con la mirada—. Nos vemos.

 —Que te vaya bien, hija —dice y besa mi frente.

 Realmente, también espero eso...

 Las puertas del autobús escolar se abren dejando en alerta el griterío que hay dentro; los chicos del bus no suelen ser los más correctos, por no decir que son unos desalmados. De camino al colegio no hacen más que gastar bromas y yo no quiero estar involucrada en ellas. Aun así, al conductor le gusta martirizarme mencionando mis defectos y el hecho de ser hermana de "el chico que enfrentó a Mika McFly". Así que, no me sorprendo cuando les grita a los demás que ya he subido al bus.

 Ignoro al conductor sin poder evitar fruncir el ceño. Camino hasta mi asiento donde suelo sentarme sola; aprecio eso, en verdad. Gracias a la amenaza de Mika a mi hermano, puedo sentarme sin un chico extraño que huela mal o una pinturita con voz chillona.

 Al sentarme dejo mi bolso sobre mi regazo con cuidado, pues aún conservo el celular de McFly.

 No logro entender nada de lo que pretende hacer con dejármelo. ¿Acaso es una demostración de sus riquezas? ¿Se está jactando de algo? Creo que Mika es un personaje el cual no podré conocer jamás, ninguna de sus facetas. Es obvio que el celular que me dejó no es su principal medio de contacto, pues desde que lo tengo no ha recibido ninguna llamada. Estoy temiendo que si no se lo devuelvo antes, podría acusarme de robo o algo.

 —...entonces, ¿qué pretendes hacer con "eso"? —pregunta James inclinándose por mi hombro de forma confidente. Con "eso" se refiere al celular de Mika

 —No tengo la menor idea —murmuro sonrojándome al sentir el suave perfume salir de su cuello. Niego con la cabeza dándome un golpe mental—. Tal vez sea mejor esperar —Agarro la bandeja con comida cuando la cocinera me la regresa con el ceño fruncido, pues parece que todos están hambrientos hoy—, McFly es impredecible y no quiero ser yo la que se lo entregue.

 —Bueno, yo se lo entrego —Volteo para ver a James sorprendida ante su propuesta. No tengo idea de qué cara he puesto, pero al parecer le ha causado gracia y se ha dado cuenta de mi incredulidad—. Creo que es más sencillo si lo hago yo, él no tiene nada contra mí hasta ahora.

 —Eso es improbable, y es por eso que mejor no seas tú —Lo apunto con severidad. Me hago a un lado esperando a que él también reciba su bandeja con comida—. A menos que quieras terminar como... —Resoplo—. Da igual, no te metas en problemas.

 James hace una mueca que no logro descifrar y camina hacia la mesa donde lo esperan sus amigos, mientras yo busco con la mirada algún espacio vacío donde pueda comer con tranquilidad. No obstante, lo único que consigo es toparme con la intimidante mirada de Mika desde su "mesa privilegiada" donde Los Tres se sientan a la hora de almuerzo.

 Encuentro un sitio libre junto a otros chicos de diferentes cursos que comen en silencio. Al dejar la bandeja sobre la mesa y sentarme, una melodía se escucha desde mi bolso. Conozco perfectamente a qué cosa le pertenece y percibo un escalofrío recorrer mi espalda.

 Me siento en la silla y busco el celular de Mika en mi bolso. Aun suena y no me tardo en responder indagando entre los demás la mesa donde está sentado McFly.

 —¿Cuál es la Reglas número 2, Pajarito? —En efecto, quien llama es McFly. Sin ser consciente de mi acto, con sólo escuchar su voz bajo mi cabeza— Necesito mi celular de vuelta y lo necesito ahora —ordena con tono seco. Ha sonado como una advertencia.

 —Pues ven por él.

 Corto. Y necesito unos segundos para darme cuenta de lo que he hecho. ¡Diablos! Le he cortado a McFly. Él podría venir a mi mesa y hacer un escándalo si así lo quisiera. Sin embargo, no lo hace. Logro conciliar su mirada entre los presentes; sus ojos me observan como solo él podría hacerlo, como si fuese un león acechando a su presa.

 Con el celular en mano y mi bolso en la otra, camino hasta el basurero del comedor. Frente a éste, tiro el celular dentro y sin esperar a que él venga a buscarlo, salgo del comedor sin más, ocultando una pequeña sonrisa que me sabe a victoria. Estoy segura que él se ha dado cuenta de mi acción y que el celular llagará a sus manos sea quien sea el que lo haya tomado.





 Miro la hora en el reloj de pared otra vez, comenzando a perder la paciencia. El Baile de Bienvenida ya debe estar por comenzar y debo estar presente cuando se dé el inicio. Fotografiar todo lo posible para tener contenido que mostrarle a Megan. Y hablando de mi amiga, seguramente debe estar desesperada porque aún no llego. ¿A quién puedo culpar por ello? ¿A mí por tardar tanto tiempo en ponerme el vestido nuevo? ¿A mamá por querer abrigar a Boo con todos los abrigos posibles sólo para llevarme al baile?

 Y hablando de baile... Me siento nerviosa. Horriblemente nerviosa. Sólo debo fotografiar, pero temo encontrarme con algún ser indeseado allí.

 Bueno, como diría Patrick: "Pensemos positivos".

 Ojalá pudiese.

 —¡Listo! —dice mamá cerrando la puerta del auto junto a Boo después de ponerle un gorro— Si papá no trabajara hasta tarde él podría llevarte... pero, ¿qué le haremos?

 Enciende el auto y parte hacia Jackson, mientras de camino, reviso que lleve todo lo necesario para fotografiar. Así, entre pensamientos y divagues absurdos, mamá detiene el auto frente a Jackson.

 Dejo escapar un sonoro suspiro.

 —Nos vemos.

 Bajo del auto acomodando la mochila en mi espalda. Trago saliva percibiendo la música que suena dentro del gimnasio de Jackson, donde se lleva a cabo los eventos dentro de la preparatoria. Miro a las personas que van llegando. Están bastante arreglados en mi opinión, algunas chicas incluso van con tacones altos mientras yo sólo vine con unas zapatillas con caña que le viniese al vestido que Megan escogió para mí.

 La tensión comienza a surgir en mí, aun más, cuando llego a la entrada decorada con un cartel brilloso que dice "BIENVENIDOS" con letra casi ilegible. Adentrándome más, noto la sobriedad del ambiente dentro del gimnasio, no lo digo por la música, sino por lo lúgubre de la iluminación —supongo que así son todas las fiestas y quisieron darle un ambiente parecido—. Hay un escenario con dos micrófonos y un telón rojo de fondo, donde veo a la profesora Mittler probarlos con su voz y dándome golpecitos a estos. Frente al escenario hay un espacio para los que quieran bailar y en el fondo hay tres mesas largas que unidas forman una C con comida y ponche.

 —¡As! —exclama Megan desde el otro extremo del gimnasio al verme. El vestido que escogió para ella le queda a la perfección.  Ella si puede usar tacones altos. Detrás le sigue James, que me hace una seña con la mano al verme— ¡Es tan bueno verte! —Mi amiga se acerca y me da un abrazo del cual salgo más despeinada.

 —Hola... —saludo sin saber cómo reaccionar— creo que he llegado temprano.

 —Por poco —comenta James guiñándome un ojo. El corazón me da un vuelco cuando lo hace. Logro distraerme mirando de nuevo a Megan, quien pone sus manos sobre mis hombros desnudos.

 —Sé que es mucho pedirte, pero necesito que fotografíes a alguno de "nuestros chicos". Son unos idiotas, pero por algún motivo a las lectoras les encantan esos tres. Sería maravilloso mostrar su entrada, ¿sí? —Muerdo mi labio y luego de meditarlo asiento lentamente, sintiendo la mirada desaprobadora de James— ¡Gracias! ¡Eres la mejor, As! Oye, si ese chico del que me hablaste está acá, muéstramelo para darle una lección.

 ¡Genial! Ahora debo fotografiar a Mika.

 Tras sacar algunas fotografías, el gimnasio comienza a llenarse de estudiantes. Cada uno de ellos con la vestimenta más extraña que el otro. Bueno, yo no puedo decir nada, porque después de todo vine con mis lentes gruesos y únicos en su especie. Los murmullos se hacen más imponentes en el momento que, Jax y Mika hacen su entrada triunfal junto a sus parejas; Jax con una estudiante y porrista de Jackson, mientras que Mika entra con una sonrisa arrogante llevando a su lado a su hermana... o eso creo. Es la misma chica que me abrió cuando fui a su casa.

 Maldigo internamente al verme obligada a fotografiar a los dos chicos que dominan los pasillos. Tenía la esperanza, la mínima esperanza, que él no apareciera. Sin embargo, no me queda más remedio que apuntar, enfocar y tomar la fotografía.

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