¿Dónde vamos?
#OieKeRikura
(͡° ͜ʖ ͡°)
MIKA
—¿Qué demonios hacías en ese lugar?
La pregunta sale de mis labios más molesta de lo que pensé. La verdad si estoy molesto de verla allí; pero no quiero hacerlo notar porque después de todo, que haya accedido a venir conmigo quiere decir que algo ya cambio en ella.
Astrid me eligió a mí entre el Perro y sus amigos.
—Nada —No es la mejor respuesta que esperaba, pero siendo ella, probablemente no querrá decirme la verdad de su aparición en un club nocturno—. Sólo estaba allí para despedirme de mis compañeros —agrega en tono algo despectivo.
Detengo el auto frente a la luz roja. Al mirar hacia afuera se puede ver como la lúgubre calle es transitada por grupos de adolescentes alocados, hombres de aspecto sospechoso y el infaltable olor a mierda. No es de mis lugares preferidos, pocas veces me ha tocado transitar por la calle, y si lo he hecho ha sido con Jax y Chase. Nunca vine solo a excepción de hoy consciente de que me encontraría con Gruonie en el club. Por lo que pensar en la posibilidad de que Pajarito vino sola a encontrarse con el Perro me hierve aún más la sangre.
—¿Viniste con ellos o te los encontraste acá? —inquiero, esperando que la luz cambie a verde— Porque si viniste so-
—No, no —Niega con la cabeza—. James me estaba esperando afuera.
Una carcajada cargada de sarcasmo y cinismo sale disparada de mi boca.
—Sí, como ahora, ¿no?
—Lo de hace un momento fue un error, ya los oíste. No creo que hubiesen querido dejarme allí con ese idiota.
Acelero y doy la vuelta en la esquina permitiéndome mirar de reojo a la pequeña Fissher que yace con sus ojos clavados en mí. Tal hecho causa que tenga que carraspear e instintivamente, como si no quisiese ser descubierto —porque eso es realmente lo que no quiero que pase— y se percate que la he mirado, vuelvo a mirar al frente.
Aunque es indescriptible la sensación que siento al ser una especie de "elegido", tenerla en mi auto por la madrugada me trae vagos recuerdos con la Ardilla. Nuestras madrugadas terminaban en sexo, eso está más que esclarecido porque así era nuestra antigua relación. Si bien era una relación algo fría y mis sentimientos hacia ella nunca fueron más allá, sino para alimentar mis instintos, la confianza que hasta ahora se ha creado entre los dos ha sufrido un drástico cambio. Dudo mucho que los sucesos anteriores que Gruonie y yo vivimos dentro de éste mismo auto ocurra con Pajarito.
Pero si llegase a ocurrir... Si el momento se da ¿cómo reaccionaré?
—¿A dónde vamos?
Trago saliva. Mi garganta repentinamente se ha secado.
—A tu casa.
—Espera —Me toma del brazo—, no puedo ir allí.
Volteo una vez más a verla. Ella luce contrariada.
—¿Por qué no?
—Les dije a mis padres que dormiría en casa de Megan, pero ella no está —Lanza un gruñido—. Le dije a Patrick que debía contarle todo a nuestros padres. No puedo volver, no quiero volver.
Las cosas son más complicadas de lo que creí. Y no lo digo por la aparición anticipada del odioso de Patrick; que les cuente todo a sus padres y deje esa faceta de chiquillo bueno de lado me importa un comino. La verdad, es que me vale lo que digan ellos de mí, lo que realmente me importa es lo que piense Pajarito de mí. Lo complicado del asunto es si podré resistirme a ella.
ASTRID
Realmente no tengo la menor idea de los motivos que transitaron por mi mente para elegir venir con McFly. Si bien, no es la primera vez que mi elección es él, probablemente ésta sea la más peligrosa que he tomado hasta ahora. Ya dije antes que él es una caja de pandora con un contenido impredecible. Puede que no planee nada malo y simplemente soy yo la que está divagando con pensamientos que no corresponden; sin embargo, para la siguiente ocasión debería ser más consciente de mis acciones. Ciertamente, todo se resume en que no quería seguir estando con los amigos de James ahora que nos habían corrido del club sin motivos aparentes. Por eso mi elección fue McFly.
Me siento como Caperucita siendo acompañada por el Lobo en un auto deportivo hacia Dios-sabe-dónde.
—¿Puedo poner algo de música?
McFly asiente sin apartar la vista del frente. Luce algo extraño, a mi parecer. Probablemente esté preocupado. Y no lo culpo, lleva a una tonta niña mentirosa como copiloto. Sin apartar el hecho de que le ha dicho a "esa niña" una madrugada ebrio que está loco por ella.
Enciendo la radio.
Una canción particular se oye entre los parlantes. Me acomodo en el asiento con la intención de escucharla con más detalle. Ya la había escuchado antes, incluso me sé algo del coro.
«And when you're weak I'll be strong
I'm gonna keep holding on
Now don't you worry, it won't be long
Darling, and when you feel like hope is gone
Just run into my arms»
Mierda —digo para mis adentros.
Esa canción relata justo lo que acabo de hacer con Mika.
—Ya casi llegamos —dice de repente, haciendo que me sobre exalte dentro de mi asiento. Podría morir de nervios en este preciso momento sólo por haber venido con McFly.
Sólo espero no hacer nada de lo que me arrepienta a futuro, porque claramente no estoy dentro de todos mis sentidos como para dejar que me guíe en plena madrugada a algún lugar. De todas formas —y apartando la desconfianza que toda chica siente y podría sentir en mi posición—, si el conductor no fuese McFly seguramente ya me habría orinado sobre mis pantalones.
No sé cuánto tiempo hemos tardado en llegar, ni cuanta probabilidad había en que me trajera a un lugar como el que tengo en frente. Por obvias razones, jamás esperé que condujera hasta un campo de golf. A estas horas no hay ni un foco encendido, ni autos aparcados en la entrada, guardias, personas pasando, o algún avistamiento de vida humana. Sólo estamos los dos frente a una enorme reja negra.
—¿Por qué estamos aquí? —interrogo, quitándome el cinturón de seguridad. McFly apaga el motor del auto y quita las llaves; por consiguiente, se quita el cinturón también, sin responder mi pregunta— ¿McFly?
—¿Alguna vez has visto el amanecer? —Niego con la cabeza— Entonces hoy estas con suerte. Aquí el amanecer se ve en primera fila, Pajarito.
Se baja del auto y cierra la puerta de un golpe. Yo lo imito y le sigo el paso.
—Pero aún faltan horas para el amanecer —le informo, posicionándome tras él—. Además, está cerrado. ¿No crees que es peligroso? Si nos descubren...
Él sonríe con arrogancia. A veces olvido que estoy tratando con una persona que, por muchas razones, tiene cierta ventaja sobre los demás; la ha tenido conmigo y probablemente, tenga la suficiente como para poder entrar al campo de golf sin que le digan algo.
—Todos aman el peligro —comenta, interrumpiendo mi frase cautelosa. Caminando hacia un sitio junto a las rejas donde está lleno de árboles, arbustos y maleza, voltea a verme al darse cuenta que no he dicho nada—. Mírate, estás aquí junto a mí, cuando sabes perfectamente que no es lo adecuado; que cuando tu familia se entere que mandé a golpear a tu hermano no querrá que te juntes conmigo. Y que puedo perfectamente hacer lo que se me plazca contigo porque estamos prácticamente en un desierto.
Al terminar dibuja una sonrisa sagaz en su rostro que me obliga a tragar saliva sólo por pensar en lo que McFly podría hacerme. Luego del remolino mental que sus palabras han creado dentro de mi diminuta cabeza, soy consciente de que si fuera capaz de hacerme algo malintencionado ya lo habría hecho.
—Eso se llama idiotez —mascullo observando cómo despeja la maleza para entrar al campo de golf por un espacio donde no hay rejas—, no es amor hacia el peligro —reafirmo la voz.
—Como sea —escupe, luchando para abrir el espacio suficiente para que entremos ambos. Una vez abierto, se dirige a mí—. Las damas primero.
Dudosa de poder caber por aquel espacio, me agacho hasta que mis rodillas toquen la tierra y mis manos también. Gateando avanzo a través de rota hasta estar en el interior del campo de golf. Una vez adentro, McFly también entra agachado. Ambos nos sacudimos la ropa y nos disponemos a avanzar.
—Creí que tendrías alguna llave... o algo por el estilo —murmuro más para mí, pero dado el silencio mortífero que hay dentro del campo, él parece haberme escuchado a la perfección.
—El viejo tiene llaves —aclara a dos pasos más adelante que los míos—, pero es complicado robárselas.
—Me sorprende que te hayas arrastrado para entrar, ¿sabes?
Voltea a verme unos segundos. Abre un poco sus labios para decir algo, no obstante parece arrepentirse al instante. Niega con la cabeza y apresura el paso.
MIKA
Un campo de golf no es el mejor escenario que pude haber encontrado para llevar a Pajarito, pero definitivamente es mejor que la primera opción que pensé. Llevarla a casa a escondidas significaba una sola cosa; una cosa muy peligrosa. He avanzado lo suficiente como para echarlo a perder todo ahora, he enmendado mis errores y he plantado una pizca de confianza en ella. Hasta parece que ya hablamos como personas normales y no a través de miradas cargadas de rencor.
Muchas veces de niño tuve la oportunidad de venir acompañando a mi padre —cuando él se comportaba como tal— y sus amigos millonarios. Como todo niño adinerado y aburrido, no estaba interesado en un deporte tan poco excitante, así que buscaba formas de divertirme. Entonces, encontré un camino que me guío a un mirador mucho mejor que el que visito frecuentemente —y el cual debe estar lleno de parejas adolescentes, gimiendo, jadeando, y rechinidos de autos—. Ir allí en pareja por la madrugada significa una cosa: sexo, obviamente. Pero éste mirador es exclusivo para personas que como yo encontramos la forma de entrar al campo sin ser vistos.
—Es aquí —informo al final del camino.
Astrid se detiene junto a mí; lo primero que hace es fruncir el ceño y controlar su agitada respiración. Sin lugar a dudas, el camino ha sido algo agotador. Luego, observa el paisaje casi sublime que nos brinda el sitio, gracias a la altura y la poca vegetación que nos impide ver, el lugar podría ser codiciado por muchos.
—Esto es mucho mejor que el otro mirador —expresa con estupefacción—. ¿Desde aquí veremos el amanecer?
Asiento en silencio. Ella continúa mirando con asombro el paisaje hasta que inconscientemente se abraza a sí misma cuando una ventisca mueve su cabello. Me quito mi abrigo y lo pongo sobre sus hombros. Ella se gira a verme mientras mordisquea sus labios.
—Gr-gracias —Baja la cabeza, afirmando el oscuro abrigo que acabo de brindarle—. Dejé el abrigo que traía en el club, seguramente ya deje ser de alguien más.
—Probablemente, Pajarito.
Ambos nos sentamos sobre la hierba y miramos en silencio la ciudad.
—¿Puedo preguntar algo?
—Lo estás haciendo ahora, ¿no? —Jugueteo con mis dedos. Chasquea la lengua y luego lanza un gruñido— ¿Qué quieres preguntar?
—Si yo soy un pájaro, James un perro, Cassandra una ardilla, ¿tú qué animal eres?
Me recuesto hacia atrás.
—¿De qué me ves cara? —le cuestiono.
Ella se inclina un poco hacia mí, frunciendo el ceño. Se acomoda el abrigo una vez más sobre los hombros y medita mi pregunta. Cuando parece que ya ha llegado a una inconfundible conclusión, donde tengo alguna idea de qué puede responder, sorpresivamente se echa a reír.
—De un gato —dice entre risas—. Eres muy arisco, dominante, ves a todos por debajo de ti y esperas tenerlo todo. Sólo te faltan los bigotes, las orejas y la cola.
Lanzo un bufido.
—¿Te gustan los gatos?
—Prefiero a los perros —responde—. Lo siento.
Vuelvo a sentarme rozando mi hombro con el de ella. Cuando apoyo mis manos a los costados, noto que toco algo más tibio que el pasto seco a nuestro alrededor. Es su mano, la cual quita al instante. Baja la cabeza una vez más, mirándolas un momento; entonces, voltea a verme.
—Mika...
—¿Qué? —Alzo una ceja al notar que se quita los lentes. Cierra los ojos con fuerza y me los extiende.
—Ponte los lentes —me ordena. Algo desconcertado, los tomo con cuidado, mas no me los coloco—. Vamos, póntelos.
Ante su insistencia no me queda otra que obedecerle. Agarro los gruesos lentes negros y me los coloco. Enseguida, mi vista se torna borrosa y un fuerte dolor de cabeza provoca que quiera quitármelos a instante, pero ella me detiene tomándome de la muñeca. Con suerte puedo visualizarla, ni siquiera sé si ella está frente a mis narices. Sin embargo, es cuando siento su respiración tibia mezclándose con la mía, que sé que todo lo que está pasando parece tan irreal como el hecho de sentir su cuerpo cerca. Intento quitarme una vez más los lentes, pero ella vuelve a detenerme. Y en cuanto lo hace, siento sus labios tibios y húmedos tocando los míos. Apretándolos cada vez con más fuerza contra los míos. Sus manos viajan hacia mis hombros, sus piernas tocan las mías. Todo parece completamente irreal; tanto así, que respondo su beso y ella no se aparta.
--------------
Publiqué el capítulo sin notas y sin corregir porque mi internet anda medio raro, no sé, le gusta hacer sufrir. Pero sha está, como siempre, más vale tarde que nunca. Y conste, que lo publiqué cuando aún era miércoles en mi país xD.
Felish cumpleaños a todos los que los estuvieron y estarán (͡° ͜ʖ ͡°)
Un premio a los que adivinen qué canción puse ♪ cuando Astrid enciende la radio.
(No habrá premios, lo siento) xD
Los amoh mucho mucho (͡° ͜ʖ ͡°)
PD: Quiero un gato que se llame Mika (?).
PD: Para quien lo comentó: La canción "When The Darkness Come" es hermosa TuT. La pondré más adelante.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top