Consuelo.




AVISO: Si veo o alguien me dice que andan haciendo spoiler, además de borrar el comentario, voy a actualizar más lento, chau >:C.

No haga spoiler, ni aquí, ni en RTR, no sea menso :v.

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ASTRID

Mika detiene el auto en un lugar ya familiar. Estuve aquí anteriormente cuando discutí con Megan, si mal no recuerdo. Es un mirador donde se puede ver toda la ciudad. Alrededor de nosotros hay árboles gigantes que se mecen de un lado a otro, indicando que hay algo de viento. Puedo notar una enorme y espesa nube negra cargada de contaminación que está sobre la ciudad, a pesar de eso, donde nos encontramos el cielo también yace tan gris como en el de Jackson.

O quizás es mera percepción mía, no lo sé.

Observo de reojo a Mika, quien desabrocha su cinturón de seguridad, saca las llaves de su auto, abre la puerta y sale de su deportivo. Lo sigo con la mirada en silencio hasta verlo darme la espalda sentándose en el capó del auto. ¿Cómo fue que llegué aquí con él? Entre pensamientos y cortando llamadas entrantes por parte de Patrick, con suerte recuerdo el camino o si hablamos algo en el transcurso hasta llegar aquí.

Otra llamada entrante. Otra llamada que no respondo. La insistencia de Patrick me descoloca y me pone de mal humor. No estoy dispuesta a decirles nada a mis padres —si es eso lo que le preocupa—. Tampoco estoy dispuesta a escuchar sus excusas baratas.

Él creyó mi mentira, ya está.

Lanzo un suspiro preparándome para salir del auto. McFly no voltea a verme cuando cierro la puerta, ni tampoco cuando, con algo de modestia, me pongo a su lado apoyándome en el capo también. Como logre precisar en el auto, hay una brisa helada que alborota mi cabello y me obliga a encogerme de hombros.

Me armo con algo de valor para romper el silencio.

—¿Cómo descubriste este lugar? —­pregunto observando con detalle la ciudad. Me sorprende que pueda ver desde aquí Jackson.

—Solía venir aquí cuando era niño. Y lo hice muchas veces después, hasta que... —deja su frase al aire— se llenó de personas indeseables —concluye su frase.

Algo en mí me dice que con "indeseables" se refiere a Mathew, pues aquella vez que me trajo el venía con otra chica. Es curioso como todo comienza a cuadrar; el golpe en el manubrio, su extraña e inexplicable expresión, los deseos de golpearlo, el odio hacia mi hermano, el odio hacia Mathew. Mierda, aquí la única ingenua siempre fui yo. La santurrona que nunca se enteró de nada. Me siento más que traicionada. Me siento decepcionada, por Patrick, por su reacción, por sus mentiras, por ocultarme algo tan serio. Por todo. Durante todo este tiempo tuve a mi hermano en un altar, adorándolo, defendiéndolo y teniéndolo como ejemplo. Tantas veces repudié a Mika por lo que le hizo a Patrick, sin embargo, él hizo lo mismo y por gusto... "por diversión".

Patrick vuelve a llamarme, pero corto la llamada por décima vez. Tengo tantas llamadas de él que me sorprende. No obstante, no es lo único que tengo pendiente por contestar. James también me ha llamado y dejado su mensaje. Se suponía que debería estar en el teatro de Jackson, ayudándolo con el guión. Pero no podía quedarme ahí, como si nada, con la barata excusa que mis ojos están hinchados y rojos por una alergia o algo por el estilo. No soy buena mintiendo y él lo descubriría al instante, entonces ¿qué le diría cuando preguntara por mis ojos? No puedo contarle lo de Patrick, ni a él ni a nadie.

Por ahora —irónicamente—, McFly es mi único confidente.

—Lamento ser un idiota y tratarte como lo hice —confiesa de pronto—. Tú no tenías la culpa de lo que tu hermano hizo. Yo sólo quería fastidiarlo a él como pago por lo que hizo... antes.

—Yo también actué como una idiota. Ciega y sorda, debí darme cuenta que Patrick no era ningún santo ­—muerdo mi labio, algo insegura. Hay muchas dudas dentro de mi cabeza, pero no quiero ser imprudente, pues esto ahora es un tema que nos incomoda a los dos. Así que, antes de proceder con mi tanda de preguntas, prefiero averiguar la más simple—. ¿Qué pasó exactamente el día en que Patrick te encaró?

Me atrevo a mirarlo a la cara por primera vez desde que llegamos al mirador. Él mira la ciudad mientras las hebras de su castaño cabello se mueven de un lado a otro. Nunca, hasta este instante, me fijé con total plenitud en Mika porque siempre lo vi como un ser despreciable para mis ojos; sin embargo, ya no lo veo así, sino como una persona con la que estoy en deuda.

Mierda, de verdad todo es tan confuso. Una parte en mí quiere empatizar con él, pero la otra —quizás la racional—, quiere mantener el margen.

—Él y yo habíamos tenido un encuentro anteriormente, en el baño de hombres. Estábamos los dos solos y casi nos agarramos a golpes. Siento decírtelo, pero tu hermano es peor o igual de inescrupuloso que yo. Un año entero soporté sus burlas, rememorando de mala gana el tiempo en la secundaria, hasta que un día me encontró de malas —hace un pausa.

Se endereza y camina hacia la puerta del conductor. Abre el auto y saca de la guantera un objeto que no logro distinguir hasta que llega a mi lado. Es un DVD con una fecha de hace casi seis años y el nombre de Mika inscrito con plumón negro.

La extiende hacia mí para que lo reciba.

—Dejó en mi casillero este DVD. Yo no esperé más y fui a encararlo.

—Creí que fue él quien te encaró a ti.

—No seas ingenua, Pajarito. Eso es lo que todo el mundo piensa, pero no fue así. Y el resto de la historia... —se encoje de hombros y voltea a verme— el resto ya debes recordarlo.

Perfectamente. Los cinco chicos, Mika viendo todo, yo sin poder hacer nada, Patrick siendo golpeando. ¿Cómo olvidarlo? He vivido con ese episodio por meses, recordándolo todo. Con lujos y detalles. Es impresionante como todo calza, aunque para mal de Patrick.

—Ten —le entrego el DVD, no hace falta preguntar qué contiene, eso es más que obvio; pero Mika no lo recibe. Niega con la cabeza ante su rechazo.

—Guárdalo tú —dice—. No quiero tenerlo.


MIKA

Hay mucho por contar, pero Fissher parece temerosa de preguntar. Y yo tampoco tengo el ímpetu de contestar. Demasiados recuerdos para una tarde, demasiados kilómetros recorridos para llegar aquí, demasiadas lágrimas de su parte. No esperé que las cosas terminaran tan mal, que ella se atrevería a llamar al mismísimo Patrick para comprobar lo que dije, que me pediría sacarla de Jackson y que terminaríamos aquí, observando la ciudad.

Sabía que tarde o temprano se enteraría de todo, pero no pensé que le afectaría tanto. He ahí la diferencia enorme que Ashley y ella tienen; Ash sabe que soy un chico inescrupuloso, pero nunca reaccionó así. Supongo que a Astrid le afecto más pues la imagen de su hermano, su gran hermano, se destruyó cuando confesó todo. Y me alegro de que lo haya hecho, pero me siento mal por ella. Y aunque he tenido unas ganas enormes de consolarla, abrazarla, decirle tantas cosas al oído, no me he atrevido.

Me aterra su rechazo.

—Creo que debería irme ya...

Examina el DVD y luego me mira con sus ojos inyectados en sangre, hinchados y con unas enormes ojeras. Incluso sus lentes no bastan para que pasen desapercibidas. Su nariz está roja, o tal vez ella está más pálida de lo normal. Asiento sabiendo que ya es tiempo para volver, que la insistencia del Cerdo Patrick y su amigo el Perro —me di cuenta que él también la llamó un par de veces— comienzan a inquietarla y que levantará más sospechas. Por el contrario a mí, ella no puede faltar cuando se le da la gana.

Subimos al auto y en unos silenciosos minutos, donde ella no hace más que mirar por la ventana, llegamos al minimarket. Según la hora es donde ella y yo deberíamos estar. Ella baja del auto pasando sus manos bajo sus ojos, respira hondo y entra. Yo le sigo detrás.

Entramos por la puerta trasera y nuestros caminos se dividen; debemos cambiarnos de ropa y ponernos el estúpido uniforme. Soy el primero en salir, y debo mencionar que todo aquí es normal. Para suerte de los dos Gruonie no está, así que podemos evitar responder preguntas innecesarias de su parte. Sin embargo, antes de poder prever, una fuera inexplicable me empuja contra una pirámide del latas apiladas en uno de los pasillos. Caigo al suelo entre las latas, provocando que algunas se abran y desparramen su contenido en el piso blanco del minimarket. Volteo comprobando quien me ha empujado encontrando al Perro de pie frente a mí.

—¿Dónde está ella? —pregunta con una expresión furiosa.

—¿Quién? —pregunto con desdén, sabiendo perfectamente bien por quien pregunta. Me agarra por el delantal con sus dos manos, acercándose amenazante.

—No te hagas el intrigante, McFly. Te vi agarrándola en el teatro y salir de allí hacia no sé dónde ­—escupe con furia, conteniendo las ganas de golpearme. No es hasta entonces que unas delgadas manos se posan sobre su brazo que cambian su airado rostro.

—James, no —lo reprende Pajarito—. Él no hizo nada, él me ayudó.

James aún me mira con sospecha hasta que en un par de segundos me suelta y se dirige a ella.

—¿Qué pasó? —le pregunta, sosteniéndola de los hombros.

Examina su rostro y puedo notar como la pequeña Fissher hace un esfuerzo por no quebrantarse frente al Perro. Ella está muda, pero comienza a sollozar despacio bajando su rostro. Entonces, de manera espontanea, el Perro la abraza frente a mis narices. Sin temor a ser rechazado, sin temor a decirle palabras de consuelo. Ella acepta el abrazo y apoya su cabeza en él, ocultándola del mundo.

He ahí la gran ventaja del Perro.

Astrid después de su encuentro con el Perro desapareció del minimarket por muchos minutos, casi toda la hora de trabajo. No tengo la menor idea de dónde está, pero no dudo que esté con el Perro, contándole todo. Yo tuve que ordenar el desastre que él causo, con la boca cerrada, sin armar escándalo y diciéndole al incrédulo gerente que fue un "descuido del cliente". Del bastado de James, eso fue.

Ya de noche, al terminar de vestirme, la encuentro entrando por la puerta trasera del minimarket, un poco más recompuesta de cómo salió. Odio admitir que, gracias a su amiguito ella puede sentirse mejor, explicarse mejor y actuar como ella es sin estar a la defensiva, como todas las veces que me ve.

Al encontrarnos de frente, ella se muestra algo inexpresiva e intenta esbozar lo que parece una sonrisa, pero se arrepiente y pasa por mi lado como si yo no estuviese en frente buscando palabras para decirle algo. Es una reacción que me esperaba, de todos modos.

—Buenas noches —le digo antes de bajar el pequeño peldaño para salir.

Ella voltea para verme, encorvada y asiente. Es entonces, cuando me dispongo a salir dándole la espalda que dos brazos delgados me rodean, dejándome petrificado. Son sus manos, son sus brazos, es su cabeza la que se apoya en mi espalda y sobresalta mi cuerpo entero. Es ella quien me consuela a mí.


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*Muere* He aquí el capítulo, muchachines xD No pude escribirlo antes porque... Dios, fui al dentista y de ahí al centro de la ciudad a comprar algunas cosirijillas. Pero antes de las doce, o sea un miércoles, les traigo el capítulo o.<

#Hoyesmiercolesdepashion

Un saludo pa' mi mami. Se despide Vhaldai, Violeta, la niña esa que escribe o como quieran llamarme xDD

PD: Para todas esas escritoras que no saben cómo escribir una escena hoy y para esos lectores/escritores virginales, pasen por mi nueva novela 7u7 les gustará, yo sé que shi.

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