=Sacrificio=
Nota: si gustan estar ambientados, favor de reproducir el multimedia que esta al inicio :), reproduzcanla las veces que quieran si quedan cortos xD.
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-¿Qué acabas de decir?-respondió el Omega con extrañeza al cambio del Sultán asesino.
-Lo que escuchaste, te deseo en mi reino-tomó su mentón y lo hizo mirarle directamente- amó y deseo las cosas extrañas y exóticas. Así cómo tú, de tierras extrañas, única flor en el desierto.
-¡No, él no irá a ninguna parte!- respondió el joven Alfa levantándose del suelo, su mirada estaba lleno de rabia, él no iba permitir que le arrebataran más lo que ama con intensidad.
-Lo lamento, pero es mi orden, si intervienen en esto Príncipe de Abtule, ¡Daré fin a su reinado!-gritó aquél hombre que aún no dejaba de tocar la piel de Hiro.-Si no vienes a mi reino y convertirte en mi concubina de mi harem, destruiré todo este maldito reino, pero si vienes, dejaré a la gente con su vida insignificante.
-¡No, Hiro!¡Por favor! -Miguel temía que el Omega dijera su última palabra, tanto era el amor hacía este palacio que haría cualquier cosa por ella. Hiro estaba teniendo conflictos mentales, no quería ver morir a todas estas personas inocentes o peor de los casos, terminar con la única persona que había entregado su corazón.
-¿Qué dices mi pequeña joya?-el hombre iba a volver a tocarlo, pero la punta de la espada que el asiático aún sostenía, lo hizo detenerse, Hiro estaba perdido en sus pensamientos, estaba en medio del destino de toda una población, no quería ver sufrir al lugar que le dio apoyo, educación y refugio. Pero por otra parte dejar su motivo de dejar su razón de estar en Abtule y no regresar de vuelta a su hogar.
-Yo...he...decido...en..-salió de los labios del Omega, su respuesta definitiva.
-Hiro...no ...por favor...no- el joven príncipe caminaba hacia ellos, con su corazón doliente, en lo que ya se imaginaria la respuesta de aquél chico frente al rey de la calamidad. Sin embargo, Hiro comenzó a bajar la espada y miró con determinación a los ojos de rey.
-Yo ...voy...
-Yo voy en su lugar mi rey.-una voz femenina resonó en la habitación, los tres hombres miraron a la puerta principal, los ojos del príncipe Miguel se abrieron de golpe a ver quién había interrumpido esta decisión. Una mujer vestida de ropas blancas y finas, su rostro estaba cubierto dejando ver un par de ojos claros, llevaba joyas de oro con pequeñas piedras preciosas. Caminaba tranquila pasando por el desastre que había en el lugar, Miguel cruzo mirada con esa mujer, pero ella sólo siguió su camino ante el Sultán.
-Yo iré en su lugar mi señor.
-No, yo quiero a esta extraña flor. Y no quiero a cualquier mujer.-dijo el hombre viéndola serio y molesto, ya que interrumpió su deseo apunto de consumirse.
-No soy cualquier mujer, mi buen señor. Yo, puedo ayudarle a ver su fortuna a futuro.-dijo la mujer sin moverse del lugar. Hiro aún no entendía quién era esa mujer quién deseaba ayudarle, pero en cambio Miguel sabía perfectamente quién era esa mujer.
-Yo no creo en mada de esas cosas. Lo más seguro eres de esas impostoras que quieren riqueza para sacia...
-No mi señor. Yo no miento. ¿quiere escuchar su pasado mi buen rey?-Hiro veía con extrañeza la tensión que se había formado entre el Sultán y ella, él hombre sólo quedó en silencio.- Usted, perdió hace unos años atrás a su gran amor, asesinada a manos de otros soldados de otro reino. Pero jamás le dijo a nadie sobre su muerte, se cayó ese secreto.¿Me equivoco?.
-Cómo...es...¡Eres una espía!-gritó el hombre apuntandonle con fuerza con su mano derecha.
-No, nadie lo sabe más que usted mismo. ¿Cómo podría saber eso?.-toda la habitación se inundó de un silencio incómodo, el hombre miraba con sorpresa a aquella mujer de telas blancas. Estaba sorprendido de cómo sabía ese gran secreto real, qué a nadie confesó y guardó.-Si toma a este joven, desatara la ira de los 5 reinos más poderosos, entre ellos un Abtule renovado, condenando tu propia muerte segura a través de una espada real y lo único preciado que queda en tu reino....desaparecerá.
El Sultán abrió de golpe sus ojos, parecía que había dado en un punto que para él era muy valioso e importante. Pues lo único que le quedaba en su reino y que era mucho más valioso que los lujos y las joyas era: su único hijo resultado de su amor fallecido. Entonces, miró de reojo al Omega y después a aquella mujer, con su espada apunto al rostro de la adivina dándole una simple orden.
-Muéstrame tu rostro mujer.
Ella sólo hizo una leve reverencia y llevó sus manos para descubrir su identidad, Hiro se sorprendió al ver ese rostro conocido, esa mujer adivina era aquella persona que era fiel a la amistad al príncipe de Abtule: Desirée.
-Ya veo...creo que eres mucho más valioso que esta extraña flor. Pero que tal si me llevó a los dos.
-No esta vez, no...además el joven de aquí tiene en su vientre el futuro descendiente de Abtule.-Miguel y Hiro se sorprendieron a lo que Desirée le estaba mencionando al rey. Los dos jóvenes se vieron entre sí, lo que podíamos mencionar de esto sin que ellos supieran es que era una estrategia llena de falsedad.
-Ya veo. Qué fastidio sería tener que llevarme un hijo de otro.Vien tú vendrás, eres una gran reliquia de la fortuna. Me servirás siempre.
-Cómo ordene mi señor.-agacho su cabeza para hacer una leve reverencia.
-Desirée...no...-habló el joven Alfa de Abtule. Desirée lo miró con una leve sonrisa y se acercó a él, tomó su mano y lo miró a los ojos.
-Miguel...tu destino ya esta escrito, pero sólo puedo decirte una cosa más...una semana más mi querido viejo amigo, y todos los reinos estarán ante ti.
-No Desirée, tenemos que buscar otra opción..le daré todo para que no te aleje de nosotros. Eres de mi familia también.-sus ojos estaban a punto de derramar lágrimas de dolor, pero una mano suave las quitó.
-Ya está hecho Miguel.- soltó su mano y tomó la del Omega- y tú pequeño, tu destino ya se ha sellado. Un viaje largo se pondrá en tu camino, y nuevos reinos deberás asistir. Cuida a Miguel, por favor.-le sonreía levemente, pero Hiro sabía que dentro de ella estaba lleno de dolor por este gran sacrificio por todo el reino.
-Lo haré, Desirée.
-Mujer, tú vienes conmigo.¡Guardias!- un grupo de hombres llenos de sangre en sus ropas se inclinaron en la puerta-¡Vámonos de Abtule!¡ Alá nos pone de vuelta a casa!.
Los hombres gritaron en una voz unísono y salieron junto al Sultán y Desirée, sin dejar de mirar adelante, excepto aquella adivina dio un último adiós con su mirada y dio una leve sonrisa. Pero el joven Miguel sólo la miró con lágrimas en sus mejillas, cayó al suelo devastado por toda esta maldad que había ocasionado, Hiro se dirigió a él y lo abrazó por su espalda, pero de pronto se levantó y corrió a dónde yacía el cuerpo del Sultán. Por gran fortuna aún estaba con vida.
-¡Miguel tu Padre!¡ Llevémosle con Leo!-dijo el Omega intentando levantarlo, pero la ayuda del Alfa pudieron levantarlo y llevarlo con su amigo. Algunos de los miembros también estaban con vida, pero otros lamentablemente perdieron la vida, entonces Tadashi entró y estaba herido de un brazo, Hiro se sorprendió a ver a su hermano quién aún estaba con vida, corrió y lo abrazó, pero debían de curar esas heridas lo antes posible.
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La noche había vuelto aparecer, y todos los del reino comenzaron a volver a empezar, pero esta vez su ambiente estaba lleno de dolor y tristeza. Niños sin padres, que perdieron en la masacre, familias separadas, hogares destruidos, todo Abtule había caído, pero aún había esperanza de levantarse con más fuerza. Sin embargo, en el palacio el Sultán Enrique estaba tendiendo de un hilo, Miguel no dejaba de pensar en su padre, en cómo estuvo de irse frente de sus ojos, aquellas puertas de la habitación de curaciones, no habían abierto desde que lo trajeron con su amigo. Kubo miraba con preocupaciones a su joven amo, le dolía verlo así, además de que le preocupaba también el Sultán. Desde que tenía pocos alos de vida, le dio refugio en el palacio, dándole crianza junto con sus hijos, y además de que siempre lo trato cómo un miembro más de la familia. Le dolería si en verdad se fuera de este mundo.
El joven Marco llegó a dónde estaba cojeando un poco, llevaba vendas en su estómago, pues aún así salió herido de la batalla, Miguel lo miró y lo abrazó con fuerza.
-Si al menos le hubiera ayudado antes...-dijo Miguel escondiéndose en el cuello de su hermano.Éste le acarició su cabeza para calmarle.
-Miguel, tú no te culpes, todo esto es otro obstáculo que enfrentar, hermano.
-Gracias Marco.
Entonces, las puertas se abrieron y Leo salió de allí limpiando sus manos con una tela, los tres jóvenes lo vieron nerviosos, él sólo les sonrío y asintió con su cabeza. El Sultán ya estaba mejor.
-Todo esta bien. La herida se pudo saturar bien, no daño sus órganos. Por lo cuál debemos estar más tranquilos ya sólo es cuestión de recuperación.
-Gracias Leo- dijo Miguel regalándole un abrazo.
-No me agradezcas a mí, también no lo hubiera logrado por Hiro y su hermano- cuando mencionó a ellos, los chicos salieron también de la habitación, Hiro miró a Miguel con una tierna sonrisa.
-¿Podemos verle?-preguntó Marco.
-Claro que sí, pero sólo un momento porqué debe descansar.
-Bien, hermano ¿entras también a hablar con él?- miró al joven príncipe quién le dio una respuesta afirmativa, los dos jóvenes entraron, excepto Miguel quién regreso solo un segundo con el Omega.
-Hiro, después que salga. ¿Podemos hablar un poco?.
-Si, claro que si.
-Bien, te veré entonces.- y el príncipe volvió con su hermano. Tadashi aún herido de su brazo, se despidió primero para reposar un poco e ir con su primo quién estaba esperándolo. Hiro le deseo buena noche, después que se despidió su hermano habló con Kubo y Leo sólo un momento más, pues tenía que ir a ver sus aposentos y encontrar al pequeño Mochi.
Después de un rato, llegó. Sus cosas estaban tiradas por todo el lugar, comenzó a levantar todo para dejarlo cómo estaba. Llamó a su compañero para ver si estaba allí, el pequeño minino salió debajo de la cama un poco asustado, pero al ver que era el asiático corrió a sus brazos.-Oh Mochi...pensé que te había perdido también.-le acarició tiernamente teniendo ronroneos amorosos. De pronto tocaron a su puerta- pasé.
La puerta abrió y dejó ver al joven Miguel quién con un leve sonrisa entró. Miró el desorden que dejaron, pero aún así llegó frente a Hiro, acarició tiernamente a Mochi y este también se dejó mimar.
-Parece que también se preocupó por ti- dijo el joven asiático quién dejó al gato en la cama.
-Todos nos preocupamos...
-Lamento sobre tu familia y Desirée...si hubiera sido yo...no hubiera pasado esto.
-No, cómo Desirée dijo, esto estaba ya escrito. Si hubieras sido tú...me hubiera vuelto loco, no me lo hubiera perdonado el perderte.-acarició aquella piel pálida que le encantaba sentir lo suave que era.
-Miguel...no me hubiera importado, ayudarles...amó a tu familia y en especial...a ti. Pero, entiendo cómo hubieras reaccionado. También tenía miedo de hacer algo encontrar de todos ustedes.
El Alfa tomó la suave mano del asiático Omega y le plantó un leve beso en él. Lo miró directamente, poco a poco acortaron sus respiraciones para fundirse en un tierno beso lleno de cariño y amor. Los dos no soportarían estar separados de todas las maneras posibles, sus corazones dejarían de latir y su amor se marchitaría. Ese beso que entre la leve oscuridad los cubría, estaban declarando su amor infinito, ese amor que la misma fortuna había logrado unirlos.
Al separarse, los dos se miraron regalandosé una pequeña risa cariñosa, sus frentes se juntaron para sentir su calidez.
-Hiro...por favor...¿Aceptas estar siempre a mi lado?- preguntó el joven príncipe. Hiro lo miró directamente a los ojos, una de sus manos acarició su mejilla con ternura y sus mejillas se tornaron rojas.
-Si acepto, pero...primero debo contarte mi historia.-Miguel asintió, desde hace meses quería saber y conocer la procedencia del dueño de su corazón. Esta vez lo escucharla con toda su atención. Hiro le pidió que tomará asiento en su cama, Miguel obedeció y observó con atención al Omega. Hiro bajó su túnica para ponerla a mitad de la espalda, los ojos del Alfa se abrieron de golpe a ver lo que el asiático le estaba mostrando, en esa suave piel pálida de su espalda, había un dragón rodeando a una medía luna plasmado en él. Volvió a cubrirse y miró de frente a su amado.
-Esa marca, no es cualquier tatuaje que se hace por diversión...es una marca real.- Miguel estaba con sus latidos nerviosos, no entendía lo que el asiático estaba por decirle.
-Miguel príncipe de Abtule...estás frente al heredero al trono del Reino de Sakura...
- Soy el príncipe Hiro Hamada.
CONTINUARÁ......
holiiiiiis uffffff hahahah esta vez no sé que hice xD, no me pregunten de cuál me tomé porqué esta vez mi cabeza estaba haciendo bum!!'
Admito que todas las teorías estaban cercas a la idea original de este capítulo, pero no quería que de golpe sufriera Miguel, de por sí ya nos estaban matando a su padre ):, así que eso lo dejé para más futuro.
Desirée fue la amiga con quién llevo por primera vez a Hiro, quién le leyó su fortuna, apareció en el cap de Vida Nueva parte 1.
Ese Asra no apareció, ¿Porqué creen que será?, ese hombre provocó toda una masacre por hacerle creer al otro Sultán. U.u
Pero bueno, por ahora ya sabemos que Hiro es un ¡Príncipe!, si así es. Es un Príncipe, por eso Tadashi y Kyle lo protegen mucho, pues él no tiene escapatoria porqué muy pronto se sabrá, Porqué se vienen más personitas a la historia xD.
Y sin más les deseo un bonito inicio de semanuqui, espero les haya agradado ese capítulo los quiero mucho ❤❤😍😍
Beka-san~
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