~«Hamada»~

-¿Eres .... un príncipe? -Preguntó el Alfa con asombro ante las palabras de Hiro.

-Si ... soy el heredero de la familia. Tadashi y Kyle, también son príncipes pero ellos no tienen lugar en el trono.

-¿Porqué? Si ellos son tu familia, deberías ser también candidatos.

-Pues las cosas no son así- caminó hacia Miguel y se sentó a un lado.- en mi familia el hijo más pequeño tiene el trono directamente, no importa si eres Alfa, Omega o Beta, la familia ya tiene decidido tu trono desde que naces.

-Pero puedes negarte, ¿Cierto? - dijo Miguel mirándolo a los ojos, Hiro solo negó con su cabeza.

-No puedes, son muy estrictos con sus decisiones.-soltó un leve suspiro-odiaba estar siempre con ayudantes y sirvientes detrás de mí, nunca puedo hacer las cosas a mi propia mano. Por eso, al llegar a Abtule me hizo sentirme siendo yo mismo, poder participar en el palacio, ayudarme a que me sienta útil y cómodo.

-Por que te ves tan apasionado en lo que haces ... pero, ¿cómo es qué pasaron las cosas antes de aparecer aquí en nuestras tierras ?.

-Bueno, ese día era la ceremonia de cortejo. Según ese día iba a conocer a mi prometido, pero entonces un grupo de hombres habían logrado entrar en mi habitación. Estaba desesperado y escapé de ellos, busqué ayuda por todo el lugar, pero todos habían sido inducidos en un sueño profundo, sin embargo, decidí escapar por la puerta principal para poderme perder en la multitud, pero no pude llegar, ya qué uno de los hombres que me estaban siguiendo logró tomarme, yo me resistí pero en eso me golpeó.Durante todo el transcurso de su viaje hacía Abtule, no pude moverme ni mucho menos decir una palabra, mi celo se presentó un par de ocasiones, pero esos hombres tuvieron que encerrarme para qué ninguno de ellos pudieran caer en mis feromonas, para mí fue muy doloroso.

-Pero, ¿porqué te trajeron a Abtule ?.

-Pues en ese entonces no entendí nada de su lengua, pero con verles lo que hacían, sabía que iban a la entrega con un comprador. Ya qué algunos Omegas que venían junto conmigo los dieron a otras personas, sólo las bolsas de oro pasaban de aquí para allá. El tipo que me compró, me vendó los ojos para no ver dónde iríamos en específico, pero al llegar a una torre, me dio de tomar a la fuerza un líquido extraño. Caí inconsciente, pero cuando desperté mi celo estaba hasta el límite y tu hermano ya estaba intentando quitar las extrañas ropas que traía... y heme aquí. En realidad estoy muy agradecido con tu familia y en especial contigo Miguel.

-Sabes que no tienes que agradecer, creo que los dos tenemos cosas en común. También aquí, en mi familia también tienen sus cosas.

Hiro lo miró con una sonrisa y este le abrazo tiernamente, Miguel se había sonrojado a la acción que el asiático estaba haciendo, pero que no era ninguna inconformidad el haber recibido un abrazo, los cabellos azabaches del Omega eran suaves y su rostro lo había confirmado, un dulce aroma comenzó a llegar a sus sentidos. Era aquel dulce olor de la flor de cerezo que siempre lo llenaba de tranquilidad y cariño, pero para el joven Alfa era extraño que el Omega tuviera esa enigmática fragancia que lo hacía perderse en su calor y ternura. El príncipe Miguel siempre tuvo en cuenta al joven asiático que misteriosamente llegó a su camino, desde el instante en que sus miradas se habían cruzado, algo dentro de él le había indicado que ese joven de extrañas características lo había conquistado. Sin embargo en la parte del príncipe Hamada, también había sentido esa misma conexión en aquellos ojos cafés lleno de curiosidad y pasión.Por extraña razón, el haberse encontrado no era una simple coincidencia, hasta la misma flor de desierto que un viajero pudiera encontrarse en las más calurosas arenas, era el afortunado de tenerla en sus manos.

Y así era el caso de estos jóvenes, destinados por el dulce aroma del destino, lograron encontrarse. La noche aún era muy larga y el Omega se había abierto para que conociera su pasada vida antes de llegar a este reino. Miguel atento a cada palabra del chico, lograba ver dentro de lo que era realmente , lo amaba con su corazón y para él su voz era la misma de los dioses, y el haberle permitido conocerlo de su voz, se sentía el más afortunado. Aún teniendo en cuenta la matanza generada de aquél Sultán frío corazón, sabía que contaba con ese cálido apoyo de Hiro para levantar de vuelta a Abtule.

La charla se había acabado y ahora un silencio reinaba aquella habitación del Omega, los dos chicos estaban sin decir ni una palabra, sentados en aquella suave cama. Miguel tenía en sus brazos al pequeño Mochi dándole leves mimos, mientras que Hiro solo imitaba lo que el Alfa hacía. EL joven príncipe, miró de reojo al asiático quién respondió con un leve sonrojo, su mano se guió a una de las mejillas del chico, su tacto se perdía en aquella suavidad que adoraba sentir. Poco a poco se acercó al rostro de Hiro, ambos príncipes cerraron sus ojos esperando aquél tacto embriagador de pasión. Sus labios se tocaron con cariño y ternura , los cuáles se movían a la par, cómo si ambos labios estuvieran hechos para encajar perfectamente. Las respiraciones comenzaron a ser más pesados y agitados, las manos de los jóvenes buscaban cada rincón de la piel de uno del otro, Mochi bajó de las piernas de Miguel y este los dejó a solas, cómo si el mismo minino supiera la situación que se estaba creando. Se separaron a falta de aire, sus ojos se veían directamente, ambos veían ese brillo qué los hacían sentirse hipnotizados. De vuelta sus labios buscaron encontrarse ahora más desesperados, ambos jóvenes sabían que esa noche sucedería algo tan espectacular que solo la misma la luna que se asomaba desde la ventana sería la única testigo de su pasión.

Lentamente, Miguel comenzó a llevar a través de besos al asiático a tomar lugar en aquella cama dónde se perdía en sus sueños, el Omega sin mencionar comentario alguno obedeció, quedando debajo de su ahora amante. Las manos de piel morena exploraba cada rincón del vientre de Hiro, buscando también la piel de su suave pecho pálido. Los besos se habían convertido apasionados buscando y explorando cada rincón de sus bocas, leves gemidos podían escucharse salir de los labios del príncipe Hamada, la temperatura de sus cuerpos estaban aumentando cada vez más. El Omega paso una de sus manos al pecho del Príncipe de Abtule, abriendo poco a poco sus ropas para poder ver aquella piel canela, que algunas noches soñaba con saborearla. El joven Alfa se percató del aroma de Hiro quién estaba siendo más fuerte en la habitación, esto lo hacía sentirse más loco por tenerlo por completo. Lentamente desprendió las ropas superiores del asiático, dejando ver aquél pálido pecho, que con la ayuda de la luz de la Luna lo hacía parecer tallado en la más fina porcelana, bajó sus labios para comenzar a recorrerlo, cada beso parecía darle aquella cómoda sensación para el Omega, sus respiraciones eran agitadas combinándose con sus leves gemidos.

-Miguel...-logró pronunciar el nombre al dueño de su corazón, sin embargo el príncipe ya hacía uso de su lengua para pasarlo en sus rosados pezones. Eso hacía que el chico asiático se estremeciera un poco de placer, sin embargo, la habitación ya se había inundado de los dos fragancias de los jóvenes, combinándose en una aroma adictivo para ambos, que en un momento a otro sentían que perderían la cordura. Las ropas del joven Miguel ya estaban siendo lanzadas algún lugar de la habitación, sus pieles ahora rozaban sin ninguna barrera para sentir su calor y pasión. Marcas rojizas ya estaban siendo visibles en el cuerpo del Omega, el sudor estaba ya pasando por los cuerpos de los dos, pero ya ambos jóvenes necesitaban más que unos apasionados besos y caricias, los dos querían entregarse completamente, unirse y convertirse en uno sólo.

Las feromonas de Hiro ya estaban saliendo al exterior, era extraño pues su celo aún no llegaría dentro de una semana, pero el joven ya no sabía si controlarse o dejarse llevar por el infinito amor que tenía a su nuevo amante de Abtule. Miguel estaba deseoso de marcar a Hiro su mente estaba empezando a perderse y dejar que sus instintos tomaran la rienda.

-Hiro...te deseo tanto...me estás haciendo perder la cabeza, y no sé si pueda controlarme para no lastimarte...

-Mi amado Miguel...-llevó sus manos a las mejillas del príncipe para acariciarle tiernamente- yo sé que nunca me lastimarías...confío en ti...

-Mi Hiro...mi amada flor de cerezo...- el Alfa se acercó de vuelta a los labios de su amante par a volverse fundirse en ellos y así tomar al dueño de su corazón, sin embargo, esta noche no era aún para que un lazo pudiera formalizarse.

-¡Hey Hiro! ¡Abre la puerta!- una voz masculina gritó afuera de las puertas de la habitación haciendo saltar a los jóvenes, pues esa voz, era nada más que el hermano mayor del Omega.

-Tadashi...-se llevó un mano para golpear su frente con ella, Miguel veía con desesperación de que los hayan descubierto, pues golpes fuertes azotaron de vuelta las puertas. Los dos jóvenes príncipes saltaron de la cama, el joven Hiro tomó las ropas del Alfa para que pudiera vestirse lo más rápido posible.- anda...sal por la ventana...nadie te vera si sales por allí.-le susurró el Omega.

-¿Pero..y si caigo..?

-No caerás Mochi lo hace, anda que mi hermano es capaz de romper las puertas...

-¡Hiro se qué estás allí! ¡Tus feromonas las logré distinguir!-gritaba el hermano mayor, no era la reacción de un Alfa buscando llegar a su deleite, sino que el asiático mayor tenía miedo de que otros Alfas lo hayan olido. Miguel a dura penas, logró vestirse, lentamente salió por la ventana, había una pequeña cornisa que lo llevaba por uno de los pasillos que estaban en el ala de la habitación, el asiático menor tenía razón no era tan peligroso. Sin dudar el escapé fue un éxito, ya el príncipe al llegar al pasillo se despidió de su amante, sin embargo el Omega regreso para vestirse con sus ropas para dormir, pero su hermano mayor le pedía a gritos que le abriera la puerta.

-¿Qué pasa?- dijo Hiro al haber abierto ya la puerta, pero sin más el hermano entró con espada en mano a revisar la habitación.- ¿Ahora que sucede...?.

-Tus feromonas las pude oler desde los pasillos centrales...pensé que ya había llegado con anticipación tu celo...-dijo este aún buscando, si alguien estuviera en la habitación.- y qué además...Kyle dijo haber escuchado...algunos quejidos.

Hiro había olvidado que tenía la habitación de su familia a unos cuántos metros, pero aún así ocultó su nerviosismo. Tadashi al ver qué no había nadie en la habitación del menor lo miró con curiosidad, lentamente se acercó a su hermano y notó una leve marca rojiza en el cuello del joven Omega.- Y...¿Esa marca en el cuello?.

Las mejillas del Omega se tornaron rosadas, y llevó su mano exactamente dónde estaba la marca que había dejado su amante- estaba...estaba jugando con Mochi...y me rasguño...

-¿Dónde está Mochi?- Hiro no se había dado cuenta que el pequeño felino no se encontraba desde hace unos momentos, desde que estaba ocupado en los besos apasionados del futuro Sultán de Abtule, pero entonces un maullido se hizo presente , el pequeño minino yacía en la cama del joven menor, Tadashi miró al acompañante de su hermano, mientras que Hiro suspiraba de alivio.

-Bien, entonces fue una falsa alarma. Pero, quiero que sepas que no podemos dejarte sólo y mucho menos cuando estás en tus celos, así cuando suceda yo vendré a protegerte entendido.-dijo el Alfa quién camino de vuelta a la salida de la habitación, el joven príncipe hizo un leve puchero, a veces odiaba que su hermano fuera algo sobre protector con él, ya sabía cómo defenderse, así que no debía de preocuparse tanto. Después que su hermano mayor se retiró, caminó hacía el minino y lo abrazó con fuerza.

-Ay mi pequeño Mochi, me has salvado de está.- entonces se encaminó a la ventana para ver a su anterior testigo- sabes querido amigo, amo infinitamente a Miguel...solo unos segundos más y me hubiera unido ante el para siempre. Cómo deseo estar siempre a su lado por toda la eternidad.- Mochi maulló cómo respuesta al entender lo que su amigo pedía de corazón.-Espero que Alá nos conceda nuestro deseo.

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La noche dentro de Abtule se había convertido en un silencio lleno de paz, pero aún podías ver la destrucción que había ocurrido horas antes, pero sin importar qué las consecuencias hayan sido demasiado duro, los habitantes del pueblo hacían todo lo posible para volver a la normalidad. Pero lo que no se esperaban era que a las afueras del reino, una caravana real se acercaba a su destino, una mujer y un hombre arriba de sus camellos cargados de joyas y artefactos de oro, hombres vestidos de ropas negras los venían siguiendo a estos dos. Uno de ellos bajó de su caballo y se dirigió al hombre qué se había detenido a ver a Abtule.

-Y a tenemos todo lo que nos pidió, ¿Cuál e su plan...
















-...Señor Asra?...




CONTINUARÁ........










Hello gente bonitaaa!! volvemos con un nuevo cap en este inició de semana. xD!! Disculpen si he andado media perdida últimamente pero intentare darles más actualizaciones más cercas uwu.

Uy...ya se nos regresó este hombre de vuelta, ¿Qué creen que pasé ahora con su regreso?, pues recordemos que nuestro Sultán Enrique, esta aún herido. ¿Porqué traerá mucho oro? ummmm sospechoso ¿no?.

jajajajajaja Y también por poco y tenemos lemon aquí xD, pero nopis, xD tómenlo cómo un aviso de qué pronto se acerca. Pues el celo de Hiro se activó, ya que yo había leído antes..qué cuando una pareja destinada se encuentran, el Omega reacciona con su celo, pero cómo ya han estado juntos anteriormente pues descarte un poco la idea. Pero aún así los dos ya se traen ganas xD.

bueno, y cómo siempre me siento muy feliz cómo vamos con la historia, créanme qué al inicio tenía miedo de cómo reaccionarían a ello, pero al ver que les va gustando, uff me hace motivarme más, ustedes son mi inspiración pequeños míos <3.

Sin más, nos vemos en el siguiente, los quierooooo <3 <3

Beka-san~

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