5. Jugué con fuego.
Abro los ojos justo a las once de la mañana y lo primero que visualizo en mi mente es aquel beso de anoche con un desconocido. Estoy loca. Sonrío. He fumado algo extraño. ¡Joder, que locura!
Me levanto con una sonrisa y coloco mi equipaje encima de la cama, remuevo un poco mi ropa y me doy cuenta que no tengo nada que me atraiga un poco. Aburrida, necesito ir de compras. Reviso de nuevo y agarro una falda azul de la cintura a los tobillos con botones por delante, junto con unas sandalias de cuero y un crop top blanco. Me marcho de compras. El frío no está muy fuerte aquí, estoy acostumbrada al frío intenso de Londres.
Observo un poco el lugar, no le encuentro, tenía una leve esperanza de encontrármelo, de verle, pero creo que es mejor así, ¿o no? Mi taxi espera a fuera y no me tardo más, me marcho.
Las tiendas están hermosas y junto con ello las cosas que contienen, he visto numerosos adornos que le quedarían perfectos a mi apartamento y le he comprado algunas cosas a querido Tomáz. Elegí varios conjuntos de ropa interior provocativas, junto con algunos vestidos de flores incluido uno rojo que me encantó, algunos abrigos hermosos y un vestido para esta temporada de frío de mangas largas que esta bellísimo, en negro, no me lo he probado, espero que me quede. Me he enamorado tanto de la tela y de su escote que sería una lástima devolverlo luego.
Regreso al hotel justo a las cinco de la tarde y voy directo al restaurante, si, con todas las bolsas, mi barriga es más importante. Observo la carta de platillos y el chico me observa con una sonrisa. Se me está ocurriendo algo.
—Sorpréndame. —el chico se queda un poco desconcertado y me observa con dudas. —Dígale al chef que me sorprenda.
El chico se marchó, y no puedo parar de reírme en voz baja. Siempre he querido decir eso. Parecer alguien importante, con estilo y con posición me divierte imaginarme así, la señorita Laurent si estuviera aquí estaría fingiendo su voz chillona como las otras pijas que conocemos. Me levanto de mi lugar sin que el chico se percate de ello y me voy de camino a la salida con mis bolsas, mi teléfono suena justo cuando estoy saliendo y agarro la llamada de mi querida hermana.
—¡Holaaaaaaa!. —le grito un poco cuando estoy a salvo esperando el ascensor.
—¿Estás bien?.
—Perfectamente.
—Ya veo, casi me dejas sorda por tu felicidad. —río un poco. —¿Qué te tiene tan feliz?
—Anoche hice algo loco. —se queda en silencio para que yo siga con mi historia. —Conocí un chico, bueno en verdad no lo conocí, solo lo vi, hablamos y luego de fumar algo que traía en la mano, que me dijo que tenía magia, lo besé. —se queda en silencio nuevamente y observo el teléfono, todavía está en línea. —¿Has escuchado lo que te he dicho?
—Sí, todo. Y me sorprende viniendo de ti, pero ¿sabes lo que has fumado?
—Pues me imagino que debe ser algún cigarrillo común. No lo sé. —llego a mi habitación y dejo todo encima de la cama. Me arrojo al lado de todo el desorden que llevo encima.
—¿Y cómo es el chico?
—Está bueno, así sin más. Pero fue solo esa noche, no va a llegar a más nada. —la noto un poco preocupada. Demasiado, nunca se ha comportado así.
—¿Segura?
—Segura. —le dije y me dije a mi misma "Eso espero".
Hablamos un poco sobre mi pequeña bestia y mi madre, al parecer se ha impresionado mucho al escuchar que estaba de viaje sin avisar antes y preocupada por mis locuras. Me cuenta sobre mi cuñado, al parecer hará lo posible para estar esta navidad con su familia y eso la tiene emocionada, hace meses que no lo ve.
Terminamos la llamada justo cuando llamaron a mi puerta y abro con una sonrisa, un chico moreno traía un carrito con comida.
—Señorita, lo que ha pedido. —me dice y lo dejo entrar. Se queda de pie justo al lado del carrito observándome. ¿Cómo adivinaron mi habitación?
—¿Tengo que comerlo ahora?
—Si no le es molestia, el chef me pidió enviar su criterio.
—Ok. —emocionada quito la tapa de metal y me encuentro con algo que es llamativo a los ojos pero que me da un poco de nervios probarlo. Me animo, ya que estoy metida en el papel de señora importante, no sabía que mi broma llegaría tan lejos. Pruebo, delicioso. Exquisito—Dígale al chef que me ha sorprendido demasiado, que está delicioso el salmón. La forma de coserlo al fuego es excelente.
Tengo el paladar fino por mi madre, le encanta comer cosas deliciosas y disfruta preparándolas. El chico se marcha con el carrito y yo me quedo con el plato, de verdad que está riquísimo. Madre mía, que sabores.
Luego de un baño me envuelvo en la toalla y tomo asiento en frente de la laptop, le escribo un correo a mi querida jefa ya que es fin de semana, justo domingo y quiero molestarla un poco.
"Querida señora Laurent:
Quiero contarle que anoche conocí a un chico, solo le he visto una vez aunque eso no es lo que espero. Es alto. Llevaba unos ojos hermosos. Hablamos y luego de fumar algo que llevaba en sus manos, que dijo que traía magia pues quise besarle. Y eso hice. Ambos lo hicimos. Fue totalmente diferente. Sus manos. Sus labios. Su actitud. Esa forma tan suya de fumar. Su estilo. Su voz. Todo en él estaba hermoso. No sé que tiene que me atrae tanto. Hoy no lo he visto, pero espero volver a verle. Espero que no esté tan liada con el trabajo, si necesita ayuda llámeme.
La quiere, Penny"
Le di enviar y me quedé frente al enorme espejo que hay justo al lado de la cama. Me observé. A fuera hace un poco de frío, pero tengo deseos de salir a bailar. Tengo deseos de sentir la misma sensación de anoche. Esa sensación tan satisfactoria que se siente al hacer algo que nunca has hecho y que para otros puede que esté prohibido, o tal vez incorrecto. Me observo desnuda. Hoy me siento hermosa. Hoy quiero volver a ser feliz.
A los pocos minutos ya estaba entrando a un centro nocturno que no está lejos del hotel. Llevo un vestido de brillos negros de tirantes y unos zapatos de tacón al mismo color. El cabello lo traigo suelto, con algunas ondas en las puntas. Me maquille las pestañas y en los labios traigo un rojo intenso en labial. El ruido me aturde un poco, estoy en la barra esperando para pedir y la chica de cabellos rizados me observa.
—Lo más fuerte que tenga. —le digo.
Se ríe. Me guiña un ojo y se marcha. Observo todo el lugar, cientos de personas. Algunos bailando, besando, riendo, bebiendo, y observando, pero muy pendientes y justo de mi. Desvío un poco la mirada pero aún sigue.
Una linda casualidad, pero no puedo negar que me sorprende verle y mucho, no lo esperaba. Me encuentro con sus ojos. Aquel chico. Aquella noche. Aquel beso. Todo me pasa por la cabeza. No puedo apartar la mirada de él. Bebía mientras me observaba, no sonreía, no expresaba nada. ¿Qué hace aquí? Junto con él en la mesa se encontraban dos hombres más y cuatro o cinco mujeres más. No puedo estar segura ya que no dejamos de observarnos.
Desvío la mirada, tengo que ignorarlo un poco, ya comienza a quemar mi piel. La chica me trae mi bebida y algo más, justo abajo de una servilleta, coloco mi mano encima y ella me detiene.
—Esto te hará hacer locuras. —me dice algo seria y me preocupo un poco.
—¿Qué es?. —se burla un poco de mi inocencia riendo.
—Un poco de magia. —me sonríe. ¿Acaso estoy en el País de las Maravillas? ¿Qué tienen aquí con la magia?. —Diviértete.
—¿Cuánto te debo?.
—Es un regalo para los forasteros, disfrútalo. —me dice y se marcha con una sonrisa.
Observo el cigarro que me ha dado y sí, está algo raro. ¿Qué locuras me hará hacer esta magia? Lo guardo entre mis senos, no quiero perderlo, coloco todo el alcohol que llevo en el vaso justo en mi boca y trago sin pensar. ¡Me quema! ¡Me quema! ¡Fuck!
Le pido otro, busco al chico y sigue observándome. ¿Por qué me observa de esa manera? Me giro nuevamente cuando me traen el trago y al volver a buscarle no lo encuentro en su sitio.
Ignoro un poco que quiero besarle, y algo más. Ya el alcohol comienza a confundirme y no quiero pensar en nada. Quiero bailar. Me adentro entre las personas. La voz de Masego junto con FKJ domina cada poro de mi piel, nuevamente bebo un poco de alcohol que traigo en mi vaso y no dejo de bailar, disfrutando de todo.
Una persona se coloca detrás de mi cuerpo, cierro los ojos sé que es él. Joder, quiero observarle. Besarle. Recuerdo el beso. Me giro, le beso. ¿Qué sucede?
Me aparto. El chico me sonríe pero no era él. No es quien deseo. Se encuentra sentado en la barra, no deja de observarme, una chica se encuentra a su lado y le dice algo en el oído sonriendo. Su rostro no expresa nada, en lo absoluto. Solo me observa. Bebe de algo que trae en sus manos, la chica gira su mentón hacia ella y lo besa.
¿Decepción?
Voy de camino al baño de chicas. Entro. Me observo en el espejo. Termino de beberme el alcohol que le queda a mi bebida y observo el cigarrillo, ¿lo hago? "No pienses" "No pienses", me repito una y otra vez. Estoy algo enfadada y decepcionada, ¿por qué quería ser yo la que lo besara? Entra una chica, me observa y escondo el cigarrillo en una de mis manos.
—Tranquila, estás a salvo. —me dice. Lleva una falda de cuero muy pequeña, unas botas negras tipo combat, un brallete de encanje y el cabello azul como sus ojos, luego de unos minutos examinándose las pupilas en el espejo justo a mi lado deja encima del lavamanos un polvo blanco que saca de una diminuta bolsa de plástico. —¿Tienes una tarjeta?
—Oh sí, claro. —le dije un poco nerviosa. Busqué en mi pequeño bolso y encontré mi tarjeta de crédito, se la ofrecí y enseguida acomodó aquel polvo en tres líneas. ¿Qué está haciendo?
Se tapa con uno de sus dedos un agujero de su nariz, se acerca a la primera línea e inhala todo muy rápido. Vuelve a hacerlo pero con la segunda línea y me observa, los ojos le comienzan a llorar un poco, sus mejillas están enrojecidas y se restriega un poco la nariz.
—¿Quieres un poco?. —me dice con la voz un poco débil.
—No, gracias.
Rápidamente se deshace de la última línea, vuelve a restregarse la nariz con algo más de fuerza y protesta un poco. Me observa con una sonrisa y con los ojos enrojecidos, me devuelve la tarjeta y me agradece, se coloca unos lentes de sol oscuros, y me parece algo inadecuado ya que a fuera todo está semioscuro.
Se observa un poco en el espejo, y veo que me analiza, yo evito el contacto visual. ¿Eso era droga? Me deja un mechero lila con calaveras negras encima del lava manos.
—No lo pienses mucho. Ya casi se acaba la fiesta. —me guiña un ojo y sonriendo se marcha.
¡Joder, se ha drogado delante de mí! Observo el cigarrillo que me ha dado la chica de la barra, se ve algo extraño, pero puede que sí, puede que me levante un poco el ánimo. ¿Lo hago? ¿Por qué me besó aquella noche si ya tiene a alguien? ¿Por qué me sentí tan segura de probar su cigarro?
Coloco el cigarro en mis labios. Lo enciendo. Inhalo una gran cantidad de humo y me observo en el espejo, lo suelto y sonrío. A la mierda los hombres. Nada, ni nadie, me amargarán la noche.
Salgo del baño. Todos gritan por la canción que puso el Dj y me acerco a la barra. Me traen lo mismo que he pedido las otras dos veces y me lo bebo de una vez, ya no quema como antes. Vuelvo a tomar parte de mi cigarrillo. Suelto el humo. Comienzo a bailar. Me dejo llevar. Toda mi piel comienza a excitarse. A enloquecerse. Río. Vuelvo a fumar. ¡Joder que delicia! Mi teléfono comienza a sonar y al sacarlo del bolso veo el nombre de Theo en la pantalla, contesto.
—¿Qué quieres?
—¿Dónde estás?. —me cubro el otro oído para poder escucharle.
—¡No lo escuchas! Estoy siendo feliz.
—¿Qué es todo ese sonido? ¿Dónde estás Penny? ¿Estás borracha?. —sé que está enfadado.
—¡Es la felicidad! ¡Soy feliz sin ti! ¡No lo escuchas!
—Estoy a fuera de tu apartamento. Dime dónde estás para ir a buscarte.
—¡No lo necesito! ¡Estoy muy lejos!
—¡Joder, ¿dónde carajos estás?!
Me río a carcajadas. Tomo un poco más del humo de mi cigarro.
—¡Ya no quiero verte nunca más! ¡Ya soy feliz! ¡No te necesito!
—¡Penny, joder! ¡Estoy perdiendo la paciencia! ¡Te estás comportando como maldita niña!. —grita, suspira enfadado cuando termina de hablar para calmarse un poco y yo vuelvo a reír. Todos a mi alrededor bailan mientras yo disfruto de todo esto. ¿Por qué soy tan feliz? —¿No quieres verme más?
—No, no quiero.- me detengo a escucharle.
—Ok, sé feliz entonces con quien quiera que estés así de borracha. Ya veremos si aguantará todas tus inmadureces y tus celos.
Observo el teléfono. ¿Me ha colgado? Sí, lo ha hecho. Le odio. Mi vista comienza a nublarse. Los ojos me pesan y a penas veo borroso. Camino hacia la salida. Me siento en cámara lenta. Camino hacia el hotel, me acerco al ascensor, me desespero.
—¡Demonios! —grito enfadada y veo que se abren las puertas del ascensor.
Entro. Marco un botón. A los pocos minutos se abren las puertas. Observo los dos pasillos. Camino por el de la derecha. Observo las puertas y no puedo diferenciar lo números, me detengo. Me acerco a una puerta, creo que es esta. El teléfono se cae al suelo, lo recojo con cuidado. Se ha dañado la pantalla, lo arrojo nuevamente al suelo esta vez con más fuerza, puedo ver la foto de ambos que he puesto de fondo de bloqueo y me enfurece recordarlo.
—¡Te odio! —le grito al teléfono mientras lo daño más todavía con mis zapatos de tacón.
Veo que la pantalla se oscurece y lo dejo morir en paz. Introduzco la llave en la puerta y empujo, no se abre. Vuelvo a intentarlo. No sucede nada. Golpeo la puerta con furia. ¿Mis celos? ¿Es normal que un novio esté coqueteando con alguien más por mensajes?
—¡Estúpido! —digo nuevamente.
—¿Algún problema? —escucho una voz masculina. Me giro. Le veo. Lleva las manos metidas dentro del pantalón y a recostado a la pared me observa.
—No te cansas de perseguirme.
—Esta es mi habitación. —sonríe.
—¿Por qué los hombres son tan mentirosos?
—¿Eso crees de mi?. —se acerca un poco y le observo, justo enfrente de mi cuerpo.
—Todos son iguales.
—Concuerdo contigo.
—¿Por qué no vas con tu novia?. —se ríe y comienzo a marearme un poco. No estoy de humor para sus juegos, estoy enfadada.
—Es una amiga.
Me río. Me aparto un poco y vuelvo a reírme. Su mano me detiene justo cuando me estoy alejando. Me deshago de su agarre haciendo un poco de fuerza, pero vuelve a agarrarme y me besa. Veloz. Devorándome. Me pega contra la pared rápidamente. Agarra mi cabello. Me besa el cuello. Mis manos levantan un poco su camisa y puedo tocar la piel de sus caderas, aprieto un poco. Con sus manos agarra mis senos por encima del vestido, los sostiene con fuerza. Vuelve a besarme. Muerdo un poco su labio inferior, abro los ojos y se detiene. Se aparta con dos pasos hacia atrás. Mi respiración está acelerada. ¿Por qué se detiene?
—¿Qué haces?. —le digo un poco exaltada.
—¿No querías irte?. —creo que está enfadado.
Me río. Me arreglo el vestido. Me acerco a él. Me siento valiente. Me observa los labios, estoy muy cerca. Paso la lengua por sus labios. Le provoco y cae, quiere besarme pero lo detengo. Agarro su mentón y sonríe.
—No me gusta que me digan lo que tengo que hacer.
Me besa. La temperatura aumenta y me toma entre sus brazos, mis pies quedaron abrazando a sus caderas y mientras nos besábamos abrió la puerta. Rápidamente me llevó a la cama. Me dejó en ella. Me colocó boca abajo con un solo movimiento, bajó el zipper del vestido. Lo arrojó al suelo. Besaba mi espalda con deseo, mordía un poco mi piel y yo gemía mientras sentía que en cualquier momento podría correrme.
Vuelve a girarme, agresivamente y todo esto me está gustando. Nunca había visto a un hombre tan loco por tenerme como él lo está en estos momentos. Lo observo, coloco mis codos sobre el colchón para apoyarme y me muerdo un poco el labio inferior. Se acerca pero coloco uno de mis pies en su pecho deteniéndole. Lo observo y me muerdo un poco el labio inferior. Puedo notar sus pupilas dilatadas y se saborea los labios mientras me examina con la mirada, le deseo.
—¿En qué piensas?. —me dice con una sonrisa.
—En algo muy divertido. —comienzo a decir. Estiro mis piernas y poco a poco voy quitando las bragas, lentamente. ¿Qué estoy haciendo? No lo sé, por primera vez quiero follarme a un hombre sin pensar en lo que piense de mí. Lo escucho gemir un poco y abro mis piernas, quiero que me observe.
—¿Y qué es eso tan divertido?
Veo que no puede apartar su mirada de mi sexo y sonrío, he logrado todo lo que quiero y me siento poderosa por ello.
—¿Puedes mirarme a los ojos?. —le pregunto divertida.
—Es un poco complicado. —sonríe pero me obedece, se muerde nuevamente el labio inferior y desvía en ocasiones sus ojos hacia mi entrepierna. Bajo mis manos poco a poco mientras lo observo, se está desesperando. —¡Joder! —dijo cuándo introduje uno de mis dedos dentro de mi vagina.
—¿Quieres escuchar mi propuesta?. —con su cabeza hace un gesto de afirmación mientras observa mi sexo, alejo mis manos de aquella caricia que me hacía y me observa con dudas. —Ponte de rodillas.
Se ríe un poco. Le divierte todo esto. Nos excita. Con cuidado se coloca de rodilla, me siento en el borde de la cama. Levanta su mirada hacia mis ojos, me deshago del sostén y acaricio su rostro, que delicia tenerlo así.
—¿Preparado?. —sonríe y agarro su cabello con cuidado.
Lo guío hacia mi entrepierna. Sus dedos se clavaron en mis muslos y los míos en su cabello, es la puta bestia. Su lengua era mucho más experta de lo que me imaginaba. Me retuerzo. ¡Joder, jugué con fuego y me estoy quemando!
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