3. Maldito Acantilado.


  Hemos estado más juntos que nunca. La primera semana de Diciembre ya se marchó y la segunda voló entre mis sábanas, sus besos y los orgasmos. No me puedo quejar.

   Abro los ojos, no lo veo a mi lado.

   Debe estar enredado en la cocina con la harina y el azúcar para hacer los panqueques, recuerdo aquel 10 de diciembre que tenía un desorden espantoso en la cocina y que al final terminamos follando con algunas manchas de harinas por todo el cuerpo.

   Me levanto completamente desnuda y me dirijo hacia allá.

   —¿Panqueques de nuevo?. —digo antes de llegar y me decepciono al no ver nada en la cocina.

   No está en ningún sitio de la casa. Ni en la cocina. Ni en la sala. Ni en el baño. Agarro el teléfono y le marco, pero me manda a buzón las cuatro veces que lo hago. ¿Por qué me ignora?

   Theo: "Estoy ocupado" 9:30 am.

   Me incomoda ese mensaje. ¿Por qué de momento todo cambió? Respiro profundo y me dejo caer en el sofá, no voy a llenarme la cabeza de ideas que pueden ser falsas. No me adelantaré a los acontecimientos. Me suena el teléfono en las manos y veo que es un mensaje de mi hermana.

   Emma: "He llegado hace una semana, es muy cruel de tu parte que tu sobrina te esté extrañando tanto" 9:33 am.

   Sonrío un poco. Evie es una pequeña hermosa, lleva el cabello rubio sedoso al igual que su madre combinados con unos ojos azules oscuros como su padre. Es atrevida, como Emma, mi hermana, siente mucha atracción por las cosas nuevas y no le teme a casi nada. Emma siempre comenta que la valentía de Evie la obtuvo de mí. Que me recuerda mucho al verla hacer travesuras, y eso me hace reír ya que cuando nací ella y Ethan, mi hermano, su gemelo, tenían solo cinco años. Nos divertíamos mucho juntos. Éramos inseparables. Cuando mamá y papá se divorciaron fue la que más madura se comportó. La verdad, siempre ha sido la más cuerda del grupo. Ethan y yo nacimos un poco loquitos y traviesos.

   El taxi se detiene a las afuera de la gran casa que algún día fue mi hogar, me trae algunos recuerdos. A fuera llovía y la temperatura ronda los seis grados, me cierro el abrigo y justo antes de salir abro la sombrilla. Me acerco atravesando el jardín, dentro se escucha el sonido de un cálido hogar y la voz de mi pequeña Evie me hace sonreír. Toco el timbre y escucho pequeños pasos acercándose a la puerta.

   —¡No abras antes de preguntar!. —se escucha la voz de mi hermana.

   Cierro la sombrilla. El picaporte gira y la puerta se abre. Mi pequeña niña traviesa vestía un abrigo de color verde y un chándal negro junto con sus diminutas pantuflas de dinosaurio. Llevaba el cabello alborotado y con algunos rizos. Me abraza emocionada y puedo notar que ha crecido un poco. La tomo entre mis brazos y me besa la mejilla con emoción, me vuelve abrazar con fuerza y no me suelta. Mi madre aparece vestida con su camisón y un abrigo, cierro la puerta a mis espaldas y coloco la sombrilla en su sitio.

   —¡¿Quién es?!. —escucho a mi hermana desde la cocina y dejando a mi pequeña en el suelo me preparo para verla aparecer. —Yo.. —quiso decir pero se asombró al verme. Le sonreí y me abrazó por dos eternos minutos.

   —Yo quiero. —protestó mi pequeña rubia.

   —Dios mío, mi niña ha crecido. —le digo tomándola de nuevo en mis brazos y llenándole el rostro de besos.

   Emma estaba preparando el almuerzo. Comimos juntas en la mesa como antes solíamos hacerlo, ese tiempo que venía los domingos mientras Theo estaba en casa trabajando y venía a visitarlas. Mi pequeña niña, en ese entonces, sólo comía papilla y a penas decía mamá, hermosa.

   Después de un largo tiempo jugando a las detectives se ha quedado dormida junto a mi madre en el sofá viendo dibujos animados. Me levanto del sofá con cuidado y me marcho a la cocina donde encuentro a mi hermana hablando en francés con mi cuñado. George es abogado, es seis años mayor que mi hermana y lastimosamente no puede estar en casa más de lo que le gustaría. Trabaja para una firma en Francia muy importante y la mayoría del año se la pasa viajando, mi hermana lo adora aunque sé que le gustaría tenerlo en casa.

   Tomo asiento en la mesa, agarro una manzana y le doy su espacio. Escucho que le dice que hablará un poco conmigo en un perfecto francés y sonrío. Termina la llamada y me observa.

   —¿Café?. —con la cabeza le doy una respuesta afirmativa y sé que me da mi tiempo para hablar.

   —Theo volvió.

   —¿Y?

   —Tengo dudas. —le dije y me observa un poco.

   —¿Dudas de qué?.

   —No lo sé. ¿Qué quiere? ¿Qué busca? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué hoy no ha dado pistas de donde está como todo estos días? ¿Qué es lo que sucede?. —suelto de una vez todo y sonríe.

   —Ojalá pudiera responder todas esas preguntas. —me dice agarrando ella una manzana. —Hay algo que no comprendo, ¿por qué volvió?, y no me molesta, pero me causa duda el saber porqué lo habrá hecho en este momento.

   —¡Joder!. —me agarró la cabeza con las manos y ella se sienta justo a mi lado con nuestros cafés.

   —Tranquila, disfruta. Solo eso. Vive el momento, sé que te hace feliz tenerlo a tu lado.

   —Emma, se escribía con alguien más. Nunca supe si se vieron, si follaron o algo más. No sé quien es ella. Nunca dijo, se marchó sin explicación. Y eso deja mucho que pensar, y precisamente nada bueno. —me presta atención. —¿Qué puedo hacer ahora? Estuve cuatro meses metida en casa sin saber nada, deprimida y justo cuando estaba logrando reintegrarme, levantándome, bum, aparece después de seis meses. Y sabes que es lo que más me molesta, que esté tan perfecto, incluso más guapo que antes. Maldita sea, no sufrió. No le dolió dejarme. ¿Qué le sucede?

   —Te entiendo, pero hay ocasiones en las que uno mismo tiene elegir que debe hacer. —la observo. —Sí, párate frente al espejo y observa que es lo que quieres hacer. ¿Qué quieres para ti? ¿Qué quieres para tu vida? ¿Qué te hace feliz? Creo que te hace falta follar más.

   —Ay si. —suelto sin pensar haciendo un mohín con mis labios y se ríe de mi reacción.

   —Tenemos que follar. —chocamos nuestras tazas de cafés como si estuviéramos pidiendo un pequeño deseo. —Disfruta, tú que puedes. Y diviértete un poco más. No eras así tan amargada.

   —No quiero enamorarme otra vez.

   —Eso es inevitable. —solo observo el anillo en su mano y un escalofrío recorre mi cuerpo.

   Aquel recuerdo de tenerlo justo mi lado en la cama, ambos desnudos, y preguntándome si me casaría con él. Pensar en casarnos e incluso en formar en una familia fue un punto muy difícil para mí. Tener una vida planeada y que después, de un día para otro todo se derrumbe. Duele, y mucho.

   Volver a la vida en pedazos, con lo dura que pueden ser las personas en ocasiones. Con lo dañinas y destructivas que son las almas, no podía. Es como volver a comenzar desde el principio, y eso complica las cosas. Crees que dependes de la otra persona para poder seguir. Duele estar en el suelo. Hiere no ver a esa persona tan importante a tu lado.

   —¿Por qué volvió?. —susurro muy bajo, buscando en mis recuerdos de su figura si pudiera existir una respuesta que me sea factible y me diera la más mínima esperanza de que lo ha hecho porque aún me ama.

   —Enamorarse de alguien más no depende de ti. Depende de esa persona. De lo egoísta que sea, y de las ganas que tenga de tenerte a su lado. Si es así, estás perdida, porque una persona que quiere tenerte a su lado hará hasta lo imposible para lograrlo y eso, ni tú, ni nadie podrá detenerlo. —me observó tan profundo que tuve miedo.

   Justo antes de las nueve de la noche mi taxi llega y después de la despedida, mi hermana me acompaña hacia el auto que espera. Mi madre se encuentra en la puerta con mi pequeña en brazos sonriéndome, y nos observamos, sé que está preocupada por mí. Me abraza y me aprieta contra su cuerpo fuertemente.

   —¿Por qué la vida es tan complicada?. —le susurro en el oído.

   —A veces... —se separa un poco de mí y me coloca las manos en los hombros. —solo tienes que mirar al espejo y buscar ahí la respuesta.

   La observo con un poco de dudas, solo tiene treinta años y habla como una persona de sesenta, con una forma complicada de entender, pero llena de razón.

   Me adentro en el auto y le dicto una dirección que no es la mía. Muy cerca de donde estábamos, solo era girar a la izquierda, salir a la avenida y justo después girar nuevamente a la izquierda. Su edificio es un poco más grande que el mío. Comenzaba a llover nuevamente. Observo que en su apartamento todas las luces están prendidas y verle bajar del auto justo cuando decidía bajar me retuerce por dentro un poco, me detiene. Lleva unos jeans, unas zapatillas deportivas oscuras, un suéter rojo y un abrigo negro encima. Lleva una bolsa de plástico con dos botellas de algo y entra muy emocionado. Agarro el teléfono y le llamo.

   No me contesta y ya lo he llamado varias veces. El taxista comienza a incomodarse, pero lo ignoro. Puedo ver que se asoma en la ventana con una copa de vino, observa un poco y bebe. Vuelvo a llamarle y veo que agarra el teléfono, "Esta vez si lo cogerá", me digo a mi misma. Termina la llamada y desaparece de la ventana. La lluvia se hace cada vez más insoportable, le ordeno al taxista mi dirección y comenzamos a movernos.

   Theo: "Estoy ocupado en el trabajo." 10:10 pm.

   Theo: "¿Necesitas algo urgente?" 10:10 pm.

   Leo los mensajes. Enfadada conmigo misma por buscarle coloco el teléfono en modo de avión y me seco dos lágrimas que de rabia se escapan de mis ojos. ¿Cómo pude pensar que todo iba a volver a ser como antes?

   Entro a mi hogar y lo único que me apetece es una ducha bien caliente, algo que me limpie todas estas emociones. Que borre de mi piel todo lo lindo pero que deje marcado todo lo hijo de puta que es conmigo, así lo olvido de una buena vez para siempre.

   La voz de Giveon me trae los recuerdos de vuelta. Cada palabra que dice. Cada melodía. Me domina, los recuerdos me dominan y canto junto con él a todo pulmón. Me duele. Y sé que va a costar nuevamente. Mis lágrimas salen un poco descontroladas y corren por mis mejillas. Le quiero, joder. Lo llevo dentro todavía.

"Sometimes I wish you knew

But I disguise the truth

I say I'm happy but I'm stuck on us,

Does your mind play this game too?

Think 'bout me and you

I guess I'll just pretend

Until it all makes sense,

See you face to face, I'm thinking 'bout the days we used to be

But I can't make a scene, but I can't make it seem

Like I want you

You"

   La llamada de la señorita Laurent me sorprende un poco, me ha preguntado por él y le he pedido que no quiero hablar de ese tema. Me orienta algunos proyectos y revisiones donde me pide mi opinión para cerrar el trato. Después de minutos hablando de exceso de trabajo, se percata de algo que no quería hacerle notar.

   —Creo que necesitas un poco más de tiempo. —me dice. Me quedo un poco con dudas, no sé que decir. —Sé que no me entiendes, pero creo que necesitas relajarte un rato. Las cosas se te están tornando complicadas, todo estaba tranquilo hasta que él llegó nuevamente y todo se colocó de cabeza. A veces es malo planear tanto la vida, mi querida Penny. —es la primera vez que me habla como una madre y tomo asiento frente al ordenador para atenderla. —Vive un poco más y no tengas todo tan planeado. Aviéntate al acantilado, puede que veas cosas desde allá arriba que no veías antes. No temas a las locuras. Por favor, no seas una persona cuerda. El mundo está lleno de ellas. No le busques la razón a todo, porque lo más bonito, es inexplicable. Y solo una cosa más, no existe razón en la locura, por eso es tan atractiva.

   Me quedo en silencio. ¿Y si le tengo miedo de aventarme al acantilado? ¿Cómo supero ese miedo?

   —¿Penny?

   —Sí, todavía estoy escuchando. —me río un poco. —Creo que acabas de darme un discurso motivador, pero hermoso tengo que aclarar.

   —No te burles. —reímos juntas. —Creo que los años me están haciendo efecto. —volvemos a reír. —Pero es cierto, tómate unos días.

   —Estoy bien. No necesito unos días.

   —Sí que lo necesitas. Nunca aprovechas tus días de descanso, siempre te la pasas trabajando desde casa. —quiero decir algo para defenderme y ella me interrumpe. —Vale, sólo una semana. Tómate una semana.

   —Con una condición.

   —Déjame adivinar, ¿trabajarás desde casa?. —asiento con un solo gesto y ella sabe que es cierto. —Ok, como quieras. Pero por favor, no me envíes los correos muy temprano en la mañana de los finales de semana, por si no lo sabes descansas los finales de semana. —río de nuevo. —Y folla, por dios del cielo. Conoce personas nuevas.

   —No necesito follar y menos conocer personas para estar bien conmigo misma.

   —Deja que tu vagina las conozca por ti, ella sí que las necesita y te lo agradecerá.

   Vuelvo a reírme y ella a regañarme por no hacerle caso alguno. Nos despedimos con un "Hasta luego y cuídate mucho" por mi parte y un "Relaja tu tensa vagina" de la suya.

   Comienzo a trabajar en el ordenador, tecleo mis opiniones sobre los artículos que me pidió y nuevamente abro el correo para terminar los otros trabajos que me ha enviado. Leo todos los archivos cuidadosamente pero la videollamada de mi padre me interrumpe. Me quedo por un momento pensando si contestarle o si ignorarlo, hace mucho que no le veo y le extraño, pero, no quiero que me vea así, puede oler lo que tengo con solo verme fingir que estoy bien.

   —Hola padre... —dije primero, resignada a verle y el te extraño clavado en los ojos, pero no debo llorar, no puede verme mal.

   —Oh, Penny, cariño. Hace meses que no sé de ti. Estás más hermosa que la última vez que dejaste verte.

   —He tenido mucho trabajo.

   —Pero debes descansar y tener tiempo para tu familia, ¿estás comiendo bien? Y durmiendo, ¿duermes bien?

   —Padre, padre, tranquilo. Mírala, Penny es toda una mujer. —dice mi hermano con acento inglés todavía. Puedo notar que sus ojos se han marchitado un poco, quizás por el trabajo, por mi hermana supe que todo el trabajo lo hace él, no deja que papá haga esfuerzo. —¿Cómo estás mi pelirroja?

   —Bien, Ethan. Me ha comentado Emma que están esperando otro bebé. En hora buena, muchas felicidades para el segundo mejor padre del mundo. —me lo agradece con cortesía y le deja un beso a mi padre en el cabello. —¿Y el pequeño Jack? ¿Cómo está él?

   —Muy bien, en sus clases. Es todo un pequeño hombre. —observa el reloj que lleva en la muñeca derecha y se despide.

   Exclama que tiene mucho trabajo y que debe recoger a Ruth, su esposa, que se encuentra tomando el té con su madre.

   —¿Cuándo vendrás a visitarnos?. —suelta mi padre.

   —No lo sé... —me interrumpe.

   —¿Acaso el trabajo es mucho más importante que tu padre? Hace dos años que no puedo abrazarte, tu padre cada día está más viejo y quiero hacerlo antes de irme de este mundo.

   —Padre, no diga eso. Pronto que me tendrá con usted. Quien quita que le dé una sorpresa antes de que termine el año.

   —¿Y los nietos? Quiero un par de gemelos pelirrojos. —me río en voz alta.

   —¿Por qué tanto capricho por mis genes? Está igual que mamá que quiere nietos pelirrojos.

   —Es que eres única querida. —sonrío un poco y me trae recuerdos de mi niñez, cuando todos estábamos juntos. Cuando iba a visitarle con más frecuencia.

   Una notificación de la entrada de un nuevo correo, que probablemente sea de trabajo, me saca de mis recuerdos y sin que mi padre se percatara me seco las lágrimas que se han escapado. Me despido de mi padre con la misma escusa de siempre y me vuelve a rogar que pronto vaya a verle; que no me debe costar montar un avión y viajar solo porque mi padre quiere abrazarme, me dice justo antes de terminar la llamada y me llegó muy adentro.

   Abro el nuevo correo, me encuentro con un link de una página de viajes que sigo y trae descuento. Le doy clic por pura casualidad al link y solo queda un boleto disponible, el reloj de abajo del "Ok, acepto" marca un minuto en cuenta regresiva y me lo pienso un poco. ¿Qué pasaría si me voy a descansar a un hotel con todos los gastos pagos? ¿Y mi familia? ¿Estará bien? Levanto la mirada del suelo y me encuentro con mi reflejo, sentada con mi chándal negro y un abrigo algo grueso en gris, traigo el cabello recogido en un moño deshecho y mis lentes para poder ver bien. Las palabras de mi jefa resuenan en mi cabeza como la puta campana de la iglesia.

   "Aviéntate al acantilado" "No le temas a las locuras" "No seas una persona cuerda" "Vive un poco más"

   Las palabras de todos recorrían a mil kilómetros por hora mientras me observaba en el espejo. El "hace dos años que no puedo abrazarte" de mi padre también resuena. Resuena mucho, y, sobre todo, el "A veces, solo tienes que mirar al espejo y buscar ahí la respuesta", de mi querida Emma. Mi mente le gritó a mis ojos que lo necesitaban y justo en el segundo cincuenta de acabarse mi oportunidad le di clic en "Ok, acepto".

   Me llené de valor, el precio estaba un poco alterado, pero era una buena oferta y sobre todo mi cartera podía permitírselo. Llené los datos suficientes en la reservación del hotel y en pocos minutos me enviaron la confirmación y aceptación del pedido, tenía que estar en Estados Unidos, La Florida justo mañana o sino era cancelado el pedido. No leí bien en que hotel era, ni mucho menos como podía llegar del aeropuerto hacia allí, como era el último pedido de la propaganda me ofrecían un taxi incluido que me recogería justo en el aeropuerto. Rápidamente compré el boleto de avión y le envié el código a la empresa que organizó todo el evento. A penas es mediado de Diciembre, todos están preparándose para las fiestas de año viejo pero esto lo necesito, quizás mi padre también se alegre al verme. Pensé en él, y sus ganas de abrazarme como las mías de verle. Me enviaron otra solicitud, acordando que debía llamarlos antes de las nueve de la mañana del día siguiente si no he visualizado el taxi para ellos poder arreglar el problema y llegar a mi destino satisfecha.

   Termino de arreglar algunas cositas como mis datos personales que volvieron a pedirlos para asegurar y me desearon un bonito viaje. Ahora mismo no sé que es lo que he hecho pero estoy eufórica. No quiero detenerme. No quiero pensar en todo lo que pueda o no suceder. Ya está hecho, me voy. Me marcho unos días.

   Me arrojé al acantilado.


 


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