25. Tenerte por casa.
Un olor dulce a café entra por mi nariz y abro suavemente los ojos. Me duele la cabeza. Tomo asiento y me encuentro con la misma habitación, la bañadera blanca en el medio de todo, los enormes cristales que me dejaban ver esta vez el bosque. La cabaña de Adam. Coloco los pies desnudos en el suelo, llevo puesto su enorme suéter que me queda como vestido y debajo nada de ropa interior. ¡Por dios, que he hecho!
Me levanto un poco alterada hacia el baño, pero encuentro en el suelo edredones y algunas sabanas. ¿Adormido en el suelo? Siento un poco de pena dentro de mí y me tranquiliza saber que no hice ninguna locura anoche. Tampoco es que sienta nada. Me siento en el inodoro para hacer pis y al terminar, me acerco al lavamanos y me animo un poco con agua fría en el rostro.
Me observo por un momento en el espejo. Joder, recuerdo algo. He vomitado, definitivamente eso no lo podía olvidar. Le pedí olvidarle, si eso tampoco. Joder, soy una pésima borracha.
- ¿Estás bien?.- escucho su voz a mis espaldas.
Me asuste un poco. Me giro hacia él. Se encontraba en la puerta con un chándal negro sin nada hacia arriba, dejando que mi mente creara escenas porno con todo su cuerpo, sus tatuajes y... madre, creo que se le nota mucho la....
- ¿Te ha comido la lengua el gato?
Levanto la mirada hacia sus ojos sin detenerme nuevamente en sus abdominales, bueno sí que me detuve unos segundos. Sus ojos color caramelo con aquel destello verdoso seguían siendo los mismos y sus labios... Yo... No puedo decir ni una palabra. Me sonríe. Creo que sabe que me he quedado impactada con su cuerpo y aquel bulto entre sus piernas.
- ¿Desayunamos?
Moví mi cabeza afirmando que si iría. Nos colocamos encima del colchón, ha preparado un desayuno delicioso y sin decir una palabra nos observábamos en ocasiones.
- ¿Te sientes bien con ella?.- solté al fin.
Ríe burlándose un poco.
- ¿Qué ves tú?.- me pregunta esta vez.
- Pues no, la verdad.
Ambos sonreímos. Estaba tranquilo. Relajado. Me sentía a gusto.
- ¿Y por qué estas con ella?
Suelta un suspiro.
- Te parecerá extraño, pero estuve enamorado. La amaba, desde pequeño. Creo que nuestras familias también influyeron un poco...- me observa.- Ya sabes, negocios en común.- regresó la mirada hacia sus dedos.- Nos casamos, y dos años más tarde la encontré en nuestra cama con mi mejor amigo justo cuando llegaba de un viaje de negocios...- me observa.- Era nuestro aniversario.
Mis ojos se entristecieron, nunca había escuchado a un hombre contar una historia así. Sus ojos estaban decepcionados y sentía su frialdad, me recordó todo ese tiempo que estuve encerrada y aislada cuando me separé de Theo. Sus hombros se encontraban relajados y su mirada viajaba de sus dedos hacia mis ojos mientras seguía contándome:
- Decidí alejarme un tiempo. Me aleje de mi trabajo. De mi familia. De mis amigos. De todos, incluso de Ruth. Me dije, "Es tiempo para unas vacaciones", y eso hice. Viaje hacia Miami y ahí me quede. Fue pasando el tiempo y estuve ahí un año entero. Me sentía tan a gusto en ese Hotel que me ofrecieron un trabajo en el restaurante después de ayudar con unos clientes importantes para el dueño.- sonrió recordando lo que me contaba.- Aprendí desde el comienzo y ahí estuve, hasta que llegaste.
Me observo directo a los ojos. Recuerdo aquel día, la pase bien. Sonreí mientras lo observaba.
Agarro una tostada y se la ofrezco, antes de agarrarla con sus dedos me detengo y le sonrío.
- Esta tostada tiene magia.- sonrío plácidamente.
No deja de observarme, y en cuestiones de segundos sonríe, pero su rostro lleva un poco de tristeza.
- Nada de lo que paso entre nosotros fue planeado.- suelta al fin.
Sonrío. Bajo la mirada hacia sus manos y coloco una encima de la suya.
- Da gusto escucharlo.
El reloj marcaba las diez con treinta minutos de la mañana cuando Adam estaciono el auto a las a fuera de mi casa. Visualice el auto de mi padre parqueado fuera y respire profundo. Lo observo, tiene la mirada perdida hacia la casa. Gira la cabeza y se percata de mis ojos, no me muevo y sigo observándole. Es tan guapo. Sonrío.
- Joder, me siento tan bien contigo.- soltó.
Yo también me siento a gusto. Me hace bien que todo entre nosotros este claro. Nos quedamos en silencio, incomodo, por cierto. Desvía la mirada hacia delante.
- Penélope, ¿existe alguien más?.- suelta un poco preocupado y me dirige la mirada directo a los ojos. Me sorprende que lo pregunte. ¿Christian es alguien?.- No tienes que responder, solo...- ríe apenado.- Soy un tonto.
- Adam..- llamo su atención. No me gusta que se sienta así.- Es complicado de explicar..- esta vez rio yo nerviosa. No sé si Christian es algo, ese algo que termina siendo todo. Solo es que creo que siento cosas fuertes hacia él. – Hace unos meses conocí a alguien, y aunque es un poco complicado todo respecto a nosotros, creo que podemos intentarlo.
Sonríe triste y a la vez alegre por mí, es complicado descifrar su rostro en este momento. Estaba nerviosa, ¿y si Christian no siente lo mismo? ¿Y si se complica todo?
- Tengo un poco de miedo, sabes. No sé cómo saldrá lo de nosotros, y si pueda funcionar algo más..- confesé muerta de miedo.
- Ey..- llamo mi atención y agarro mis manos.- No tengas miedo. Te lo mereces, y si todo sale mal, puedes volver, puede que alguien después de todo te esté esperando.
Me guiña un ojo junto con una sonrisa. Antes de bajar del auto me deja un beso en la frente cuando nos despedimos y me afirmó que asistiría a la carrera y al cumpleaños.
Me coloque un vestido de volantes hermoso después de tomar un baño, me quede sentada en el borde de la cama aun con los pies desnudos sobre el suelo y con el cabello húmedo. Agarré mi teléfono, le escribí.
Yo: Ey, ¿estás bien sin mí?
No está en línea y tiro el teléfono encima del colchón. Debe estar en el trabajo. Le extraño un poco. Me observo en el espejo, recuerdo cuando nos vimos por primera vez. Su sonrisa.
- Penny..- mi hermana entra a la habitación y cierra la puerta.- Adam la ha dejado.
Me quedo un poco en shock. ¿La ha dejado? Sonrío un poco. Mi hermana me interrogo sobre el tema y siguió preguntando sobre lo ocurrido anoche. Le confesé todo mi show de borracha y se burló. Dudo de mi cuando le dije que no habíamos follado, y concluyó con la frase "¿Has encontrado polla y no me lo has contado?". Reí, ojalá me hubiese follado ya a Christian.
Termino de secarme el cabello y mi teléfono suena, abandonado encima de mis sabanas. Me acerco, y veo su mensaje.
Sexy Boy: Todo esto es tan aburrido sin ti. PD: ¿Cómo te va con él? ¿Te ha dejado escribirme?
Rompo el silencio con mis carcajadas, nunca lo he presenciado celoso y me gusta, si disfruto que me cele.
Yo: Percibo un poco de celos en el ambiente. PD: Creo que estos días sin verme te están haciendo mucho daño. Mejor confiesa que me extrañas de una vez.
Sonrío. Definitivamente, me hace feliz. Me coloco los zapatos de tacón con cuidado mientras pienso en él. Le extraño. Quiero verle. Escucho que mi teléfono vuelve a sonar.
Sexy Boy: Te extraño, lo confieso. Y sí, me están haciendo mucho daño estos días sin poder mirarte el culo. PD: ¿Te he dicho ya que tienes un culo hermoso?
Con una sonrisa en los labios escribo el próximo mensaje:
Yo: Jajajaja, me lo dices siempre. PD: Yo también deseo sobarte el culo con la mirada.
Mi hermana se asoma en la puerta y llama mi atención:
- Oye, cafre, ¿tienes baba aquí?.- dijo señalándose la comisura de la boca.
Se burla de mí.
- Graciosita.
- Ya deja los nudes, por dios. ¡Todos ya están abajo!. - me grita marchándose por el pasillo.
- Déjame terminar de pajearme. ¡Soy precoz, en unos minutos estoy abajo!.- le grito desde mi habitación.
- ¡Penélope, los niños!.- me grita desde la otra habitación en modo de regaño.
- ¡Te amooooo!
Me levanto, me examino en el espejo un poco más y antes de salir de la habitación recibo otro mensaje suyo.
Sexy Boy: Que esperas para violarme. PD: Mi culo es tuyo, beibi.
Vuelvo a reír como una niña pequeña cuando leo la última palabra del mensaje. Lo ha hecho ocasional. Tengo ganas de verle. Cuando estoy a punto de escribir nuevamente, contarle que quizás pueda aparecer por allá recibo otro mensaje suyo:
Sexy Boy: Vuelvo al trabajo, nena. Espero poder verte pronto, cuando quieras escríbeme y si te animas, esta es mi dirección 16899 Calle de Sarah, Pacific Palisadas, CA90278, Los Angeles, California. PD: seria lindo tenerte por casa.
Me detengo, y conmigo se detiene el tiempo a mi alrededor. "Seria lindo tenerte por casa", ¿eso dijo o estoy alucinando?
Me incorpore a la fiesta cuando todos los invitados ya estaban abajo, solo faltaba Adam que no lo veía por ningún lugar, en el fondo me siento rara por lo que ha hecho. Creo que me siento un poco culpable. Me coloco en una esquina, Ruth ha obligado a todos los mayores a tomar solo refresco, cuida excesivamente a mi padre. Así que he robado una botella de vino blanco de la reserva de mi padre y lo he escondido en uno de los estantes de la cocina.
- Ya ha llegado tu amigo.- me susurra una voz por detrás y mi hermana me sonríe y se coloca a mi lado.
Nos quedamos pendientes a la entrada triunfal. Vestía unos jeans ajustados a sus ejercitadas piernas, zapatos deportivos Nike, cinturón marrón de cuero y pulóver negro metido por dentro. Sencillez. Mientras saludaba a mi padre, a mi hermano y a mi cuñado en el otro extremo del jardín pude presenciar su gran espalda. Recordé la primera vez que le vi desnudo y admiré su hermoso tatuaje, aquel paisaje cubría toda la piel con colores y trazos bien marcados.
Le ofrezco a mi hermana mi vaso de plástico rojo y prueba un poco. Me observa.
- ¿De dónde lo has sacado?.
- Está escondido en uno de los estantes de la cocina, no le digas a Ruth.- le dije sin apartar la mirada de Adam.
Este se percató de mi presencia, me sonrió como gesto de saludo y lo imite.
- Es un hecho que ella no era para él, pero tiene que haber un motivo específico para dejarla.- suelta la curiosa de Emma.
- La encontró acostándose con su mejor amigo el día de su aniversario..- Emma se asombra tanto que casi se le salen los ojos de sus orbitas mientras me dirigía la palabra.
- Joder, que hija de puta.- lo deja salir por fin. Quería soltarlo hace mucho, lo sé. - ¿Y por qué regreso con ella?
La observo, le quito el vaso de las manos y observo el poco vino en su interior.
- El amor hace hacer cosas estúpidas.- suelto.
Suspira. Nunca ha pasado por eso, gracias a su gran relación con mi cuñado. Es por el único hombre del mundo que pongo las manos al fuego.
- Busca más vino.- la observo algo extrañada.- Yo entretengo a Ruth, mientras buscas el vino.
Acepto con la mirada y mientras me voy camino hacia la puerta que comunica el jardín trasero con la cocina llama mi atención:
- Prepara dos.
La observo con mal rostro y me arroja un beso al aire. Entro a la cocina, me asomo por la ventana y veo que Emma se ha acercado a Ruth y luego se han ido hacia el grupo de mi hermano, padre, cunado y Adam. Agarre una silla, me acerque hacia el ultimo estante y con cuidado saco del escondite la botella de vino blanco español. Escucho la puerta abrirse y le veo, Adam traía algunos vasos vacíos y se me quedo observando algo extrañado.
- Que Ruth no me vea..- le susurre indicándole que cerrara rápido la puerta.
Eso hizo. Nos reímos cómplices.
- ¿Quieres vino?.- le ofrezco y acepta.
- ¿Tiene magia?
Me provoca y ambos reímos. Le sirvo del vino. Comienzo a recordar que la ha dejado y creo que la curiosidad de Emma ha dominado un poco mi cuerpo. Me subo en la silla luego de servir dos vasos más y abro el estante. ¿Le pregunto? Joder, tengo curiosidad.
- ¿Por qué lo has hecho?.- suelto la pregunta a medias.
- ¿Qué he hecho?
- No es obvio la pregunta.- le suelto mientras cierro el estante y me agarro de una de sus manos para bajarme de la silla.
Organizo la silla. Lo piensa un poco. Bebe del vino y cruzando las manos a la altura del pecho lo observo.
- Creo que hay la suficiente confianza para que puedas contarme..- le suelto animándolo.
- Lo sé, es que es un poco cursi..- me dice un poco apenado. Me observa, aun quiero escucharlo y lo sabe.- Vale, lo diré. Me di cuenta que no es la indicada.
Sonrío, yo también pensaba de esa manera y después de todo creo que tiene un poco de sentido. No podemos conformarnos con menos de lo que merecemos o queremos.
- Me parece perfecto..- me acerco. Agarro mi vaso de vino.- ¿Brindamos?
- Porque me des otra oportunidad.- rio a carcajadas.- Era broma, ¿por qué quieres brindar?
- Porque nos vaya bien en el amor, a ambos.
Chocamos los vasos. Bebemos. Nuestros ojos se quedaron pendientes uno del otro, bajo un poco la mirada y vuelvo a sus ojos.
- Estas hermosa...- sonrío.
- Tu no estas nada mal.
Reímos juntos. Química había, eso todos los de la fiesta lo notaban. Nuestras miradas no dejaban de encontrarse. Lo quise, pero creo que ahora solo quedan los deseos carnales y lo bien que nos sentimos conversando. El más pequeño de la casa junto a mi padre soplaron las velas luego cantar el "Happy Brithday", las fotografías de la familia quedaron hermosas y todos los niños correteaban por todo el sitio justo después de romper la piñata.
Me acerco a mi cuñado para preguntar por mi hermana y me dice que ha llegado Eva, me quedo observando para el rincón vacío del jardín y la veo conversando con Ruth, mientras mi hermana solo observaba.
- ¿Qué hace aquí?.- escucho en apenas un susurro a mi lado a Adam.
- Creo que ha venido a buscarte.
- Solo ha venido para molestar.- susurra un poco enfadado y camina hacia ellas.
En pocos minutos mi hermana y Ruth los dejan solos, se acercan hacia a mí y nos marchamos hacia las demás personas. Por lo que he oído de mi hermana, Eva solo quería hablar con Adam, y Ruth solo le ha pedido que no forme ningún show en la fiesta de su hijo. La entiendo. Me incomoda esta situación, estar en el medio de todo.
Poco a poco fui ignorando a la pareja, bueno expareja, Adam no dejaba de fingir para que ella no se sintiera mal y ella no dejaba de provocarle mientras me observaba. ¿Qué gana con todo eso? Yo no quise que eso sucediera. Si no le hubiese engañado creo que el seguiría amándola como antes, pero se equivocó. No tengo la culpa de sus actos. Veo que intenta darle un beso a Adam cosa que el evita y desvío la mirada y me marcho a dentro. Hasta para mi está siendo incómoda esta situación.
Me coloco en la cocina, termino con todo el vino de mi vaso y comienzo a fregar un poco toda la vajilla. Extraño a Christian, todavía sigue en mi aquella frase, "Seria lindo tenerte por casa". No puedo olvidarla. Escucho la puerta abrirse y la veo entrar, sigue pareciéndome una mujer elegante y con la expresión en el rostro más fría que he visto.
- Sabes que te ha usado, ¿cierto?.- la observo con una sonrisa.- Volverá, siempre lo hace. Incluso, ni engañándole con su mejor amigo lo ha impedido.
Escucho que se ríe, creo que le duele más que la allá dejado y tiene miedo de que esta vez sea de verdad.
- ¿Qué te hace pensar que volverá esta vez?.- la observo tranquilamente.
- Siempre lo hace, incluso cuando estabas con él.- golpe bajo, pero herida curada.- ¿Te ha contado que te dejo en tu casa y follamos esa misma noche?
Me quedo en silencio, pero no borro la sonrisa en mi rostro.
- Ves, siempre vuelve. Esta no es más que un berrinche porque te ha visto de nuevo.
- ¿Te ha contado donde ha dormido anoche?.- suelto al fin.
La sonrisa victoriosa se ha borrado de su rostro completamente y me observa un poco asombrada.
- Creo, que esta vez si has perdido, Eva.
Termine de decir y la puerta se abrió nuevamente, sus ojos color caramelo se sorprendieron de vernos ahí. Se incorporó. Le sonreí y pasando por su lado le acaricié la espalda con dos palmaditas. Creo que le he empeorado las cosas, pero no me gusto que hablara de esa manera de él. No lo merece.
El reloj marco las ocho con treinta minutos y se escuchaban a varias personas en las gradas del estadio. Hacía tiempo que no se realizaba una carrera en nuestro estadio por lo que parte del pueblo estaba invitado. Mi padre junto a sus amigos y la familia estaban en una esquina y algunas personas estaban por pequeños grupos impacientes porque comenzara el espectáculo. Las piernas me temblaron un poco al ver todas las personas, mis hermanos se acercaron a mí y los tres nos abrazamos. Esto más que ser una competencia, era un pacto de unión entre hermanos Steel.
Nos avisan que los caballos están listos. Observo el suelo. Mis botas. Joder, que nervios. Acomodo bien mi coleta debajo de mi casco. Abren las compuertas. Acaricio a mi caballo. Le susurro al oído que me deje montarle, cosa que hacemos solo los Steel, mi padre decía que cuando te subes a un caballo, el animal tiene que invitarte a subir. Si no eres bienvenido, mejor ni te acerques. Bese a mi caballo, lo acaricie un poco antes de subir y en poco tiempo podía ver a todos en las gradas. Mi padre. Mi cuñado. Los pequeños. Ruth. Incluso Adam.
Sonreía, con la mirada fija en mí y me gusto verle bien. Más animado. Tranquilo. Mi madre cree mucho en las energías y solía decirme que a veces sin darnos cuenta nos aferramos a personas que solo absorben nuestras vibras, dejando a nuestro cuerpo vacío y llenos de problemas, a eso le llamaba relaciones toxicas.
El primer silbato sonó y todos se colocaron en silencio. Beso el cabello de mi caballo nuevamente y le susurro un "Podemos hacerlo" para animarla. Segundo silbato, ya estoy lista. Cuento diez segundos en mi interior y rápidamente al terminarlos se escuchó un disparo a la misma vez que abrieron las puertas.
No nos demoramos muchos, pronto estábamos a un metro de la salida y seguíamos hacia la meta. El aire chocaba en el rostro y no dejaba de sonreír. Saltábamos los obstáculos a la par. Falta poco. Aceleramos. Ya casi. Se escuchaba los gritos de las personas casi al llegar a la meta y solo podía ver hacia el frente.
Cruce, y rápidamente vi a mis hermanos a mi lado. Emma, pregunto cuál de los tres había ganado. Nadie sabía. Colocaron el video en cámara lenta y luego lo examinaron, esperaban el resultado. Me baje del caballo, me quite el casco y escuche un ruido escandaloso. Mi hermano corrió hacia mí para levantarme en un abrazo y festejar. Había ganado por centímetros. Mi querida Emma me lleno el rostro de besos y luego abrazo a su gemelo con fuerza ya que ambos entraron juntos a los segundos después. Se veía como mi padre festejaba en las gradas con sus amigos, orgulloso de sus hijos. Adam sonreía, plácidamente.
En la noche todos festejamos en el bar, muchas personas me felicitaban sin conocerlas si quiera. Jugamos billar en el bar y bromeamos acerca de la carrera. Llevo una cerveza en una de las manos y mi teléfono en el otro, me acerco a la ventana. Quiero escribirle. ¿Estará despierto? Son las tres de la madrugada, seguro que ya está dormido. Solo dejare que de tres timbres y lo dejare tranquilo, lo prometo.
Uffff, que nervios.
Llamando Sexy Boy....
Primer tono.... Por favor, responde.
Segundo...
- Hola, nena. ¿Qué haces despierta aun? - escucho su voz somnolienta.
- ¿Te he despertado?
- No te preocupes, nena. ¿Algo interesante que quieras hablar? ¿A ocurrido algo especial?, escucho un poco de música.
- He ganado una carrera de caballo. - le confieso.
- Felicidades. - nos quedamos en silencio ambos. - ¿Cómo puedes ser cada día más perfecta?
Vuelve el silencio entre nosotros. Esta vez llevaba en los labios el sabor del "te extraño", un "te extraño" que me es difícil decir.
- Extraño abrazarte en las noches.- me dice en apenas un susurro.
- Yo también te extraño..- escuche un silencio y su respiración de fondo. Me quede en silencio por unos minutos escuchando su respiración mientras dormía.- Dulces sueños.
Le susurre justo antes de terminar la llamada. Me quede boba observando su contacto en el teléfono. Bajo la piel sentía ganas de no despegarme de su cuerpo y un escalofrío me sacudió un poco solo de pensarlo. Dirijo la mirada hacia a fuera por los cristales, ¿qué es todo esto?
- ¿Estás bien?.- escucho a Adam justo detrás de mí y se coloca a mi lado.
- Sí, todo bien.
- ¿Quieres que te ayude en algo?
- No te preocupes. - pienso un poco. Vuelvo a observarle. - Sí, creo que puedes ayudarme.
El reloj marcaba las nueve en punto de la mañana y salgo de la casa de mi padre con las maletas. Dejo un beso en la frente de mi padre, y luego me despido de mi querida Emma. Ambos me desearon buen viaje y mi hermana me pidió que llamara cuando estuviera alojada en algún lugar cómodo. Me acerco al auto, Adam me ayuda a guardar el equipaje y me coloco a su lado en el asiento del copiloto.
Veinte minutos después aun lo veía parado justo donde lo deje hacía ya unos minutos. Mi equipaje estaba siendo inspeccionado y mi boleto junto con el pasaporte estaban en perfectas condiciones. Joder, no deja de observarme. Siento un nudo en la garganta cuando se gira para marcharse y corro hacia él. Llamo su atención y le abrazo fuertemente contra mi cuerpo, mis ojos me traicionan un poco al sentir sus manos apretar con fuerza. Pasaron los diez segundos más largos de mi vida, no nos soltábamos, mientras nos quedábamos con parte de nuestro olor impregnado en nuestras narices. Mientras se sanaban las heridas. Si se hubiese dado cuenta antes. Si hubiese elegido bien.
- Ya es hora de irte...- me susurra y nos separamos.
Sus ojos están inundados y para evitar que me percate de ellos agarro mi rostro para besarme la punta de la nariz.
- Joder, que difícil es dejarte ir...- me dice susurrando mientras sonreía triste. Seca las lágrimas que se escapan por mis mejillas. - No llores, pequeña, te espera un buen hombre. Y si no resulta como lo esperabas recuerda que aquí me tienes, ¿vale?
Acepte con un movimiento de cabeza y sello nuestra despedida con un beso en la frente junto a un "Se feliz y déjate querer, ¿vale?" Me marche, creo que se ha convertido en alguien importante y eso no cambiara. Tome asiento en el avión, una parte de mí se sentía alegre por haber sanado la herida, otra no tenía ni puta idea de lo que sucedería.
¿Otro acantilado? Si, estoy justo en el borde del precipicio nuevamente.
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