24. Porque quiero.
Solo ocho personas delante de mí. Madre mía, estoy nerviosa; demasiado nerviosa. Siete personas, arrastro un poco mi maleta escuchando el ruido de las pequeñas ruedas sobre el suelo. Observo todo el lugar un poco inquieta. Respiro profundo intentando calmar la indecisión que domina internamente a mi cuerpo, sostengo mi boleto de avión y mi pasaporte con manos temblorosas. Uff, seis personas, me digo internamente al contar con los ojos.
>> Vamos Penélope, estas a tiempo. Regresa a casa << me susurra mi Yo interior, esa inocente chica miedosa e insegura.
¡Joder, cinco personas! Tengo dudas.
>> Así se hace cariño. Ve, hay muchas probabilidades de que no le veas. Sigue casado, recuerda << susurra esta vez la mujer valiente y justa.
Cuatro personas y sigo muerta de miedo.
Tres personas. Tan solo quiero.... Dos.
- Buenas tardes, ¿su pasaporte?, por favor.- me sonríe la chica de ojos azules del otro lado del mostrador.
Le ofrezco lo que ha pedido. Teclea algo en la computadora. Me observa por unos segundos. Vuelve a teclear algo y justo ahora me sonríe.
- Que tenga un buen viaje.
Me ofrece el pasaporte y el boleto de avión, aún sigue sonriéndome. Observo la puerta de entrada y un escalofrió recorre mi piel. "Tengo que ir" me digo a mi misma. Camino. No quiero pensarlo mucho. Es mejor no darle tantas vueltas, puede que sea cierto que no le vea. No existe posibilidades. Esta feliz con su vida, ¿cierto?
Estados Unidos me ofreció una bienvenida estupenda, haciendo que mi trayecto hacia casa de padre haya sido lo bastante rápido. Me bajo del taxi. Respiro profundo, y mientras lo hago cierro los ojos y sonrío inconscientemente. Hace un clima estupendo. Observo todo el lugar, son las tres de la tarde exactamente y justo mañana es el cumpleaños de mi padre y mi sobrino. Quiero abrazar a mi padre.
- ¡Rodrigo!.- grito muy fuerte para que todos me escuchen.
En toda la zona respetan a mi padre por lo que es imposible que alguien le haya gritado de esta forma en la vida. Solo se me ocurre a mí, por su puesto. Veo como mi hermana corre las cortinas del salón y me observa con una sonrisa.
- ¡Rodrigo Steel! ¡Sal de una vez!.- grito esta vez fingiendo voz de hombre.
Mi hermano sale un poco asustado y cuando me ve se le relaja el rostro. Mi querida Ruth sale sonriendo cómplice de nuestra broma y puedo ver aquella gran barriga que tiene. Se ve hermosa. Detrás, a los segundos veo a mi padre salir despacio. Se detiene justo antes de bajar los pequeños peldaños hacia el camino que dirigía hacia a mi.
- ¿Quién llama tan...- se detiene al colocarse los espejuelos y verme aquí de pie, frente a sus ojos.
El enojo se le borro del rostro al instante, poco a poco descendió los escalones y se acercó a mi cuerpo lo más rápido que pudo. No me da tiempo a decir una palabra cuando me estruja entre sus brazos y me hace suya como solía hacerlo hace veinte años atrás.
- Estas hermosa.- me susurra y siento que tiene la voz quebrada.
Me aleja un poco, contempla mi rostro con alegría y sus ojos húmedos me hacen entender que me aleje demasiado estos últimos meses. Lo abrazo fuerte esta vez, percibo el olor a claveles que siempre me gustaba cuando era pequeña, y se, por mi hermano, que sigue peinando a Coral justo como yo lo hacía en ese entonces. No se ha separado de mi yegua favorita desde que me marche.
Siento todo lo que acumulaba dentro cada vez que le decía que no podía verle, que no tenía tanto tiempo para hablarle. Todas esas veces que me ahogue en el trabajo para no recordar todos mis problemas y sin querer, termine olvidando de que también me necesitaba cerca.
- Pensé que no venias este año .- le escucho decir.
Me separo un poco de su cuerpo, observo por unos minutos sus ojos llorosos y los míos se destruyen. Mi padre es hermoso. Con una sonrisa le acaricio la mejilla. Le agarro el rostro para dejarle un beso en la frente.
Entramos a la casa, nos reunimos todos en la sala de estar, bebíamos vino mientras hablábamos de todos los proyectos que había logrado mi hermano esta temporada. Mi padre relataba orgulloso como su hijo, después de abandonar la universidad de Economía y Finanzas, ha logrado negociar con una de las empresas más conocidas de todo el país y todos los ingresos que ha logrado obtener.
Ethan solo sonreía y en ocasiones cambiaba el tema ya que no le gustaba que lo alagaran tanto, ha asumido el trabajo cuando padre comenzó a envejecer y no se arrepiente, desde pequeño le ha gustado mucho más Estados Unidos que Londres.
También, me pusieron un poco al corriente de la famosa carrera entre los gemelos, donde Ethan afirma que dejo ganar a Emma por un minuto que se retrasó en la salida. Ambos no se ponían de acuerdo, ya que Emma seguía diciendo que era pésimo corriendo caballos, que era mentira.
- Una carrera de tres.- todos en la sala de estar se me quedaron observando.- Los tres hermanos Steel, ¿qué dicen?. Así Ethan tiene la oportunidad de poderle ganar a Emma.
- Y yo poder ganarte.- suelta Emma directo hacia a mí.
Todos reímos en la sala de estar, una vieja historia.
- Fue hace quince años, no lo vas a lograr ahora.- sonrío victoriosa.
- Eso es cierto.- dicta Ethan para picarla.
- Joder, Ethan, que soy tu gemela. Gracias por el apoyo.- protesta la hermosa Emma.
- Yo también te amo querida, solo es que todos saben que voy ganar.- digo nuevamente para molestarla un poco y le arrojo un beso desde el sofá donde estaba sentada.
- Mil quinientos dólares para el ganador.- los tres dirigimos la mirada hacia mi padre un poco asombrados.- Al caer la noche haremos la carrera, vendrán un poco de amigos importantes para mí para verlos correr. Quiero que mis amigos vean lo orgulloso que estoy de mis hijos.
En cuanto mi padre termino a hablar nos quedamos demasiado contentos, la rivalidad sana que llevamos los hermanos Steel por los juegos competitivos.
- Ethan, ya vives bien sin los mil quinientos de la carrera. No te ilusiones mucho.- suelta Emma y me burlo a carcajadas.- No queremos verte llorar cuando pierdas.
No puedo parar de reírme por recuerdos que vienen a mi cabeza de cuando éramos pequeños.
- No te rías, enana.- me dicta Ethan hacia mí.
- Ah, pero ustedes los gemelos son medios venáticos. Cambian muy rápido de bando querido.
Hago pucheros despues de protestar, Emma se acerca a Ethan, estoy segura que dirán algo contra mí.
- Recuerdas cuando Penny cayó encima de excremento de caballo.- saca del baúl de los recuerdos vergonzosos Emma hacia Ethan.
Ethan explota de la risa, ambos me observaban con sonrisas burlonas. Son malas personas. Son los gemelos malvados.
- Ves lo que te digo. Ustedes no están bien de la cabeza.- finjo estar enfadada y ambos se acercan a mí para besarme y hacerme cosquillas.
Y estábamos de nuevo, justo como era siempre. Recuerdo a la hora de la cena era una guerra diferente. Un día podrían estar la pequeña pelirroja con la nerd de lentes grandes y cabello rubio, contra el rubio de pequeños volcanes en el rostro. En ocasiones era diferentes los equipos, la enana pelirroja malvada junto al niño del acnés, contra la monja (Emma, la llamábamos así por ser tan recatada) y otras muchas veces, los gemelos malvados contra la más pequeña de la casa. Esta última dupla siempre se salía con la suya haciendo maldades, por lo mis padres siempre me ayudaban. Tuve una niñez divertida y animada, no me arrepiento de ella.
Poco tiempo después todos se preparaban para la cena, por lo que me quede sola sentada en el sofá mientras terminaba con el vino. Llevaba la misma ropa con la que había llegado,
pero con mis pantuflas de pelusitas, que exactamente estoy observando en este instante. Sonrío al recordar sus lindas piernas masculinas con ellas puestas. No es que tenga un cuerpo escultural, pero son de estas personas delgadas que se ven sexys con cualquier cosa. Que no necesitan gran masa muscular ni mucho gimnasio para lucir deseables. Así de guarro era.
Me quedo embobada recordando. Bebo un poco del vino que traía en la copa que tengo en mi mano derecha. Llega desde hace días atrás el recuerdo de aquel beso. De nuestro primer beso. De aquel calor de su mano en mi cintura y la otra en la parte trasera de mi cuello, y con ello lo sexy, varonil y deseable que se proclamaba ante mis ojos. De la valentía con que le bese, tan delicadamente, disfrutando de sus sabores. Como la intensidad se hizo muy cercana del calor y comenzaron a ascender por nuestros cuerpos. Como sus manos se trasladaron hacia mi nuca para besarme con más ganas. Con aquellos sentimientos que habíamos guardado por tanto tiempo.
Escucho el timbre de la casa, apenas acabo de notar que tenía los ojos cerrados como si eso me hiciera vivirlo de nuevo. Termino con todo el vino de mi copa. Trago todo el contenido. Respiro profundo mientras me paso las manos por el rostro algo exaltada. Creo que le tengo ganas. Siento la humedad entre mis piernas. Si, definitivamente estoy demasiado caliente. Madre mía, como ha subido la temperatura en este país.
Vuelve a sonar el timbre de la puerta y me animo abrir.
- Hola.- digo sutilmente.
Sus ojos azules no dejan de analizarme de los pies a la cabeza con cuidado. Su cabello rubio perfectamente laceado se dejaba ver. Su cuerpo delgado pero elegante se escondía debajo de un vestido de seda completamente pegado al cuerpo de manda larga. Sus manos delgadas y finas cargaban un pequeño regalo y en su dedo anular llevaba un anillo hermoso que me era conocido. Vuelvo a sus ojos, vestían el color del cielo, su rostro llevaba una expresión fría. Me recordaba tanto a Christian, tan elegante, debe ser algo de modelos. Es como olor natural que desprende nuestro cuerpo, diferente e único para cada persona.
- ¿Se encuentra Ruth?.- me pregunta y puedo notar que sonríe un poco.
- Si, te la llamo enseguida.- me giro y me encuentro con mi hermana.- Buscan a Ruth en la puerta.
Mi hermana aceptó el pedido y se marchó a buscarla, invito a pasar a la invitada, pero se niega con el pretexto de que su estancia era rápida. Cuando estoy a punto de volver a mi sofá donde me esperaban más maratones de recuerdo calientes llama mi atención con una pregunta:
- ¿Eres la hermana de Ruth?.- suelta con curiosidad.
- Eso desearía..- me burlo un poco.- pero, lastimosamente soy la hermana de Ethan.
- Oh vale.- se queda pensativa y yo no sé qué decir. Lleva indagando en su memoria algo de lo que no puedo saber.
Cuando estoy a punto de volver a preguntarle si desea entrar a la sala de estar para esperar a Ruth, ésta interrumpe el silencio:
- Oh, querida. ¿Qué haces aquí?.- se acerca y la saluda con un beso en cada mejilla.
Algo estirado el saludo, pero, cosas de gente fina. Se notaba. Ruth se mostraba un poco nerviosa, mi hermana llevaba el rostro completamente serio mirando fijamente a la chica y eso hace que comience a preocuparme.
- ¿Estás bien?.- le susurro acercándome a ella.
- Si, tranquila.
Me responde y devuelve la mirada hacia donde la tenía hacía ya unos minutos. Le dejo un beso en la mejilla y decido irme hacia mi habitación cuando la chica vuelve a llamar mi atención:
- ¿Eres la madre de la pequeña Evie?
- No, la madre de Evie soy yo. Emma.- responde mi hermana cortante.
Noto a todos tensos. La atmosfera me hace sentir incomoda. Me quedo de pie al lado de mi hermana y analizo a la chica antes de decir algo. ¿Qué está sucediendo? Me acerco con dos pasos y le extiendo la mano antes de decir:
- Penélope Steel.- sonreí un poco para relajar el ambiente.
Aquella chica abrió los ojos como platos al escuchar mi nombre al fin. Observó por un momento a Ruth, y ésta, auto seguido, enfrió su expresión cuando se le dibujo una sonrisa falsa a la intrusa. Me estrecha la mano con un poco más de fuerza de lo normal y me observa directo a los ojos antes de hablarme.
- Que gusto es conocerte en persona. Ya había olvidado lo de tu cabello.- nos soltamos las manos y observé extrañada a Ruth que no dejaba de observarla.- ¡Que gusto, por dios!. Nunca pensé que te iba a conocer tan pronto. Vaya, como método de esta gran sorpresa, celebremos.
- Ya tenemos planes para la noche, gracias.- suelta Emma a mis espaldas.
Me giro y la observo. No me dirige la mirada ni por un segundo, la tiene en su objetivo. ¿Por qué acaba de mentir? No ha relajado su postura.
- ¿Qué dices Penélope? Oh, suena tan bien tu nombre.- la observo nuevamente, toda esta situación me esta incomodando.- Billar, algunas bebidas y un poco de música.
La observo un poco, algo trama, lo sé. No pensé mucho más y acepté de inmediato. Puede ser suposiciones mías y solo está siendo amable.
- Genial, después de la cena los esperamos a todos. A mi esposo le va a encantar verte.
- Ok.
Sonreí, pero bajo mi piel se escabulle un escalofrío cuando dijo la frase "Mi Esposo".
La intrusa se marchó, Emma no cambia su rostro de enfado y me insistía con el tema de quedarnos en casa, cuando le pregunte el por qué me respondió con la típica frase "No confío en ella". Siempre ha sido un poco (bastante) desconfiada con las cosas nuevas, incluyendo personas.
Después de la cena nos encaminamos hacia la casa de aquella chica, es enorme, aclaro que aún no me he bajado del auto. Lucía un jardín extenso arreglado y muy bien alumbrado. En el auto de mi padre seguimos a Ethan, que iba junto con Ruth justo adelante. Mi hermana no dejaba de observarme por el retrovisor todo el camino con el rostro enfadado y mi cuñado se sentía incómodo por su actitud. Al bajarnos del vehículo, me acerco a ella y pasándole la mano por detrás del cuello le dejo un beso en el cabello susurrándole un "Todo va a estar bien".
Ethan no dejaba de besarle el cabello a Ruth mientras la abrazaba para que se relajaba y yo seguía sin entender por qué todos estaban tensos. La hermosa chica nos abrió la puerta para darnos la bienvenida con copas en sus manos. Entramos a la gran casa y la seguimos por los pasillos adornados con cuadros muy famosos. Me encontraba de ultima en la fila mientras admiraba todo, mis manos sostenían la copa de champan que nos había brindado en la puerta y no dejaba de pensar en que algo tiene que pasar. No por nada Emma y Ruth están cohibidas.
Atravesamos una puerta, me coloco de espaldas para cerrarla y escucho una voz conocida. ¿Adam? Me giro despacio, si es el. me quedo observándole. Sonreía mientras saludaba a mi hermano con entusiasmo. Vestía unos jeans desgastados que le caían sobre las caderas y por un momento recordé su cuerpo desnudo sobre el mío en aquella cabaña en rodeados de nieve. Recordé su espalda completamente tatuada. Su "te quiero" inesperado justo cuando no corrimos a la vez.
Joder, ¿qué hago aquí? No puedo dejar de observarle, se ha puesto más fuerte desde la última vez que le vi en el aeropuerto, es que también lleva puesto un suéter de tela delgada en color negro muy pegado a su piel. Adam era una persona de elevada estatura, y si, se notaba demasiado que se ejercitaba muy a menudo. Su barba de cuatro días le quedaba muy bien y le hacía lucir un poco más relajado. Despreocupado, es la palabra correcta. Llevaba el cabello desordenado y mientras me quede observando su rostro se percató de mi presencia cuando termina de saludar a mi cuñado.
Aquella expresión me demostró que no me esperaba. Su rostro se había nublado al encontrarse con mis ojos, justo en la misma habitación que él. No dejo de observarme hasta que aquella chica lo tomó del brazo para sonreírme fríamente y pude notar que estaban juntos.
- Hola.- ambos soltamos un poco nerviosos a la vez cuando nos tocaba saludarnos.
No nos observamos, aparte la mirada y el silencio incomodo reinó en la habitación.
- Ves cariño, te dije que te iba a encantar la sorpresa que te tenia.- suelta la chica de ojos azules y la fulmino con la mirada mientras ella lo observaba.
Adam solo sonrió fríamente. Mi cuñado fue el promotor a que todo se relajara iniciando el partido de billar escogiéndome de pareja contra Ethan y Adam. Henry era una persona cayada, silenciosa, nunca trataba de llamar la atención y se alejaba de los problemas, así que su actitud me sorprende.
Treinta minutos después estábamos ganando dos partidas a una, Ethan y Henry estaban bromeando juntos. Las chicas estaban sentadas en el bar susurrando, y aquella chica no se apartaba de Adam marcando territorio. Ganamos la partida y ella quería jugar por lo que quise dejarle el camino libre, cosa que negó con una expresión "Quiero jugar contra la mujer más deseada de todo Estados Unidos".
Me molesto bastante su comentario. Respire profundo en muchas ocasiones. Mi cuñado bromeaba en susurros imitando su voz sin que ella se diera cuenta, mientras ella no observaba y Adam en varias ocasiones me dedicaba la mirada. Él también se sentía incómodo con todo esto.
- Y cuéntame Penélope, ¿tienes pareja?.- me suelta la chica.
- No, soy soltera.
No la observo, y hago un tiro bueno colando dos de sus bolas rayadas.
- ¿Piensas casarte? No eres una mujer de la que sueña con casarse.- no contesto aun, espero a que termine con su tiro.- Para que casarse, si al final, nadie es totalmente fiel en la vida.
- Creo que no eres la indicada para hablar de ese tema.- suelta Adam en apenas un susurro y por fin entendí todo.
Ella se queda en silencio por un rato, termina su tiro fallido y Henry juega de nuevo. La observo a los ojos fijamente con una sonrisa, y dentro de mi existe algo de enfado, pero a la vez me duele que haya sido una infidelidad. Que lo haya hecho solo para vengarse de ella.
- Bueno, ahora que somos amigas y que estamos en confianza. ¿Cómo folla mi marido?.- todos se quedaron observándola y Adam se cubrió los ojos con las manos intentando tranquilizarse.- Es bueno, ¿verdad?
La última frase acaricia con las manos el pecho de Adam mientras me observaba con una sonrisa vengativa y este se hizo a un lado pidiéndole que se detuviera. Mi hermana comenzó a alterarse y quería decirle algo cosa que Ruth y yo evitamos.
- Solo te voy a dejar claro una cosa..- dije colocando el taco de billar encima de la mesa.- Tu y yo, ni remotamente somos amigas.
Me gire muy cordialmente, fingiendo que estaba todo bien conmigo. Agarre mi bolso le deje un beso a mi Ruth y le susurre a mi hermana que se relajara, que no valía la pena nada de esto. Que ella no valía la pena.
Salí de la habitación. Con paso firme atravesé el pasillo lleno de cuadros y esta vez no me parecieron para nada impresionantes. Me acerqué al auto de mi padre, abrí la puerta del piloto y me encerré. Cerré los ojos, mientras recordaba todo aquello en el hotel, la cabaña. ¿Cómo pude sentir cosas por alguien que solo se estaba vengando de su mujer? El karma no me podía dar una señal. No me podía susurrar al oído que no sintiera. Que era toda una mentira.
La cerveza cura un poco las heridas. Si me sentía un poco dañada. Utilizada. Por eso estoy aquí. Sentada en la última mesa, pegada a una esquina muy oscura en la Tavern's Jorge. La música estaba a muy bajo volumen. Mi teléfono estaba apagado en mi bolso por las insoportables llamadas de Emma, no estoy de humor para ir a casa. Me he bebido la suficiente cerveza como para ver el suelo moverse si me levanto.
- Penélope..- levanto la cabeza y le observo.- Levántate, te llevare a casa.
Me levante tambaleando, le observe el rostro de cerca con una sonrisa. No sé cómo ha sabido donde estaba, pero sigo sin querer verle. No quiero verle nunca más.
- No quiero volver....a...verte.. Lárgate.- le dije como podía y me encamine hacia la barra.
Le dejé un billete a Jorge, lo observe de pie junto a mi mesa y le enseñe el dedo corazón.
- Vete a la mierda, Adam. Jodete.
El suelo se movía en un ritmo diferente al mío, pero pude llegar a la puerta sin terminar de alfombra en el suelo. Me acerque al auto con cuidado. Joder, las putas llaves donde están. No las encuentro.
- ¿Podemos hablar?.- vuelvo a escuchar su voz y me giro.
- ¿Qué me quieres decir? Sé que fue toda una venganza, no me lo tienes que decir. Soy inteligente.
- No fue una venganza. Nada de lo que sucedió fue planeado.- le escucho decir.
Me rio enfurecida y borracha. Doy dos pasos hacia él. Me quedo observando sus labios, ¿por qué deseo besarlo?
- Acabábamos de pasar tiempo juntos. De follar juntos. Joder...- respire profundo para hacer desaparecer el nudo que tenía en la garganta. Le dedique la mirada directo a sus ojos.- dijiste que me querías. ¿Fue poco para ti?
- Es un poco complicado para mi explicar.
Vuelvo a reír enfurecida y pateo con todas mis fuerzas una botella de cristal con mis zapatos deportivos. Vuelvo a observarlo directo en los ojos.
- Me acabo de enterar que te has acostado conmigo para vengarte de tu mujer y solo me dices que para ti es complicado. Sabes, que te follen.- quería golpearle pero me gire para irme. Me agarro del brazo y estallé, me solté de su agarre y sentí la necesidad de decirle todo lo que sentía por dentro: - Sabes que es lo complicado, ir a verte para invitarte a comer y verte besándola, justo ese mismo. Justo unas horas después de que me dejaras en mi casa. Complicado es recibir un correo meses después de no saber nada de ti diciendo que me extrañabas, y va a sonarte absurdo, pero, todavía conservo ese maldito correo. No logro eliminar un puto correo solo porque me dijiste que me extrañabas. Soy una tonta.
Dije la última frase en un susurro y pude ver que sus ojos se marchitaron. No puedo llorar. Trague en seco, aun sentía el nudo en mi garganta. Agarre como pude mi bolso del suelo y me animé a irme caminando, era lejos, demasiado, pero no me importaba. Después de todo estaba borracha.
- Penélope, espera..- volvió a decirme.
- ¡Que me dejes de una vez, joder! ¡Déjame ser feliz!
Le grité con las pocas fuerzas que me quedaban y no pude aguantarlo más, rompí en llanto. Me agache para que nadie más me viera. Me tapé el rostro inundado con las manos y enseguida sentí el mundo a mi alrededor derrumbarse. Tenía los sentimientos a flor de piel. Mi vida había cambiado tanto desde que lo conocí, fue el primer hombre que dejé acercarse más de lo que es debido después de mi ruptura. Después de arreglar mi corazón con tiritas, se lo mostré sin sentir vergüenza. Deje que mi cuerpo quisiera muy rápido a sus manos. Confié en sus caricias y en sus "te quiero" susurrados al oído. Me entregue con un único motivo, el "porque si" "porque quiero".
Sentí el calor de sus manos en mis brazos y su voz susurrándome un "¿estás bien?". Solo pude pedirle que no me llevara a casa, y acepto. Me desperté y estaba dentro de un auto, me abría la puerta y me ofrecía una de sus manos para descender del vehículo. Por un momento sentí que me dolía mucho el estómago y un mareo intenso acompañado de un fuerte dolor de cabeza me hizo vomitar todo lo que traía dentro.
Una de sus manos no tardó en sujetarme el cabello y otra, en acariciarme la espalda con cariño mientras me susurraba que ya todo había pasado, que todo estaba bien. Me llevó en sus brazos hacia el cuarto de baño, dejó mi cuerpo desnudo en la bañera e hizo que saliera agua fría sobre mi cuerpo, cosa que me hizo chillar y protestar en voz alta. Mi cabello caía empapado sobre mi cuerpo y mi mente comenzaba a aclararse. Abrace mis piernas mientras mi cuerpo temblaba y le observé.
- Dueles, Adam. Has dolido todo este tiempo.- veo que detiene el agua y se agacha frente a mí con el rostro destruido.- Déjame olvidarte.
Ya estaba un poco más consiente. Le miraba desnuda, directo a los ojos. Respondió con una sonrisa triste que me dejaría ser feliz y me beso la frente. No menciono palabra, pero sé que aceptaba mi pedido. Nos quedamos muy pegados. Su nariz rozaba con la mía, observe que disfrutaba del momento con los ojos cerrados sin borrar aquella sonrisa triste. Abrió los ojos nuevamente y me dejó un delicado beso en los labios, era su despedida.
Aquel gesto me destruyo un poco más, no soporto la idea de despedirme de una persona. Mi cuerpo desnudo le abrazo, muy fuerte me agarre de su piel y sus grandes manos se apoyaron sobre la mia sujetándome con un poco más de fuerza.
Le quise. Le quiero un poco aún, pero es mejor dejarnos ir y el, lo sabe.
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