23. Bragas.
Después de nuestros reencuentro en el parque hemos pasado una semana estupenda, me recoge en el trabajo, me trae a casa y como es costumbre, cenamos en algún restaurante que uno de los dos haya elegido.
Hoy es su turno, por lo que también decide que debo vestir. Raimond me ha dejado una caja hace algunos minutos y al abrirlo, desnuda bajo la toalla que cubre mi cuerpo, me encuentro con un mini vestido dorado con la espalda al descubierto.
Dediqué tiempo para alisar mi cabello desde la tarde, por lo que ahora es fácil hacerme una coleta alta y colocarme, justo después, unos zapatos de tacón antes de salir.
Respiro profundo, llegamos al lugar, antes de salir Raimond me observa y creo que nota que estoy nerviosa. Me siento desnuda, aunque es hermoso. ¿Le gustará? Bajo del auto, camino por la acera y veo a personas haciendo fila fuera del local. Las miradas fijas sobre mi piel me hacen sentir insegura. Me adelanto un poco más y le veo, está vestido de traje, el cabello lo lleva peinado hacia atrás y observaba su reloj de pulsera. Se percata de mí, por varios minutos me examina con la mirada y no aparta sus ojos, haciendo que mi piel reaccione.
Sonríe. Me acerqué a su cuerpo, le besé la mejilla y colocó una de sus manos en mi espalda baja, acariciando por un momento mi piel, cosa que hizo que el calor de mi cuerpo aumentara.
- Estás hermosa.- me susurra al oído luego de besarlo y solo puedo sonreir.
Entramos, ignore nuevamente todas las miradas y le seguí el paso hasta la otra planta ascendiendo por las escaleras. Al abrir las puertas de cristal forradas con madera nos encontramos con una terraza donde la luna alumbraba el lugar y una mesa perfectamente adornada. Christian me ofrece el brazo para acercarnos juntos y puedo percibir que el chico que nos guió hasta aquí no dejaba de observarme y comienzo a pensar que Christian ha elegido este vestido apropósito, sabiendo, muy en el fondo, que era lo que sucedería.
Al sentarnos, Christian me dedica una sonrisa de pie junto a su asiento, luego de acomodar la silla para mí.
- ¿Qué?.- le pregunto con una sonrisa nerviosa. \
- ¿Ya te he dicho que estás hermosa?.- se sienta.- No puedo dejar de mirarte, y creo que todos los hombres que nos vieron entrar opinan lo mismo.
- Con este vestido se puede ver hasta mi ropa interior, no es nada extraño que capte las miradas de los hombres.- bromeo.
- ¿De qué color son?
- No entiendo.- le observo confundida y me observa con una sonrisa divertida.
- Tus bragas, has dicho que todos han podido verlas, excepto yo. ¿Me las enseñas?- levanta ligeramente el mantel para mirar debajo de la mesa bromeando.
Río a carcajadas mientras me observa con una sonrisa placentera y me guiña un ojo. Me quedo pensando y creo que soltaré algo de lo que puedo arrepentirme mucho más tarde, pero no me importa:
- ¿Te digo un secreto?.- finjo susurrar y se acerca como evitando que alguien más pueda escucharnos, cuando en realidad estábamos solos.- No traigo ropa interior, ninguna prenda.
Me observa, se queda por un momento asombrado y luego sonríe con un poco de maldad al presenciar cómo me divertía al ver su reacción. Se saborea los labios, lo analizo y puedo asegurar que algo bajo sus pantalones se ha calentado por mi comentario, y eso, me gusta.
- Eres muy mala.- sonríe de medio lado.
- ¿Y qué sucede con eso?
- ¿Te digo qué sucede?.- vuelve a sonreírme de medio lado, acepto sonriente y no dejo de ver en sus ojos el deseo. Vuelve a morderse el labio inferior como si detuviera un poco las ganas.- Imaginarte desnuda bajo ese vestido me ha llenado la cabeza de ideas y ...- se detiene a observarme.
- Vale, te entiendo. ¿Quieres que pida la cena?
- Un placer.
Me levanto, observo en ocasiones hacia atrás donde sus ojos estaban muy pendientes de mi cuerpo. Me acerco al chico de la puerta y le pido que nos traiga la cena junto con una botella de champán, regreso, me tomo mi tiempo para caminar como nunca lo he hecho, quería que deleitara su mirada sobre cada centrimetro de mi piel, la que se podia presenciar y la que no. Quiero que se vuelva loco por mí, se tenia que decir y se dijo. Por su culpa este vestido ha sacado todo lo provocativo de mi ser.
Tomo asiento justo frente a él, nuevamente. Le observo.
- Tengo que darte una noticia.- me dice sonriendo.
- Te escucho.
La atmósfera sexual se ha esfumado y por primera vez en mi vida quiero seguir provocándolo, la parte interna de mis muslos arden y debajo de este vestido hace mucho calor.
- Esperemos a que nos traigan la cena, y así celebra..- se detiene, me observa un poco confundido.- ¿Qué pasa?
- Espera, algo me ha picado en el tobillo.
Me quito las bragas lentamente por debajo de la mesa, las dejo caer por mis pies hasta los tobillos y con cuidado las quito, dejándolas en mis manos. Encuentro un poco de preocupación en su rostro y la sensualidad se apodera de mi cuerpo completamente.
- ¿Estás bien?.- me pregunta.
- Sí, tranquilo.- coloco las bragas a un lado de la mesa.- ¿Qué decías?
Se queda observando la diminuta braga negra hecha un pequeño bulto a un lado de la mesa. Lo escucho respirar profundo, se pasa las manos por el rostro mientras sonrie y trata de controlarse, me observa con expresión de "¿Por qué me haces esto?". Me muerdo el labio inferior sin dejar de sonreír y sigue perdido en sus pensamientos mientras me analiza. Le deseo. Creo que mi cuerpo anhela follárselo ahora mismo, que me empotre contra el muro de la terraza o sentada en el borde de la mesa con mis piernas abrazando su cintura, ninguna de las dos opciones me incomoda.
- Creo que también me ha dejado la cabeza llena de ideas.- le provoco.
- ¿Y qué ideas son esas?
- Te sorprenderías.- sonrío.
- Créeme, ya lo has hecho.
Desvía la mirada hacia mis bragas por un momento, le sonrío cuando sus ojos van directo a los míos y creo que si no fuera delito fornicar en lugares públicos, ya estuviéramos comiéndonos a besos. Y comiendonos otras partes tambien, aclaro.
- Buenas noches..- escuchamos una voz masculina que se acercaba.
Llevaba un traje diferente, vestía de color negro completamente y los camareros se le adelantaron para servir la comida en nuestra mesa, mientras ambos nos poníamos de pie y nos acercábamos. Christian es el primero en acercarse y ambos se abrazan, me presenta luego. Se coloca a mi lado, una de sus manos sube por la parte trasera de uno de mis muslos, acariciando suave mi piel por debajo de mi vestido, muy delicadamente tocaba mis glúteos dejándome sin aire.
Él no dejaba de compartir palabras con el que al parecer era el dueño y chef del lugar, mientras propiciaba a mi cuerpo un maratón de reacciones provocativas. No podía articular palabra, el dueño del lugar preguntaba sobre mí y sobre mi trabajo, sin poder hablar observé a Christian que se animó a responder por mí. Mi cerebro estaba muy concentrado en sus dedos que se encaminaban hacia una zona más íntima. Me esta acariciando el culo, nadie en vida sexual se habia atrevido a tanto.
Su piel encontró lo que hacía ya dos segundos estaba buscando y se quedó ahí, las yemas de sus dedos jugaban con la entrada delicadamente, paro los movimientos quedandose solo ahi y crucé las piernas. Mi cuerpo comenzaba a temblar, toda mi piel sudaba, y gracias a todos los poderosos que están en el cielo, el propietario de despidió y se marchó con una sonrisa luego de que Christian apartara su mano de mi para volverse a abrazar como gesto de despedida.
Aproveché el saludo para adelantarme hacia la mesa y tomar asiento, él a los pocos minutos tomó asiento frente a mí. Me dirige la mirada directo a sus ojos y me sonríe, no dejo de observarlo y cruzo las piernas debajo de la mesa procurando aplacar un poco el fuego que llevaba cubriendo toda mi piel.
- ¿Te sientes bien?.- me pregunta.
- Perfectamente.- bebo de mi copa de champán.
- ¿Qué crees de la cena?.- me provoca con una mirada intensa.
- Caliente.- sonrío y le observo cómplice de nuestros deseos.
- Opino lo mismo.- sonríe tranquilo.- ¿Brindamos? Porque siempre sea así.
- Porque siempre sea así.
Terminamos de cenar tranquilamente luego del brindis, mientras, disfrutaba oírle hablar con entusiasmo sobre sus aventuras de pequeño. Cuando nuestros platos estaba totalmente vacíos los camareros llegaron a recogerlos y Christian se ha levantado para ordenar algo más, que al parecer es otra botella de champán. Está animado, tiene algo que decirme y me entusiasma verle así.
Cruzo mis pies bajo la mesa, termino con el poco champán que queda en mi copa y dentro del pequeño bolso que he traído suena mi teléfono, lo agarro y encuentro un mensaje de Emma:
"Estoy a punto de despegar, faltan pocos días para el cumpleaños de padre y del pequeño Jack, espero no lo hayas olvidado. Todos te esperamos. No faltes, por favor, sabes que eres su hija favorita. Deséame buen viaje, hermanita."
Dios, lo he olvidado. En tres días es el cumpleaños de mi padre y de mi sobrino, hace dos años que no viajo en esta fecha y el año que pasó lo olvidé por completo. Pero, ¿y Adam? ¿Lo veré? No quiero verle. No quiero encontrarme con él, estoy bien aquí con Christian. Me siento bien así. ¿Y si lo invito a viajar conmigo? Después de todo estamos compartiendo, pero... no mejor no, aquí estamos mejor.
Lo veo regresar, guardo el teléfono y le veo abrir la botella de champán que traía en las manos. Sonrío contagiándome un poco de su sonrisa, nos sirve en nuestras copas y toma asiento, agarra su copa, la levanta y lo observo atentamente.
- ¿Te he dicho que estás hermosa esta noche?.- no deja sonreír y río un poco esta vez. Noto su nerviosismo.
- ¿A qué se debe tanta alegría? Anda suéltalo.
- Ven conmigo a Estados Unidos.
Recuerdo el mensaje de mi hermana, a mi padre, recuerdo incluso lo que acaba de decirme y junto a eso a Adam. Le observo un poco perdida. Sonrío nerviosa.
- Me han ofrecido un proyecto por un mes y tengo que ir lo antes posible para unos exámenes de rutina y los preparativos.
No deja de observarme, aún no se le ha borrado la sonrisa de sus labios. Yo sigo un poco perdida.
- Que bueno, cuanto me alegro.
Junto mi copa con la suya y vacío todo el líquido en mi boca y trago de una vez. ¿Qué coño hago ahora?
- Está muy buena..- digo refiriéndome al champán y logrando cambiar un poco el tema de conversación.
- ¿Quieres ir unos días?
- ¿A dónde?.
- Conmigo. Hasta el día de las fotografías tendré mucho tiempo y podemos conocer un poco. ¿Qué dices?
- Emmm...- me observo las manos temblorosas poco después de colocar la copa encima de la mesa.- Me encantaría, pero tengo trabajo. Demasiado trabajo acumulado, pero te llamaré todos los días, te lo prometo.
Sonrío, su rostro ha cambiado por completo y no quiero amargarle la noche pero creo que ha sido inútil. Después de la noticia nada fue igual que cuando nos vimos en la entrada, no dijo nada más, no terminamos la botella de champán y nos marchamos enseguida. Estábamos en el auto de regreso a casa y coloco una de mis manos sobre las suyas, me observa, está justo a mi lado y observaba antes por la ventanilla con la mirada perdida.
Le sonrío para tranquilizarlo, lo hace igual pero su sonrisa se borra a los 3 segundos de estar en su rostro.
- ¿Cuándo te vas?.- apenas susurro.
- Mañana.
- ¿Por qué no me lo has dicho antes?.- pregunté sorprendida.
- Porque no lo sabía.
- ¿Por qué tan rápido? Aún faltan unas semanas para que empiece el próximo mes.- sigo sin entender porque se marcha tan rápido.
- Es mejor así.
Se detiene el auto y se baja primero, me ofrece la mano para descender y ambos caminamos hacia dentro de mi edificio luego de despedirnos de Raimond. Entramos a mi apartamento, expresó que se acostaría a dormir ya que estaba cansado. No dije ni una sola palabra, volví a apagar las luces y con los pies desnudos me encaminé a mi habitación, lo encontré bajo mis sábanas y parecía estar agotado.
Sin querer molestarle, me desnudé despacio frente al armario y quedándome, como mi querida y hermosa madre me trajo al mundo, agarré unas bragas grises junto a un enorme suéter negro para colocarmelo. Me giré. Encontré sus ojos pendientes de mí, la luz que irradiaba las luces violetas de alrededor del espejo le iluminaban el rostro. Subió el calor por mi cuerpo y observé el suelo de mi habitación un poco nerviosa. Me coloco rapidamente la ropa que llevaba en las manos.
- ¿Por qué me mientes?.- le escucho decir. Me sorprende de nuevo lo que dice y lo observo extrañada.- Sé que es por ese chico.- no puedo dejar de observarlo.- Lo sé Penélope, recuerdo nuestra conversación, pero no tenías que mentirme. ¿Me puedes explicar lo que sucede entre vosotros?
- No quiero hablar sobre eso.
- Ok, como quieras.- le escucho decir enfadado y le veo acomodarse de espaldas a mí.
Salí de la habitación, la luz de afuera alumbraba mi sala de estar y agarré los cigarrillos y el mechero, me encendí uno entre la semi oscuridad y dejé que se consumiera un poco antes de llevármelo a los labios. Observe el cigarrillo, la luz de afuera daba directamente hacia donde estoy sentada sobre el sofa, estaba yo justo igual, me consumia el miedo a verle de nuevo.
¿Por qué tengo miedo a verle? Con solo recordar aquella vez en el aeropuerto se me pone la piel de gallina, fue todo tan intenso. Joder, que mi piel sintió cosas cuando me tocó. No puede ser. No quiero, no estoy preparada para que vuelva a dejarme la cabeza revuelta, y ¿si volvemos a confundir las cosas? ¿Y si quiero tenerle de nuevo?
Me asombra un poco cuando le veo aparecer, toma asiento frente a mí y se alborota el cabello. Se pasa ansioso las manos por el rostro y me observa.
- Sé que es por él, no tienes que decirlo. ¿Es importante para ti?.- me pregunta.
- Es complicado de explicar.- se quedó en silencio y yo me volví valiente.- Tengo miedo. ¿Y si vuelvo a sentir las mismas cosas que antes? No quiero verle, solo eso.
- No huyas de lo que sientes. ¿Y si lo ves y resulta que ya nada es igual que antes?.- le observo con duda en el rostro.- Solo inténtalo, ¿qué puede suceder?
- No quiero arriesgarme.- terminé con el cigarrillo en el cenicero.
Me agarró el rostro y esa accion me sorprende, las palmas de sus manos sujetaban mi piel y su frente está pegada a la mía. Sus labios están demasiado cerca, tanto que puedo sentir su aliento. Cierra los ojos y antes de hablar respira profundo tomando mi olor como suyo.
- Te quiero, y no puedo negar que me da un poco de temor que le veas y que todo sea como ese antes del que tanto hablas. Pero...- hace una pausa.- me conformo con que me prometas que no me cambiarías por ese tipo.- sonríe como gesto de burla y abre un solo ojo para que entienda que está bromeando, pero es que tengo miedo de que esto que tenemos se marche.
- ¿Prometes que no te olvidarás de mi cuando estés a su lado?.- le suelto esta vez.
Estoy preocupada, y se da cuenta de eso. La idea de ayudarla a superar la adiccion me preocupa. Se percata de que no estoy bromeando, que todo esto me está atormentando la cabeza. Que le quiero, y que después de todo, pensar que podría estar lejos de mí me duele.
- Es imposible dejar de pensar en ti. Penélope, te has convertido en mi vida. En lo cotidiano, en lo que quiero. Que es inevitable sacarte de mi cabeza, joder. No lo consigo y no quiero hacerlo.
- Nunca te cambiaré por nadie, Christian.
Se sorprende un poc por lo que he dicho, pero sonrie de medio lado con algo de dulzura para besarme la punta de la nariz y quedarnos como ahora, con la mirada fija en cada uno.
- Joder, que moñas te has vuelto.- suelta y ambos nos descojonamos de la risa.
- Que odioso eres.- me levanto, paso por su lado y le alboroto el cabello.- ¿Te he dicho que después de decir algo lindo no se sueltan estupideces?
- ¿Te he dicho que tienes un culo fenomenal?.- le observo con una ceja levantada.- Joder, no puedo dejar de mirarte.
- Deja de sobar mi culo con la mirada, se me va a caer.- dije camino a la habitación.
Le escucho levantarse del sofá y seguirme con pasos apresurados. Me gusta este juego.
- Te has quedado desnuda delante de mis ojos, es imposible no mirarte.- me quedo frente a la cama observándole y se deja caer sobre el colchón con gran fuerza.
- ¿Me has mirado?.- le pregunto.
- Tal vez.
- Me siento acosada.- suelto haciendo la victima.
- Tu lo que quieres es que yo pierda los estribos y me lanze hacia ti, pero te digo algo, aguantaré y vendrás a mí, ya lo verás.- río a carcajadas.
- ¿Y eso aguatará?.- bromeo y ambos observamos a su entrepierna.
Me observa con un poco de fuego en sus ojos y sonríe.
- No sabes la resistencia que tiene.- coloca esa expresión pícara que lo caracteriza.
- Cuanto me gustaría probarlo.- susurro mientras finjo acomodar las sábanas.
- ¿Qué has dicho?.- pregunta con una sonrisa.
- Que me gustaría que no te arrojaras a la cama, acabarás con ella.- cambio de tema a la velocidad de la luz.
Sonríe de medio lado, creo que si me ha escuchado.
- A mí también me gustaría probarte.
Nos quedamos observandonos. Creo que mi vagina ya está acostada a su lado esperando que yo de la señal de que puede violarlo, o dejarse follar por sus manos, a ambas nos viene igual. Cualquier cosa que nos haga creo que nos gustará.
- Madre mía, dejemos de provocarnos. Estamos solos, y aquí. Créeme que con lo que hiciste en el restaurante ya basta para querer violarte.
- Pues hazlo, yo estoy dispuesto a dejarme violar por ti.
- No me gustan las presas fáciles.- bromeo tratando de cortar el fuego. Tengo mucho miedo.
Me acuesto a su lado y le escucho reñir a carcajadas. Le doy la espalda y se acerca, me abraza, coloca sus labios muy cerca de mi oído provocando muchas cosas en mi cuerpo.
- Dulces sueños, Penélope.- me susurra y besa mi cuello con delicadeza.
Sus dedos bailan por la piel de mis caderas y del costado de mis muslos. Comienza a dominarme el calor, sin pensarlo dos veces me giré hacia él, le beso con pasión. Sus labios me corresponden. Una de sus manos agarra mi cabello acercándome aún más a él. Saboreo sus labios. mis manos viajan por debajo de su pulóver y acaricio la piel de su espalda mientras sus labios besaban mi cuello. Gimo un poco al sentir su lengua jugar con mi oreja y me detengo al escucharme, respiro profundo y me percato de que el temor a envenenado mis sentidos.
- Tranquila, no te estoy pidiendo nada, ¿vale?.- acepto delicadamente con un movimiento de mi cabeza.- Duerme bien, cosa rara.
Sonrío, me deja un beso en la frente y deja su brazo estirado para que me acurrucara en su pecho. Estoy que quemo.
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