21. La llamada.

Puta pesadilla.

Abro los ojos lentamente, le veo, me dejé observar por esos ojos azules que tanto extrañaba. Estaba de vuelta nuevamente.

Lucía una sonrisa estupenda, y el calor de sus manos al acariciar mi rostro seguía siendo el mismo que recuerdo de aquella noche en París, este es el Christian que recuerdo, al que quiero.

El temor de perderlo para siempre llenaban mis ojos de lágrimas, esta vez no podía frenarlas, salieron silenciosas terminando en las sábanas y expuestas delante de su rostro. Acariciaba su rostro, me temblaban los dedos pero lo hacía despacio. ¡Joder, que bien se siente verle sonreír!

Abrazó fuertemente mi cuerpo, seguí llorando en silencio, estaba feliz de verle despierto. Poder sentir su regreso, su olor, su piel, todo era bueno para mí.

Tiempo después me preparó el desayuno en el comedor, me sonreía y estaba pendiente a cada movimiento que hacía. Aun me preocupaba todo lo que había sucedido, no quería recibir la próxima vez una llamada de Raimond desde el hospital diciendo que ha muerto por sobredosis, pero es algo que no me atrevo a hablarle todavía, al menos aún no.

- Raimond...- se levantó animado de la mesa y le abrazó fuertemente , gesto que le devolvió con mucha alegría dejando las compras en el suelo. Él también estaba feliz de verle bien.- Dame eso. Acompáñanos a desayunar.

Raimond tomó asiento en la mesa, me observaba un poco extrañado por su comportamiento. Comienza a incomodarme su alto nivel de alegría, me molesta que ignore lo que sucedió anoche. No me parece para nada divertido encontrarme su cuerpo inconsciente en el suelo cada vez que abra la puerta del baño.

Se incorpora a su asiento, justo frente al mío y me irrita como me sonríe tratando de borrar todo lo sucedido. Me es imposible olvidar lo que sucedió ayer, lo siento.

- El médico ha dicho que tendrás que hacerte unos exámenes.- solté observándolo.

Levanta la mirada de su plato por un momento hacia mis ojos y luego la desvía hacia Raimond.

- ¿Mi agente no me ha llamado aún?.- le pregunta evitando el tema.

- Creo que no, señ...- quiere decir Raimond pero le interrumpo.

- Nunca pensé que lo harías de nuevo.- solté de nuevo.

Esta vez sí me sostiene la mirada y deja sus cubierto encima de la mesa.

- ¿De verdad quieres hablarlo?

- Sí.- digo rápidamente.- Creo que es un tema importante.

- No le veo la importancia.- suelta con sarcasmo y sonríe un poco.- Después de todo estoy de vuelta.

Devuelve su mirada hacia su comida y finge nuevamente una sonrisa antes de hacerlo dejando claro que todo está "supuestamente bien en él" y que no quiere hablarlo.

- ¿Te estás burlando?.- me observa asombrado por mi tono de voz.- ¿Te parece gracioso lo que sucedió anoche?

Bebo un poco de agua para calmarme y al colocar el vaso sobre la mesa dejo caer por fuera un poco mojando el mantel. Me levanto furiosa de la mesa, no tengo más nada que hacer aquí, no puedo estar al lado de un adolescente inmaduro incapaz de solucionar sus problemas de la forma correcta:

- Señorita Stell, ¿a dónde va?.- le escucho decir a Raimond.

- Me voy, al parecer alguien se golpeó muy duro la cabeza anoche y dejó salir al estúpido adolescente que verdaderamente era.

- Entonces, ¿por qué estás aquí si piensas que soy un estúpido adolescente?.- regreso y le observo con furia.- Después de dejarte sola en París, ¿no crees que sea estúpido qué aún estés aquí?

Lo observo, cierro las manos con fuerza hasta sentir las uñas clavándose en mi piel, le odio. Subo las escaleras hacia la habitación, me encierro en el cuarto de baño, arrojo todo lo que tiene en la repisa y sedo un poco, el agua de la regadera caía sobre mi cuerpo mojando toda la ropa que llevo puesta, me calmo, dejo salir las lágrimas de una vez. ¿Cómo puede importarle su vida una mierda? ¿Cómo puede ser así?

Me desnudo dejando la empapada ropa en el suelo, respiro lo más profundo que puedo y dejo salir el aire lentamente, deseo estar en mi casa y eso voy a hacer, me marcharé sin decir nada, no concibo como alguien le da tan poco valor a su vida.

Después de varios minutos de relajarme mentalmente salgo con mi cuerpo envuelto en una toalla. Llevaba el cabello mojado en mi espalda y con los pies desnudos sobre el suelo alfombrado camino hacia la habitación, lo encuentro sentado en el borde la cama, tiene la cabeza apoyada sobre sus manos y me observa. Ignoro su presencia, camino hacia donde tengo doblada mi ropa.

- ¿Te marchas?.- le escucho decirme asombrado y me giro hacia él.

- ¿No crees que quedarme es otra estupidez?

- Penélope, lo del desayuno fue una tontería. Yo..- lo interrumpo.

- ¿Tontería? ¿Encontrarte inconsciente en la bañadera también es una tontería para ti? Te das cuenta de lo que estás diciendo.

Me observa, lleva los ojos marchitados y por mis venas corre el enfado, no lo logro entenderlo. No logro entender como alguien tan inteligente y maduro quiera ahogar sus problemas en las drogas. Creo que nunca entenderé como una persona a la que quiero juegue con su vida de esa manera.

Se levanta. Se agita el pelo. Camina nervioso sin sentido.

- Es complicado, ¿vale?...- suelta observándome.-No lo entenderías.

- Si te explicas creo que te podría entender.

- Es qué...- vuelve a agitarse el pelo y a caminar sin sentido.- Joder, cada vez que recibo su llamada. Que escucho su voz. Siempre discutimos. Logra que desnivele mi vida, llena mi cabeza con problemas y..- le tiembla la voz, vuelve a observarme y lleva los ojos llenos de lágrimas.- Joder, es la única mierda que me hace olvidarlo todo.  Me hace olvidar que existo.- ríe con tristeza y pude notar como borraba algunas lágrimas que se escapaban de sus ojos.- Solo cuando estoy a tope olvido que mi familia me odia por seguir teniendo sentimientos hacia ella. Que he perdido a mi único mejor amigo. Que mi carrera es una mierda y que no sirvo para nada. ¿Ahora lo entiendes?

- No, sigo sin entenderlo.- sigue mirando directamente a mis ojos.- ¿Crees que para mí no es complicado? ¡Joder, me importas! ¡Me duele verte así!.- esta vez soy yo la que está nerviosa.- Soy tu amiga y me hace daño ver como te destruyes de esta manera.

- ¿Qué quieres que haga? Ya no puedo controlarlo.

- Ok, como quieras. Pero..

Me coloco el vestido por encima de la toalla un poco enfadada, triste, es una mezcla espantosa que se aloja en mi pecho, dejo caer la toalla al suelo, me acomodo el vestido, agarro mis zapatos de tacón y trago en seco. Tengo que marcharme, tengo que demostrarle que lo que está haciendo no está bien, me lleno de valor, le observo directo a los ojos:

- Te quiero, Christian, pero creo que no estoy dispuesta a ver cómo te dejas morir. Lo siento.

Con la poca valentía que me quedaba tras decir esas palabras salí por la puerta pasando por su lado. Espero que entienda algún día que lo hago por su propio bien. Que no quiero verle mal. Que, después de todo, me acostumbré a ver su sonrisa y eso, es algo que por lo menos yo, quiero recordar siempre.

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