19. Japonés.

Abro los ojos lentamente, le veo profundamente dormido, se encontraba boca arriba y respiraba lentamente. Sonrío un poco, sigue estando igual de hermoso. Me levanto despacio, no quiero despertarle, me quedo justo en la entrada de mi habitación y le observo con atención. Su cuerpo descansaba tranquilo sobre mi cama y me hace bien tenerle cerca, no sé el porqué, pero me hace bien.

Camino hacia la cocina, me coloco el delantal y comienzo a preparar algo delicioso para desayunar, tengo a unos de los más famosos modelos de Europa durmiendo bajo mis sábanas, debo atenderlo como es debido.

La mesa del comedor está preparada a los cuarenta minutos, mientras, termino de organizar el desorden que había formado en la cocina para prepararlo todo, comienzo a cantar 24K Magic de Bruno Mars, canción que me relaja mucho.

- Buenos días..- brinco del susto que me provoca su voz por sorpresa y le lanzo la pequeña toalla con la que seco mis manos.

- ¡Joder, me has asustado!.- sonríe mientras juega con la pequeña toalla que agarró en el aire.

Lo analizo, se encuentra arrecostado en el marco de la puerta, lleva el pulóver por fuera del pantalón, el cinturón desabrochado por completo y en los pies mis pantuflas color naranja chillón con pelusitas encimas. Me río un poco, aún con eso se ve perfectamente, es que tiene estilo. Joder, como puede ser asquerosamente tan sexy.

- Creo que te quedan perfectas.- me burlo.

Levanto la mirada hacia sus ojos, le observo, él no deja de hacerlo con una sonrisa rara en los labios, de esas que dicen muchas cosas guarras nada más de observarlas:

- ¿Qué?.

- Creo que no había notado que tienes un trasero muy hermoso.

Me sorprendo un poco. En sus ojos se encuentran la picardía y el deseo sucio y pervertido de tenerme, termina con su escáner visual y se detiene en mis ojos. Ambos, en el fondo, nos tenemos ganas.

- Creo que se perciben mejor sin ropa.- le provoco.

- ¿Me dejarías verlas?

- Tal vez. Quizás. Quien sabe y un día de estos me aparezco en tus sueños desnuda.

- ¿Y quién ha dicho que no lo has hecho ya?

Me acerco un poco y me coloco justo frente a sus ojos.

- ¿Y qué ha sucedido en esos sueños?

Ríe a carcajadas, sus mejillas se tornar un poco rojas y me acaricia el rostro con una de sus manos. Cierro los ojos y disfruto del suave rose de sus dedos por mi piel, me relaja. Se acerca un poco más, abro los ojos para verle y besa mi frente despacio y me sonríe. Pasándome su brazo izquierdo por detrás de mi cuello, dejo descansar mi brazo derecho por su cintura y ambos nos acercamos hacia la mesa del comedor.

- ¡Wao! ¿Todo esto lo has preparado por mi?

Acepto con un solo movimiento de la cabeza y le veo rodear la mesa para colocarse justo frente a mí.

Comenzamos a desayunar en total silencio, un silencio incómodo, de los que temes a que se escuchen tus pensamientos, y justamente no quería que el tema "Adam, y el correo de recuerdos". Aquellas palabras tan intensas que leí no salían de mi cabeza. ¿Por qué me escribe? ¿Qué busca? ¿Qué quiere?

- Penélope...- Christian llama mi atención y le observo, lleva los ojos tristes.- Yo.. yo necesito disculparme contigo. En París me he comportado como un idiota, pero es qué...- no dejaba de observar como su cuerpo se llenaba por el nerviosismo, desviaba la mirada hacia sus manos evitando el contacto visual.- Ella...Lucy es...

Le interrumpo, sé que es ella aún es importante y eso es algo que no puedo ni quiero arreglar, después de todo es cierto lo que me ha escrito Adam, es imposible borrar del alma lo que queda bien grabado. Ambos tenemos garabateado el corazón por sentimientos rotos.

- Christian..- me observó directo a los ojos.- Solo quiero verte feliz, pero por favor, no vuelvas a hacerlo, y sé que sabes de lo que hablo.

Acepta todo lo que le dicho, y quiero pensar que lo ha hecho de verdad, no quiero verle peor.

- Gracias.

Me sonríe triste, le devuelvo la sonrisa de igual manera. Lo analizo, lleva el cabello desordenado y agarra los cubiertos con mucho estilo y clase, no puedo creer aun que lo tena justo frente a  mis ojos, que comparta sentimientos con él y muchos otros pensamientos impuros que me provocan sus frases con doble sentido y esos pocos minutos en donde el diablo aparece y nos demuestra que después de todo nos deseamos un poco.

Joder, vuelvo a mirarlo, él no se ha dado cuenta aun. No puedo parar de hacerlo. No puedo parar de preguntarme cuando fue el momento justo en que comencé a quererlo. ¿Cuándo se metió tan dentro de mí?

Le quiero, ¿quién no puede notarlo?, creo que la forma en la que lo miran mis ojos me delata. Le quiero, joder, pero no sé cómo, y no me preocupa en lo absoluto. Es extraño querer a alguien en esta sociedad sin ponerle un malito título. "Te quiero, como amigo"; "Te quiero, estoy enamorada". ¡Joder, te quiero y punto! Con lo fácil que es querer a alguien, y con lo difícil que lo ponemos a veces.

Te quiero, así, sin encabezados que frenen sentimientos. Sin porqués que justifiquen lo que siento. Sin ese maldito motivo que buscamos para comprender algo que sucedió de imprevisto, que se alojó en tu cuerpo como una droga y que te hizo ser feliz hasta más no poder. Te quiero sin mirar atrás, porque si te quiero ahora, te querré siempre. Así quiero yo, y de alguna forma, así busco que me quieran después de todo.

Nos hemos pasado todo el transcurso del día observando películas sentados en el sofá, mientras ingeríamos una gran cantidad de chucherías baratas y dulces deliciosos, acompañados de cerveza. Después del maratón de Harry Potter propuesto por mí, me ha obligado a interrumpirlo para ver mi primer capítulo de Friends, nunca la había visto y al final de tanta insistencia terminó gustándome, lo que no pienso decirle. Disfruto su rostro de asombro cada vez que le digo que "no me gusta" y su discurso de las numerosas escenas divertidas que ha visto tratando de convencerme. Ver como alguien que quieres habla con tanta pasión de lo que ama, es algo que a todos nos debería parecer hermoso, y para mí, verle hacerme spoiler de la serie me pone feliz.

En ocasiones encontré a sus ojos muy pendientes de mi cuerpo y mis acciones, eso exactamente me causaba intranquilidad. Me observaba como si fuera algo especial y, solo de pensarlo, me hacía querer quedarme siempre.

Terminamos con una pequeña cena de sushi y langostas que nos trajo Raimond para cenar. Después de disfrutar la comida el tiempo corría rápidamente, por lo que ya estamos aquí, en la puerta de salida esperando para despedirnos. Me abraza contra su cuerpo en este instante, creo que no queremos dejarnos ir.

- Joder, adoro abrazarte.- susurró oliéndolo un poco.

Le escucho reír un poco, me suelta, me deja un beso en la frente y me observa.

- ¿Nos vemos mañana?.- me pregunta pero lo hace en un tono de petición, ambos lo deseamos.

- ¿Después del trabajo?

- Vale, me escribes cuando estés libre.

Acepté lo que me dijo, me inclino colocando mis pies en puntillas y le dejo un beso en la punta de la nariz. Percibo que cierra los ojos cuando le beso y le sonrío cuando los abre de nuevo.

- Que tengas un bonito días mañana.

Agarra mis manos cuando terminé de decirle, las besa con delicadeza, me acaricia el rostro con una de sus manos  y vuelve a sonreírme.

- Igual para ti.

Se marcha, me apresuro y desde la ventana puedo verle salir a los minutos del edificio. Camina hacia el auto con las manos dentro de los bolsillos y mirando al suelo, abre la puerta trasera del auto, se queda quieto por unos segundos y le veo observar de nuevo hacia aquí. Estaba triste. Yo, confundida. Dentro de mi cuerpo se queda algo roto. ¿No quería que se marchara? Creo que la respuesta es sí. Supongo que eso sucede cuando encuentras paz junto a alguien, es tan tranquila y placentera que no quieres que se aleje ni por un segundo de tu lado.

La mañana en el trabajo ha sido un poco agitada, la editorial espera la visita de importantes inversionistas y justo una hora antes recibimos la llamada de la esposa de nuestro chofer personal, le ha ocurrido un pequeño accidente que le han tenido que inmovilizar un miembro inferior. Les he proporcionado un ramo de flores y su pago de inmediato de los meses que estaría fuera.

Mi jefa está sentada con la mirada perdida en algún sitio llena de preocupaciones, tenemos que conseguir este contrato, y lo vamos a lograr, eso espero. Me acerco a su cuerpo con nuestra última oportunidad en las manos, le beso la frente y antes de irme le susurro algo que pueda relajarla:

- No te preocupes, todo irá bien. Confía en mí, ¿vale?

Agarré mis cosas en mi escritorio cuando le dejé abandonada en el suyo. La escucho levantarse y justo antes de entrar en el ascensor le escucho decir:

- ¡Qué haría sin ti!.

Le veo en la puerta de su oficina cuando levanto la mirada.

- Nada.

Le guiño un ojo, me enseña los dedos cruzados como símbolo de suerte y le muestro los míos de igual forma. Salgo del edificio corriendo, creo que estos zapatos de tacón de leopardo son perfectos para mi ajetreada y loca vida. Detengo un taxi casi a punto de arrollarme, ya que me he colocado enfrente para que se detuviera. Le indico mi destino y le suplico que vaya con rapidez, mientras, le escribo un corto mensaje a Christian, mi Sexy Boy: 

         "Necesito tu ayuda urgentemente" 12:30 pm.

"Por favor, responde rápido", susurro en mi interior nerviosa y escucho una notificación, es él:

   Sexy Boy: "Para qué soy bueno" 12:32 pm.

Sonrío, le pido que me recoja en el aeropuerto en veinte minutos por cuestiones de trabajo, a lo que acepta sin pedir explicaciones.

Llego a mi destino y entro corriendo con rapidez, ya deben estar esperando. No encuentro a nadie todavía y me acerco a una ventanilla de información y me dan la noticia de que el vuelo se ha retrasado un poco. Dejo salir un suspiro de alivio, le envío un mensaje de la noticia a mi jefa la cual se alegra demasiado llenándome pantalla de emojis de rostro de felicidad en un mensaje.

Terminamos de arreglar varios asuntos que faltaban, levanto la mirada y veo que ya están saliendo los pasajeros, guardo el teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón, plancho un poco mi camisa con estampado de leopardo que combinan perfectamente con mis zapatos de tacón, agradezco mucho que Christian me la haya regalado dentro de las cosas que hemos traído de París.

Visualicé a dos hombres uniformados junto a una chica elegantemente vestida y me acerqué. En un perfecto inglés me presento, los dos hombres hablaban muy fluido mi idioma, pero la delgada mujer de ojos rasgados no expresó nada. Mientras caminaban delante de mí hacia la salida recibo la llamada de Laurent avisándome de la noticia de que la mujer asiática que me ha escaneado con la mirada solo hablaba japonés:

- Joder, que no sé japonés.- le susurro.

- ¿No sabes ni siquiera saludar?

- Que no, joder. No sé decir ni chúpame las tetas en francés, voy a saber hablar chino.

- Japonés.- me recuerda muerta de la risa.

- Es lo mismo, todos se parecen.- se burla nuevamente.- Joder, que no te burles. ¿Y si me pregunta algo que hago? ¿Le enseño las tetas?

- Seguro que le gustarán.

- Cafre, no te burles más, esto es serio.- le pongo seriedad al asunto.

- Ok...ok, tranquila, de eso me encargo yo. Tú de todas formas, si te pregunta algo extraño enséñale las tetas, al menos se irá molesta, pero con un buen recuerdo.

- Que graciosita estás hoy.

Levanto la mirada, los inversionistas se había detenido a saludar a dos hombres uniformados. Uno mucho más alto que el otro. Me acerco, pero me detengo muy cerca de ellos.

¿Qué hace aquí? Sus ojos caramelos se percatan de mi presencia. Me analiza con una sonrisa de satisfacción. Su rostro demuestra que le ha encantado verme, lo veo en sus ojos. Yo no puedo decir lo mismo. Como puedo estar tranquila si delante de mis ojos está Adam Wyatt, la persona con la que he vivido tan intensamente en pocos días. Vestía un traje color azul oscuro y llevaba en las manos un portafolio de cuero, se veía elegante y el aire de abogado le asentaba muy bien. La chica asiática preguntó si nos conocíamos en un inglés rudo, tragué en seco y desvié la mirada hacia otro sitio. Le escucho responder en un fluido japonés, se escucha tan sexy, por dios, ya es obsesión. ¿Cómo puede alguien escucharse sexy halando japonés? No lo sé, él lo era.

Mis pies comenzaron a temblar cuando nos dejaron solos, ¿por qué me sucede esto?

- ¿Cómo estás?.- le escucho decir y no tengo el valor de mirarlo a los ojos.

- Trabajando.- respondo cortante.

Con una de sus manos quiso dirigir  mi mirada hacia la suya pero al sentir el roce de sus dedos me aparté un poco por la ola de calor que atacó a mi cuerpo de momento. Le veo sonreír con ternura.

- Estás hermosa.- le escucho decir.

Mi cabeza comienza a dar vueltas. No paro de pensar. Mis ojos estaban conectados con los suyos. Creo que sería buena idea desmayarse aquí mismo y no despertar en una semana, pero mi estúpida cabeza no se apaga, sus ojos se quedan pendientes de mis movimientos, provocando dentro de mi piel millones de recuerdos. Momentos llenos de magia en los que Adam Wyatt y Penélope Stell son los protagonistas.

Me armo de valentía, desvío la mirada hacia mis manos temblorosas, creo que no debemos hacernos esto. No debo hacerme esto.

- Debo irme.- quise alejarme pero sujetó suave una de mis manos.

- Tiene una pequeña adicción hacia la marca de tu camisa.- observamos a la chica asiática que nos observaba desde lejos.- Le ha fascinado, creo que eso te ayudará.
Gracias.

Le doy la espalda, me acerco hacia los inversionista, nos dirigimos hacia la salida  y justo antes de salir volteo mi cabeza con la esperanza de verle marchar, de no encontrarlo, pero ahí estaba, el karma ha vuelto a jugar en mi contra.

No dejaba de observarme. Sentí la sensación de que deseaba correr hacia aquí y susurrarme un "Lo siento, fui un inútil", de que quería besarme como lo hizo aquella madrugada justo después de aquel "Te quiero" que nos marcó tanto. Joder, ¿por qué estoy triste? Vuelvo a darle la espalda, es demasiado tarde, paso mis dedos por el borde de mis ojos para impedir que se escapen las lágrimas. Ambos tenemos que aceptarlo, él decidió rehacer su vida, y yo, estoy intentando vivir la mía. Estamos en sitios diferentes de un mismo mundo.

Dejo salir un suspiro profundo, siento un peso en el pecho y la tristeza dominaba mi cuerpo. Encontrármelo no fue para nada cómodo, todavía me afecta su presencia. Joder, ¿cómo puede ser todo tan intenso con él?

Me animo a concentrarme en mi trabajo, visualizo el enorme auto de Christian y nos acercamos. Con dos toques en la ventanilla le hago saber que ya estamos aquí y me sorprende verlo vestido perfectamente de traje. Trato de no reírme en voz alta y me guiña un ojo, saluda, abre la puerta para los invitados y me acerco a su cuerpo cuando le veo guardando el equipaje en el maletero.

- ¿Qué haces?.- le susurro mientras trataba de detener mi risa.

- Raimond no estaba en la casa, y como era algo urgente vine yo mismo.- río de nuevo en voz baja.- No te burles, joder. ¿Cómo me veo?

Abre las manos dejándome ver todo su cuerpo. Me percato de que lleva una de esas cosas de plástico en la oreja y me burlo, se lo quito con cuidado mientras no dejo de reírme.

- Gracias por burlarte.- cierra el maletero.

- Pero déjame mirarte bien.- lo analizo.- Eres el chofer más sexy que he visto.

Le guiño un ojo. Me sonríe. Está emocionado por interpretar el papel de chofer. Entramos al auto, nos pusimos en marcha con rapidez y en varias ocasiones nos observábamos cómplices de nuestros pensamientos.

Al llegar  Laurent nos estaba esperando a las afuera del edificio, al verle bajar del auto se asombró mucho, le susurré un pequeño "Después te explico" antes de verle marchar con los inversionistas.

Justo después de una hora de reunión Raimond condujo hacia el hotel a nuestros invitados mientras, Laurent, Christian y yo regresábamos a la oficina. Todavía seguía en nuestros hombros el peso de la responsabilidad de que los inversionistas se decidieran por nuestra editorial, por lo que he escuchado de Laurent, la respuesta nos llegará mañana ya que la chica asiática no tiene muy clara la decisión.

- ¿Qué vamos a hacer ahora?.- se sentó con la cabeza apoyada en sus manos.

- No lo sé, déjame pensar un poco.- le dije tomando asiento frente a su escritorio.

Escuchamos leves toques en la puerta, dirigimos nuestras miradas hacia allí, Christian estaba justo de pie en la entrada de la oficina, aún vestido con su traje de chofer con lo que parecía mucho más serio y atractivo.

- Tengo una idea...- dijo casi en un susurro.

La idea de Christian era un poco arriesgada pero era la única opción que nos quedaba, teníamos que asegurarnos que su respuesta fuera un rotundo sí, así que, si teníamos que emborracharlos hasta que explotar, eso haremos. Había que arriesgarse.



Bajo de un taxi a las afuera de un centro nocturno muy lujoso que ofrecía una gran sala VIP de la que teníamos acceso gracias a Christian. Llevaba un vestido blanco de una manga, ajustado a mi cuerpo, zapatos de tacón, bolso pequeño y el cabello recogido, dejando notar mis risos, mis pendientes y el maquillaje sencillo que me había realizado discretamente. Respiro profundo antes de entrar, podía oler aún mi perfume, el de la suerte, porque esta noche la necesitamos.

Me cerqué a una puerta que llevaba pintado las tres letras  importante, VIP, Raimond esperaba por mí y colocándose justo a mi espalda entramos. El lugar estaba igual de personas, inundado de ellas, me sentí un poco incómoda al sentir todas las miradas fijas en mí.

Sentí de sorpresa el abrazo de Laurent, se le veía perfectamente con aquel vestido rojo, y Christian, estaba allí, no dejaba de observarme.  Solo le faltaba algo con lo que pudiera recoger la baba. Le sonrío un poco apenada por su intensa mirada, se levanta, me deja un beso en la mejilla y me entrega mi bebida. Creo que la noche comienza justo ahora.

La música hacía que todo retumbara muy fuerte, los dos hombres bebieron tanto que uno se encuentra justo ahora encima de la mesa haciendo un striptease a Laurent que se descojonaba de la risa, mientras que el otro que lo acompañaba le arrojaba billetes. La chica, ella estaba besándose con una pareja de un chico y una chica, en un lugar muy apartado y oscuro. Todos nos divertíamos mucho.

Christian me tomo de la mano, me llevó entre las personas y comenzamos a bailar dominados por el alcohol.

- ¿Cómo lo estás pasando?.- me dice cerca del oído.

La música nos impedía escuchar nuestras voces.

- Mejor que nunca.

No dejaba de beber mientras le observaba. Seguía hermoso.

- Gracias.- le dije.

- No te he ayudado de gratis.

Me sonríe. Me río a carcajadas por su rostro, por lo que ha dicho y por lo feliz que estoy.

- ¿Qué quieres a cambio?.

Me acerco un poco para decirle y me tambaleo, coloca una de sus manos en mi cintura, mis ojos se quedan en los suyos. Mi respiración se acelera. Al igual que la suya.

- Algo tuyo.- le observo un poco extrañada.- Lo primero que te pase por la mente.

Me detengo. "Bésalo", me susurraban las ganas al oído. Sus labios. Su respiración. Sus ojos. Sus manos en mi cuerpo. Joder, que ganas de.....besarlo.

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