16. Tu desorden.
Abro los ojos lentamente. Estiro mis brazos. No le veo a mi lado, anoche me he quedado dormida encima de la cama mientras le veía observarme acostado a mi lado. ¿Habrá dormido conmigo? Me siento en el borde la cama, las ventanas están abiertas y desde aquí puedo ver lo que hace a París tan famoso, la Torre Eiffel. Hermosa, brillaba a lo lejos. Suspiré profundo, amanecer aquí, tranquila, descansada, llena de energía y feliz, ¿qué más pudiera pedir?
Lo observé todo, encontré una nota pequeña encima de la mesita que se encuentra al lado de la cama debajo de una rosa:
"Buenos días, tuve que marcharme muy temprano a trabajar. Estabas tan hermosa durmiendo que casi me fui de puntillas para no despertarte. En el sobre tienes una tarjeta con la que puedes utilizar a tu antojo, y en la salida se encuentra un chico llamado Raimond que te mostrará la ciudad tanto como desees.
Llegaré en la noche. Disfruta de Francia.
PD: Espero no ser sustituido por algún Francés."
Sonrío. Me levanto de la cama y llevo una fe sus camisetas y un pantalón chándal que me ha prestado. Me coloco mi ropa y bajo en busca del chico Raimond. Salgo del hotel, y me quedo quieta, observándolo todo.
- Señora Stell...- levanto la mirada del teléfono y me asombró un poco. - Buenos días, señora Stell.
Me quedo anonadada. Raimond mide aproximadamente 1.90, lleva una barba espesa de color rojizo como mi cabello, unos ojos azules que cubría con unos lentes de sol oscuro, vestía completamente de negro y en la camiseta que llevaba debajo de la chaqueta negra de cuero, lucía una linda calavera en rojo y unos carteles de rock.
Enseguida sin hablar, nos montamos en un auto color rojo brillante que deslumbró a todos en cuanto salió del parqueo. Raimond conducía a toda velocidad por la ciudad, se detuvo delante de una tienda de Gucci y lo observé por el retrovisor, "Seguro que puedo entrar a esa tienda", él desvía su mirada hacia al frente y me quedo observando un poco dudosa la tarjeta de crédito que me ha dado Christian.
Me bajo del auto, a penas son las doce con treinta del medio día, madre mía he estado aquí adentro por dos horas. He mirado más de lo que he comprado la verdad, me da un poco de vergüenza gastar tanto dinero en una camisa o en un pantalón.
Mi teléfono comienza a sonar, observo el nombre de Sexy Boy en la pantalla y agarro la llamada.
- ¿Ningún francés te ha coqueteado todavía?.- le escucho decir primero.
- No he tenido suerte, los que me han coqueteado están feos de los cojones.- le miento un poco y le escucho explotar de la risa.
- ¿Cómo va tu día?.- le escucho decir luego de reír.
- Hermoso, aunque creo que Raimond me ha traído a la tienda equivocada.- se ríe un poco.- ¿Cómo puede ser que una camisa tenga como precio dos mil euros? No puede ser, ¿esta camisa habla o te folla?
No para de reírse y me contagio un poco. Se escucha feliz, me alegra que lo esté. Anoche me he preocupado mucho.
- ¿Cómo va el trabajo?.- le pregunto.
- Tengo tiempo para almorzar. Va bien, nada fuera de lo normal.
- ¿En qué trabajas?
- Solo tienes que observar bien, para que te des cuenta.
Levanto la mirada. Camino por el local, ¿qué quiere que observe?
- No entiendo...- me quedo anonadada. Delante de mis ojos se encuentra en la pared un enorme cartel con una foto donde vestía un conjunto de Gucci hermosamente peinado al lado de otra chica.- Wao, no se qué decir. Nunca pensé que fueras modelo. ¿Puedo llamarte luego?
Terminé la llamada antes de que pudiera contestar. Me quedé observándole. Estaba hermoso. Es hermoso. Se ve un poco más joven. Más vivo. Más feliz. Lleva camisa, pantalón y...joder, está apetitoso. ¿Qué hago yo con un modelo de la Gucci? Madre mía, esto no puede ser cierto. Le tomo una fotografía al cartel y justo en ese momento recibo un mensaje suyo que me hizo sonreír:
Sexy Boy: "Te ves hermosa" 12:43 pm .
Observo hacia a fuera y le veo sonreír apoyado en el auto. Llevaba unos lentes oscuros, unos jeans negros, una camiseta azul metida por dentro del pantalón, unos zapatos deportivos y llevaba los brazos cruzados a la altura del pecho.
Corrí hacia afuera. Al verme salir me observó con una sonrisa y se acercó un poco, lo tomé fuertemente en mis brazos casi dejándolo sin aire. Agarró mi cuerpo, me dio giros y me susurró al oído que me extrañaba. Las chicas que atendían la tienda salieron alarmada por mi huida ya que llevo en las manos dos camisas carísimas que no he pagado, ni si quiera me las he probado, pero deseaba abrazarle. Él le ha hecho una señal para tranquilizarlas.
Le beso las mejillas, ambas, besa mi frente con tranquilidad y me acaricia un poco los brazos.
- Aún no puedo creer que seas modelo. ¡Joder, que hago aquí! Que orgullo.- no deja de sonreírme.- Quiero un autógrafo.
- ¿En dónde lo quieres?
- En una nalga, no te jode.- bromeo.- En ambas nalgas, y si se puede también en los pechos.
- Pues con gusto. No le puedo negar un autógrafo a una fan.
Me besa la frente nuevamente. Raimond sale de la tienda con dos bolsas y me pregunté internamente cuando ha entrado. No le visto. Christian agarra las camisas que llevo en las manos y se las entrega a Raimond, que con delicadeza las deja dentro de cada bolsa. Observo al grandote a mi espalda algo extrañada, ¿qué sucede?, Christian me abre la puerta del auto. Entro con obediencia, y él rodea el auto y conduce a toda velocidad.
- ¿Y Raimond?.- le observo de pie justo donde estaba.
- Le he dado la tarde libre.- me sonríe.
- ¿Y a dónde me llevas?
- Almorzar, me he enterado que no has desayunado. ¿Por qué te enfrascas en no comer?
- No todos los días se despierta en París, guapo. Tengo que aprovechar cada hora.
- Puedes venir cuando desees, solo tienes que comentármelo y lo arreglaré para ti, ¿vale?
- Wao, muchísimas gracias.- le guiño un ojo y se ríe.- Después de todo lo que has hecho por mí, tendré que chupártela con mucho estilo.
- ¿Siempre eres así?
- Solo cuando estoy en París.- sonrío y ríe un poco.
Desperté. Un sonido constante y algo molesto incomodaba mi sueño. Abrí los ojos, lo encontré a mi lado dormido, estaba abrazada a su cuerpo, alargo mi mano hacia dónde viene el sonido y agarro el teléfono de Christian para apagar la alarma. Coloqué su teléfono entre nuestros cuerpo, le observé. Estaba perfectamente dormido. Su respiración era calmada, tranquila. Llevaba el cabello revuelto. Sonrío. Es hermoso. Acaricio con mis dedos la piel de su rostro, sus cejas, su nariz, sus labios...son tan...¿cómo sería besarlos?
Se mueve un poco y se coloca frente a mí, dejando una de sus manos en mi cintura. Me acerca a su cuerpo. Me quedo con su aroma. Yo, ya olía a él.
- Buenos días..- susurré con una sonrisa.
Me sonríe aún con los ojos cerrados. Mi rostro queda muy cerca del suyo y un escalofrío corrió por mi espalda. "Joder, lo que tengo que soportar" los deseos de besarlo no me dejaban tranquila. Esas ganas de tenerlo piel con piel. Beso su nariz. Sus mejillas. Sus párpados. Su frente. Le beso toda la piel que puedo para despertarlo. Abre los ojos. Se estira un poco y bosteza.
- ¿Qué hora es?
- Las siete con veinte, aún estamos en París..- le beso la barbilla.- Despierta ya, tienes trabajo temprano.
- Déjame un poco más..- abraza mi cuerpo por completo y río.
- No seas dormilón, y despierta.
Hace un gesto con la cabeza negando su madrugador despertar y me quedo hipnotizada con su cabello. Dejo que mis dedos se enreden en él. Lo peino hacia un lado. Luego hacia el otro. No dejo de acariciarlo por unos minutos.
- ¿Cómo has dormido?.- le escucho preguntar.
Sigo perdida en su cabello y en su... No, nuestro aroma, ya hasta eso compartimos. Sé que me observa con atención, pero yo estoy perdida en su cabello.
- Perfecto, no siempre se duerme con un famoso modelo.- le observo por un momento. Devuelvo la mirada hacia done aún seguía acariciándole.- ¿Cómo es posar frente a una cámara?
- Tan fácil, que resulta aburrido y agotador.- sigo en lo mío mientras lo escucho. "Es imposible que ser modelo sea tan aburrido como lo pintas", quise decirle, pero no tengo manera de saberlo.- Pero, puedes hacerlo un poco más fácil para mí.
Observo sus ojos. Sonríe satisfactoriamente como si tratara de convencerme y me negué, aunque me encantaría.
- No, no quiero molestar.
- ¿Quién dice que molestarías?
- Sería un estorbo, Christian. Mejor me quedo aquí tranquila esperando a que llegues.- digo para convencerme.
- ¿Estás segura de que no quieres ir?
Lo observo. Es tan maldito que logra convencerme, que logra conocerme a la perfección. Puto. Río un poco. Creo que ya he cedido.
No sabía cómo ir vestida adecuadamente así que me coloqué uno de los vestidos que he visto en las bolsas que ha traído Raimond para mí, algo ligero, de color azul pastel con pequeñas florecillas blancas por toda la tela. Llevaba escote, con tirantes que se anudaban encima del hombro con dos lazos pequeños y ni muy largo, ni muy corto. Me coloqué unos converses blancos, el cabello en un semi recogido que consistían en que la mitad de encima del cabello estaba recogida con un moño deshecho y la otra mitad caía en mi espalda. Me coloqué unos lentes de sol oscuros como los suyos y un pequeño bolso de la Gucci, algo que agradeceré eternamente.
Llegamos al set y justo detrás de él, todos me saludaban y estaban pendientes a mí, algo que terminó cuando Cristian comenzó a posar con toda naturalidad. Es talentoso. Me senté junto a Raimond, en lo último del set, donde no molestábamos a nadie en su trabajo. Agarré unas revistas de cotilleo mientras mi compañero devoraba un paquete de papas fritas, el olor me llamaba. Lo observé algunas veces, hasta que me brindó y le sonreí agradecida mientras agarré un puñado.
Con atención observé una publicación de una chica, era rubia, muy delgada, pero de esas que ponen. Ojos azules perfectos. Cadera. Pechos erguidos y para anda exagerados. Sonrisa perfecta. Cintura pequeña. La piel le brillaba. Nariz respingada. Delicada. El prototipo de una princesa de Disney. Leo un poco. La chica cumplía veinticuatro años justamente hoy, su familia adinerada celebraba su cumpleaños en una de sus grandes mansiones en un salón de fiestas donde asistirían todo tipo de celebridades. Al final del artículo decía que le habían preguntado en una entrevista que si su ex, el que un día formo junto con ella la pareja más amada de Europa, sería invitado a su cumpleaños, ya que en años anteriores no mantenían buena relación, a lo que ella respondió:
"Entre Cris y yo ya no existe discordia. Hemos limado las perezas. Después de todo lo que vivimos creo que lo mejor es llevarnos bien, y eso hacemos."
La pregunta siguiente me dejó asombrada. El periodista le preguntó que si algún día existiría la posibilidad de volver a verlos juntos y ella respondió:
"Cristian Morgan y Lucy Monrroy, siempre serán un equipo"
No dejo de observarlo. Me sonrió en una ocasión mientras el fotógrafo revisaba las fotos. Se ven tan bien juntos. Son tal para cual. ¿Ha pensado ir hoy a felicitarle? ¿Me ha traído por ese motivo? Raimond no deja de observarme, yo, estoy perdida en mis pensamientos y en mis dudas.
No quise observar otra revista, dejé la que tenía en las manos y la dejé ahí, en varios minutos observaba el rostro de aquella chica, ahora no entiendo mi estadía en París. No lo comprendo. ¿Qué hago yo aquí? Raimond no mencionó palabra, justo a las doce con treinta todos decidieron irse a almorzar dejándonos solos. Me quedo por un momento sola cuando decide ir al baño a cambiarse.
Me quedo observando el set. Me colocó justo donde hacía ya varios minutos se encontraba él posando elegantemente. Todo se ve diferente desde este lugar, las luces, las cámaras, el vestuario, allá, en lo último, donde estaba sentada observándole con atención. Perdida en lo perfecto que se ve junto a ella. En lo increíble que pudo ser verlos juntos.
- Te ves hermosa.- le escucho decir parado frente a mí
Llevaba una bata de satín en un color azul oscuro. Me observa con una sonrisa y por mi piel corre un escalofrío con solo imaginarme su cuerpo desnudo bajo las delicadas telas de satín. Dios, que mente la mía. Lo observé, estoy un poco atormentada por lo que he visto. No dejo de observarle fijamente a los ojo desde aquí, sentada en la silla de madera que han colocado justo frente a las cámaras.
- ¿Por qué piensas tanto?
- Creo que a veces necesito tener todo controlado.- me levanto de la silla.
Se coloca justo frente a mi cuerpo. Me agarra las manos. Me observa.
- Soy un desorden, lo sé, per..- me acaricia el rostro y le interrumpo.
- Me siento bien así. Me hace bien que compartas tu desorden conmigo.- no deja de observarme un poco asombrado.- Y eso es a lo que temo.
- ¿A que temes?
- Al después.- toma asiento en la silla. Me deja sentada sobre sus piernas mientras le examino con la mirada.- ¿Y si no hay después?
- Para nosotros siempre existirá un después, te lo prometo.
No dejo de observar sus ojos. ¿Será cierto lo que dice? ¿Y aquella chica? Muero por preguntarle, pero temo. Dejo mi cabeza sobre su hombro, ¿existirá un futuro para Christian Morgan y Penélope Stell?
Comenzó a hacerme cosquillas, de la nada, ambos comenzamos a reír a viva voz ya que también logré hacerle un poco para vengarme pero no lograba mucho. Me levanté. Me coloqué detrás de su cuerpo. Le pasé las manos alrededor del cuello y descansé mi barbilla sobre su hombro derecho. Olí un poco de su perfume directamente de su piel, y eso hizo que reaccionara a mi tacto al sentirme.
- ¿Puedo imaginar que estás desnudo?.- bromeé un poco aún perdida en su aroma.
- Es que lo estoy.- ambos reímos. El silencio se quedó entre nosotros y dejó un beso distraído en mi brazo con la mirada perdida al frente.- Gracias por hacerme el día más fácil.
- ¿Te hace bien que esté aquí, justo a tu lado?
Me observa. No expresa nada. Creo que sé que responderá, pero quiero escucharlo. Todo mi cuerpo necesita escucharlo.
- ¿Lo dudas?
Me observa por unos minutos. Sus ojos se pierden en el camino de mis ojos a mi boca, ida y vuelta. Respondo con un movimiento de mi cabeza en negación.
- Me alegras los días, cosa rara.- se burla un poco de mi, ambos nos reímos. Acaricia mi rostro con ternura.- Creo que te estoy queriendo demasiado.
- Yo igual.
Me quedo con los ojos cerrados. Siento que apoya su frente en la mía. Dejo salir un poco las tensiones en un suspiro. Disfruto del rose de sus manos en la piel de mi rostro. Disfruto de su aroma. Disfruto de él. De nosotros. Disfruto de ese pequeño momento en el que somos valientes y soltamos un poco de eso que sentimos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top