CAPÍTULO 2

Salí del palacio. Necesitaba comprobar que no hubieran espacios vacíos, pues no quería que ellos tuvieran ninguna manera de llegar hasta a mí, no podía morir, no antes de verlos caer, no antes de cumplir con todas las promesas a mi nación.

Lyra me miró con una ceja levantada, si, ella decía que lo sobrepensaba demasiado, al final tuve que contarle lo que más pude ver al físico del hombre que me había intentado asustar.

-¿Y entonces tenía un cubrebocas? -preguntó por séptima vez.

-Si. En realidad fue horrible. Por un momento pensé que si moriría...

-Yo tuve una terrible pesadilla, la cual me despertó, por eso llegué a la alerta -explicó -Oasis me parece indignante que no tomes más precauciones de las que deberías, sabes que quieren acabar contigo y no puedo permitir que eso te pase.

-Y no pasará Lyra, tenlo por seguro, solo necesito pensar sobre un plan y reclutar muchos más caballeros para que investiguen sobre la persona que fue atacarme a mi habitación y saber como logró entrar.

-¿Crees que fue un plan de Junnie? Porque si es así, voy arrancarle la garganta yo misma con una navaja hasta que rompa cada una de sus cuerdas vocales y...

-Wo, Wo, Wo. Tranquila, solo espero que no sea ella, porque bastante he tenido que soportar para vivir en paz sin derramar mucha sangre como para que ella esté jugando a los cazadores.

-Voy a investigar, encontraré al culpable de este disparate y acabaré con él.

-Lyra. Lo quiero vivo, así que si lo encuentran, traiganlo aquí, que yo misma me lo cobraré.

-Como ordene, su majestad.

Lyra se levantó de mi enorme cama.

-Bien. Iré a revisar la frontera, no podemos relajarnos sabiendo que tenemos amenazas nuevas.

-Bien -Lyra salió de mi habitación.

-Mi reina, el pueblo ya ha recaudado los fondos para fortalecer la frontera -informó un caballero de bronce llamado Lincort.

-Empieza a armar los planos. Quiero el reino reforzado cuanto antes.

-Como ordene -hizo una reverencia antes de irse.

El tiempo libre que tenía antes de empezar a trabajar lo usé para cuidar de mi piel, mi cabello y mi hermosa figura. Porque si iba a morir, al menos lo haría estando bella.

Al terminar mi rutina de yoga me cambié de ropa, portando un hermoso vestido azul celeste, que se ajustaba perfectamente a mi figura.

Fui a la sala de juntas, donde todo el consejo tenía sus reuniones para discutir lo mejor para nuestras tierras, el cual contaba con cinco presencias dignas de estar allí.

Oasis: Representante de la realeza.

Lucio: Representante de la población extracto alto y mano derecha de la realeza.

Jeep: Representante de la población extracto medio.

Merrill: Representante de la población extracto bajo.

Nuoseline: Representante del reino vecino ala oeste. Colaboración para unir nuestras tierras.

-Sean bienvenidos a la sección de hoy -dije levantando las manos he indicando que se sentaran -, como sabrán, anoche he sido atacada por un hombre de identidad desconocida, he ordenado reforzar las murallas y a reclutar más solados. Estamos preparándonos para cualquier ataque.

-Pido permiso para hablar, su majestad -empieza Merrill -, no puede pedir subir tanto los impuestos, menos para una guerra que no sabemos si va a llevarse a cabo.

-Es mejor prevenir que lamentar señora Merrill, pues no solo atacarán el reino, sino también su poblacion, por lo tanto las vida que podría estar en peligro si no refuerzo el área externa pueden ser de su propia familia.

-Entiendo completamente su punto reina mía. No tengo más peticiones, puede proceder con la junta.

-Bien. Retomo la palabra, como dije antes me estoy jugando todo para que nuestra nación tenga más protección, no podemos tener bajas.

-Eso es casi imposible, su majestad. Sabemos que usted es la única reina que lidera sus propias tierras sola, como también tenemos claro que es usted una reina increíble y que se preocupa por su pueblo, por lo tanto eso le da paso libre a los otros reinos para atacar, la misma razón por las que no hemos avanzado -protestó Jeep.

-No cuestione mi manera de reinar, se lo prohíbo. No estoy preguntando nada sobre gobernar otras tierras, cada quien que tenga lo suyo y listo.

-¿De dónde cree usted que su padre sacó dinero para expandir Edelgarder?...

-Para eso tenemos el trato con Neuseline. O ¿Se les ha olvidado que ella es la reina vecina y está dispuesta a expandir su reino con el nuestro?.

-Exacto su majestad, tiene usted toda la razón -dijo la reina de cabello cobrizo -, estos plebeyos no pueden venir a opinar sobre temas que ahora no se están tocando.

-En caso de cualquier otro problema les informaré, por ahora eso es todo. Solo quería decirles que comunicaran al pueblo que cuando tuviéramos la seguridad indicada y nos repusieramos les devolvería el dinero de los impuestos a los ciudadanos. Esta reunión a concluido -dije al final.

Lucio me observó con desdén, luego se levantó con una sombra de sonrisa que pude notar en su rostro.

Yo también levanté el culo del asiento, pues ya lo tenía un poco dormido.

¿Por ser reina tengo que tener un habla educado y perfecto? Nah. ¿Qué tengo que pensar en los demás antes de mi? Tampoco. ¿Qué no puedo usar vestidos sencillos en especial en verde y azul porque me hace ver como una pueblerina? Menos.

La sociedad está vuelta mierda, por todo nos juzgarán, así que siempre hago y digo lo que yo quiero, pues es mejor que juzguen a una mujer por sus opiniones personales y no a una que no puede decirlas.

Así que sin miedo, me arreglé el cabello y me preparé para partir a Betelgeuse.

-Lyra, quédate en caso de cualquier paso en vano -informé.

-¿Qué? Claro que no, iré contigo...

-Te lo ordeno -no quiero que le suceda nada malo -, por ahora iré acompañada por Sacmis y Temis a parte de las defensas.

-Como digas, su majestad -no le quedó de otra que aceptar.

No tardé en encontrar a los mellizos haciendo tonterías mientras tenían guardia, iba escoltada por otros tres más, que serían los informantes en caso de que algo saliera mal.

-¿No te tienen prohibido el paso a Betelgeuse? -preguntó Sacmis.

-Por dinero todos bailan querida.

Y como lo esperaba, el viaje fue largo, cansador y caluroso. Al llegar a la frontera me abrí paso entre los guardias que me preguntaron de una buena manera, quien era y que hacía en ese lugar, no me quedó de otra que decir la verdad. Al menos eran idiotas y se dejaron sobornar fácilmente.

Al entrar noté algo espantoso. Niños sucios ,casas destruidas, escombros por allí y por allá, se notaba lo poco que Yunnie se preocupaba por su pueblo.

-Que descuidados... -susurró Temis que estaba sentado a mi lado.

-Si, está bastante mal. Pero ellos saben que tienen vía libre a mi reino siempre y cuando me sean leales.

-Esperemos que todo salga bien -dijo Sacmis. A mi se me erizó la piel. Tenía que salir bien, sino estábamos jodidos.

El carruaje siguió avanzando una hora más. Hasta llegar a la ciudad capital de Betelgeuse que tenía como nombre "Meridian". En el corazón de aquella estaba el palacio, que no era ni la mitad de grande que el mio, pero claro que no había venido a criticar su pequeño reino.

Mis guardias me ayudaron a bajar mientras yo sostenía mi vestido. El sol radiante me recibió, haciendo brillar mi piel blanca y la corona que relucia encima de mi cabeza que es sinónimo de poder.

Acomodé las ondas de mi cabello y las joyas que lleva a encima.

-Tranquila, estamos aquí para protegerla -admitió un guardia a mi lado que me dió un suave apretón en el hombro.

-Aquí vamos -dije para mi misma.

Los guardias de la entrada me miraban curiosamente, cuando estuve frente a ellos me hicieron un sinfín de preguntas.

-¿Tiene usted cita con nuestra reina?.

-No necesito una cita, he venido a negociar para no tener que destruirlos.

-¿Es usted la reina de la nación enemiga?.

-Te daré un premio por inteligencia -rodé los ojos.

-¡Oh, reina mía! Es un placer tenerla aquí -dos de los guardias se reverenciaron, yo los miré confusa.

-No queremos guerras con su reino, nuestra reina es la que decide y está haciéndolo mal...

-Hemos pensado en irnos a vivir a Edelgarder pero nos tienen prohibido salir del palacio.

-¿Qué? No pueden prohibir eso -y era cierto.

-Aquí las leyes son un poco diferentes.

Quería ayudarlos, por Dios que quería hacerlo, pero eran los súbditos de Yunnie, si los ayudo daría más razones para iniciar una guerra.

-Veré que puedo hacer para ayudarlos, mientras, quisiera hablar con la irresponsable que tienen de reina.
S
-Pase, su majestad -me indicó otros de ellos con una sonrisa.

Sacmis y Temis me miraron con orgullo.

Al llegar al salón Real le dije a uno de los guardias que informara mi llegada, él lo hizo sin ningún problema.

-Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? -habló la maldita víbora de cabello azabache.

-No vengo a dar guerra, quiero que hablemos -empecé con tono duro.

Por supuesto que me miró de arriba a abajo como si fuera un extraterrestre. Yo también mi limité a observarla, llevaba un vestido rojo con negro como toda reina normal lo llevaría, resaltando su piel blanca un poco bronceada, con una corona más exagerada que cualquier otra cosa sobre su cabello negro azabache y un montón de joyas que me da entender que todo el dinero de su reino se lo compra en cosas para ella misma.

-Pasa - mis hombres hicieron una ademán de ir al frente -, sin los guardias -añadió.

-De eso nada -protestó Temis a la defensiva.

-¿Desde cuando los guardias insignificantes pueden hablar?.

-Desde que nuestra reina no nos permita la libertad de opinión, cosa que no sucederá -explicó Sacmis.

-Pueden pasar, pero se quedarán a una distancia -finalizó.

Ingresamos a lo que yo imagino y es el salón de juntas, allí me ofreció un asiento y los guardias se encargaron de correr un mueble exagerado para ella.

-¿Entonces hablar?.

-Quiero que tu marido esté presente.

-Eso no será posible.

-¿Puedo saber porque?.

-Porque yo lo decido.

Suspiré.

-Mira, Yunnie -dije su nombre con asco -, no se que es lo que pretendes dando guerra a mi reino, sabes que le dobla en armamento y en tamaño al tuyo, podría aplastarte como una mosca si quisiese, el caso aquí es que amo a mi gente y no quiero que gente inocente salga involucrada en venganzas estúpidas por parte de una reina inmadura.

-Oye, tú -llamó a uno de sus guardias -, trae a Draco.

Si llamó a su marido es porque no sabe que decidir.

El guardia asintió y se perdió tras las puertas de oro.

-Te contaré una pequeña historia, Oasis I Twain Edelgalder -empezó -. Érase una vez una pequeña niña que era feliz con su padre y con su madre, ella quería que esa felicidad le durara para siempre, más ese momento se acabó cuando un rey y una reina despiadados quisieron invadir su territorio y tras esa equivocación el rey mató al rey del territorio enemigo, que si echas cabeza, era mi padre, la madre de la pequeña quiso venganza pero no lo logró porque cuando estaba apunto de dar un paso, los reyess que le habían rebatado a su esposo ya habían sido asesinados, la madre de la pequeña niña estaba demasiado enferma así que a la pequeña le tocó lidiar con muchas obligaciones siendo tan pequeña, tuvo que crecer rápido para liderar todo un reino, pero claro que ella no sabía hacerlo sola, así que tuvo que ser desposada por un hombre que no le gustaba ni un poco, pero lo hizo por su reino. Su madre siendo consciente de que había una princesa del reino enemigo dijo que la venganza podía completarse si mataba a la princesa, la niña pequeña se negó, pero luego se dió cuenta de que la pequeña del reino enemigo no merecía nada de lo que tenía porque era hija de padres despiadados.

-Creo que tu versión de la historia está un poco mal.

-No mereces nada de lo que tienes Oasis. Solo eres una perra que tiene todo a su favor por ser bonita.

-Hay Yunnie -suspiré -, que tu envidia no te haga llegar demasiado lejos. Porque a mí no me gustan los juegos.

-Buenas tardes -me sobresalté un poco al escuchar una voz varonil muy conocida. Me giré con miedo a que mis sospechas no fueran reales. Pero con lo primero que me choqué fue con unos ojos verdes y un cabello rubio...

-Oasis. Te presento a mi esposo, el rey Draco Ruderfolw II.

-Un placer, reina Oasis -se inclinó con una sonrisa ladeada.

Yo seguía paralizada en mi lugar. Su olor. Era el tipo que había intentado asesinarme.

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