24. FINAL

 Semanas de maldito infierno es lo que Minho había tenido que soportar desde la despedida de Taemin. Su pequeño no volvió a contestarle ni una sola llamada y tampoco respondió a los cientos de mensajes que le envió. Ni qué decir que no regresó a la constructora. Pero Minho sabía perfectamente lo que hacía, pues las redes sociales de Kai ventilaban a propósito todas sus actividades. Lo buscó en su departamento, pero de inmediato se dio cuenta de que ya no vivía ahí.

Una puñalada en el corazón y en su orgullo fue lo que sintió al descubrir que Jinki lo había alojado en su casa y le había dado trabajo. Estaban juntos en todo momento, y las sonrisas que compartían en sus publicaciones dejaban entrever que entre ellos había algo más que una simple amistad. Un día, Minho decidió que ya era suficiente; no volvería a ver más publicaciones de Taemin. La última fue una foto donde Jinki lo llevaba a conocer a sus padres, y estos se veían genuinamente felices de tenerlo allí. Para él, eso significaba que Taemin había logrado pasar la página; ahora tenía la familia que siempre había deseado. 

No podía odiar a su amigo si lo estaba acogiendo en un hogar lleno de gente maravillosa que lo recibía con los brazos abiertos. Eso era algo que Minho no había podido darle. En cambio, lo único que hizo fue romperle el corazón joven y enamorado de Taemin. Finalmente, Choi Minho se dio por vencido.

-------------

El celular de Taemin vibró con un mensaje.

—El viernes es el desayuno de nuestra despedida de solteros. Llega temprano y quiero que en todo momento demuestres lo enamorado que estás de tu novio. Recuerda que aún no he firmado la cesión definitiva a favor de las monjas del maldito orfanato.

—¿Qué sucede, Taem? —preguntó Jinki.

—El viernes es el desayuno. Cassandra me ha mandado el mensaje.

Jinki lo abrazó con fuerza y cariño. Siempre estaba ahí para darle ánimos.

—Por fin va a terminar todo, Taem. ¿Estás listo?

—Sí, Jinki. Estoy más que listo. No sé si podré soportar verlo con ella, pero tengo que hacerlo. No es una opción faltar.

—Te entiendo, Taem, pero recuerda que yo voy a estar allí contigo, apoyándote en todo.

—Gracias, Jinki. No podría hacerlo sin ti.

—No tienes que agradecer. Para eso soy tu novio.

Ambos sonrieron y se volvieron a abrazar.

-----------

Todo era elegancia y alegría en el gran salón de la empresa Choi-Wong. La decoración gritaba lujo por todas partes, al igual que los alimentos y bebidas. Cassandra no había escatimado en nada. ¿Y cómo hacerlo? Estaba logrando lo que tanto había buscado: ser la prometida oficial de Choi Minho y, muy pronto, su flamante esposa. Al día siguiente, para ser exactos, se celebraría la boda con el doble de lujo y excentricidad.

Minho parecía un espectro. Todo lo que su padre, su hermano y Cassandra le ordenaban hacer, lo hacía sin rechistar. Hacía mucho que había dejado de nadar contra corriente. La vida para él ya no tenía sentido. Solo esbozaba sonrisas falsas mientras iba de un lugar a otro con Cassandra pegada a su brazo. En la otra mano sostenía una copa de champaña que ni por error había probado. ¿Para qué? No tenía absolutamente nada que celebrar. Al contrario, sentía que iba directo al matadero, como un toro herido.

Minho creyó estar viendo visiones, pero supo que no era así cuando escuchó a algunos empleados murmurar. Lee Taemin, su exnovio, estaba entrando al salón de la mano de Lee Jinki, su exmejor amigo. Ambos sonreían ampliamente, con sus manos entrelazadas. ¿Qué hacían allí? ¿Cómo se atrevían a presentarse?

Cassandra lo notó y, burlonamente, le dijo a su prometido:

—No, no es tu imaginación. Efectivamente, es esa zorra callejera, y viene con su amante del momento. Yo los invité.

—¿Por qué lo hiciste?

—Para humillarte, para joderte, para que sientas lo que yo sentí cuando te paseabas con él a mis espaldas, aun siendo mi prometido. Quiero que sufras al verlos juntos, del brazo, como dos enamorados. ¿Qué opinas? Hacen una bonita pareja, ¿verdad? Jajaja, Minho, si te vieras en un espejo ahora mismo, tu cara de idiota es todo un poema de incredulidad. Siento lástima por ti. Ellos ahora son novios y pronto se van a casar. Ese tal Jinki sí supo hacer bien las cosas.

—Cállate, Cassandra, eres una maldita arpía. —Minho la sacudió bruscamente por el brazo.

—¡Suéltame, estúpido! No voy a callarme, y más te vale sonreírme y tratarme como si fuera lo más preciado para ti. Quiero que ese chiquillo vea cuánto me amas y que lo has olvidado para siempre. Hazlo, Minho. Te juro que no quieres verme molesta.

Y finalmente, Minho cedió una vez más, como siempre lo hacía, como cada vez que ella o Byung le daban una orden. Él siempre obedecía, como si se tratara de una mascota entrenada; su voluntad y amor propio no existían más.

Taemin se percató de eso. Tenía ganas de llorar por Minho, por el dolor de verlo convertido en una marioneta. Ese hombre sufría por dentro, y él podía sentirlo y verlo. Porque, a pesar del tiempo, sus corazones seguían entrelazados a la distancia. Minho seguía siendo el amor de su vida, y eso nadie podría borrarlo.

A partir de ese momento, Minho bebió todo el alcohol que pudo; quería emborracharse y nublar su cerebro. Pero cuando fue al baño, su mirada se encontró con la de su niño, y su corazón bailó de emoción. Quería abrazarlo, besarlo, decirle que lo amaba como a nadie en el mundo. Pero sabía que no podía, que no debía. Estaba atado a un maldito chantaje.

Entonces, sin siquiera esperarlo, la boca de Taemin se abrió para decir:

—Espérame hoy en la noche, en tu departamento.

Y luego salió sin esperar respuesta por parte de él.

------------

Afuera llovía a cántaros y el viento se escuchaba entre las rendijas de las ventanas. Ya estaba amaneciendo, y lo único que calentaba la habitación era el poco fuego que quedaba en la chimenea. Los leños se habían consumido por completo; habían dado calor al hombre que se encontraba ahí sentado frente a las llamas. Tenía una copa de vino en una mano y en la otra la fotografía del ser que más amaba en este mundo: su Niño Mimado.

Había estado esperando en vano toda la noche y la madrugada. Pero él no llegó. Sabía de antemano que no tenía derecho a reclamarle nada; ¿cómo iba a hacerlo si él mismo no era libre para estar con Taemin?

Sus ojos estaban tan hinchados de tanto llorar que le dolían, pero no más que el alma misma. Su cuerpo se tensó cuando escuchó que la puerta de la entrada se abría lentamente. Era él; tenía que ser su niño mimado.

—¡Mi niño, por fin! No sabes cuánto he estado preocupado. Me dijiste que... Yo... Yo... ¡Oh, Dios! Pensé que te habías arrepentido de venir.

—¡Minho, por favor! Estás histérico. ¡Cálmate! No tienes por qué alterarte tanto. Sabías perfectamente dónde y con quién estaba.

—¿Por qué estaba él ahí? ¿Qué intentabas demostrar, Taem?

—Nada, Minho. No intentaba demostrar nada. Lo invité porque necesitaba a alguien que me hiciera compañía, alguien que no me mirara como una zorra. ¿Sabes acaso cómo me siento en medio de esas víboras? Todos ellos me conocen perfectamente bien; a ti igual y a tu prometida. Saben de sobra que fuimos amantes, que por un tiempo fui el otro.

—¿Pero por qué precisamente él? El hombre que se aprovechó de la situación.

—Jinki no se aprovechó; al contrario, me ayudó cuando más lo necesitaba. Me dio un techo, comida y trabajo. Porque es amable, me da mi lugar, me entiende, me quiere, y porque le gusto así como soy. Cuando salimos no tenemos que escondernos de nadie; me ha presentado a su familia. Y... y porque me gusta.

—¿Estás enamorado de él?

—No, no todavía.

—¿NO TODAVÍA?

—¡Ajá! No será muy difícil hacerlo. Sabes, hoy me ha confesado que me ama. Bueno, de hecho, me pidió que me case con él.

—¿Qué? ¿Pero qué se ha creído ese idiota? ¿No sabe que tú eres mío?

—¿Te estás oyendo, Minho? Yo dejé de ser tuyo hace mucho tiempo. No tienes ningún derecho sobre mí. En unas horas te casas y me reclamas como tuyo. Eres de risa. En todo este tiempo, no hiciste el menor intento de ponerle freno a las amenazas de Cassandra.

—No pude, pero ahora todo será diferente. Lo he solucionado porque no puedo vivir sin tenerte a mi lado. Te amo tanto, Taem. Eres mi vida entera. Todo este tiempo ha sido un maldito infierno lejos de ti.

—No te creo.

—Créeme, mi niño. Antes de venir, mandé a la mierda a Cassandra, a mi padre y a Seung. Ya no me interesa lo que suceda. No voy a presentarme a esa boda. No puedo, Taem; no la soporto, me da asco. Lo único que quiero es que me perdones por ser tan cobarde y no luchar como tenía que hacerlo. Tenía miedo de que te hiciera daño a ti también.

—¡Min! ¿Estás diciendo la verdad? ¿Terminaste con ella?

—Sí, lo hice frente a todos los invitados. Mi papá me abofeteó y mi hermano trató de detenerme, me acusó de ser el causante de la desgracia familiar. Pero mi mamá también comentó cómo la habían engañado mi papá y Cassandra. Todo su teatro se vino abajo.

—¿Qué va a pasar ahora, Min?

Minho se acercó más y le tomó la barbilla con delicadeza. Sus miradas se conectaron de inmediato; los ojos de ambos emanaban brillos, eran destellos de amor.

—Lo que tú quieras que pase, mi niño.

—Min, yo... yo solo quiero que me ames.

—Siempre, Taem. O tú o nada.

CONTINUARA...

 ❤😍❤😍❤😍❤😍

 Nos falta el epílogo.

Gracias por leer, comentar y votar



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top