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Era un día soleado en Ciudad Corazón. La gente transitaba sus calles de forma tranquila y algún que otro niño jugaba a perseguir a su pequeño Pokemon. Como cualquier otro día, un chico de ojos azules cuál diamante y sonrisa dulce se encontraba despachando a sus clientes en la gran ciudad de Sinnoh. Diamond, o Dia para sus amigos, se había convertido en el mejor cocinero de dulces de la región a pesar de su corta edad, recién cumplía los 18 años al día siguiente.
Pero nada había cambiado en aquel chico de fuertes sentimientos. Seguía siendo el mejor amigo del voluntarioso e hiperactivo Pearl, al cual ayudaba en sus actos dobles cuando actuaba en festivales importantes y también para el ocio. Era ya un hábito que los identificaba como amigos. También seguían viéndose con Platinum, la joven de la familia Bertliz, ya no tanto como guardaespaldas, sino más bien como sus amigos inseparables. (Aunque Diamond insistía en seguir llamándola "Señorita" y la trataba de "Usted" por el gran respeto y cariño que le tenía.) El trío Pokedex holder se había mantenido inquebrantable pese al transcurso de los años.
Bueno, si había cambiado una cosa...Ahora el chico bajito, regordete, que usaba ropa ancha y que no paraba de comer y de dormir, había cambiado a un joven un poquito más alto, no tan regordete, con una expresión más madura, pero sin perder su esencia tierna, y manejaba mejor lo de comer y dormir fuera de su horario. Eso sí, comer siempre sería su gran pasión.
Hoy era un día especial para Diamond. Después de terminar su jornada laboral, despachando clientes con su típica sonrisa y su Munchlax al lado y de haber repartido los pedidos por la ciudad, podía decir al fin "¡Libertad!". A Dia le encantaba su trabajo, pero hoy tenía muchas ganas de terminar y cerrar la tienda. ¿Qué por qué? Ni más ni menos que por su querida "princesa".
Sí, esa tarde el joven Diamond tenía una ""cita"" con su amiga. Bueno, lo de cita...cómo que no. Solo habían quedado para dar un paseo por el parque, comer helado (Qué raro en Diamond ¿no?) y charlar un poco. Y aunque se vieran varias veces a la semana, una tarde junto a ella iluminaba su día entero y su sonrisa se agrandaba. También tenía que animarla. Pronto se presentaría a la Liga Pokemon de Sinnoh y no pensaba dejarla sola. Pearl era un entrenador estricto, pero se complementaban.
Llegó a su casa en Hojaverde y metió a Driflim en su pokeball. Fantina se lo había regalado por su valentía en la Columna Lanza años atrás y se había convertido en otro miembro de su querido equipo. Saludó a su madre y subió a quitarse el uniforme y a ponerse más cómodo. Aún quedaban dos horas para su quedada con Platinum así que leyó un par de comics nuevos de Taurina Omega y llamó a Pearl para ensayar unos actos dobles.
El tiempo pasó rápido y entretenido y cuando llegó la hora, el chico se arregló con unos vaqueros claros, una camiseta blanca y una chaqueta negra con los bolsillos azules. Recogió a la joven chica en Jubileo con Driflim y fueron a pasear.
-Y luego Pearl me dio una cachetada por decir "Yo tengo la habilidad Holgazán como Slaking".- Rió mientras le contaba el doble acto. Platinum sonrió tímidamente.
-¿No te duele?- Diamond negó con la cabeza.
-Debe de haber hecho costra ya.- Espetó seriamente. Platinum rió divertida. Diamond era de los pocos que podía hacerla reír con tanta facilidad.- ¿Se divierte, señorita?- Sonrió.
- Por supuesto.- Contestó.- Oh, bueno, quiero decir...no de tu sufrimiento, claro, m-me refiero a...- La chica siempre seria de ojos color platino y piel pálida comenzó a sonrojarse un poco pero el chico no lo notó.- Tu compañía. Siempre es agradable.
Diamond se quedó un poco paralizado. Tardó un pelín, pero su rostro se volvió de un suave rojo, que intentó ocultar fingiendo que se rascaba la frente. El corazón le había dado un vuelco. En secreto, le gustaba Platinum, y ese sentimiento se había reforzado en los últimos meses. Pero sabía que no podía ser ¿Cómo le iba a gustar a una chica tan linda, inteligente y tierna? Impensable.
-U-usted también es genial, señorita. – La chica se preocupó por su comportamiento a lo que él respondió que era a causa del polen. Era primavera, la época de las flores y las plantas. Miró hacia el cielo con una expresión tranquila.- Siempre es maravilloso charlar y pasear a su lado. Me hace recordar cuando todos viajemos juntos por toda la región.
Platinum sonrió. Eran buenos recuerdos. Y agradecía muchísimo poder seguir disfrutándolos a pesar de todo el tiempo que había pasado. Como vio que su amigo seguía admirando el paisaje mientras caminaban, paró y le puso uno mano en el hombro.
-Oye...Puedes llamarme por mi nombre, al igual que lo hago yo con vosotros. Me siento mal si me tratáis como a alguien superior, y no es así.
-¿Está segura señori...? Es decir, ¿Seguro, Plati...num?- Al moreno le costaba un poco articular ese nuevo nombre, pero era cuestión de acostumbrarse. Era lo que quería su princesa y lo comprendía. Una princesa...eso es lo que era. Espera...¿QUÉ? ¡¿Diamond que estás pensando?!
-Claro.- Asintió, cerrando los ojos.- Lo primero que se te pase por la cabeza. –Bromeó.
-Princesa.
-¿Qué?
-Princesa. Platinum. Princesa.- Genial. Diamond había caído en un estado de shock-trance.
- Sigo sin entender...- Cuando la joven se dio cuenta de que esas palabras se dirigían a ella, se sonrojó.- Dia...Dia...¡Dia! ¿Estás bien?
-¿Eh? ... ¡Ah, sí! Perdón. –Se rascó la cabeza, sonriendo nervioso.- ¿Me he perdido algo? – Preguntó ingenuo.
Platinum suspiró y negó con la cabeza, risueña. Era tan despistado...Seguramente habrían sido imaginaciones suyas y él tan solo estaba recordando un episodio de ese programa que tanto le gustaba. En el fondo, la sonrisa del chico le provocaba un sentimiento que no entendía. Se sentía más alegre, ligera...era extraño. ¿Sería...amor? ¡Imposible! ¿Un chico como Diamond se iba a enamorar de una chica tan egocéntrica y presumida como ella? ¡Impensable! Seguramente, sería la alegría de ver a su amigo.
La tarde se pasó y ambos se sentaron en un banco del parque mientras terminaban sus helados de nata. Dia había devorado el suyo en segundos, Platinum más tranquilamente. Charlaron de poco más y las luces de las farolas se encendieron. Fue entonces cuando la pareja se dio cuenta de que ya anochecía y era hora de despedirse. Se estrecharon la mano y se dijeron adiós, sonrientes. Por suerte o desgracia, alguien no estaba de acuerdo con la escena.
-Me alegra ver a ese par juntos.- Dijo un chico de cabello rubio y camiseta a rayas. Su bufanda verde al viento.
-Meh...yo quería más.- Refunfuñó una voz femenina detrás del chico.- Blasty, haz tu parte, cariño. – La chica de ojos azules dio un chasquido y su poderoso Pokemon ejecutó un Danza Lluvia que no tardó en notarse. Abrió su paraguas como si nada.
-¿¡B-Blue senpai!? ¿Qué hace aquí? – Exclamó sorprendido el rubio. La chica hizo ademán de "Lo mismo te pregunto Pearl." Pero acabó contestando.
-Aburrimiento. Ya me lo agradeceréis más tarde, estoy segura, jojojo~ - Rió como era característico en ella. El chico la miró incrédulo, con una gota en la frente, pero se protegió debajo del paraguas de su inesperada compañera para no mojarse.
Platinum notó la lluvia sobre su cara, pero se sorprendió al no notar más humedad después. Miró hacia arriba y vio a Diamond sosteniendo su chaqueta por encima de la cabeza de ambos. En ese momento la chica se arrepentía de no haber traído una chaqueta o un paraguas. Siempre era una carga para sus amigos... El chico solo sonrío con los ojos cerrados y la acompañó de buena gana a su casa a pesar de sus insistencias. Ya en la puerta de a gran mansión se disponían a despedirse de nuevo.
-¿Seño...? Quiero decir, ¿Estás bien, Platinum? – El chico notó que ella estaba algo decaída, mirando como caían las gotas en un charco y le extrañó, puesto que momentos atrás estaba muy feliz.
-Sí. –Contestó.- Es solo que...siempre soy una carga para vosotros...para todos. No sé hacer nada por mí misma y la mayoría de veces me estáis ayudando. –Levantó la vista.- Por mi culpa te vas a resfriar.
-No digas eso.- Dijo seriamente el chico, con esa expresión estricta que muy pocas veces mostraba.- Si te ayudamos es por elección propia, al igual que si me resfrió es porque quiero hacerlo, en lugar de ti. No eres inútil. Nunca más digas eso. –Platinum enmudeció ante sus palabras.- Haces más que ninguno de nosotros y eres más fuerte de lo que te imaginas. Asi que ... no digas nunca más eso, por favor.
-Dia...- El chico giró el rostro, mirando a un punto perdido en el espacio. Sus ojos confundiéndose con el resplandor del agua.
-Incluso me da miedo el dia en que ya no nos necesites...El día en que ya no me necesites como tu guardaespaldas y ya...no nos volvamos a ver.- Susurró el moreno, reprimiendo la tristeza que le provocaba ese pensamiento. Una lágrima cayó en el charco.
-¡Ahora eres tú el que no debe decir esas cosas!- Exclamó la chica para la sorpresa de Diamond.- Dia...nunca voy a dejar de necesitaros, sois mis mejores amigos. Nunca voy a dejar de necesitarte, no como guardaespaldas sino...porque...porque...tú, tú ...creo que me gustas. Sabía que acababa de cavar su tumba.
El chico palideció y el corazón de ambos se aceleró. Diamond sintió que subía al cielo. Platinum, que bajaba al suelo. Diamond no pudo articular palabra alguna, solo actuó como su corazón le dictó. Se acercó suavemente y le dio un cálido beso mientras la lluvia caía empapando a ambos.
-Yo...T-tú también me gustas.- Entonces la que inició el beso fue Platinum, igual de tierno y cariñoso, pero no menos tímido.- Eso quiere decir...¿Qué ya puedo llamarte mi dulce princesa?- Sonrió el de ojos diamantinos.
-Por supuesto, mi tierno "caballero".- La chica le guiñó un ojo y los dos rieron al unísono. Aquel día iba a hacer historia en sus mentes.
Detrás de unos arbustos...
-Creo que has sido degradado a paladín, Sancho Panza, jojojo~
-Muy graciosa senpai, muy graciosa...
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