Capítulo 4

Esa noche decidí mantener todo en perfil bajo. No quería la atención, ni la presión de tener a los ojos de la tribu sobre mí. Lo que menos deseaba era convertirme en el centro de las conversaciones de los ancianos, como le pasaba a Embry. Tampoco quería que Sam metiera sus narices en mis problemas. Siempre parecía que todo lo que hacía lo disgustaba de alguna manera, como si nunca fuera suficiente. No deseaba que la paz que había encontrado con Nylion se viera arruinada por el imbécil de mi ex ni por la constante intromisión de mi prima, esa mosquita muerta que siempre parecía estar merodeando, esperando cualquier oportunidad para entrometerse.

Esa noche, después de todo, decidí que era momento de confesarle algunas cosas a mi impronta. El arroyo fue nuestro refugio. El suave murmullo del agua y la tranquilidad del bosque nos rodeaban mientras bajábamos a beber. No podía evitar sentir una mezcla de asombro y extrañeza al observar al enorme lobo junto a mí. Aún me costaba creer que él, un lobo salvaje, fuera mi destino. Con cautela y un poco de timidez, acerqué mi mano hasta su pelaje, deslizando los dedos suavemente por esa capa rojiza, marrón y blanca. Era tan suave, tan cálida, que el simple tacto me transmitía una sensación de calma que no había experimentado en años.

Nylion reaccionó al instante, cerrando los ojos con una expresión de puro placer. Sus orejas se relajaron, al igual que su respiración, y me di cuenta de lo mucho que apreciaba ese contacto.

«Tu caricia es la gloria, es como el viento fresco de la noche en mis tierras en lo profundo del bosque, bella humana», escuché su voz en mi mente, profunda y aterciopelada, como si el viento mismo me hablara. No podía evitar sentirme fascinada por esa comunicación, tan diferente a la que compartíamos en la manada. No era invasiva ni ruidosa, era íntima, única. Me permitía escuchar sus pensamientos sin sentirme invadida.

Nylion no era como nosotros, los Quileute, que nos transformábamos en lobos. Él era un lobo de verdad, nacido y criado en la naturaleza. Esa idea me resultaba difícil de procesar. No había un ser humano en su interior, solo instinto y naturaleza, y sin embargo, su forma de pensar era tan racional, tan cercana a lo que somos. Paul Lahote, en comparación, había abrazado su lado más animal, pero al menos seguía siendo un humano por naturaleza. Con Nylion, todo era diferente.

—Tu pelaje es muy suave, como la seda de mi cama, es casi esponjoso como el algodón —murmuré con una sonrisa, sintiéndome halagada por su reacción.

«¿Cama? ¿Qué es eso?», preguntó Nylion, abriendo los ojos con una mirada de confusión pura.

Me hizo gracia su inocencia. Era una muestra más de lo diferentes que eran nuestros mundos. Él no conocía cosas básicas para mí, y me di cuenta de que habría muchas explicaciones por delante.

—Es donde los humanos dormimos, un lugar cómodo para descansar. No nos gusta dormir en el suelo, principalmente por los bichos o porque el colchón es más cómodo —le expliqué, intentando simplificarlo.

«Me encanta dormir. Me gustaría probar dormir en tu cama, bella humana», pensó Nylion, y no pude evitar reírme de la imagen que vino a mi mente: un enorme lobo tratando de acomodarse en una cama humana, rompiéndola bajo su peso.

—No creo que funcione. Eres... demasiado grande para mi cama. La destrozarías —le respondí, divertida. Y de repente, me di cuenta de lo raro que me sentía. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que no me sentía tan... feliz? El simple hecho de sonreír me sorprendió.

«Eres muy linda cuando estás feliz», escuché su voz nuevamente, y sentí un calor subir a mis mejillas.

¿Podía ser tan perceptivo? Nada se le escapaba. Intentando disimular mi vergüenza, me acurruqué contra su pelaje.

—Shh... que nadie te oiga, o pensarán que me volví bruja y te cocinaré para comerte —dije, intentando bromear.

Nylion refunfuñó suavemente, claramente confundido.

«¿Por qué? No eres mala. Y si quisieras comerme, no podrías, no soy un venado», pensó, completamente desconcertado.

Sonreí de nuevo, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, tenía algo bueno, algo propio que me hacía feliz. Y en ese momento, supe que haría cualquier cosa para proteger esa paz.

—Pero es así como me verían —susurré con una sonrisa triste, sintiendo cómo el peso de los años de dolor empezaba a desvanecerse poco a poco—. No he mostrado mi felicidad abiertamente desde hace mucho tiempo... Mi carácter reservado y temperamental siempre ha hecho que me vean como un monstruo gruñón, en lugar de una "bella humana", como tú dices.

Nylion frunció el ceño ante mis palabras. Pude sentir su incomodidad, su deseo de protegerme, de entender lo que me había convertido en lo que era ahora.

«¿Quién fue el culpable que hizo que no fueras feliz?» Su voz resonó en mi mente, llena de un enfado contenido, aunque no se apartó ni un centímetro de mi lado. Su cercanía me envolvía en una burbuja de seguridad, algo que no había sentido en tanto tiempo.

—No hace falta que le guardes rencor. Pero te lo diré, porque necesitas saberlo... —dije, sincerándome sin sentir la vieja molestia que solía invadirme al hablar de esto. Algo en esta conexión con Nylion me liberaba de las cadenas que habían mantenido mi alma cautiva durante años.

Hice una pausa, respirando profundamente, dejando que la paz del momento me arrope antes de seguir.

—Sam... —empecé, sintiendo cómo su nombre se formaba en mis labios, pero sin el peso emocional que solía acompañarlo—. Sam fue mi primer amor, el único que creí que siempre estaría a mi lado. Crecimos juntos, compartimos nuestras vidas desde que éramos niños. Era mi todo. Pensaba que no necesitaba nada más... hasta que todo cambió. —Sentí una punzada de dolor en mi pecho, pero esta vez, no era tan insoportable como lo había sido en el pasado.

Nylion permaneció en silencio, escuchando atentamente, su respiración calmada mientras yo seguía hablando.

—Cuando Sam se transformó por primera vez, todo en su vida dio un giro. Lo entendí, claro que lo hice. Pero cuando se imprimó de Emily... —mi voz se quebró un poco—, me rompió en mil pedazos. No sólo lo perdí como pareja, lo perdí como amigo, como mi confidente. Todo lo que éramos se desvaneció en un instante, y yo me quedé sola. Atrapada en este ciclo de dolor y rencor que no podía dejar atrás.

Por un momento, cerré los ojos, recordando cómo durante años me sentí incompleta, desplazada, como si siempre estuviera a la sombra de algo que nunca podría alcanzar.

—Durante once años, he llevado ese peso sobre mis hombros. La traición, la soledad, el sentimiento de no ser suficiente... —mi voz se volvió más suave—. Todo eso me ha moldeado en la persona que soy ahora. Fría, reservada, siempre a la defensiva. Nadie ha podido acercarse a mí sin que sintiera que me iban a hacer daño. Que me iban a romper de nuevo.

Un silencio se instaló entre nosotros, pero no era incómodo. Era un silencio cargado de comprensión, de aceptación. Y fue en ese momento que me di cuenta de algo. Algo que había estado latente desde que conocí a Nylion, pero que ahora empezaba a tomar forma con claridad.

—Pero... desde que estoy contigo, algo ha empezado a cambiar. —Levanté la vista, buscando sus ojos—. Ya no siento ese peso en mis hombros. Es como si, por primera vez en mucho tiempo, pudiera respirar. —Mi mano se deslizó de nuevo por su pelaje, encontrando consuelo en su calidez—. No sé cómo explicarlo, pero tú... tú me das paz. Algo que creía que nunca volvería a sentir.

Nylion no dijo nada, pero pude sentir la ternura en su mirada, esa comprensión profunda que sólo él podía ofrecerme. Era como si entendiera todo sin que yo tuviera que decir más.

«Es porque eres mía», pensé que lo escucharía decir, pero no. No hubo palabras, sólo su presencia, y en ese instante supe que no necesitaba más. Por primera vez en años, no había dolor, no había rencor. Había paz.

Me acerqué más a él, recostando mi cabeza contra su cuello, cerrando los ojos mientras dejaba que esa sensación me envolviera por completo. Ya no era la Leah rota que vivía atrapada en su propio tormento. Con Nylion, era alguien más, alguien que podía sanar.

Apoyada contra el cálido pelaje de Nylion, me permití cerrar los ojos y dejar que esa paz me invadiera por completo. No había experimentado algo así en años, una calma tan profunda que parecía arrancar de raíz todas las viejas heridas. Y, por primera vez, no sentí miedo de soltar el pasado.

—Es extraño, ¿sabes? —murmuré contra su cuello—. Nunca imaginé sentirme así. Después de todo lo que pasó con Sam, después de todo lo que me hizo… pensaba que nunca volvería a sentirme bien, ni mucho menos en paz. Pero contigo... es diferente.

Nylion movió ligeramente la cabeza, rozando su hocico contra mi cabello. Su cercanía era reconfortante, y me animaba a seguir.

—Él me rompió —dije finalmente, eligiendo mis palabras con cuidado—. Y no lo digo sólo por lo que pasó con Emily. Eso fue doloroso, sí, pero lo peor fue la manera en que me ignoró después. Era como si nunca hubiera existido, como si todo lo que habíamos vivido juntos no tuviera importancia. Me miraba y era como si yo fuera una extraña... o peor, como si fuera una carga.

Nylion gruñó suavemente, un sonido bajo y protector que me hizo sonreír.

«No debería haberte tratado así. Nadie debería hacerte sentir como si no valieras nada», pensó él, su tono era grave, lleno de una frustración que podía sentir como un eco en su pecho.

—Es por eso que me convertí en esto —dije, deslizando la mano por su costado, sintiendo su respiración rítmica bajo mis dedos—. Una versión de mí misma que no dejaba entrar a nadie. Que prefería la soledad antes que arriesgarme a ser herida de nuevo. Y así fue como me quedé atrapada en esta espiral de amargura, de rencor. A veces ni siquiera reconocía quién era.

Nylion movió su cabeza ligeramente, mirándome con esos ojos llenos de comprensión que parecían ver más allá de mi fachada.

—Pero ahora... ahora me siento diferente. —Mi voz se suavizó—. No sé cómo explicarlo, pero contigo, siento que puedo empezar de nuevo. Que no tengo que seguir siendo esa Leah amargada y distante que siempre está a la defensiva. Contigo puedo ser... —me detuve, buscando las palabras—. Puedo ser simplemente yo.

Nylion parpadeó lentamente, como si estuviera procesando mis palabras. Su respuesta llegó en mi mente, suave, pero cargada de emoción.

«Siempre has sido tú, bella humana. Sólo que ahora puedes verlo. Y siempre estaré aquí para recordártelo, cada vez que lo necesites.»

El nudo que llevaba años sintiendo en el pecho se deshizo de golpe. Era como si cada palabra suya despejara la niebla que había envuelto mi corazón durante tanto tiempo. Sentí una lágrima rodar por mi mejilla, pero esta vez no era de dolor, sino de alivio.

—Gracias —susurré, apoyando mi frente contra la suya—. Gracias por no dejarme sola en esto.

Nylion movió su cabeza ligeramente, como si estuviera aceptando mis palabras, y su suave gruñido de satisfacción vibró a través de su pecho. Acaricié su pelaje una vez más, disfrutando de la sensación de su calidez bajo mis manos. No había prisa, no había presión. Sólo estábamos él y yo, compartiendo este momento que, de alguna manera, sentía como el inicio de algo nuevo.

«No tienes que agradecerme, bella humana. Este es el camino que ambos debemos recorrer juntos», pensó, y la fuerza de sus sentimientos me envolvió como un abrazo cálido.

La luna brillaba alta sobre nosotros, y mientras su luz bañaba el arroyo y las sombras danzaban alrededor, sentí que finalmente estaba en paz. Y por primera vez en mucho tiempo, me permití sonreír, una sonrisa genuina, una que no estaba teñida por la tristeza o el resentimiento.

—¿Sabes? —dije, sintiendo el impulso de compartir lo que me pasaba por la cabeza—. Nunca pensé que podría volver a ser feliz. Era como si mi vida se hubiera detenido. Pero ahora, aquí contigo, siento que puedo abrirme y ser quien realmente soy.

«Eres fuerte, Leah. Esa fortaleza ha estado dentro de ti todo el tiempo. Solo necesitabas a alguien que te recordara tu verdadero valor», respondió Nylion, su voz era profunda y sincera.

Era sólo el principio.

En ese momento, una duda cayó en mi mente racional. Fruncí el ceño, y un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar su voz, profunda y aterciopelada, pronunciar mi nombre. Era como si una pieza dentro de mí encajara con algo mucho más grande que mis propios conocimientos.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté, extrañada y confundida. Hasta el momento, solo yo sabía su nombre, pero en ningún momento se lo había dicho.

Nylion retrocedió un poco, deshaciendo nuestra cercanía, y me observó con una expresión que parecía avergonzada. Se rascó con su pata delantera derecha detrás de su oreja, cubriéndose un ojo, antes de responder: «Tu hermano Seth ha estado hablando mucho con mi papá, Paul, y no he podido evitar que tu nombre se filtre entre mis sueños. Discúlpame por mi imprudencia».

Sus palabras me sorprendieron, pero también causaron una cálida ternura en mi corazón. Era tan humano y tan... auténtico. La conexión entre nuestras familias, aunque complicada, había creado un puente inesperado entre nosotros.

—No tienes que disculparte. Es bonito saber que, de alguna manera, estamos conectados. —Sonreí, sintiendo que mi desconfianza se desvanecía lentamente, reemplazada por una sensación de calidez—. Además, Seth siempre ha sido un hablador.

«Es un buen humano», pensó Nylion, y me hizo sentir que hablaba desde el corazón, como si su respeto por mi hermano fuese genuino.

—Tienen una buena relación, ¿verdad? —continué, interesada—. Siempre lo he visto como un niño que busca encontrar su lugar.

«Sí, y admiro su valentía. Te cuida mucho. Lo he visto soñar con tus historias, tus risas... su deseo de protegerte es evidente», pensó, su tono lleno de una sinceridad que me conmovió.

Era asombroso cómo una criatura salvaje, un lobo que había sido criado en la naturaleza, podía entender tan bien las complejidades de nuestras relaciones. No era solo un animal; era un compañero, un amigo, y en este momento, me sentía más conectada con él de lo que jamás había creído posible.

—Siempre ha estado allí para mí —admití, mirando hacia el arroyo que brillaba bajo la luz de la luna—. A veces, desearía poder devolverle todo lo que me ha dado. Sam... bueno, él no estuvo a la altura, y eso me ha pesado.

Nylion se acercó de nuevo, su mirada penetrante y comprensiva enfocada en mí. «No tienes que cargar con ese peso. Estás aquí y ahora, y eso es lo que importa. Cada paso que das a partir de este momento es un paso hacia tu libertad», pensó, y su aliento cálido envolvió mi piel, dándome fuerzas.

Su presencia era reconfortante, y en ese instante supe que este vínculo era diferente, no era una atadura, sino una liberación. Con él, no tenía que ser la Leah resentida que había construido a su alrededor como una armadura; podía ser vulnerable, podía abrirme.

—Gracias por escucharme —le dije con sinceridad—. No muchas personas entienden lo que he pasado.

«A veces, solo necesitas que alguien te escuche», pensó Nylion, y su expresión se suavizó. «Me alegra que hayas decidido compartirlo conmigo.»

Sonreí al escuchar su respuesta. El eco de sus palabras resonaba en mi corazón, llenándolo de una esperanza renovada. A pesar de mis cicatrices, de las heridas del pasado, había un futuro en el que podría sanar y ser feliz nuevamente. Y esa posibilidad, aunque incierta, ya no me aterraba. Estaba dispuesta a abrazarla, a explorar lo que significaba ser Leah Clearwater en este nuevo capítulo de mi vida, al lado de Nylion.

—Nylion, yo... ¿Puedo pedirte un favor? —dije, sintiendo que las palabras se acumulaban en mi pecho, casi como si fueran parte de la magia que compartíamos.

Él me observó curioso, su mirada dorada envolviéndolo en un aura mística cada vez que escuchaba mi voz. La oscuridad de su otro ojo, en contraste, me ofrecía una paz infinita, como si todo lo que había pasado en mi vida pudiera ser perdonado en ese instante.

«¿Qué necesitas?», preguntó intrigado, y su interés genuino me hizo sentir aún más segura.

—Mantengamos esto... lo nuestro en secreto —comencé, nerviosa—. Que solo nosotros dos lo sepamos hasta que logre hablar de esto con calma y, bueno... me sienta preparada para enfrentar a los viejos del consejo. Ellos, más que nada, quieren empaparse del proceso de la imprimación, y a veces eso se siente incómodo. —Hice una pausa, dándome cuenta de que mi voz temblaba un poco—. No es que no quiera presentarte a mi familia, solo que no quiero tener presiones. Los humanos solo sabemos presionar y no ser libres entre los nuestros, ¿sabes?

Nylion se acercó, su expresión seria pero comprensiva. «Entiendo perfectamente. En mi mundo, las cosas también pueden ser complicadas. La libertad es un lujo, y a veces hay que luchar por ella», pensó, y su cercanía me reconfortó.

—Sí, y eso es justo lo que me preocupa —continué, sintiendo que una pesada carga comenzaba a levantarse—. He estado tan atrapada en el pasado, en lo que Sam me hizo y en cómo eso me ha afectado... A veces, siento que me miro al espejo y no reconozco a la mujer que veo. Pero contigo... es diferente.

«¿Diferente en qué sentido?», indagó Nylion, sus ojos fijos en mí, como si buscara entender cada rincón de mis pensamientos.

—Contigo puedo ser yo misma, sin máscaras, sin miedo a ser juzgada. Aquí, en este momento, no soy solo Leah Clearwater, la chica a la que Sam dejó atrás. Soy solo Leah, una mujer que está empezando a encontrar su camino otra vez.

Nylion asintió, su mirada seria reflejando la profundidad de mis palabras. «Entonces, mantendremos este secreto. Lo protegeré como un tesoro, y te prometo que no hay prisa. La libertad es tuya para tomarla cuando estés lista», pensó con firmeza, y su resolución me llenó de una calidez inesperada.

—Gracias, Nylion. Significa mucho para mí —respondí, sintiendo que un nuevo lazo se formaba entre nosotros. Era una promesa, una garantía de que, a pesar de las tormentas del pasado, había un futuro brillante esperando a ser descubierto.

El silencio que siguió fue cómodo, lleno de una conexión que ni siquiera sabía que necesitaba. La noche a nuestro alrededor era mágica, y en esa oscuridad, me sentía más viva que nunca, como si el peso de los años de dolor se desvaneciera lentamente, dejando solo espacio para la paz y la esperanza que comenzaban a florecer entre nosotros.

Esa noche cada uno, prometió reencontrarse cada noche a la luz de la noche, y en el refugio que sus propios corazones podrían ofrecerse. Fingiendo no ser nada frente al resto, y siendo un todo, estando juntos.

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