Capítulo 3
El aire alrededor se volvió espeso, cargado de una energía desconocida que me envolvía por completo. No podía apartar la mirada de esos ojos bicolores. En cualquier otro momento, habría sentido miedo, pero ahora solo había una extraña sensación de calma. Era como si todo en mi vida hubiera estado conduciéndome a este momento.
«¿Imprimados?», pensé, repitiendo sus palabras en mi mente. Me costaba creerlo. Nunca quise esto. Nunca quise sentirme atrapada por una conexión mística como la que había visto en otros miembros de la manada. La imprimación siempre me había parecido una maldición disfrazada de destino.
Intenté dar un paso atrás, pero no pude. Mi cuerpo no me obedecía. El instinto primal que tanto había intentado sofocar comenzó a tomar control de mis sentidos. Me sentía atraída hacia él de una manera que no era humana, que no tenía lógica ni explicación. Mi parte racional luchaba por no ceder, pero el lobo dentro de mí lo entendía perfectamente. Estaba ante algo mucho más fuerte que cualquier lazo que hubiera tenido en mi vida.
»No tienes que luchar contra esto, bella humana», su voz volvió a resonar en mi mente, suave, pero implacable. «Sabes que esto es lo que eres. Que este es el camino que te llevará a ser libre.»
Libre. Esa palabra golpeó algo profundo en mi pecho. Desde que había perdido a Sam, había luchado contra esa parte de mí que siempre se sentía encadenada a la manada, al dolor, a las expectativas. Había construido un muro entre mi verdadera naturaleza y la imagen que intentaba proyectar al mundo. Pero aquí, ante este lobo salvaje, todos esos muros comenzaron a desmoronarse.
No respondí. No podía. Mi mente estaba en caos, intentando procesar lo que sentía. Intenté respirar hondo, pero el aroma de menta y bosque mojado se hizo más fuerte, más intoxicante. Me estaba tirando, y yo... no sabía si quería resistir.
Nylion avanzó un paso hacia mí. Era imponente, su pelaje rojizo pardo brillaba bajo la luz de la luna, su forma inmensa parecía una extensión del bosque mismo. Pero sus ojos, esos ojos que me miraban como si pudieran ver directamente a través de mí, no mostraban amenaza alguna. Solo conexión.
«La vida que llevas no es la que deseas, bella humana»dijo, como si hubiera estado dentro de mis pensamientos todo este tiempo. «Lo sé. Lo siento en ti. El dolor, la lucha, el constante recordar lo que fue y lo que no puede volver a ser. No quiero obligarte a nada, pero sé que este es tu verdadero hogar... Aquí, conmigo, en la naturaleza, lejos de las ataduras que te han encadenado durante tanto tiempo.»
Sus palabras encendieron algo en mí. Rabia, frustración... pero también una chispa de verdad. Había pasado tantos años tratando de encontrar un lugar en un mundo que no sentía mío. Incluso la manada, que debería haber sido mi refugio, me resultaba extraña. El dolor de la traición de Sam nunca se había ido del todo, y, aunque había aprendido a vivir con ello, la cicatriz seguía ahí, recordándome a cada paso lo que había perdido.
Pero aquí estaba, en el borde del bosque, ante este lobo que me ofrecía una vida diferente. Una vida donde no tendría que seguir luchando contra lo que soy. Donde podría ser verdaderamente libre.
«No sé si puedo hacerlo»admití finalmente, mi voz resonando en mi cabeza tanto como en la suya.«No sé si puedo dejarlo todo atrás.»
Nylion inclinó su enorme cabeza, sus ojos brillando con una intensidad que me hizo estremecer.
«No te estoy pidiendo que dejes nada, bella humana. Solo que aceptes quién eres. Lo que ya eres. El bosque es tu hogar tanto como lo es el mío. Solo tienes que permitirte sentirlo.»
De nuevo esa palabra: sentir. Había pasado tanto tiempo reprimiendo mis sentimientos, tratando de no dejarme llevar por ellos, que ya no sabía cómo hacerlo. Pero algo en Nylion me hacía querer intentarlo. Me hacía querer dar ese salto al vacío.
Tomé un respiro profundo y cerré los ojos por un momento. Cuando los abrí, Nylion estaba más cerca, lo suficiente como para que pudiera sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Mi corazón latía con fuerza, pero esta vez no era por el miedo. Era por la posibilidad de algo nuevo, algo desconocido.
«Si me dejas entrar en tu vida, bella humana, te prometo que no estarás sola. Caminaremos juntos, como lobos, como iguales. No más cadenas, no más dolor. Solo libertad.»
Mis manos temblaron, y por primera vez en mucho tiempo, no intenté ocultarlo. No luché contra lo que sentía. Dejé que esa conexión me envolviera, dejé que el aroma de menta y bosque mojado llenara mis pulmones, dejé que el instinto tomara el control.
Y, en ese momento, supe que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre.
Con un último vistazo a la luna sobre nosotros, di un paso hacia él, hacia Nylion, y hacia la vida que, quizás, siempre había estado destinada a tener.
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