Capítulo 20
Si bien, una vez llegamos junto a la manada de Amore, los nervios y el asombro tomaron por completo mi cuerpo, poniendo los pelos de punta al notar la amplia manada de lobos que nos miraba con recelo. Los cachorros jovenes, crías, miraban con curiosidad, ojos negros brillando con expectación.
Enseguida pudo ubicar a los hermanos de Nylion y Lynxin, Opal y Orion(hermanos gemelos) se asomaron con sus pelajes gris plateado y sus manchas respectivas en los ojos derecho e izquierdo. Tauro, el hermano gemelo de Nylion, con su pelaje rojizo pardo con blanco pero de ojos totalmente oscuros en especial parecían haber cobrado un brillo sin igual al ver a su gemelo llegar.
Nerviosa, se dio cuenta que pronto fue el foco de atención en cuánto se fueron acercando al igual que Paul y Amore.
«¿Cómo es ser la impronta de nuestro hermano más perezoso y dormilón?» preguntó Opal, su tono travieso reflejando su curiosidad.
«Sí, ¿es cierto que pasa más tiempo durmiendo que despierto? ¿O contigo es diferente?» añadió Orion, con un leve tono burlón en su voz.
Nylion, al escuchar las preguntas, giró la cabeza y se revolvió el pelaje con la pata derecha, mostrando su lado más despreocupado. «Dejen de molestarla, chicos. Leah es increíble, ¡más que un simple humano raro!»
Paul, con su pelaje gris oscuro, observó la escena con una mirada de satisfacción. «Estoy contento de que todos estén aquí. Embry, hermano, ya sabía que tarde o temprano vendrías. Este es tu hogar ahora. Aunque me alegra que hayas venido Leah, espero te sientas bienvenida»
Embry, con el corazón acelerado por la emoción, respondió. «Sí, lo sé. Quiero ser parte de esta manada y estar aquí para Lynxin.»
«Me muero de ganas por vivir esta vida. Pero tenemos un tema delicado a tratar, Paul»responde ella con cautela.
Los cachorros siguieron curioseando, pero esta vez miraban a Embry con una mezcla de respeto y desconfianza. No estaban acostumbrados a ver humanos convertidos en lobos, pero la determinación en su mirada les hizo reconsiderar.
«Aún no confío en ti, humano raro,» dijo Tauro con un tono juguetón, aunque sin malicia.
«¡Pero estamos dispuestos a darle una oportunidad!» añadieron Opal y Orion al unísono, mirándolo con ojos inquisitivos.
Leah sonrió ante la conversación, disfrutando de la conexión entre ellos y la manada. Mientras tanto, Paul y Amore observaban con orgullo a sus cachorros, sintiendo que estaban creciendo en un entorno lleno de amor y camaradería. A medida que el grupo se asentaba en su nuevo hogar, la vida en el bosque prometía ser una aventura llena de desafíos y recompensas.
En la noche, se reunieron a hablar del tema, comentandole la situación de la imprimación de Seth en un hurón, cosa que hizo flipar de incredulidad a Paul.
«¿Quién imaginaría que nuestra vida fuera una personificación casi cartonizada?»dijo irónico Paul.«¿Y qué es lo que particularmente te mandaron a decirnos?»
«Necesitan a Amore. Los viejos creen que ella podría tener mas información acerca de la naturaleza cambiaformas que la impronta de Seth es. Además de que hay un pequeño contratiempo...»respondió Leah, nerviosa.
Amore inclinó ligeramente su cabeza peluda, con su mirada lobuna expresó claramente curiosidad e intriga.
«Seguramente Sue y Billy, me necesitan. Pero...»pensó la loba pelirroja, la Alfa y guardiana protectora de la manada«Demasiado ya hemos abandonado a nuestra manada. Tenemos obligaciones, no puedo estar de aquí para allá »
«Estoy totalmente de acuerdo con eso.»respondió bastante serio, Paul.
«Tal vez no sepa ese contexto de obligaciones que poseen. Pero es Seth, es mi hermano quién necesita apoyo para el dilema que tiene entre manos por su impronta. Realmente me gustaría que considerarán volver a la Reserva y ofrecernos una vez mas, vuestra ayuda.»suplica con desespero Leah.
Paul refunfuña, incómodo la miró y dijo:«¿qué clase de problema es?»
«No sabría decirte si nisiquiera sabemos con qué tipo de criaturas nos enfrentamos»respondió Leah.
«Danos tiempo de pensarlo, querida.»pidió Amore mientras se levantaba, inquieta de su lugar donde se encontraba previamente sentada para luego dirigirse al bosque.
«Estoy seguro de que tienen la sabiduría de los chupasangres. ¿Porqué mierda siempre nos deben buscar?»gruñó Paul, molesto por no tener ni un momento de tranquilidad
«Escúchame soquete, ¡Es mi hermano! Fuiste parte de la manada, tu impronta es nuestra aliada y es lo que corresponde hacer. Los chupasangres no saben ni que hacer al respecto.»defendió Leah.
Paul resopló y solo dijo:«No me malentiendas, no es que no quiera ayudar a Seth, solo no es buen momento para nosotros»
Nylion y Lynxin quienes estaban callados, respetando a los mayores buscan meter sus narices y hocicos en el asunto. El tinte de preocupación y cautela que manejó su padre era de alto cuidado.
«¿Qué le pasa a mamá?»pensaron por igual ambos lobos rojizo pardo y blanco.
Las replicas mas similares a su madre, Amore. Haciendo tragar duro a Paul.
«Por el momento no es grave. Pero su madre no es una cachorra como vosotros y no es eterna»intentó decirlo con cautela«pero creo que tiene una enfermedad que me tiene bastante tenso, no sé acerca de lobos ni mucho menos me acepta llevarla a un veterinario»
«Dilo sin tanto rodeos Paul, ¿Qué es lo que has visto?»preguntó preocupada.
«Leah, yo... La he visto toser bastante, cada que desecha... Sus heces sangran.»confesó Paul.
Nylion al escucharlo gimió con preocupación, mientras que Lynxin fue directamente a correr por donde se fue su madre. No lo quería creer ni quería dejarla sola, Embry fue detrás.
Los demás hermanos se unieron a la reunión preguntando que ocurría pero Paul solo nos miró y dijo:«Veremos con el tiempo, que es lo que haremos. Solo dame un respiro, Leah.»
«Tranquilo, primero está la salud de tu impronta que exponerla a un peligro mayor.»le dijo comprensiva.
«Papá, no te preocupes. Los ayudaremos. Es más, Leah y yo, traeremos comida.»propuso Nylion.
Paul asintió y sin más se retiró.
Mientras que los demás, se quedaron aun mas extrañados.
«Y bueno, parece que no nos necesitan»dijo Opal.
«Y así parece, hermano»repuso Orión.
«Aquí se huele a liebre encerrado.»pensó no tan conforme Tauro.
Nylion y Leah se marcharon pronto al lado contrario a por donde fueron Paul, Lynxin y Embry, como Amore. Era momento de ayudar para recibir apoyo.
[...]
Se agazapaba entre los matorrales, las sombras del bosque envolviéndola. Su piel ya no sentía el frío como antes; su pelaje la protegía, pero su mente aún no estaba acostumbrada. Podía sentir cada hoja bajo sus patas, cada latido acelerado de su corazón, todo amplificado en su nueva forma. A pesar de todo lo que había aprendido hasta ahora, esta era su primera caza como loba. Y Nylion, con sus ojos bicolores que la observaban con una mezcla de calma y determinación, sería su guía.
«Relájate,» la voz de Nylion resonó en su mente, profunda y segura. Leah giró la cabeza hacia él, aún fascinada por la conexión telepática que compartían. Sabía que la magia de la imprimación les permitía comunicarse sin palabras, pero a veces sentía que él podía leer incluso sus pensamientos más profundos.
«Estoy relajada,» respondió ella, aunque sabía que no era cierto. La excitación y el nerviosismo hacían que su respiración fuera más rápida de lo que debería. Sabía que él lo sentía también.
Nylion, su pelaje rojizo pardo y blanco mezclándose con las sombras del bosque, le dirigió una mirada paciente antes de fijar su atención nuevamente en la presa: un venado joven que pastaba sin percibir el peligro. Leah seguía luchando con la idea de cazar para alimentarse. Como humana, había vivido de forma muy diferente. Ahora, la necesidad de seguir el ciclo de la naturaleza le resultaba a la vez fascinante y aterradora.
«Deja de pensar como humana. Solo escucha.» La voz de Nylion volvió, suave pero firme.
Y es cuando se mordió la lengua y cerró los ojos por un segundo, intentando calmarse. Sus orejas captaron cada sonido a su alrededor: el crujir de las hojas bajo el venado, el susurro del viento entre los árboles, el suave latido de su propio corazón acompasado con el de Nylion. Por un momento, se permitió perderse en esa sensación de conexión, no solo con él, sino con el entorno.
Nylion comenzó a moverse, despacio, calculado. Lo observó, tratando de imitar sus movimientos fluidos. Había algo hipnótico en la forma en que su cuerpo parecía sincronizarse con el bosque, como si hubiera nacido para esto. Claro, él lo había hecho, y ahora ella debía aprender a hacer lo mismo.
«Sigue mi ritmo. No hay prisa. El venado no sabe que estamos aquí,» dijo Nylion, sin siquiera mirarla. Ella asintió mentalmente y se movió detrás de él. Pero cada paso que daba, aunque silencioso, parecía demasiado torpe en comparación con los movimientos elegantes de su compañero.
Sentía que sus instintos naturales peleaban contra su mente humana, que no podía evitar analizar cada paso. La paciencia nunca había sido su virtud, y eso la estaba frustrando.
«Te estás esforzando demasiado. Caza con tu instinto, no con tu cabeza,» Nylion intervino, captando su frustración. Leah resopló, irritada.
«Es fácil para ti decirlo. Has sido así toda tu vida.»
«Y tú también lo serás, si dejas de intentar controlarlo todo,»respondió Nylion, con un toque de humor en su voz. Ella no podía evitar sentirse un poco aliviada por su calma.
Finalmente, se acercaron lo suficiente. Nylion se agazapó, casi invisible entre la vegetación, y Leah lo imitó. Podía sentir el aumento de su adrenalina, el latido de su corazón más rápido. Sabía lo que venía.
«Tú atacas primero,» le dijo Nylion, «Hazlo cuando estés lista.»
Al escucharlo decir eso, tragó saliva, aunque ya no tenía necesidad de expresar sus nervios en su forma lobuna. Podía sentir la presa, vulnerable y desprevenida. Era ahora o nunca. Calculó la distancia, sus patas listas para saltar. Respiró profundamente, recordando lo que Nylion le había enseñado sobre contener su energía hasta el último segundo.
Con un gruñido bajo que casi no reconoció como suyo, Leah se lanzó hacia adelante. El viento golpeó su rostro mientras volaba por el aire, sintiendo cómo sus garras se estiraban hacia el venado que, en el último segundo, se dio cuenta del peligro. El animal intentó huir, pero Leah ya estaba cerca.
Falló.
Sus garras rozaron apenas el costado del venado antes de que este saltara ágilmente fuera de su alcance. Leah cayó al suelo, rodando, mientras el venado escapaba. Gruñó en frustración, sintiendo la humillación morder más fuerte que el frío suelo bajo su cuerpo.
«No te detengas,» la voz de Nylion entró en su mente, calmada pero firme. Leah levantó la vista y vio a su compañero moverse con la velocidad de un rayo, rodeando al venado y obligándolo a correr de vuelta hacia ella. «Esto no es un fracaso. Es solo parte de la caza.»
Se levantó de un salto, las palabras de Nylion resonando en su mente. «No pienses, actúa,» se dijo a sí misma. Sus músculos tensos, listos, sus sentidos más agudos. Cuando el venado corrió hacia ella, esta vez no dudó. Se lanzó nuevamente, pero ahora sus instintos la guiaron. Sus garras encontraron el punto perfecto en la pata del animal, haciéndolo tambalear. Sus colmillos se clavaron en el cuello del venado antes de que pudiera escapar nuevamente.
La presa cayó al suelo, y jadeando, sintió cómo la adrenalina recorría su cuerpo. Sabía que esto no era solo una victoria física, sino también mental. Había dejado de pensar como humana por un momento y había actuado como loba.
Nylion se acercó a ella, sus ojos bicolores llenos de orgullo y tranquilidad. «Lo hiciste bien.»
Leah, aún recuperándose, lo miró, agradecida por su apoyo. «Lo hice,» respondió, su voz mental más tranquila ahora, menos cargada de dudas.
«Te estás convirtiendo en lo que siempre debiste ser,» le dijo Nylion mientras se agachaba junto a la presa. «No lo olvides. Eres parte de esto ahora.»
Mientras comenzaban a comer, ella alzó la vista al cielo. La luna brillaba sobre ellos, y por primera vez desde que había dejado su vida humana atrás, se sintió en paz. Nylion no solo la estaba enseñando a sobrevivir en este nuevo mundo, sino también a aceptar su lugar en él.
«Gracias,»le dijo en silencio, y aunque Nylion no respondió, ella supo que él lo había escuchado.
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