Capítulo 13
Sabía que Lynxin extrañaba profundamente a su familia, y aunque Nylion no lo mostrara tan fácilmente, podía sentir que compartía esa misma nostalgia. El vínculo entre ellos, aunque firme, estaba marcado por la distancia que los separaba de su hogar en el norte. En ocasiones, como aquella noche de lunes bajo las estrellas, esa distancia parecía más palpable.
Embry había aprovechado la oportunidad para acercarse a mí. Había llegado con Nylion, pero sabía que Lynxin y su hermano necesitaban algo de espacio para hablar a solas. Mientras tanto, él y yo nos quedamos cerca del taller, donde la luz tenue de la luna apenas tocaba el suelo.
—¿Cómo te sientes con todo esto? —le pregunté con una voz calmada, pero directa, mirando el cielo sin nubes que se extendía sobre nosotros. Era difícil no pensar en lo que vendría, en lo que significaba estar atada a alguien cuya naturaleza no pertenecía del todo a este mundo.
Embry suspiró profundamente, apoyándose en la pared del taller, su mirada perdida en las sombras del bosque. —Es complicado, Leah. No es que no quiera estar con Lynxin, la amo… pero a veces siento que nuestros mundos son demasiado diferentes. Aquí tengo mi vida, mi casa, el taller… —hizo una pausa, como buscando las palabras adecuadas—. Y luego está ella, con ese anhelo por un mundo al que yo no pertenezco.
Asentí, comprendiendo perfectamente lo que decía. Era una sensación que también me había acompañado desde que Nylion entró en mi vida. El tirón del bosque, lo llamaba yo. Esa sensación de que, aunque estábamos aquí, nuestras almas, o al menos las de ellos, pertenecían a otro lugar.
—Sé lo que sientes. —Murmuré, cruzando los brazos—. A veces me pregunto si soy suficiente para él, si puedo ofrecerle algo que lo haga quedarse. Pero no puedo ignorar que, en su interior, Nylion siempre estará conectado a ese bosque, a ese mundo del que proviene. Y tarde o temprano, él… —me interrumpí, buscando las palabras adecuadas—. Tendré que mi decisión, y ceder a este destino.
Embry me miró de reojo, sus ojos oscuros mostrando una comprensión que solo alguien en su situación podría tener. —Eso es lo que más me preocupa, Leah. No quiero perder a Lynxin, pero sé que mantenerla aquí, en mi mundo, es como ponerle cadenas. Y ella… ella no está hecha para vivir encadenada.
Nos quedamos en silencio por un rato, escuchando los sonidos lejanos del bosque, sabiendo que allá, entre los árboles, Lynxin y Nylion compartían una conversación similar. Me pregunté si ellos también estaban hablando sobre lo mismo, sobre cómo equilibrar dos mundos tan distintos.
[...]
Mientras tanto, bajo las estrellas, Lynxin observaba el cielo nocturno, acurrucada junto a su hermano. Las hojas de los árboles crujían bajo el viento, y aunque el lugar era bello, no podía compararse con la densa profundidad de los bosques del norte que tanto extrañaba.
«¿Cómo lo llevas?» —preguntó Nylion telepáticamente, observando las estrellas con esa mirada tranquila pero introspectiva que le caracterizaba. Sabía que, aunque él se mantuviera firme por fuera, también compartía ese anhelo.
Lynxin suspiró, recostando su cabeza en el pelaje cálido de su hermano. «Extraño a mamá y a papá… más de lo que pensé que lo haría. Embry es bueno conmigo, lo es, pero… no es lo mismo. Este mundo no es el nuestro.»
Nylion asintió con suavidad. Sabía exactamente a lo que se refería. Aunque Leah se había convertido en el centro de su vida, una parte de él siempre sentiría ese tirón hacia su verdadera naturaleza, hacia su hogar. «Lo sé. Y es extraño. Leah está aquí, y la amo, pero a veces siento que nunca seré completamente parte de su mundo. Estamos aquí por ellos, pero ¿a qué precio?»
Lynxin guardó silencio, observando cómo las sombras del bosque parecían moverse suavemente bajo la luz de la luna. Sabía que su hermano comprendía mejor que nadie lo que sentía, pero eso no hacía que el dolor fuera menos intenso. «¿Crees que Embry algún día dejará todo esto por nosotros? ¿Por mí?» —preguntó con un atisbo de duda en su voz telepática.
Nylion tardó en responder, su mirada fija en las estrellas. «No lo sé, Lyn. Embry te ama, pero su vida aquí tiene raíces profundas. Para él, dejar este mundo sería un sacrificio enorme. Tendrás que ser paciente.»
Lynxin asintió, aunque el silencio entre ellos hablaba más de lo que cualquiera de los dos se atrevía a decir. Ambos sabían que el tiempo corría, y que pronto llegaría un momento en que no habría más opción que tomar una decisión.
De regreso con Embry, sentí una empatía genuina por él. Ambos estábamos atados a seres que, en el fondo, nunca podrían ser completamente nuestros. Pero los amábamos de todas maneras, y eso era lo que nos mantenía aquí.
—Lo único que podemos hacer es esperar, supongo —dije, con una leve sonrisa amarga—. Pero si se van, Embry… no tendremos más opción que seguirlos, ¿verdad? No somos inmunes a su llamado. No si no queremos perever antes de tiempo.
Embry dejó escapar una risa suave, cargada de resignación. —No, Leah. No lo somos. Pero por ahora… —se detuvo, su mirada vagando por el horizonte—, por ahora los tenemos. Eso tiene que ser suficiente.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Lynxin y Nylion volvieron a donde estábamos. Había algo en la forma en que caminaban, en la manera en que se miraban entre sí, que me dijo que habían llegado a la misma conclusión que Embry y yo.
«Tendremos que seguir adelante, por ellos.» pensé mientras Nylion se colocaba a mi lado, su gran cuerpo dándome esa sensación de seguridad que, aunque momentánea, me hacía sentir que todo estaría bien.
Embry y yo intercambiamos una mirada, sabiendo que, al final, no importaba lo que decidiéramos hoy. La verdadera decisión, la que cambiaría nuestras vidas para siempre, aún estaba por llegar.
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