Capítulo 20- Mentiras

Satoshi:
Y allí, entre mis manos, se encontraba el objeto que ella solía atesorar con la mayor ternura que su corazón podía propagar. Su corazón albergaba amor, generosidad, amabilidad a cualquiera que se acercara, y todos eran capaces de percibirlo desde lejos, sin ser yo una excepción. Su sonrisa era contagiosa, su mirada brillante, su tacto cálido.

Ella, siempre aguardando por mí. Esperando por aquel día en el que yo fuese capaz de corresponder a lo que sentía; un amor profundo y puro.

Aquella presencia de la cual me había sido imposible no enamorarme. Aunque, quizás, demasiado tarde y el momento más inadecuado. Pues, ante lo desconocido, solía ignorar aquello que mi corazón albergaba, lo que comenzaba a hacerse paso en mi interior.

En mi fuero interno, siempre supe que aquello que sentía por Serena no suponía una amistad cualquiera. No lo investigué, no dediqué un mero instante en ello. El afán por convertirme en maestro pokemon fue mi única razón para viajar, siendo incapaz de fpercatarme de lo que ocurría a mi alrededor. Y ahora, que malgasté mi tiempo, no permitiré que ella haga lo mismo con alguien que tan poco lo merece, como soy yo.

La observé marchándose hacia algún lugar a paso ligero, sin siquiera voltear la mirada. Pero, después de todo, ¿merezco algo más?

Me tienta la idea de levantarme, de perseguirla, de gritarle que todo fue una mentira, más era consciente de que eso no podría ser posible. Niego con la cabeza, y, resignado presiono el lazo azul entre mis manos. A partir de ahora sería mi fuerza, mi amuleto. Mi recuerdo de lo que pudo ser y nunca fue.

Lo escudriñé con la mirada. Serena lo había cuidado, y lucía como nueva, sin duda fue algo importante para ella. También lo era para mí. Me la até al rededor de la muñeca, e inhalando todo el aire que me permitían mis pulmones, me marché.

Crucé el umbral de la puerta. Sentí las suspicaces miradas de Kuikui y Brock clavadas en mi nuca. No iba a hablar, simplemente no era capaz.

Escalón a escalón, semtíá como la madera se estremecía tras mi peso, como si está se quejara de que me apoyara en ella.

Me desplomé sobre el colchón, observando el plano techo de la habitación.

Debería aprender a vivir sin este nuevo sentimiento, sin ella, sabiendo que sus cálidos brazos se encontrarían allí cuando lo necesitara. Pues la había roto. Y necesitaba eso para que pudiera olvidarme al fin.

Dormir, evadirme era todo lo que deseaba.

Serena:
"No siento nada por ti"

Cada uno de esos vocablos me atravesó con fiereza. Como afiladas dagas, hiceron trizas mi corazón.

Curioso, como algo tan carente de importancia en algunas situaciones como es una oración podría convertirse en algo tan dañino si se utilizaban de manera equivocada.

Curioso, como lo que realmente importaba era quién las había proferido.

Mas, si todo era así, ¿qué significaban aquellas emociones que tu también decías sentir?

¿Era todo lo que de tí salía falso? Meras mentiras. Palabras vacías que terminaron por no significar nada.

Y ahora, aquel paisaje que horas antes me vislumbraba por su belleza, lucía sin significado. Eclipsado el color por mi tristeza, todo era gris, apagado.

Muy en el fondo, siempre lo supe. Después de todo, ¿qué esperaba?

Una película de amor. Un príncipe azul, siendo yo su preciada princesa. Más nada resultó de esta manera.

Mis piernas comenzaban a sentirse resentidas, los kilómetros se cobraban cansancio. Pero no me importaba. Solo necesitaba evadirme. Que el dolor físico superara a lo que mi corazón padecía.

El mar embravecido se pudo ver en la distancia. Las ondulaciones que en su superficie se dibujaban, reflejaban el cielo nublado.

Las lágrimas continuaban empapando mis mejillas.

Me acomodé en un banco en la distancia. La madera emitió un sonido cuando descargué mi peso.

¿Qué me deparaba el destino a partir de entonces?

Satoshi era mi fuerza, mi persistencia, mi alegría. Ahora, él me había arrebatado justamente eso.

Así que eso suponía tener el corazón roto... Como una aguja atravesando el corazón, el dolor inundó mi alma. Pues habían sido sólo mentiras.

Por lo que se llevó, y por aquello que no fue capaz. Y en mi mente sus palabras se perfilaban engaños, sus sonrisas nunca más anheladas, su presencia dolorosa. Aquel halo de luz que se dibujaba antaño al mirarlo, nunca más aparecería. Y entonces, de aquellos vívidos recuerdos sólo niebla quedaría.

Más, ¿y si tú eras mi mundo? ¿Qué quedaría entonces? Una lágrima, una mentira. Un amor infantil que me envaucó para cometer los más grandes errores, así cómo afrontar mis peores temores.

Debería admitirlo, no podría guardarte rencor. Maduré gracias a tí. Evolucioné de la misma manera. Me convertí en quién soy.

Por ello, Satoshi, he de requerir algo más. Que, al contrario de lo que antes pensé, no sólo quede niebla, ilusión, mentira.

Sino también la memoria de mi amigo, un chico denso y amable, poco consciente de lo que mi corazón albergaba. Y la mía, la de una chica cuyo corazón rompiste.

Sin embargo, si siempre te sentiste así, ¿por qué no decirlo desde el primer momento? Desde el momento en el que visité esta región, víctima de la duda.

Asemtí, confirmando mis propias suposiciones. Nunca quiso hacerme daño, más el saco se quebró. ¿Fue debido a eso, realmente? ¿El producto de intentar no herir a una amiga? No pude evitar que mis pensamiemtos se posaran en él con admiración de nuevo; tan noble e inocente que causaba daño sin quererlo. Tan cruelmente consciente que en ocasiones me cuestionaba el por qué de tanto engaño.

Mis labios pronunciaron una curva. Una sonrisa, que no sólo implicaba lo que este mero hecho representaba. Una sonrisa llena de dolor, amor e impotencia a la par. Una sonrisa que convivía con las gotas saladas que se deslizaban por mis mejillas.

Pues era hora de aceptarlo. Una sonrisa que debería mantenerse por si sola, no a costa de aquellos sueños infantiles que me rodeaban hasta ahora.

El amor. Solía pensar en el más que en cualquier otro sometimiento... Aquel que le daba sentido a mis días, que me embarcó en mil y una experiencias, el feliz si es compartido....Mas si no correspondido... ¿realmente merecía la pena?

Amor y dolor estaban directamente relacionados y no fue hasta ahora cuando me percaté de ello.

Pues si el primer amor era infinito, ¿sería infinito también el dolor que me atormentaba? Negué con la cabeza. No lo permitiría. No me quedaría anclada en este desamor.

Era hora de volver a Hoenh.

Brock:
Sus miradas se encontraron, y al instante, ambas volvieron a esquivarse. Sin embargo, aquella vez no sse asemejaba a lo que otras veces ocurría. En ellos no se observaba ni un etéreo atisbo de sentimiento. La de él, vacía. La de ella, dolorosa. Aquel juego se repetía con frecuencua aquella nche.

Arqueé una ceja mirándole directamente a las orbes que decoraban su rostro. Había estado fuera todo el día, ni si quiera se había dignado a decir que había estado haciendo durante toda la mañana y tarde.

Reí disimuladamente. Así que ese era su nuevo papel como adolescente...

Agité mi cabeza, suponiendo que era natural, sin embargo no podía evitar estar preocupado por mi amigo.

Abrí la boca, a punto de gesticular mi duda, mas la voz de Serena me interrumpe:

—Me marcharé mañana hacia Hoenh, gracias por su hospitalidad profesor.—su clara voz se escuchaba rota, como si tuviese gran dificultad para hablar. Fruncí el ceño. Satoshi mantenía su cabeza hacía abajo, permaneciendo ausente.

—¿Eh? —el profesor le dedicó una expresión concernida—Sabes que no es ninguna molestia para nosotros.

—Lo sé. Mas no quisiera molestar, mañana comienzan sus clases y sólo me vería como una carga estando aquí. —Una sonrisa extremadamente fingida se reflejó en el rostro de la pelimiel. El profesor se limitó a asentir, resignado.

—Satoshi, ¿no vas a retenerla aquí?—pregunté en tono de burla. La tensión no desapareció.

—Es su decisión.—lucía frío, carente de emoción. Sus dedos tambolearon por la superficie de la mesa—no intervendré.—torné mi cabeza hacia la voz femenina que había contesto instantáneamente.

—Tiene razón. —como si la propia situación fuere un juego, Serena sostuvo su mirada con la voz rota.—Voy a preparar mis cosas.

Sin luegar a duda, aquello que ocurría delante de mi vista no era usual. Tendría que hablar con Satoshi antes de que fuese demasiado tarde.

Satoshi:
Me incorporé de las sábanas que me cubrían, algo desorientado.

La noche del día anterior había transcurrido algo incómoda,sin poder ignorar la mirada de Brock, siempre presente en mí.

Aquello estaba siendo especialmente duro; observarla desplomarse cada vez más mientras yo lo presenciaba, impotente, era descorazonador.

¿Así tenía que ser realmente? ¿No había una mejor solución?

Fruncí el ceño, realmente lo había pensado. Yo no era más que una persona, que, al hacer que permaneciera ella aquí, estaría aurrinando lo que podía ser su futuro.

Torné mi cabeza hacia ella, aún dormida sobre la cama que se encontraba a escasos metros de mí.

Había llegado el día. En una media hora tendría que prepararme para
asistir a la escuela, y, probablemnte, después de aquello, no la volvería a ver. Asentí frustrado, era lo mejor para ella.

Levantándome, tomé una muda, y proseguí a empujar la puerta.

Mas, ¿y si una vez más...?

Me acerqué hacia ella. Paso a paso, hasta estar de pie tras el borde de la cama.

Siempre había sido demasiado impulsivo.

Se encontraba recostada sobre el colchón, cubierta por una fina sábana. No pude evitar sonreir ante tal escena. Me incliné hacia ella, besando su mejilla.

—Adios, Serena.

Las palabras quedaron flotando en el aire.

Bañé la magdalena en leche, bebiendo esta desganado y apresurándome por no llegar tarde el primer día de clase depsués de aquellas emíferas vacaciones.

La presencia del profesor se materializó al aparecer él por las escaleras. Al verme, sonrío apacible.

—Buenos días, profesor—Kuikui elevó su mano en un gesto de saludo, al par que bostezaba notoriamente.

—Buenos días Satoshi!—tomó una taza del armario a su lado, preparado para hacerse un café—Tengo grandes noticias para tí, ¡podrás acompañar a Serena al aeropuerto!—Lo observé en shock, articulando una escusa los suficientemente creíble.

—¡¿Qué?!—el corto vocablo escapó de mi boca sin ser yo capaz de hacer nada para evitarlo. Agité mis manos en gesto de negación. —¡Eso no puede ser posible, recuerde que tengo que asistir a clases!—Kuikui pronunció un indescifrable gesto con sus manos, intentando restarle importancia.

—No te preocupes, tienes mi justificación.—vencido, quedé en silencio. El profesor, por su parte, procedió a examinar mi rostro.— ¿No vas a agradecerme nada? ¿Acaso no te alegra?—Una voz masculina se dejó oír detrás del hombre.

—Tiene razón, ¿no vas a decir nada?—inquirió un Brock ya vestido y arreglado, con una expresión indescifrable.—Profesor, supongo que no tiene palabras para expresar su gratitud.—me limité a asentir, esforzándome por sonreír. Mentir sería necesario, una vez más.

Serena:
La noche de insomnio transcurrió, dejando paso a la mañana. Y su presencia, casi etérea en mi estado adormilado, se hizo presente. De entre mis recuerdos confusos, una lágrima escapó.

Mi pelo enmarañado, mis marcadas ojeras no pasaron desapercibidas.

Sucedió el desayuno pobre, el nudo en mi estómago me incapacitaba a ingerir nada. Y cuando observé su rostro inexpresivo, cargado de mentiras, toda la fortaleza en mi presente hasta el momento, estuvo a punto de derrumbarse de nuevo.

Mochila a la espalda, pikachu a su hombro, una corta despedida a aquella gente que había estado presente en aquellos momentos tan inolvidables, tan dolorosos.

El cielo nublado del día anterior pasó a una tormenta implacable, la cual recorrimos corriendo. El agua rozaba ligeramente mis botas. Y recordé aquellos viejos tiempos, en los los cuatro que nos protegíamos de la lluvia, mientras reíamos, narrábamos historias cautivadoras, desahogábamos nuestras penas entre lo que solíamos llamar familia.

Las puertas acristaladas se abrieron en nuestra presencia. Restaban algunas horas para que pudiese embarcar al avión, y observando el aeropuerto, tomamos asiento en las muchas sillas que se encontraban alrededor.

Desganado, jugó con su pikachu hasta que ambos quedaron dormidos. Mi mente permaneció perdida en la melancolía y confusión que en esta existía.

Y entonces, cuando la robótica voz, advirtió que era tiempo de embarcar, ambos caminamos hacia el lugar indicado.

Unas escalera mecánicas. Vaya, pareciera que la vida nos hubiera gastado una broma.

Me posicioné delante de él, y por primera vez, azul encontró a café. Ambos sabíamos que aquello suponía el final.

La voz no alcanzaba a salir de mi cuerpo, mi fuerza era inexistente.

— Supongo que este es el adiós.— Las oportunidades volaban, efímeras, a cada vocablo que acertaba a decir. Una lágrima escapó de entre sus orbes.

—Cumple tus sueños, Serena.— negué con la cabeza en un movimiento imperceptible.

—Ya no podría decirlo completamente— susurré. Hice un gesto con la palma de mis manos, y proseguí a emprender mi nuevo camino. Y justo entonces, a un paso de las escaleras, mis ojos estallaron en sollozos. Pues las dudas superaron al dolor. Torné mi ser hacia él, preparada para formular la pregunta.— Satoshi, ¿por qué me besaste está mañana? Acaso....—percibí como fruncía el ceño, frustrado— ¿Sientes algo por mí?. — Al fin y al cabo yo era eso, una ilusa cansada de mentiras.

Misty:
"Estimados pasajeros, nos complacemos en informarles de que esta embarcación ha llegado a su destino; Ciudad Portual, Hoenh. Esperemos hayan disfrutado de nuestros servicios y les deseamos una feliz estancia. Gracias por elegirnos."

Con dificultad, paso a levantarme del no muy mullido colchón que suponía la cama de mi camarote, saliendo hacia cubierta; la región de Hoenh me saludaba con un clima angosto, lluvioso.

Tendría que caminar, a partir de entonces, hacia el aeropuerto de Hoenh, pudiendo así tomar un vuelo directo hacia ciudad Azulina, Kanto.

Ojos enrojecidos. Paso seguro, capaz. Aquella extraña combinación me definía en aquel instante, y, probablemente en muchos otros.

¿El llanto, la debilidad? Eran algo que no podía ser expuesto al espxterior. No suponían más que una manera de expresar que necesitas consuelo, que el resto del mundo se percate de lo incapaz que podías llegar a ser.

Debería ser fuerte, pues el llanto no era mas que un malgasto del tiempo. Pues no debería malgastar una lágrima en un error así.

Un eco vacío se producía a cada instante en el que las suelas de mis zapatillas frente al mármol del aeropuerto. El lugar, cuidadosamente cuidado, concentraba una gran cantidad de diferentes sentimientos. Desde dulces sonrisas, a saladas lágrimas. Desde nostálgicos reencuentros, hasta dolorosas despedidas.

Entre aquel panoraman me limité a sentarme, dejar que las horas pasaran.

Los minutos pasaban paulatinamente. Personas de todas las edades y nacionalidades pasaban, tomaban asiento a mi lado.

Hasta que una chica se posicionó al lado de mi adormilado ser. Sollozaba ligeramente, lo que me llevó a fruncir el ceño; ¿qué le ocurriría?

Torné mi cabeza,con lentitud. Y mis sospechas se confirmaron.

Era ella. Serena se encontraba a mi lado.

Buenas! Qué os ha parecido? Realmente estoy orgullosa de este capítulo. Sí, sé que casi me demoré un mes a la hora de escribirlo, pero al principio suponía un verdadero reto para mí; no han sido pocos los párrafos que he borrado porque no me parecían lo suficientemente buenos....Espero que os haya gustado! Me motivaría mucho que dejarais un comentario, y un voto si así ha sido. Nos leemos!

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