5. Vicktor

Siento una incomodidad enorme en el ambiente en este momento... ¡Ah ya sé! Carolina en vez de sentarse a mi lado como todas las mañanas antes de empezar clase, está en el fondo del salón cuchicheando con Vicktor. Me hierve la sangre de solo saber que le saluda. Ese tipo jamás me dio buena espina, debo encontrar la forma en la que se aleje.

— Armin ¿Estás bien? Has roto tu lápiz... —Mi hermano con sus orbes rosa llenos de preocupación me miraba exhaustivo.

Solo le hice una seña para que mirara hacia atrás.

— ... ¿Estás celoso? ¿Te traigo una silla? —Bromeó el descarado, estupido mis sentimientos idiota.

— Alexy... Si no fueras mi hermano te daría una buena hostia... —Suspiré con aires de desilusión.— Pero si... Estoy celoso...

— Solo dile que no hable con él y ya. — Respondió levantando una ceja, mostrando la obviedad del asunto, pero no era tan fácil.

— No puedo... De alguna u otra forma es de las pocas personas que ella recuerda, y le tiene más confianza... —Apreté mis puños molesto.

— Has lo que veas oportuno. —Sin decir más, mi hermano me dedicó una sonrisa para irse a donde estaban las chicas.

¿Qué es lo oportuno? ¿Para quién? Maldito Alexy con sus consejos confusos...
No quiero decirle que dejen de hablar, pero tampoco quiero que hable con él. Tonto, tonto, tonto. Golpeé mi cabeza contra mí puesto esperando que aquellos pensamientos desaparecieran, pero no obtuve el resultado que esperaba.

— Te saldrá un moretón en la frente. —Dijo la voz de una fémina que se sentaba a mi lado, sin mirarme.

— No es nada... —Intente sonreír, pero joder, como duele.

— Dime Armin... ¿Preparado para el examen? —Volteó a mirarme unos segundos sonrojada.

— Supongo que si, tus repasos me han servido de mucho. —Asentí varias veces.

— Ah si... Sobre lo de mi casa... —Un mechón de pelo le calló por la cara cubriendo sus mejillas, pero sus orejas estaban visibles y más rojas que un tomate.

— ¿Si? —Dije emocionado, apoyando mis manos sobre la mesa.

— ... —Antes de hablar, soltó un pequeño suspiro ahogado.— Debo pensarlo...

— ¡Bien! —Sonreí como un tonto, para luego darle un abrazo haciendo que su cara estuviera recostada en mi pecho. Sorprendentemente no me apartó.

— A-armin... —Levantó su rostro para luego desviar la mirada, sabía a lo que se refería.

— Oh, sí... —Le solté. Luego llevé mi mano a mi nuca sonriendo.

No sé que se traen esos dos... Pero es algo bastante extraño que después de hablar con él, ella me diga ese tipo de cosas...

« ... »

— ¿Vas a ver el partido? —Pregunté a la chica que se encontraba sentada a mi lado, después de que la campana para receso sonara.

— Si, Vicktor me pidió que fuera.

Vicktor, un nombre bastante irritante ya. ¡Agh! A veces es insoportable... ¡Me muero de celos! La verdad... Puedo reconsiderar lo de la silla...

— ¿Vamos, Armin? —Me cuestionó con su tono serio, y con una voz bastante suave, que casi ni logra sacarme de mis pensamientos.

— ¿Y Vicktor? —Intenté mostrar una sonrisa convincente.

— Los jugadores deben de ir a cambiarse, él ya se fue, al igual que Castiel o Lysandro —Señaló sus puestos vacíos. Otra vez, tonto, tonto, tonto.

— ¡Entonces qué esperamos!

Ella solo asintió y salió del aula seguida de mi, caminamos por el largo pasillo, salimos al patio, donde el sol brillante de aquella mañana nos obligó a cubrir nuestros ojos por su incandescencia, de ahí fuimos al gimnasio, donde los chicos se estaban preparando. Las bancas del fondo, la última línea, allí se sentó ella, me senté a su lado y luego le rodee con mi brazo, sonriendo de la mejor forma posible.

— Así que te gusta el basquetbol ¿eh? —Comenté levantando una ceja, ella se sacudió los hombros a lo que yo quité mi brazo resignado.

— Si. —Volvió su mirada a la cancha, pero no a ningún chico, ni los entrenadores, sino al balón.

Concentrada en cada uno de los movimientos de nuestro amigo redondo, la castaña permanecía inmóvil y en silencio, parpadeando un par de veces como mucho.

— Ah... —Me deslicé en mi asiento, intentando relajarme un poco.

— ¿A ti te gusta?

Una pregunta que me había tomado por sorpresa. Y ahora ¿mentirle y quedar bien o decir la verdad y quedar como un acosador que solo le sigue a todas partes? A qué parte se inclina la balanza.

— Por supuesto.

No logré sonar más convincente, porque era una asquerosa mentira, pero... Bah, no hay justificación

— Ah... —Asintió varias veces, se encogió de hombros y empezó a jugar con sus dedos. Debo de pensar rápido en un tema de conversación nuevo.

— ¿Qué tal el examen?

Al parecer se me habían adelantado con destreza, por fin nos podemos soltar un poco en una conversación, cosa que agradezco a mis grandes esfuerzos por agradarle.

— Me fue bien, creo yo. Apliqué todos tus métodos —Volteé mi rostro hacia ella, se sonrojó, como de costumbre.

— Ya ves... —Me miró de reojo de arriba a abajo, para luego voltear el rostro del todo para verme.

— ¿Sucede algo? —Pregunté con una notable confusión brillando en mis ojos.

— N-no...

« ... »

— Nos vemos mañana.

Una vez acabada la última clase, ella recogió todos sus útiles y se fue a gran velocidad. Lo sospechoso es que Vicktor a echo lo mismo... ¡Se van a encontrar! ¿Les sigo... O no les sigo?

— Armim deja de pensar en voz alta —Mi hermano rodó los ojos divertido y luego me miró con cara de "es obvio"— ¡Síguelos!

Asentí, tomé mi mochila y salí del aula para no perderles la pista.

Vicktor

Existen cosas en las cuales simplemente no debes tomar a la ligera, entre ellas, los sentimientos. Es muy triste saber que la persona que quieres, no quiera estar contigo de la forma que esperas. No valió de nada mentirle a Armin aquel día para que fuera detrás de ella en vez de ir yo, para saber que terminaríamos así, preguntándome cómo ser más cariñosa con él. Maldita sea.

— Si no querías venir, haberlo dicho. —Murmuró la castaña que caminaba a mi lado a paso lento, mientras mantenía su mirada al frente y sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

— ¿Por qué lo dices? —Cuestioné confundido.

— Con esa cara de "que asco la vida" puedo sacar mis propias conclusiones. —Se encogió de hombros a la vez que pateaba el suelo, sin dejar de caminar.

— No es por eso... Ah, no lo comprendes pequeña. —Suspiré con pesadez mientras llevaba mi mirada al cielo y luego a ella, para notar que mantenía una mirada fija y con el ceño fruncido hacia mi.

— Entiendo más cosas que tú, idiota. Además de que soy mayor. —Rodó sus ojos bastante molesta.— Ni siquiera sé por qué te pedí ayuda.

— Porque somos mejores amigos, y a pesar de mi idiotez, sé que me aprecias.— Solté una leve risa.

— Como dije, idiota. —Ella rió también.

Armin

Todas esas series de espías sirven de algo en algún momento de tu vida, como ahora. Se ven hablando de forma tensa, no se miran mucho no se sonríen, es más, parecen apenas conocidos. ¿Así se ve todo el tiempo o es para disimular por las calles? ¿Tendrán algo en secreto? Respira, cálmate y céntrate, Armin.
Nada malo puede ocurrir de una amable amis--- ¡¿UNA TIENDA DE LENCERÍA?!

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Hola mis patatas Kawaii. He tardado, lo sé, pero les traigo este capítulo lleno de amor y, espero que me perdonen y no, TODO MENOS LA SILLA.

Debo de decir que tardaré en actualizar entre capítulo y capítulo, pero les cumpliré con las historias que tengo abiertas en este momento.

Gracias por todo el apoyo, votos y comentarios, se les quiere muchísimo, nenes.

—AkiraKimura

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