24. Oscuro.
Despertó un par de horas más tarde, sobre su cama y arropada hasta el cuello. Confundida se tomó la cabeza, la cuál le dolía un poco, y miró hacia todos lados para así intentar encontrar algo que le explicará cómo llegó a su cuarto de repente.
Unos pasos se oían en la sala de estar, eran rápidos y al parecer torpes. De la manera más silenciosa posible se puso de pie, encogiendo los dedos de los pies al sentir el frío del suelo calarle los huesos, y después de un largo suspiro se dirigió hasta la puerta para así descubrir de una vez por todas quién era el intruso de su pequeña y cómoda cueva. Grata sorpresa fue ver a un desaliñado pelinegro ir de una lado al otro, tal vez con las intenciones de preparar algo para comer, siendo en resumen un total enredo en si mismo.
— Hey. —pronunció la chica que se encontraba recostada sobre el umbral de la puerta del dormitorio.
Armin levantó la mirada dando un pequeño brinco a la vez por el tremendo susto que se había pensado, pero su expresión se transformó al instante, dando paso a una sonrisa de alivio y unos ojos brillantes y bien abiertos, al parecer de la emoción.
— ¡Me alegra que despertaras! He preparado unos sándwiches delicios--- ¡Mierda! —empezó a saltar en un pie al haberse lastimado un dedo del otra con la esquina de un mueble— ¡Maldita mesa de mierda y toda su descendencia!
La castaña solo atinó a reir de forma silenciosa para no ver una rabieta del chico en frente suya, al cual se acercó lentamente, con pasos de un lado a otro y manos detrás de la espalda.
— Vamos a probarlos, ¿no? Además será imposible que sigas de un lado a otro en ese estado, ¡Receto una incapacidad de 5 días! —levantó su dedo anular para así señalarle a modo de advertencia, como lo haría una madre a su hijo y luego rió, más bien enternecida por la situación.
— ¡Lo que diga la enfermera! —sin esperar otra palabra tomó en brazos a la más baja para así darle un fuerte abrazo que la levantará del piso por unos segundos— ¿Sabes? no me disgusta la idea de un traje de enfermera...
Cuando volvió a sentir sus pies tocar la alfombra, intento soltarse de manera brusca de tal abrazo y así ir a esconder su rostro rojizo en el ultimo rincón de su diminuto piso. A veces cría que ese chico no media las consecuencias de pensar en voz alta.
— Deja de decir ese tipo de cosas sin sentido... —regañó avergonzada— Más bien comamos, muero de hambre.
Con un inocente asentimiento en chico volvió a sujetarle pero esta vez con un abrazo por la espalda, para luego caminar hacia la barra de la cocina como si fueran un par de pingüinos.
— Te puedes poner meloso cuando te lo propones, ¿sabes?
La verdad es que no podía quejarse. Siempre odió las demostraciones de afecto en lugares donde hubieran más de un par de ojos observando y su forma de demostrar afecto nuca fue la más amable, pero ese chico le había literalmente puesto de cabeza y ahora no sabía si eso le atemorizaba o le encantaba en exceso.
Una vez sentada en un banquillo, frente a un sandwish de queso recién hecho, empezó a cavilar en su retorcida mente cómo es que había llegado a ese tipo de situación en donde compartía momentos "románticos" con un chico o tenia ese tipo de pensamientos cursis como no querer soltarle de su abrazo. Nada de eso encajaba con lo que creía de ella o su personalidad, y hasta ese momento se iba dando cuenta. Su expresión fue una de horror, cosa que llamó la atención del curioso muchacho a su lado.
— No puede estar tan malo —ese comentario la sacó de sus pensamientos, dándose cuenta de su ensoñación y negando varias veces con la cabeza como acto de reflejo— ¿Entonces? ¿Por qué esa cara, little?
Se dio su tiempo para pensar la respuesta adecuada, mirando con algo de timidez hacia sus manos posadas sobre su regazo. No sabía que podía ser lo más apropiado para contestar teniendo en cuenta que no quería poner en esa carita de bebé de Armin una mueca. Al final optó por suspirar y mirarle por el rabillo del ojo avergonzada.
— Me preguntaba... ¿cómo llegue a esto? —inmediatamente negó con manos y cabeza, esta vez mirándole a los ojos— ¡Quiero decir! Jamás me imaginé en una situación así y yo... no sé cómo manejarlo... Lo siento...
La cabeza del pelinegro fue sostenida por su diestra, para así relajarse un poco más mientras miraba a esa maraña de inseguridades con ojos de amor. La ternura de la chica le iba a matar de un infarto un día de estos.
— No pasa nada, lo comprendo. —soltó afable, para luego guiñarle y así poder ver ese rostro enrojecido nuevamente— En todo caso, ¿no te preguntas cómo fue que llegaste aquí?
— No del todo, bueno... supongo que me desmayé ¿no? Debió ser horrible cargarme hasta aquí... —intentó disculparse con una sonrisita tímida— Bueno no recuerdo bien, solo que estábamos sentados frente a la pantalla... Y vinieron recuerdos feos... Luego simplemente todo estaba oscuro de nuevo.
Armin, incrédulo, optó por bajarse del banquillo en el que estaba para así poder hacerse un hueco entre las rodillas de la castaña, quien rápido captó la idea y se dejó hacer.
— Mmh... Tal vez esto te enoje pero Nathaniel me ha contado un par de cosas y estoy al tanto que el recuperar la memoria genera ese tipo de "lapsus"... Y tienes que tener claro que no me molesta en lo absoluto cargarte diez o cincuenta cuadras, con tal de qué estés bien no hay nada más que pueda importarme, little.
Sus corazones se sintieron menos pesados y al mismo tiempo más llenos de amor.
hola volví no me odien por fin tengo el final de esto escrito serán unos capítulos más y algunos extra jaj,,, los amo coman bien y abríguense para no coger un resfrio
—Ace.
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