CAPITULO I
Corrían los primeros días del mes de marzo de 1988.
En una noche en que la brisa soplaba refrescante, se escuchó a un lejano reloj que acababa de dar la última de las doce campanadas.
-¡Dios, son ya las doce de la noche... No sé a dónde ir, ni conozco esta ciudad, ¡creo que estoy perdido...!
Era un muchacho de apenas unos dieciséis años de edad que cruzaba por las calles de Hongseong, asustado y temeroso, sin rumbo ni dirección, con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos. Parecía que iba huyendo.
Con una pequeña maleta en la mano caminaba a prisa sin saber a donde dirigirse exactamente.
-Tengo que alejarme, tengo que escapar de él.
¿Quién era aquel muchachito, de quién huía y por qué?
-No conozco aquí a nadie que pueda ayudarme.
Iba sumido en sus pensamientos.
De pronto, un hombre de edad avanzada se paró bruscamente en su delante obstaculizándole el paso le sacó de sus pensamientos haciéndolo estremecer de temor y angustia al verse indefenso.
-¿Y tú precioso, a dónde vas tan solo a estas horas?
El se quedó atónito temblando de miedo, sin atinar que hacer. Quiso escapar, pero no pudo, lo tenía bien apretado del brazo; aquel hombre empezó a llevarlo por una calle oscura y solitaria; el lloraba suplicando que lo deje tranquilo, pero al instante comprendió que de nada le servirían las suplicas y las lágrimas y se quedó callado, sin poner resistencia, mientras, pensaba en la forma de librarse.
-Así está mejor, sobre todo para ti, sino quieres pasar mal -dijo el malhechor.
Más pronto, sacando fuerzas de flaqueza, el muchacho dio un ligero tirón sorprendiéndolo y con ello logrando hacer que lo soltara. Desesperado corrió pidiendo auxilio; cuando el maleante quiso seguirlo luego de reaccionar, el ya escapaba en un auto que se detuvo para ayudarlo al escuchar sus gritos de socorro.
-¡Por favor, señor, ayúdeme! -pidió asustado.
-Sí muchacho, sube pronto -dijo el hombre que conducía el auto salvador.
Este hombre pareció digno de confiar en él.
-Gracias señor, no sabe cuánto lo agradezco.
-Está bien hijo, ¿pero qué andas haciendo solo por estas calles peligrosas y a estas horas?
-Ya le contaré, me repondré un poco. ¿Y usted quién es?
-Soy Sacerdote, hijo mío. Está bien recupérate, luego me cuentas, mientras tanto dime a dónde te llevo.
-No tengo a donde ir, padre.
-¿Y qué estabas haciendo?
-Escapaba -contestó el muchacho.
-¿Escapaba, de quién? -Volvió a preguntar el sacerdote.
-De mi marido.
-¿Y por qué? Haber explícame hijo.
El muchacho empezó a relatar:
-Soy de Daegu, me llamo Kim Tae Hyung.
Continuó su relato; él escuchaba con atención.
-Eso es todo, padre, por eso escapaba, no lo amo, me casé obligado por mi padre, por eso le puse un narcótico en su limonada, para poder escapar de él; de lo contrario tendría que soportar tantas cosas terribles, como compartir mi lecho con él, en ese hotel, etc.... Yo sentí terror tan solo de pensar; ¿Ahora me comprende, padre?
-Pobre hijo mío, claro que te comprendo, y tienes razón, si es como dices -respondió el sacerdote luego de escuchar al chico.
-No tengo aquí familia, ni a nadie que pueda ayudarme.
-No te preocupes, yo te llevaré -ofreció generoso.
-¿A dónde, padre? -preguntó el joven.
-Dormirás en el convento - contestó.
...
Dos años más tarde, a mediados de abril, un muchacho estudiante universitario, pasó a vivir en un nuevo departamento.
Aquel joven era Kim Seokjin, de veinte años de edad, atractivo y varonil, de buenos modales, alegre y siempre enamorado de la vida y de todo cuanto a él rodeaba, era tierno y cariñoso, amable con todos. Sus padres vivían en Suwon, cien kilómetros al sur de la capital donde estudiaba.
La dueña de casa era una señora agradable y cortés de unos cuarenta años de edad, divorciada y sin hijos, que vivía con su sobrino, Minhyuk.
Aquel muchacho era deliciosamente encantador, bello, tierno y sensual, poseedor de unos hermosos y profundos ojos negros como el azabache, unos labios húmedos y finos e incitantes, una nariz perfecta, su cabello ondulado y dorado como el trigo le caían como una cascada. Su detalle delgado semejaba frágil y delicado cual cristal. Su pecho un poco marcado que determinaba en algo así como en dos lunares que se divisaban a través de su camisa transparente de terciopelo con flores. Sus piernas bien torneadas y perfectas como muy pocas, sus manos finas y delicadas. Era un chico caprichosamente bello, diríase que era un sinónimo de lo hermoso y lo sublime; mirar aquel hombrecito causaba deleite a los ojos y pasión al corazón.
Cada día Jin lo miraba con deseo y ternura, mientras pasaba el tiempo iba interesándole más y más aquel muchachito dulce y tierno, pero no se atrevía a conquistarlo, tal vez por temor a sentirse defraudado o por respeto a la señora Jang, la dueña de casa que así se llamaba.
-¡Qué lindo y dulce es este muchacho! ¿Cómo se llamará?, de seguro que es su único hijo, un día de éstos voy a tratarlo, se nota que es amable -pensó Jin.
Los días siguieron transcurriendo, cuando a la entrada o a la salida se encontraron, Seokjin lo saludaba, y Minhyuk contestaba, eso era todo, nada más, de eso no iba más allá, hasta lo deseado por el joven, ni siquiera sabia su nombre.
Un día Seokjin, al abrir la puerta que daba a la calle, apresurado por salir, chocó con el muchacho que en ese preciso instante acababa de llegar del instituto, con el impacto hizo que sus libros que traía se fueran todos al suelo.
-Perdón, que torpe soy, le pido mil disculpas.
-No se preocupe, otra vez tenga más cuidado-respondió con su dulce vocecita, la cual escucharla era una delicada caricia.
El se inclinó para recoger los libros, lo menos que podía hacer, pero también el se inclinaba para recogerlos, por lo que nuevamente volvieron a toparse suavemente.
-Vaya, será mejor que los recoja yo solo-dijo sonriente Min.
-No, yo lo haré, deje que le ayude al menos -pidió Jin.
Los dos jóvenes estaban inclinados para recoger, de repente, Seokjin quedó mirando esos profundos ojos con admiración y ternura, lo mismo hizo el rubio, los dos se miraban, los dos sonreían.
-¿Y ahora qué le pasa? -preguntó Minhyuk.
-No me pasa nada... -respondió el otro.
-¿Y por qué me mira así?
-¿Le molesta?
-No, no me molesta en lo absoluto, solo que me mira de una manera... Especial diría yo.
-¿De verdad quiere saber por qué lo miro así? Está bien, ¿sabe? Es usted muy hermoso, hermoso y bello como ninguno, por eso lo miro así.
El se sonrojó ligeramente, algo turbado contestó.
-Gracias, es usted muy amable, de seguro debo tomar eso como un cumplido.
-¿Me perdona lo torpe que he sido con usted?
-No tiene importancia, no ha sido nada grave, olvídelo.
Después de recoger se despidieron; el muchacho saludó a su tía que salió al escuchar el murmullo.
-Buenas tardes, tía Sun.
-Buenas tardes, mi querido Minhyuk-contestó.
Jin que estaba cerca escuchó y se dio cuenta entonces que no era su madre, como también supo que aquel chiquillo se llamaba "Minhyuk".
-¡Minhyuk! Se llama Minhyuk -repitió en silencio.
Ahora ya sabía el nombre de aquel joven, del cual parecía estar enamorándose, sin que él mismo se diera cuenta.
Lo curioso era que igual pasaba con el otro chico.
Minhyuk también pensaba en Seokjin, primero como simple atracción física, pero que cada día iba en aumento, hasta que por fin se dio cuenta que estaba enamorado.
-No sé que me pasa, creo que estoy enamorado de aquel chico que renta el departamento de arriba de mi tía, y que ni siquiera sé su nombre -dijo a Jimin, su compañero de estudios.
Un sábado que su tía Sun salió de compras, Minhyuk quedó solo en casa.
Minutos después de darse una tibia ducha, Seokjin decidió salir a la calle, al bajar las escaleras vio que Minhyuk venía de afuera; éste apresuró su bajar para saludarlo.
-Buenos días.. Quedó sin atinar su nombre.
-Seokjin-apuró a decir -Me llamo Seokjin.
-Buenos días Seokjin. Llámame Hyuk nada más. Y usted, veo que ya sabe mi nombre.
-Así es lo escuché a su tía, aquel día del incidente.
En seguida se entabló una animada charla -¿Podemos ser amigos? - preguntó Jin.
-¡Claro por qué no! -respondió.
Después ya se tuteaban.
Desde la primera vez que se conocieron, que se miraron a los ojos, había nacido una recíproca simpatía, desde ese momento cada uno en su lugar pensaba en el otro, estaban enamorados, eso es la verdad, sin que ninguno lo supiera.
Si ven algún error por favor avísenme.
Nos vemos en la próxima actualización❤❤
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